Colectivo Semilla / Perú

Cruzando fronteras: transformación, cuerpo y territorio en el cerro Quilish

[ Sobre el proyecto ]

El primer sexo

Bitácora de un viaje a la deconstrucción

Cruzando fronteras:
Transformación, cuerpo y territorio
en el Cerro Quilish

Colectivo Semilla / Perú

 

En setiembre del 2004 una masiva movilización de campesinos quechuablantes de Porcón y pobladores de la ciudad de Cajamarca, en los Andes norte de Perú, logró detener el intento de Minera Yanacocha de explotar el Cerro Quilish, su principal fuente de agua.

A raíz de esa gran movilización, el Cerro Quilish logra ser defendido y, a pesar de continuar siendo propiedad de la empresa minera, se vuelve un espacio prácticamente intangible, que probablemente nunca llegará a ser explotado.

Sin embargo, su conservación encierra una paradoja. Antes que indicarnos que nada cambiará, que los modos tradicionales de vida que ayudaba a sustentar perdurarán en el tiempo, nos indica todo lo contrario: su conservación es un pacto con la transformación radical del espacio y las formas de convivir con él y habitarlo. El Cerro Quilish se convierte, de alguna manera, en un monumento a la transformación de las relaciones entre la comunidad, el territorio y la minería a nivel local y nacional.

Cada historia tiene un personaje implícito: el territorio. Los feminismos comunitarios surgidos en América Latina son enfáticos en subrayar que no podemos comprender las relaciones de género sin acercarnos al territorio que las personas habitan, más aún si hablamos de espacios rurales e indígenas. Por eso, este proyecto lanza una primera ancla al territorio para pensar desde allí el género.

De allí que nos ubiquemos primero en el Cerro Quilish. Al interior y en las conexiones que se trazan en torno a este espacio, nos preguntamos: ¿qué ha pasado después del conflicto?, ¿cómo es que las relaciones de género y las relaciones de poder han ido cambiando en un espacio que se ha transformado radicalmente en las últimas tres décadas?

Intentamos responder estas preguntas que nos orientan hablando desde la intimidad. Esa ancla al territorio de la que hablamos puede pensarse como un hilo que atraviesa un tejido compuesto por historias de personas, cuerpos, y trayectorias muy concretas. Seguimos el hilo de una madeja en particular, la de la familia Ayay, con quien a lo largo de estos meses hemos compartido y convivido, comiendo, cosechando ocas, tomando fotos, bordando fotografías, dibujando.

A lo largo de tres generaciones, que empiezan con José Isabel, continúan con Marcelina y Lorenzo y terminan con Vilma, nos acercamos a comprender cómo ha cambiado lo que significa con/vivir con un espacio transformado por un poderoso vecino, la minería. Cada historia de vida representa diferentes maneras de relacionarse con el territorio y con la montaña que conviven y se superponen unas a otras. Al mismo tiempo, nos hablan de cómo la transformación de la relación entre comunidad, territorio y minería, está marcada por la ambigüedad y el movimiento. Para la familia Ayay, los cambios de las últimas tres décadas son experimentados como una tensión entre, por un lado, la destrucción del lugar, y las oportunidades económicas y procesos de ascenso social por otro, así como por los tránsitos permanentes entre el campo y la ciudad, entre el quechua y el español, y entre identidades indígenas y mestizas.

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A sus 72 años, José Isabel ha atravesado y protagonizado muchas de las transformaciones de Chilimpampa. Aquí nació cuando la comunidad era aún parte de la gran hacienda de Porcón. Una vez que obtiene sus propias parcelas, luego de la reforma agraria de los 1970s, ha trabajado la tierra y ha sido jornalero temporal en haciendas de la costa para sostener a sus dos hijos. Dentro de este territorio que sostuvo sus modos de vida, el Cerro Quilish ha sido un eje fundamental, generador del agua de la que depende la comunidad, de allí que José Isabel haya estado presente en las protestas por su defensa, y considere que la minería “todo ha malogrado”.

Pero su hermano menor, Lorenzo teje junto a Marcelina otras formas de vincularse al nuevo escenario. Cuando Lorenzo se vuelve trabajador de la mina, se transforman por completo las dinámicas de la familia, restringiendo la importancia de la actividad agrícola, así como sobrecargando las tareas de cuidado de los cultivos, los animales y la casa de Marcelina. El acceso a lo que era un bien escaso, el dinero, transforma las condiciones presentes de su familia y reorganiza también las trayectorias futuras de sus hijos, para quienes es posible ahora acceder a educación y a nuevos bienes. Así se abre una brecha enorme entre la vida de Vilma, Anita y Roger y la de sus padres. En el lapso de una generación, la relación con el territorio también se transforma radicalmente.

Vilma nos permite acercarnos a la complejidad con la que se viven estas transformaciones. A diferencia de Marcelina, su madre, Vilma es quechuablante pero domina también el español, no sólo ha terminado el colegio sino que estudia ingeniera civil en la universidad en Cajamarca, y está en un ir y venir constante entre Chilimpampa y la ciudad de Cajamarca. Estas nuevas dinámicas y flujos significan para mujeres jóvenes como Vilma, quien tiene 30 años, la posibilidad también de transitar hacia identidades étnicas y de clase menos subordinadas que la campesina. Y esto es sumamente importante si resaltamos el lugar que han ocupado los porconeros en el imaginario de la provincia, como campesinos marginalizados, pobres, y ‘quechueros’.

Estas transformaciones en la relación con el territorio, Vilma las experimenta en el cuerpo: en el tránsito constante entre campo y ciudad, en la comida que cambia entre un lado a otro, en cómo viste casaca y jean mientras estudia los días de semana en la ciudad, y pollera y trenzas mientras pasta los animales los fines de semana en Chilimpampa. En ese ir y venir, en el flujo, Vilma negocia también su identidad indígena y mestiza, negocia quién es. Así, Vilma, lejos de haberse embarcado en una ida sin retorno, cruza múltiples fronteras en un constante ida y vuelta.

Colectivo Semilla / Perú

José Isabel Ayay
Leslie Searles
Francisco Vigo
Sandra Rodríguez Castañeda