IMPrudencia Colectiva / El Salvador

Maternidad: ¿Deber?¿Querer?¿Poder?

[ Sobre el proyecto ]

¿Deber?

¿Querer?

¿Poder?

Radionovela “Cuentos y Leyendas”

Feminismo insurgente. La resistencia de las mujeres farianas después de la guerra

Maternidad: ¿Deber?¿Querer?¿Poder?

¿Deber?

[ Silvia ]
La sociedad salvadoreña
niega la sexualidad de las
mujeres discapacitadas

“Arrurru mi niña
Que tengo quehacer
Lavar los pañales
y sentarme a coser
y si no te dormís
te come el coyote”.

“Así le canto todos los días a mi hija mientras la meso en la hamaca”.

Silvia es madre a pesar de tener una aparente discapacidad mental. Una mujer de 46 años que no posee un diagnóstico claro pese a su condición mental. Al hablar con ella puede notarse su discapacidad mental, la que no le impidió cumplir su sueño de ser madre.

Desde pequeña, Silvia cuidó de sus sobrinos hasta que el destino le permitió tener a su primer hijo que tanto había deseado. Ella no fue esterilizada después de su primer parto pese a su condición. En el sistema de salud público salvadoreño se niega la esterilización a las mujeres luego de su primer hijo y sin estar estipulado en alguna ley. A las mujeres sin importar su condición se les permite este procedimiento después del segundo parto; así ocurrió con Silvia, luego de dar a luz por segunda vez, tuvo una niña.

Silvia vive a plenitud su maternidad, pese a los cuestionamientos de la sociedad y como colectivo nos cuestionamos: ¿Se debe ser madre si se padece un trastorno mental? ¿Las mujeres nacen para ser madres o lo hacen por decisión propia? ¿Qué limita a las mujeres salvadoreñas con una condición mental a ser madres?

Ser madre es un deseo inherente de las mujeres, eso es lo que constantemente nos dicen.
Las mujeres nacemos solo para ser madres porque alguien más lo decide o es nuestro deseo el que nos impulsa a quererlo. Silvia tiene tanto derecho como nosotros a decidir si quiere ser madre o no ¿Será una buena madre? ¿tienen capacidad física y mental para hacerlo bien? cuestionamientos que no podemos responder con exactitud podemos decir que ella ha ejercido por más de 20 años la maternidad por un deseo propio.

Silvia al igual que nosotras y otras mujeres lucha con la batalla del cuestionamiento público y la decisión de ejercer la maternidad. Ella vive con el padre de su segunda hija, de su primer hijo se desconoce el paradero de su progenitor.

Las salvadoreñas vivimos en una sociedad que niega la sexualidad de las mujeres discapacitadas, aquí se cuestiona a todas aquellas que quieren maternar a pesar que la salud es un estado de completo bienestar, tanto físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.

Maternidades y enfermedades mentales es un tema que pocas veces se aborda desde las miradas de las protagonistas porque se cree que son cosas que no se deberían cuestionar, porque la tradición cultural es no hablar de sexualidad en ningún sentido, aún es un tema que asusta a padres de familia y que provoca reacciones de vergüenza a los hijos. Profundizar y documentar, diferentes historias, para conocer realidades que son más comunes pero que pasan desapercibidas ante nuestros ojos y mostrar cómo en esta realidad todos las mujeres si queres podemos maternar sin que existas un cuestionamiento ha sido nuestra misión.

¿Una mujer con un trastorno mental, debe ser madre? Esa es la interrogante que nos lleva a documentar la historia de Silvia que nos ha demostrado su profundo deseo de ser madre y que cada día lo cumple.

[ Marcela ]
Quiero estar bien para mis hijos…

Marcela tiene un cuadro de depresión crónica con trastornos de bipolaridad y ansiedad
A los 17 años yo había visto y vivido muchas cosas peligrosas por la forma de ganarse la vida de mi familia; al mismo tiempo, mi vida giraba alrededor de la música punk, la escena musical de este género y el colegio formaban mi rutina. Pero quedé embarazada de mi pareja que tenía en ese momento.

Yo no quería ser madre, al menos no a tan corta edad, pero abracé la idea de serlo. En cambio, mi pareja no estaba de acuerdo. “Él practicaba boxeo y me dijo “¿y si te pego en el vientre y decimos que fue un accidente?”, le dije que no y con el tiempo se hizo cargo.

Durante mi embarazo y la lactancia me alejé de la música y la escena, la única cosa que me hacía feliz, que ha salvado mi vida.

El padre de mis hijos me manipuló muchas veces para que de esta manera no se sintiera mal que solo él podía seguir con su vida y consumiendo las drogas, en un momento utilizó sustancias para manipularme y que yo calmara mi molestia por su falta de apoyo en el hogar.

Tres años después tuve a mi segundo hijo y aunque fue planificado el ciclo de maltratos continuaba no solo de parte de él, sino de mis suegros, quienes esperaban que yo cumpliera al pie de la letra mi rol de madre. Un día salí a divertirme y no regresé hasta el siguiente día a la casa, mis suegros me echaron y desde entonces ellos cuidan a mis hijos.

El encierro de la pandemia hizo que el cúmulo de vivencias, la falta de empleo y estar lejos de mis hijos me provocara un colapso nervioso, los síntomas de falta de sueño y lapsos fuertes de depresión y ansiedad, determinó que mi psicóloga me remitiera al hospital psiquiátrico por un tratamiento con medicinas.

En El Salvador según datos del Ministerio de Salud, registran 102 casos de depresión por cada 100,000.00 habitantes; y las tasas más altas corresponden a los departamentos de Santa Ana, San Salvador y San Miguel, las tasas más bajas se observan en La Unión, La Libertad, La Paz y Ahuachapán.

Mantenerme estable es difícil, en un momento provocó que no viera a mis hijos y que tener un trabajo estable sea complicado. Sueño con un día poder ser lo suficientemente estable para poder darles lo necesario a mis hijos y que puedan crecer a mi lado. Actualmente voy a verlos tres o dos veces por semana a casa de mis suegros, como ellos están a cargo de su educación si alguno se porta mal no tiene permiso de salir a jugar al parque.

Cada vez más hay más mujeres que abrazamos el hecho de poder decidir sobre nuestros cuerpos Silvia y Marcela no están alejadas del poder que ellas quieren tener para ejercer la maternidad pese a su condición mental que no les limita para ejercerla.

Maternidad: ¿Deber?¿Querer?¿Poder?

¿Querer?

[ Ana y Julia ]
Querer ser madre…

“Ella es mi pareja Ana, y yo soy Julia. Desde hace doce años somos pareja y actualmente queremos formar una familia, queremos maternar. Sin embargo, nuestras decisiones y acciones se ven sometidas al juicio público de El Salvador, una sociedad conservadora que discrimina sin tapujos a la población LGBTIQ+”.

El estudio “Casos que evidencian la discriminación y violencia contra la población LGBTI en El Salvador”, publicado por Concavis Trans y la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa), revela que el 90% de la población LGBTIQ+ que participó de esta investigación afirmó haber sido discriminado por su orientación sexual o identidad de género, sólo el 10 % expresó no haber sufrido actos de discriminación.

La exclusión de nuestra población es evidente, y siempre ha sido tajante en la historia de nuestro país. Incluso la legislación salvadoreña invisibiliza nuestras diversidades sexuales, ya que sólo reconoce al “hombre y mujer” como única unión legal.

De acuerdo con el Estado salvadoreño, al ser pareja lesbiana no se respetan los estándares morales y políticos; formar una familia “es un pecado capital”. Pese a eso, el deseo de maternar pretende enfrentar disimuladamente al sistema heteronormativo que obstaculiza sus derechos humanos.

“El proceso de adopción siempre ha estado sobre la mesa, así que pensamos realizarlo individualmente, pero las instituciones encargadas se caracterizan por ser invasivas con las investigaciones. Aunque cumplimos con todos los requisitos teníamos temor de enfrentarnos a la homofobia y discriminación. Entonces decidimos evitar estas experiencias, minimizando el riesgo de trauma en el proceso”.

A partir del 2006, diputados ultraconservadores han propuesto reformar artículos de la constitución para que expresen lúcidamente que el matrimonio sólo está permitido entre un hombre y una mujer; además, que las adopciones a padres del mismo sexo queda absolutamente prohibida. A pesar de la insistencia, estos no han sido aprobados por considerarse discriminatorios. Al discutir este tema bajo términos religiosos y heteronormativos permite que nuestros derechos humanos sean vulnerados y que la diversidad sexual sea completamente ignorada. En América Latina, siete países han dado luz verde al matrimonio igualitario: Colombia, Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Ecuador y Costa Rica. En nuestro país, el panorama se muestra adverso. El actual presidente Nayib Bukele ha expresado públicamente que apoya el “diseño original del matrimonio, conformado por un hombre y una mujer”.

Pese a esta situación, su deseo de maternar ignora todas las imposiciones de la “policía de la moral”. Reuniendo esfuerzos, encontraron estabilidad económica para comprar una casa lo suficientemente grande para resguardar a los hijes que nos esperan. Descartando las posibilidades de someternos a un proceso de adopción, la única opción de crear una familia es la fecundación por in vitro. Requiere más compromiso económico de las partes, pero en su caso es una acción indiscutible. Más allá de la gestación, el mayor miedo es el rechazo social que pueda sufrir sus hije durante su infancia, su adolescencia, y su vida entera por tener dos madres lesbianas.

“Un día tuve un sueño que se tornó en pesadilla, mi mayor miedo es saber que nuestro hije sufra, se sienta solo, como Ana y yo nos sentimos en algún momento, porque sé que en nuestro país es imprudente y hostil. Amo a Ana y ella me ama a mí y sé que nuestro hije tendrá ese mismo amor, pero no dejo de cuestionarme todas las noches si eso es suficiente”. Hay muchas preguntas que rebotan en mi mente, ¿cómo van a tratarlo cuando sepan que tiene dos madres?, ¿lo discriminarán por eso?, ¿cómo serán sus compañeros de clases al saber que tiene dos madres?.

Maternidad: ¿Deber?¿Querer?¿Poder?

¿Poder?

[ Karla ]
Karla puede decidir no ser madre

Karla, es una mujer de 22 años que no quiere ser madre, se identifica como queer. Para ella, crecer con padres jóvenes y cuidar a su hermano menor le hizo crear conciencia de la gran responsabilidad que implica cuidar a otro ser humano. Desde pequeña percibió las maternidades como pequeñas prisiones, las describe como espacios reducidos donde las mujeres se ven en la obligación de dejar sus estudios, su vida social y profesional para dedicarse al cuido del hogar y su familia.

Para Karla el deseo de ser madre no es algo universal, es cultural, maternar no es exclusivamente tener hijos; cuidar, y ser parte del desarrollo de alguien más, también entra en ese concepto que experimenta con sus amigas, su hermano y su gato Fran.

En 2020 más de 500 niñas embarazadas entre los 11 a 14 años fueron obligadas a ser madres, ese mismo año conocí a Karla. Una joven que tuvo el privilegio de decidir su maternidad. Mi conexión con Karla fue instantánea, siempre ha tenido una respuesta interesante y un punto de vista único. Las dos ya habíamos platicado nuestro desinterés por no ser madres, por eso la elegí para ser parte del proyecto.

¿Te vas a arrepentir algún día?
¿Una mujer nunca está completa sin hijos?
¿Quién te va a cuidar cuando estés vieja?
¿Queres siempre estar sola?

Ese es el cuestionamiento automático al que una mujer joven salvadoreña se somete una vez decide no ser madre. La historia de Karla no es la norma en El Salvador; con Karla esperamos que su experiencia ayude a otras mujeres que tienen clara su decisión, pero al mismo tiempo se sienten abrumadas por la presión de una sociedad conservadora.

[ Marta ]
“Mi vida es primero”

Marta de 65 años, decidió a lo largo de su vida apostarle a su carrera profesional y su vida personal, para ello hizo actividades que siempre disfruto, como el teatro. También creó varios emprendimientos que le ayudaron a comprar una casa de forma independiente y también apoyar con los estudios a sus sobrinos.

De joven, cuando algunas personas le preguntaban el porqué no tuvo hijos siempre se cuestionó si era capaz de criar sola y si podría ser madre soltera, pero prefirió no tener hijos sin el apoyo de una pareja responsable, contradiciendo a la sociedad salvadoreña que exige a las mujeres tener hijos sin importar las circunstancias, pues esto les da un valor.

Marta una vez quiso casarse y formar una familia, pero una mala experiencia con su pareja de ese momento, hizo que sus planes cambiarán su rumbo.

Ella considera que nada le garantiza que casándose, su pareja se quedaría para criar a su hijo, por lo que prefirió pensar en la salud mental y el futuro de ese posible ser humano, al cual no quería hacerle daño por malas decisiones de alguien más.

Marta optó por no dejar de lado su libertad y sus metas como profesional. Actualmente vive sola en su propia casa, está jubilada y sigue trabajando en proyectos personales y viajando. Prefiere ocultar su identidad para evitar ser juzgada.

La historia de Marta nos ha enseñado que a pesar de tener la voluntad de compartir su experiencia con el hecho de no maternar, emocionalmente es un camino muy cansado para ella, pues además de querer ocultar su identidad para evitar que incluso sus padres aun la juzguen, prefiere evitar que personas cercanas sepan que ella es feliz a pesar de no haber tenido hijos.

En El Salvador, se juzga a las mujeres que deciden no tener hijos, se les llama “egoístas” por no querer formar una familia cuando ese es el rol de la mujer, según la tradición cultural y moral salvadoreña.

Maternidad:
¿Deber?¿Querer?¿Poder?

IMPrudencia Colectiva / El Salvador

¿Qué significa maternar? ¿Es un deber? ¿Es querer? ¿Es poder? No tenemos respuestas definitivas. Por eso comenzamos a investigar, analizar y cuestionar lo que significa ‘maternar’. Sabemos que al ser mujeres dentro de un sistema con un legado político, social y moral basado en ideologías heteropatriarcales, se nos impone un rol determinante en la sociedad: ser madres.

¿Deber? ¿Querer? ¿Poder? Bajo estas interrogantes nos abrimos paso a investigar, conocer y cuestionar el amplio concepto del significado de “Maternar” en nuestro país El Salvador. Al ser mujeres dentro de un sistema con un legado político, social y moral basado en ideologías heteropatriarcales, se nos impone o limita nuestro rol dentro de la sociedad: el ser madres.

A través de este trabajo llevamos la experiencia de las mujeres salvadoreñas más allá de las estadísticas punitivas y narrativas prejuiciosas.

Queremos exponer historias que han permanecido ocultas, con pasados y realidades diferentes: Mujeres con trastornos o enfermedades mentales deben ser madres según los patrones establecidos de una crianza, mujeres de la comunidad LGBTIQ+ que no pueden ser madres por que las políticas salvadoreñas se lo prohíben y mujeres que no quieren tener hijos, aunque la sociedad las juzga por no cumplir su rol como se establece.

Parte de las historias fueron compartidas en anonimato por seguridad de las mujeres participantes, pues a pesar de la valentía de hablar sobre sus vivencias, muchas de ellas tienen miedo de recibir cualquier tipo de reacción negativa al compartir abiertamente su experiencia.

IMPrudencia Colectiva / El Salvador

Jessica Orellana
Doris Trejo
Menly Cortez
Lineth Paz
Maria Hirlemann
Kellys Portillo
Amanda Obando
Adela Bermudez
Tatiana Sánchez