Imaginar en Livingston

Guatemala / 2020

Livingston, la herencia africana en Guatemala

A Livingston la llaman la “ciudad negra” de Guatemala, aunque las estadísticas separen a la población por etnias, la verdad es que ahí todo ha sido mezcla. Hay alrededor de 80 mil pobladores y la mitad son mayas. Luego, poco más del 40% se reconocen “ladinos”, es decir, mestizos. Pero en Livingston también está la etnia garífuna, que es en sí misma el resultado de una mezcla. Y aunque esta última representa solo al 2% de la población, su cultura ha determinado varios modos de este pueblo costero.

Livingston es un municipio del departamento de Izabal y alguna vez fue su capital. Este puerto limita con Belice, entonces, además del español, el garífuna y el q’eqchi’, también se habla inglés. Por esta cercanía y por su mar fue un puerto importante a finales del siglo XIX, pero entrando al siglo XX su relevancia fue disminuyendo. Esto se debió a la construcción del Ferrocarril del Norte de Guatemala en la vecina población de Puerto Barrios, un municipio a 15 kilómetros, que son unos 40 minutos por vía marítima. Se cuentan los kilómetros en el mar porque a Livingston no hay acceso terrestre y está separado por la desembocadura del río Dulce. Se llega en lancha o en barco desde Puerto Barrios, o en Ferry desde Punta Gorda, en Belice.

Es una población mayoritariamente rural dispersa en el territorio. Su cabecera municipal es pequeña, de no más de cien calles. Ahí la gente vive del turismo: son guías, preparan comidas, comercian como ralladores, morteros, coladores de yuca y hasta algunas versiones del tambor o “garawoun”, y otros quehaceres de la economía informal. La gente también siembra yuca, cría y comercia ganado y hay grandes cultivos de palma de aceite.

Todo esto es el resultado de las migraciones. Los garínagu, que es la palabra para referirse al colectivo de la étnia garífuna, son el resultado del encuentro y la mezcla entre africanos (esclavizados y cimarrones) e indígenas caribes en las Antillas Menores, que hoy se encuentran en Honduras, Belice y Guatemala.

Además, la población ha migrado constantemente, sobre todo a Estados Unidos. En los 60, tras el cierre de la empresa United Fruit Company, la exportadora de banano y mayor empleador de la región, mucha gente emigró. La consecuencia de este fenómeno es la desigualdad. “Se trata de un fenómeno que polariza ingresos, margina aún más a las clases pobres, estratifica la población laboralmente activa, dispara exponencialmente la economía informal y principalmente aumenta el fenómeno migratorio desde los márgenes hacia las ciudades globales”, dice el investigador Augusto Pérez en su trabajo Tambores de Historia: música, ritual y memoria en los garífunas de Livingston.

En Labuga, que es el nombre garífuna de Livingston, la cultura heredada de África, y mezclada con la indígena, pervive. La música, que se hace con tambores, caracoles, sisiras (maracas), entre otros, tiene usos festivos, rituales o mortuorios. Asimismo las danzas, como el sambey, hüngühüngü, parranda, chumba y punta. La comida es parecida a otras del caribe: incluye coco, arroz, fríjoles, pescado y mariscos.

A nivel espiritual, los garínagu tienen como figuras espirituales a sus ancestros familiares y hay un máximo protector: Marcos Sánchez Díaz, héroe fundador del pueblo, conocido como Mayuru. Además, por medio del ritual Yurumein representan la llegada de los ancestros al continente. Lo hacen cada 15 de mayo, en la fiesta de San Isidro Labrador y cada 26 de noviembre, cuando se celebra el Día del Garífuna Guatemalteco. Para este último día el pueblo recibe gran cantidad de turistas y hacen una gran procesión.

Pero también está la memoria oral. En Livingston abundan las historias. Cuentan que entre los pobladores hay personas con la habilidad de convertirse en plantas o animales.

En una ocasión, un hombre con estos poderes, ante la inminencia de ser arrestado por unos policías se convirtió en una mata de banano. Al llegar al sitio los posibles captores se encontraron con una planta enorme de la que colgaba un racimo de bananos maduros. Mientras esperaban y tomaban una decisión, los policías arrancaron algunos bananos y se los comieron, estaban dulces. Después de un rato de haberse ido, en el lugar de la planta reapareció el hombre, algunas partes de su ropa estaban rotas. El investigador Augusto Pérez documento que también hay quien puede comunicarse “con el espíritu de quien en vida fuera uno de los más respetados ounagülei –mensajero de los ancestros–, es decir, un ancestro con mucha autoridad, poder y sabiduría”. Se llama Elvira.

En los talleres de Imaginar el fuego de la memoria también surgieron cuentos fundacionales, mágicos, de personas que aún viven y de otras que vivieron hace muchos años. Una señora, por ejemplo, contó cómo durante su juventud vivía de vender los bananos que los trabajadores de la United Fruit Company tiraban desde los buques transportadores a la playa o a los muelles. Era un gesto de solidaridad y resistencia anónima, clandestina.

Hasta hoy en Livingston la gente resiste como puede. Según los datos más recientes del Estado, de 2014, en la región el 60% de la población era pobre. Y según el mapa de pobreza rural de 2011, casi la totalidad de la población de Livingston estaba en la pobreza. Para los jóvenes hay pocas oportunidades económicas y migrar sigue siendo una salida para muchos.

Fanzine Livingston

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Memoria Oral

Participantes

Estudiantes:

Oscar Martinez

Jahorich Bengouca
Rosali Mena
Iney Engllington
Jazmin Gonzalez
Kernelyn Blanco
Geremy Mendoza
Lenad Gamboa
Jonay Flores
Nery Gamboa
Ugundani Estero
Matteheuw Alamilla
Dayvan Solano

Relatos Memoria Oral:
Juan Carlos Sánchez Álvarez
Elvira Álvarez Castillo de Ciego
María Eulogia Lambe Arriola

Coordinación General:

Claudi Carreras


Dirección del Proyecto, Responsable de los Talleres y Edición General:

Jorge Panchoaga


Registro Audiovisual:

Jorge Moreno Blanco


Registro Sonoro:
Pablo Tobar

Producción:
Victor Ellington

Apoyo Local:

Casa de la cultura de Livingston

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