Visualidades
Mayra Da Silva y Pablo Albarenga
Uruguay -
julio 03, 2020

Afrouruguayos: en busca de una mirada nueva

Mayra Da Silva es artista visual y comunicadora. Pablo Albarenga, fotoperiodista.  Los unió la convocatoria de Africamericanos- AECID para proyectos audiovisuales sobre comunidades afrodescendientes. Se presentaron con el proyecto Afrouruguayos, con la idea de construir una nueva narrativa visual sobre las comunidades afrodescendientes en Uruguay a través de sus protagonistas.

“Me interesaba trabajar con Mayra porque yo venía en ese momento desde un lugar más fotoperiodístico, o más clásico, y ella venía de un lugar mucho más artista. Me daba curiosidad saber qué salía de esa conjunción, de esa mezcla”, dice Pablo desde su casa en Montevideo. En otra parte de la ciudad, conectada por videollamada, Mayra asiente. “Pensé que estaba bueno desarrollar un proyecto juntos”, dice, “porque él tiene experiencia con trabajo en comunidades y una sensibilidad rica. Yo trabajo desde hace mucho tiempo con la comunidad afro y soy una persona racializada también, entonces por ese lado me pareció que la mezcla y el intercambio en ese encuentro podía potenciar mucho el proyecto”.

Lo que querían era reconstruir y resignificar la historia de la comunidad afro de Uruguay, donde el 8,1% de la población se reconoce afrodescendiente, y darle lugar a diferentes miradas sobre esa identidad. Miradas, explican, que posibiliten el reconocimiento de un otro u otra. “Hay un estereotipo sobre las personas afro que las relaciona siempre con la música. Esto no está necesariamente mal, porque vienen desde un lugar reivindicativo, de resistencia y de lucha, pero creo que se queda en eso: para la persona no afro, el afro solo tiene que tocar los tambores”, explica Mayra.

“Entonces, tratamos de abrir el espectro y realizar una deconstrucción de esos imaginarios. Esto nos generó un movimiento importante porque en ese imaginario hay también una representación cultural: no queríamos caer en la representación de la religión, de los tambores, o la música, pero a su vez veíamos que los afrodescendientes tienen esa representación de sí mismos como comunidad”.  

 No era la primera vez que Mayra se topaba con estas preguntas. Su primer proyecto con familias y racialidad tenía que ver con mostrar personas afrodescendientes no desde el lugar del músico, del candombe o desde la religión; sino, por ejemplo, en producciones de moda. “Desde ahí, trabajo el tema de los estereotipos y hasta ahora es un trabajo continuo que abordo desde lo estético, la simbología y la religiosidad, pero no desde el imaginario que te imponen en la escuela o en la historia. Para este proyecto fue bastante desafiante no caer en lo que ya estaba haciendo sino hacerlo más desde lo conceptual”.

Cuando empezaron a trabajar, los planes eran entrevistar familias afrodescendientes de Montevideo y San José y luego retratarlas intentando representar en las fotos lo que salía en las entrevistas. Eran retratos en sus casas, en sus entornos. “Empezamos con eso pero después lo que nos pasó fue que eran un montón de retratos familiares pero nos faltaba una línea narrativa, nos faltaba un hilo conductor”, cuenta Pablo.

A la hora de montar las fotos, les costaba también encontrar una mirada conjunta. “Al principio”, se acuerda Mayra, “en las fotos se notaba una mezcla de dos miradas, no sabíamos qué queríamos transmitir”. Es que eso que los diferenciaba y que hacía para ellos tan atractiva la idea de trabajar juntos, a la vez era un obstáculo. “Al principio era algo como «mis ideas», «las ideas de Pablo» y a la licuadora. Pablo viene más del palo del fotoperiodismo y el documental y a mí los primeros retratos que hicimos no me terminaban de convencer. Buscaba cosas más conceptuales y nos íbamos a la fotografía de objetos de los hogares, objetos íntimos con simbología”.

Decidieron detenerse un momento. Repensaron la ejecución del proyecto y lograron bordar sus dos miradas en una mirada dual, colectiva. Empezaron a trabajar con base en referencias, ideas y storyboards de las fotos que se imaginaban.  

 Esa nueva mirada les permitió analizar las entrevistas que ya habían hecho juntos y trabajar desde ahí una nueva narrativa. Lo que se encontraban en los diálogos con las y los afrodescendientes era todo un relato en torno a la visibilidad y la ausencia. “Todo el tiempo nos decían que están ocultos en la historia uruguaya”, cuenta Mayra. “Quieren ser visibles, que se los escuche”.

Este sentimiento común despertó en ellos un conjunto de imágenes que aludían a lo oculto y lo visible, “lo sagrado, lo ancestral, lo mágico, lo sincrónico, lo ritual, lo extraño, lo religioso”, enumeran juntos.

Con todo esto en la cabeza, volvieron a encontrarse con las familias para hacer nuevas fotos. Buscaron entonces construir “un ritual” con los protagonistas, con colores más planos y saturados (rojo, negro, marrón, gris), en el espacio exterior durante el día y la noche con elementos de la naturaleza (agua, fuego, tierra) para entrar en territorios más emocionales, mentales y espirituales.

El tiempo que se tomaron y el trabajo de preproducción fueron fundamentales para que entre los dos lograran esa mirada conceptual conjunta. “Al principio eran dos escuelas distintas chocando y hoy veo las fotos y estamos los dos representados, lo logramos”, explica Pablo. “De alguna manera creo que ese era uno de los desafíos que más me interesaba a nivel personal y profesional: dos acercamientos distintos para trabajar un tema y en esa diversidad es donde los dos crecimos un montón”.