RIVER LEAVES

La coca fue considerada desde muy temprano en las civilizaciones andinas una planta sagrada. Conocida como la hoja divina de la inmortalidad por los incas, la planta, según Cabieses, se convirtió en uno de los primeros conflictos culturales que enfrentaron los españoles. “La persecución de las llamadas idolatrías incluyó la hoja de coca, la planta sagrada usada prácticamente en todos los ritos religiosos nativos”. (1)
Durante el siglo XVI, mientras los africanos esclavizados, traídos por los españoles, morían en las alturas de las minas de Potosí por los cambios drásticos de altura y los trabajos forzados, haciendas españolas se constituían en diferentes zonas de lo que hoy conocemos como Bolivia para consolidar los cultivos de coca que distribuirían la hoja a las distintas áreas de labores mineras. El veto colonial religioso tuvo que ceder ante la necesidad imperiosa de explotar los minerales de los nuevos campos colonizados; la mano de obra africana se asentó en las zonas de los Yungas como forma de adaptación a la economía de la colonia y durante siglos siguieron manteniendo y apropiándose de una cultura andina que observa la coca como entidad sagrada.
En la actualidad, la zona de los Yungas sigue produciendo hojas de coca de forma legal para el consumo de Bolivia. Las comunidades afrobolivianas, mantienen una estrecha relación con el cultivo, manejo y trabajo de la hoja de coca, siendo una de las zonas con mayor prestigio andino para su cultivo y una de las de mayor producción en el país. Las dinámicas familiares se apropian de las diferentes tareas de las labores de germinación, cultivo, cuidado y limpieza: a su vez, grupos de mujeres afrobolivianas trabajan en cuadrillas, prestando sus servicios de cosechadoras, recorriendo el territorio de los Yungas a diario, recolectando las hojas cuidadosamente.

1. Cabieses, Fernando. (1996). La hoja de coca y sus encrucijadas. Debate agrario. 25: 149-164. p. 150.