Reojo Colectivo / Colombia

Feminismo insurgente. La resistencia de las mujeres farianas después de la guerra

[ Sobre el proyecto ]

Sandra

Janeth

Diana

Maternidad: ¿Deber?¿Querer?¿Poder?

Álbum contra-familiar

Feminismo insurgente:
la resistencia de las mujeres farianas
después de la guerra

Reojo Colectivo / Colombia

¿En qué momento asumimos que la guerra era solo cosa de hombres? Las mujeres representaron más del 35% de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la guerrilla más longeva de Latinoamérica. Aunque empezaron pocas, estuvieron desde el principio. Desde el grupo fundacional de 1964 hasta las que firmaron un Acuerdo de Paz con perspectiva de género en 2016, cerca de 5.000 campesinas, mujeres indígenas, afro y de la ciudad se armaron convencidas de que el pueblo merecía poder. Ellas saben del barro en las botas. Las trochas. La trinchera. El sonido del helicóptero. Los enemigos. El cambuche compartido. Las duchas improvisadas. El fusil. Las guardias. El peso de la mochila. La convicción. El miedo.

El Acuerdo ponía fin a 52 años de guerra. Garantizaba el cese de la violencia de las FARC, dio a luz a la Comisión de la Verdad, responsable de un informe que recoge el testimonio de más de 30.000 víctimas y victimarios, y le dio forma a un modelo de justicia transicional. Pero también apuntaba varias promesas para facilitar la reincorporación a la sociedad civil de los más de 15.000 excombatientes. Entre ellas, una reforma rural integral que además de distribuir la tierra, aseguraba las herramientas para su productividad, garantías de acceso a la salud, educación y acompañamiento psicosocial y vivienda temporal en 28 puntos transitorios de normalización, conocidos como Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR).

Seis años de la firma y varios traspiés en el camino a la implementación durante el gobierno de Iván Duque después, muchas de las promesas son papel mojado. El barómetro del Instituto Kroc de Estudios Internacionales de Paz infica que solo el 30% de las disposiciones se han completado. A las mujeres firmantes se les suma, además, los tentáculos del patriarcado, que también estuvo presente en las filas.

Victoria Sandino, excombatiente, exsenadora y líder de la subcomisión de género en las negociaciones de La Habana, es una de las voces más críticas del movimiento: “Las Farc no fue una guerilla feminista. Y todo lo que se consiguió fue porque nosotras lo peleamos. Sufríamos machismo; un machismo muy campesino. Solo en la década de los noventa es que sí empezamos a ser iguales en combate. Éramos más libres que las mujeres campesinas sólo en términos afectivos. De todo lo demás era difícil escaparse”.

Es en la década de los ochentas que empiezan a llegar cada vez más mujeres. Muchas de ellas con una educación más robusta y con más formación política. “Nadie niega la violencia sexual que se sufrió en la guerra. Pero el imaginario nos ha reducido a víctimas. Y nuestro papel no fue ese”.

Los años de paz han traído más resistencia que tranquilidad. Aunque muchas mujeres se encontraron con la maternidad deseada, la vida sedentaria y el emprendimiento, a la mayoría le ha resultado difícil zafarse de los roles de género de los que se desprendieron en la insurgencia y que buscan encerrarlas de nuevo en sus casas. Ellas son la resiliencia después de la guerra.

Reojo Colectivo / Colombia

Santiago Mesa
Paula Thomas
Charly Cordero
Noor Mahtani
Andrés Buitrago

Sandra

Sandra Ramírez, en la guerra y actualmente.
Santander, 59 años.

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“Mi vida ahora es muy normal, sobre todo cuando vuelvo a casa y no soy senadora, solo Sandra, saco tiempo para la fotografía, la lectura… pero sigue estando llena de deseos de una Colombia mejor”

Janeth

Joana Omaira Gómez, Meta, 38 años
Janeth Morales,en la guerra

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“Nosotras en la guerra no le teníamos miedo a nada. Y ahora que han pasado los años, siento rabia de algunas de mis compañeras que se casaron con un civil y se olvidaron de lo que aprendieron en la guerra: que nuestro lugar no es la casa”

Diana

Doralis Bucurú, Caquetá, 46 años
Diana Guzmán, en la guerra

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“Yo dejé de planificar en la guerrilla porque me dio pereza, pero tuve las inyecciones en la mochila hasta el día del parto. La guerra no era un lugar para tener bebés. Por eso la familia de Guzmán se la llevó a Venezuela con cinco meses. No la volví a mirar hasta que tenía nueve años. Me perdí sus mejores años”