
Luna de agua
COLECTIVO SOLUNAR / VENEZUELA
Al inverso de la sirenita de Disney, las mujeres de Ocumare de la Costa, en Venezuela, siempre tuvieron piernas. Pero cuando la necesidad llamó, les crecieron colas de pescado y salieron a la mar.
Sí, la mar, una mujer basta, infinita y misteriosa a la que le rezan y le piden abundancia para que les llene las redes de bendiciones y pescados, y así puedan dar de comer a sus familias.
























Hasta hace poco, la pesca había sido una actividad tradicionalmente masculina en Venezuela, pero desde 2019 se ha visto una feminización del oficio. Las pescadoras no solo sacan provecho de la mar, sino que cuidan sus aguas, educan a los turistas sobre la importancia de los ecosistemas costeños y hacen especial énfasis en los ciclos que tan bien conocen. Su manejo de los ciclos naturales no viene de afuera, sino de adentro. Desde un entendimiento pleno de la menstruación, del ser madre y cabeza de familia. Analizan lo que pasa en la mar. Observan la luna y saben si habrá cardúmenes o no, miran la marea y saben si pueden salir en sus barcos o no, alzan la vista al cielo y saben si viene lluvia fuerte o si el sol les va a quemar la piel. Cuando sales a la mar, no sabes si vas a volver.
Esta letanía repetida es la razón por la cual estos grupos de mujeres se han hermanado. Distinguen las fortalezas de cada una y piensan de forma colectiva, saben guiar y dejarse llevar. Les salieron escamas, les crecen algas bajo las uñas, cuidan a los cachorros de las demás. Cuando salen a la mar dejan sus piernas en tierra firme y les crecen sus coloridas colas, sus colas de mujer-bestia.









Colectivo Solunar
Freisy González Portales
Andrea Hernández Briceño
Lety Tovar
Hasta hace poco, la pesca había sido una actividad tradicionalmente masculina en Venezuela, pero desde 2019 se ha visto una feminización del oficio. Las pescadoras no solo sacan provecho de la mar, sino que cuidan sus aguas, educan a los turistas sobre la importancia de los ecosistemas costeños y hacen especial énfasis en los ciclos que tan bien conocen. Su manejo de los ciclos naturales no viene de afuera, sino de adentro. Desde un entendimiento pleno de la menstruación, del ser madre y cabeza de familia. Analizan lo que pasa en la mar. Observan la luna y saben si habrá cardúmenes o no, miran la marea y saben si pueden salir en sus barcos o no, alzan la vista al cielo y saben si viene lluvia fuerte o si el sol les va a quemar la piel. Cuando sales a la mar, no sabes si vas a volver.
Esta letanía repetida es la razón por la cual estos grupos de mujeres se han hermanado. Distinguen las fortalezas de cada una y piensan de forma colectiva, saben guiar y dejarse llevar. Les salieron escamas, les crecen algas bajo las uñas, cuidan a los cachorros de las demás. Cuando salen a la mar dejan sus piernas en tierra firme y les crecen sus coloridas colas, sus colas de mujer-bestia.









Colectivo Solunar
Freisy González Portales
Andrea Hernández Briceño
Lety Tovar
UN PROYECTO E·CO/24] – realizado en coproducción con la aecid
UN PROYECTO E·CO/24]
realizado en coproducción con la aecid