Imaginar en Valle Bahía Solano

Chocó – Colombia / 2020

Valle Bahía Solano: entre la tradición y la desigualdad

Bahía Solano es selva, mar y río. En este pueblo del Chocó, al menos el 86,1% de los habitantes se reconoce afro, mientras que el 9% de la población es indígena. El municipio, conformado como tal en 1962, alberga a unas 9.200 personas: la mitad de estas vive en la ruralidad.

El municipio bordea el mar, pero está a la vez protegido por la Serranía del Baudó, una selva espesa y montañosa que va desde Panamá hasta el Litoral del Bajo San Juan, cerca de Buenaventura, al suroccidente del país. Por eso a Bahía se llega en avión, aunque se conoce de caminos ancestrales que comunican al territorio con el río Atrato, en el centro del Chocó.

En el municipio solo hay una vía, que es la que comunica Ciudad Mutis, la cabecera municipal con El Valle, el corregimiento más importante. A Bahía Cupica, Nabugá, Huina, Mecana y Huaca, que son los demás corregimientos, se llega por vía marítima.

En El Valle, como en el resto de este territorio a orillas del océano Pacífico, la gente vive de la pesca, pero también de los cultivos de plátano y arroz. Más recientemente, se ha convertido en un destino turístico apetecido por la ferocidad del paisaje y por las ballenas yubartas que cada año llegan para aparearse y dar a luz en el mar cálido del pacífico.

Bahía fue poblado por las y los nuquiseños para sembrar en sus tierras fértiles. Los ancestros de la población mayoritaria fueron descendientes de africanos que encontraron la libertad adentrándose en la selva. Se asentaron en el litoral Pacífico colombiano, donde el agua dulce y salada abundan, y asimismo los peces. Y, en la selva, donde no falta la carne de monte (guaguas, dantas, armadillos). Los hombres y mujeres libres convivieron desde entonces con las diferentes comunidades indígenas, presentes en todo el territorio chocoano. Según algunos investigadores, el poblamiento de El Valle data de principios del siglo XX.

En todo ese tiempo ha sido clave la organización comunitaria a través del Consejo Comunitario El Cedro. El mar es importante para la gente, pero sobre todo lo es el río El Valle, que nace en el alto del Buey y desemboca en el océano Pacífico. En él las mujeres pescan con anzuelo, angeo o canastos llamados motetes. También lavan ropa, conversan, cocinan y los niños y niñas se divierten bañándose en estas aguas. En cambio, el monte “es un espacio de uso que le permite a la ‘comunidad negra’ el desarrollo de actividades de tipo extractivo y de recolección: cacería, corte de madera, recolección de palmas y de fibras, desmonte y limpieza de terrenos agrícolas, actividades que son consideradas primordialmente del hombre”, escribió la investigadora Lida Sepúlveda.

En el territorio, además, siguen vivas las tradiciones culturales como las trenzas y peinados ancestrales, los bailes y ritmos al son de los tambores y las preparaciones con coco. En El Valle cada 16 de julio se celebran las fiestas patronales de la Virgen del Carmen, a las que asisten alrededor de 4.500 personas. Adultos y niños, disfrazados o con trajes tradicionales, recorren las pocas calles del pueblo. Además, el 7 de agosto se celebra el Festival de la Bahía, en el que se exalta la identidad afro. En la rumba toman viche, una bebida ancestral del Pacífico colombiano.

Sin embargo, en medio del paraíso está la desigualdad. Según la Alcaldía, el 30 por ciento de la población está desocupada, principalmente los jóvenes. Esto, más el racismo estructural y estatal que no ha mirado las necesidades de la población afrocolombiana, los hace más vulnerables a actividades ilegales y peligrosas, como hacer parte de grupos armados o entrar en la cadena del narcotráfico.

En Bahía, desde el año 2020, han ocurrido más de una veintena de asesinatos selectivos. Además del desplazamiento masivo de 199 familias indígenas que tuvieron que permanecer en un colegio de El Valle tras el asesinato de uno de sus líderes. Alrededor de 20 familias rurales también han tenido que abandonar su territorio por la presencia de actores armados. Desde 2002 no se presentaba una ola de violencia así.

“Los actores armados le dan orden a la población en los mismos sectores donde disponen las horas en que estos pueden circular libremente en el territorio. Les dicen que ya en cierta hora no pueden circular, entrar vehículos, sobre todo en la noche, hemos recibido denuncias donde hasta en la mañana restringen la movilidad”, dijo el personero de Bahía a La W Radio.

A esto se suma que Bahía Solano es un territorio estratégico para movilizar personas, drogas o contrabando hacia Centroamérica. De hecho, en enero de 2022 fueron hallados los cuerpos de seis personas migrantes que naufragaron en Juradó, un municipio vecino, tratando de cruzar hacia Panamá.

La población reclama presencia del Estado, pero no desde la militarización, sino desde las oportunidades sociales y económicas.

Entrevistas

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Fanzine Valle Bahía Solano

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Memoria Oral

Participantes

Estudiantes:

Martin Alonso Mosquera
Edier Aleison Perez
Danna Teresa Garcia
Luis Mateo Palacios Perez
Tatiana Gutierrez L.
Samy Cordoba
Yuranny Rosero Lem.
Leidy Johana Cordoba
Karol Michell R.
Mariana León Ricard
Maria Alejandra C.
Mario Quiñones
Mario Felipe
Juan Manuel

Relatos Memoria Oral:
Rita Bermúdez
Leoncia Tejada
Bacilio Murillo
Fausto Gamboa

Coordinación General:

Claudi Carreras


Dirección del Proyecto, Responsable de los Talleres y Edición General:

Jorge Panchoaga


Registro Audiovisual:

Lina María Botero

Registro Fotográfico:

Jeisson Riascos


Registro Sonoro:
Pablo Ernesto Tobar

Producción:
Christopher Vidal Barahona

Apoyo local:

Corporación Colectivo Mano Amiga

Christopher Vidal Barahona

Jahleel Shiloh

Consejo comunitario El Cedro, Valle
Hotel cabañas Punta Rocas
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