Bolívar – Colombia / 2020
El origen de la libertad en San Basilio de Palenque
San Basilio de Palenque es, y siempre ha sido, un pueblo libre. Este corregimiento del municipio Mahates queda a 55 kilómetros de Cartagena, una de las principales ciudades de Colombia y el epicentro de la trata trasatlántica de personas traídas de África para ser esclavizadas en América desde principios del siglo XVI. Según el Censo Nacional de 2018, hoy Palenque tiene una población de alrededor de cuatro mil palenqueros y palenqueras.
El autoreconocimiento de esta población como descendiente de África es importante, porque enuncia su libertad y recuerda su historia: un palenque era el lugar de asentamiento de los esclavizados que se fugaron para vivir en libertad, a pesar de las penas de tortura y muerte como castigo por la huída. Y también habla de la historia de su héroe: Benkos Biohó, quien en 1599 lideró a un grupo de hombres y mujeres que se enfrentaron a sus amos, se fugaron y se refugiaron en los Montes de María. Desde ahí lucharon contra la Corona española hasta 1605, cuando hicieron un primer pacto de paz.
Benkos fue sentenciado a muerte el 6 de marzo de 1621 después de haber trazado la forma de organización de otros palenques y de que el gobernador de Cartagena lo mandara a capturar e interrogar y finalmente lo condenara a la horca por supuesta conspiración. Su nombre y su imagen persisten hasta hoy en la plaza principal del Palenque de San Basilio, como también es conocido, en forma de la estatua de un hombre negro que se libera de las cadenas.
Esa imagen revela que la resistencia no paró con la muerte del líder. Siguieron casi cien años de conflicto y lucha por la libertad que llegó, por fin, en 1713, tras múltiples negociaciones y con la mediación del obispo de Cartagena. Con esta decisión, la Corona reconoció la libertad de los cimarrones, la demarcación de su territorio y su autonomía para gobernar. Bajo esas condiciones se fundó este pueblo, uno de los cuatro palenques reconocidos hasta hoy en Colombia y el primer pueblo libre de América. La abolición de la esclavitud, sin embargo, llegó hasta el 21 de mayo de 1851, aunque la libertad real demoró en llegar, lo que profundizó condiciones de desigualdas que persisten hasta hoy.
Palenque, como también se le llama, es ahora un pueblo de 20 calles, algunas de las que recientemente empezaron a pavimentar. Está a orillas del arroyo Pellín, de donde la gente recoge agua y algunas mujeres aún lavan la ropa, pues el servicio de acueducto, instalado en 1978, brinda un servicio deficiente. Apenas cuatro años antes había llegado la electricidad, de la mano del reconocimiento que le dio a su pueblo Antonio Cervantes, conocido como Kid Pambelé, cuando en 1972 se convirtió en campeón mundial de boxeo. Hasta hoy, el servicio no es estable.
Pero lo que define a los palenqueros y palenqueras, además de su libertad, son sus costumbres bien conservadas y transmitidas hasta los más pequeños. Lo primero es la lengua. En Palenque se habla criollo palenquero, “una lengua diferente al español que tiene una estructura fonológica, morfológica y sintáctica diferenciada del español”, según arrojó la investigación El criollo de Palenque de San Basilio: una visión estructural de su lengua y retomó un grupo de investigadores en el documento que presentaron a la Unesco en 2002 buscando el reconocimiento de la comunidad. Tiene cinco vocales y 29 consonantes, a diferencia del español, que tiene 22. Por otro lado, la estructura social de la comunidad está basada en familias extensas y juntas, que son agrupaciones en torno a un objetivo específico. Además, existen los kuagros, que son una forma de organización basada en la solidaridad y el apoyo: “son grupos de edad que se constituyen desde la infancia y perduran a través de la vida de los individuos”, explica el mismo documento. Estos, además, están ligados al sector en el que viven los integrantes, y pueden fusionarse o fragmentarse. Nadie puede pertenecer a dos kuagros al tiempo y todos adoptan un nombre que los identifica.
En San Basilio de Palenque también se conserva un sistema cultural y espiritual con creencias sobre la vida y la muerte, como la comunicación de los vivos con sus antepasados y ancestros a través de Catalina Loango de Angola, una mujer que buscando atrapar un pez en el arroyo cayó en él y estuvo en sus profundidades esperando que la encontraran. Solo pudo volver cuando uno de sus familiares murió. “Así pudo aparecer Catalina llorando y cantando lumbalú”, cuenta el relato. Este es un complejo ritual fúnebre para que “la sombra”, es decir, el alma, llegue al mundo de los muertos. Implica cantar y bailar durante nueve días con sus noches, alrededor del cadáver, barrer la casa hacia afuera, hacer un altar con características determinadas, entre otros requisitos.
Por estas particularidades, la Unesco proclamó a esta comunidad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2005, después de que investigadores palenqueros y de otros lugares de Colombia escribieran su historia, prácticas y saberes.
En el país el reconocimiento de la identidad palenquera, afrocolombiana, negra y raizal es relativamente reciente. Sucedió con la Ley 70 de 1993, que declara a Colombia como un Estado pluriétnico y multicultural. En adelante, en San Basilio han conquistado más derechos: en 2012 obtuvieron la titulación colectiva de sus tierras, en un evento en el que participó el entonces presidente de Estado Unidos, Barack Obama, y el presidente colombiano Juan Manuel Santos.
Esta fue una victoria, pues, según el Registro Único de Víctimas de Colombia, el 98% de la población de San Basilio de Palenque ha sufrido el desplazamiento forzado. En el territorio hicieron presencia guerrillas, militares y grupos paramilitares que cometieron asesinatos selectivos, amenazas y masacres. A finales de los 90 y principios de los 2000, en las tardes Palenque era un pueblo fantasma. Esto, además, afectó la cultura. “Desde que una hermana mía se vaya a vivir a Cartagena y tenga allá a sus hijos, ya no va a manejar la lengua igual que un hijo que nazca en Palenque. Esa persona ya pierde esa cultura, ya pierde ese conocimiento”, explicó Moraima María Simarra, docente palenquera, a la Comisión de la Verdad, una entidad encargada de esclarecer lo que sucedió en la guerra en Colombia.
San Basilio de Palenque sigue en pie. “Nosotros resistimos todo este conflicto porque eso lo llevamos en la sangre”, asegura Simarra. A través de la música han contado sus historias y exaltado su cultura hacia adentro y hacia afuera. Persisten los tambores y las trenzas y peinados tradicionales. En el territorio se produce conocimiento y hay esfuerzos por preservar la memoria oral y visual que evidencia cuatro siglos de resistencia.
Entrevistas
Alimentar el fuego de la memoria
Memoria Oral
Brujería o santería
Lumbalu en Palenque
Medicina en Palenque
Música en Palenque
Voces Kucuyoo
Participantes
Estudiantes:
Juan Bernardo Cañate
Tatiana Simarra
Dayana González
Jesús David Herrera
Doris García Fonseca
José Luis Casseres
Neudis Marimon
Diego Casseres
Klebis Pérez
Ernestina Miranda Obeso
Yaiber A. Simarra
Yarech Valdez
Frey David Salgado H.
Leonardo Herrera
Yoiber A. Simarra
Gleidimar Mora Moyeda
Celestina Obeso de Miranda
Dionisio Miranda Torres
Profesor Sebastián Salgado Reyes.
Coordinación General:
Claudi Carreras
Dirección del Proyecto, Responsable de los Talleres y Edición General:
Jorge Panchoaga
Jeisson Riascos
Jorge Moreno Blanco
Colectivo Kucha Suto
Nathalia Cruz
Apoyo local:
Casa de la cultura Graciela Salgado
Colectivo Kucha Suto
Rodolfo Palomino Cassiani
Claren Simarra Cassiani
Juan Martínez
Diógenes Cabarcas
Imaginar en Valle Bahía Solano
Chocó – Colombia / 2020
Valle del Cauca – Colombia / 2020
Panamá / 2021
Guatemala / 2021
Coroico – Bolivia / 2021
Imaginar en Montevideo
Imaginar en Cahuita
Cartilla Pedagógica