

Sioduhi y el futurismo indígena: una visión amazónica de la moda
Entrevista por Andrea Fajardo
El Alto Río Negro es una región compleja y diversa en la Amazonía brasileña, no solo por su geografía fronteriza entre Brasil, Colombia y Venezuela, sino por la riqueza de sus dinámicas culturales. En este territorio viven pueblos indígenas con tradiciones, lenguas y formas de organización propias, a lo que se suma una historia marcada por procesos de misión religiosa e internados, que dejaron huellas profundas y una resistencia constante frente a las presiones extractivistas que amenazan el cuidado del territorio.
En este contexto, un diseñador textil indígena huye de los modelos que han adaptado los conocimientos, formas y texturas tradicionales a las lógicas occidentales en la industria de la moda. En su lugar, intenta cuestionar de raíz los marcos desde los cuales se piensa y se produce el diseño, traduciendo esta investigación a piezas que tocan los límites entre la moda y el arte.
Radicado actualmente en Manaos, Sioduhi es fundador y director creativo de Sioduhi Studio, un espacio que combina la investigación, la creación visual y la colaboración comunitaria con un enfoque profundamente anclado en la Amazonía brasileña.
Con estudios en negocios, estética de la moda y gestión de proyectos —entre ellos un MBA por la Universidad de São Paulo y otro por la Fundação Getúlio Vargas—, Sioduhi ha logrado articular aspectos como el pensamiento crítico, la formación académica y la práctica territorial. Se ha dedicado a trabajar conjuntamente con las personas de su territorio para fortalecer los conocimientos indígenas y la valoración de la artesanía, las técnicas y los procesos creativos dentro del mismo territorio. Especialmente, para aportar desde el diseño textil como como un gesto político, a la reparación histórica y cultural de las heridas que hoy siguen abiertas en los pueblos amazónicos.

Foto de Michele Paz
Cuéntanos de dónde eres y de dónde vienen tus raíces familiares:
Soy indígena del pueblo Piratapuya, de la Tierra Indígena Alto Río Negro, en Amazonas, Brasil. Nací en la comunidad Mariwá, a orillas del Medio Río Vaupés.
Tanto la familia de mi madre como la de mi padre provienen de la frontera entre Brasil y Colombia. Mi madre es del pueblo Dessana y mi padre del pueblo Piratapuya. Como en el Alto Río Negro —especialmente en el Río Vaupés— se practica la exogamia y el sistema de descendencia es patrilineal, llevo la identidad del pueblo de mi padre.
Antes tenía otro nombre no indígena, hasta octubre de 2022 que decidí cambiarlo. Siempre le preguntaba a mi padre lo que significaba mi nombre indígena: Sioduhi, pero me cambiaba de tema. Después un día decidió explicarme, pero para hacerlo tenía que cantar una canción antigua. La cantó por teléfono y así supe el significado: «nieto de aquel que canta sentado». En 2022 empecé a cambiar mis documentos y esta decisión cambió toda mi vida.
¿Cómo inició tu camino en el diseño textil? ¿Hay un momento o una historia que haya marcado un antes y un después en este trayecto para ti?
La pandemia creo que nos colocó en un lugar muy reflexivo con nosotros mismos, especialmente en la Amazonia brasileña. Perdimos a muchos familiares y ancianos, entre ellos mi tío, y siento que después de esto las cosas cambiaron mucho.
Yo estaba estudiando moda, un curso técnico de patronaje de vestuario. Mi perspectiva sobre lo que es trabajar con moda cambió cuando empecé a investigar más sobre mi origen, a escuchar más a mi papá y mi mamá, a saber más sobre quién era yo como persona indígena. Decidí que no quería trabajar más en mi formación original: administración de empresas.
En noviembre de 2020 lancé mi primera colección y no sabía cómo funcionaba el mundo de la moda, era muy ingenuo. Lo único que sabía es que necesitaba lanzar esta colección, entonces preparé la cámara y empecé a grabar hablando en mi lengua (tukano), contándole al público de dónde era, lo que hacía y que estaba lanzando esta colección. Todo en mi lengua de punta a punta (creo que fueron ocho minutos de video) y así empezó mi vida en la moda.
Este video llegó a otras personas en São Paulo y creo que estimuló cierta curiosidad en los curadores de la Semana de la Moda o investigadores de moda, ahí comenzaron las entrevistas y para el segundo semestre de 2021 ya estaba listo para lanzar mi segunda colección.
Fue muy fuerte porque yo estaba empezando y las cosas pasaron muy rápido. En algún momento sentí que para la industria de la moda yo era una “carne fresca” en São Paulo, una persona a la que invitaban para decir “tenemos ahí a alguien indígena” y siempre sin remuneración. Después de eso decidí salir de São Paulo (2021 para 2022) y empecé a venir más para la Amazonia a pasar tiempo con mis papás.
Sentí como si estuviera viviendo una realidad paralela, construyendo una carrera en São Paulo y hablando de mi pueblo pero, al mismo tiempo, un poco lejos, en una realidad que no hacía sentido para mí y haciendo cosas que los blancos querían.

Foto de Alex Costa
Tu trabajo en el diseño textil surge desde la Amazonía y de tus raíces indígenas. ¿Cómo dialoga tu obra con los relatos y la memoria de tu pueblo?
Como persona indígena que ha transitado tanto por el mundo indígena como por el no indígena, recuperar estas historias de manera ilustrada ha sido un gran desafío. En especial, traer referencias de los dioses que moldearon nuestro territorio según la historia primordial del Alto Río Negro. Un momento que marcó profundamente mi vida fue cuando mi madre me habló de las «Amõ Numiã», las primeras mujeres que dominaron el Juruparí y lideraron el territorio por medio de un matriarcado.
Pero una cosa es cuando alguien te cuenta la historia de los dioses, de personajes que construyeron y lucharon, y otra es cuando intentas traducir estas historias en algo que puedas mirar, o que visualmente traiga esas memorias a la actualidad. Esto es algo que he aprendido del futurismo indígena, un movimiento con el que he podido contar parte de mis raíces, conectando lo tradicional con la innovación, y dando como resultado un lenguaje de diseño que va de la mano con el espíritu de nuestro tiempo.
Muchos pensadores de este movimiento proponen imaginar cómo estos territorios serían si fueran gobernados por los dioses originales, cómo los pueblos originarios estarían luchando contra la emergencia climática si no hubiesen sido colonizados, o si en la actualidad tuviéramos canoas voladoras… Ese tipo de imaginaciones son ilimitadas para lo que podríamos decir y construir ahora. El futurismo indígena tiene este razonamiento también de que cada persona fue atravesada y perjudicada por la colonización, pero ¿qué quedó con nosotros? Con eso podemos crear otras historias.
Creo que en mi trabajo está la recuperación de técnicas con hilos milenarios, con los puntos que se hacían para las redes de pesca… historias sobre dioses que escuchaba cuando era niño y conocimientos que he intentado transformar visualmente.
Muchas personas aquí no aceptan que son descendientes de indígenas, porque es muy fuerte la idea de que las personas indígenas no son suficientemente buenas, suficientemente bellas, que son personas ociosas, etc. Hay muchos problemas de auto-aceptación y muchas prácticas racistas con personas descendientes de indígenas.
Por muchos temas de militarismo y cristianismo, los jóvenes ya no quieren hablar su lengua original ni quieren aceptar que son indígenas. La moda tiene una gran responsabilidad en estas cuestiones, la comunicación, la semiótica… Mi trabajo tiene este propósito también: decir que no hay ningún problema en ser indígena y en hablar nuestra lengua, que no hay problema en pensar que nuestra tecnología y artesanía es tan buena como cualquier otro tipo de conocimiento.
En un mundo donde la moda ha extraído conocimientos de los pueblos indígenas sin reconocerlos como creadores, ¿cómo ha sido tu camino para romper con esa lógica y posicionar tu trabajo?
Mucha gente piensa que la colonización ya fue y que estamos viviendo una cuestión post-colonial, pero la colonización sigue ocurriendo en nuestra vida todos los días, solo que hay otros rostros.
Lo que más me preocupa de esto es que la colonización ha entrado en nuestros propios cuerpos indígenas. Esto de que “la juventud indígena vaya a la universidad, que tengan profesiones como negocios, salud, que sean investigadores…” Eso es algo que vengo pensando desde hace unos años: Tenemos ya tantos conocimientos de personas blancas que estamos perdiendo nuestros propios conocimientos.
En el momento en que los conocimientos blancos dominan sobre los nuestros, ya no es una conquista. Acaba siendo un nuevo tipo de colonización cuando los propios indígenas aplican las mismas técnicas de los colonizadores al volver a sus territorios. Eso es algo muy peligroso para nosotros.
El conocimiento blanco es importante pero justamente para que ellos no puedan robar nuestras tecnologías. Es importante que nosotros conozcamos el mundo no indígena pero no para ser como ellos, sino para saber cómo piensan y, en el momento en que ocurra algo, saber cómo defender nuestros derechos, utilizar esas herramientas para protegernos.
Hay que tener un equilibro porque son mundos muy distintos. Con frecuencia yo entro en crisis por estar también en este medio. Al mismo tiempo, la moda está creciendo, todo está creciendo… pero de qué sirve si estás bromeando con cosas sagradas en las pasarelas, si no estás respetando a tus ancestros en las pasarelas, si ni sabes por qué estás en ese espacio o cuánto lucharon tus abuelos y tus padres para que estés allí.
Yo decidí regresar cerca de mi territorio para poder trabajar junto a mi comunidad, especialmente con mujeres y personas LGBTIQ+. Ese solo movimiento ya rompe profundamente con lo que la industria de la moda espera de mí.
¿Qué significa para ti diseñar desde la Amazonía en un contexto global donde los territorios indígenas y la naturaleza están amenazados?
Para mí significa vivencia y resistencia. Crear desde la Amazonía, estar cerca de mi territorio, habitar esta casa común y ser reconocido desde aquí, también es un gran desafío.
A finales de 2023 estuve cuatro meses viviendo en Manaos de manera itinerante en casa de amigos y creando una nueva colección. En ese momento estábamos viviendo la cuestión de la deforestación aquí. Fue horrible lo que vivimos en Manaos y en las ciudades alrededor, parecía algo apocalíptico, todo el mundo respirando humo. En ese momento pensé: ¿cómo podemos comunicar esto al mundo? Tuve la idea de crear un pulmón (con hilo de tucum y tinta natural de hojas de crajiurú), justamente para hablar del humo que estábamos respirando y como una forma también de criticar lo que ocurrió en pandemia, cuando muchas personas que enfermaron de COVID no tenían acceso a oxígeno porque se acabó, no importaba si tenías o no dinero, simplemente ya no había oxígeno para ti.
Una cosa es hablar lejos de aquí sobre la Amazonía, sobre las comunidades… pero estar cerca es algo más profundo, de cómo contar esto con la verdad. Es distinto porque vives esto, tu cuerpo lo vive, tu espíritu lo vive, tu cuerpo es el que respira el humo, tú eres el que sientes miedo… Entonces me quedé aquí para estar cerca de mi territorio, de mi comunidad, y hablar desde la Amazonía para el mundo o para Brasil.
A veces me preguntan que cuándo volveré a São Paulo, y el hecho de que yo tenga que salir de mi casa para ser una persona exitosa me parece muy mal. No es el sueño de todas las personas dejar su casa o dejar su origen para decir que tienen éxito. Eso me importa mucho, porque creo que tienes que tener una motivación más grande que esa para hacer lo que haces con tu vida.
Algo que a mí me mantiene aquí en la Amazonía es que me gusta también enseñar, explicar lo que un diseño significa, la importancia de valorar nuestras técnicas ancestrales, nuestros conocimientos y tecnologías. Volver a casa es lo mejor que pude hacer.


Fotos de Agência Fotosite

Foto de Agência Fotosite
¿Tienes un sueño que aún esté por cumplirse? ¿Cuál sería?
Un proyecto de escuela de diseño que pueda unir la alta artesanía tradicional con un lenguaje moderno, para que mi generación y las futuras puedan sentirse orgullosas de su origen (sean indígenas, descendientes indígenas o no indígenas).
Siempre que hago una nueva colección, acaba siendo un laboratorio de estudio para este proyecto, junto con las artesanas que trabajan conmigo. Es muy necesario esto porque tenemos empresas aquí que vienen a “ayudar a las comunidades” para emprender y hacer cosas más comerciales. Suelen ser organizaciones del gobierno que enseñan a vender y vender como si se tratara de una fábrica. Nunca preguntan de dónde vienen los hilos, no saben de dónde vienen las fibras, cómo se manejan las platanciones de estos materiales, los espacios donde se cuidan… No entienden que estos recursos son limitados, se van a acabar si nos ponemos a producir a gran escala y a un precio muy bajo. Estas empresas no piensan nuestro conocimiento como algo inmaterial, algo milenario, algo que puede considerarse como alta artesanía y que tiene que tener un precio.
Siempre cuando creo algo junto a mi comunidad, intento hacer ese tipo de circulación con un precio justo, sin cuestionar los precios de los materiales, teniendo que gestionar muchas cosas porque eso cuesta trabajo y es artesanal: muchas horas cocinando hojas, preparando el tejido… es un trabajo muy demorado.
Yo siempre intento trabajar con la juventud, hablar con ellos. A veces siento como si tuviera un reloj girando y estoy siempre intentando aprender todo lo posible, escuchando, haciendo, investigando, preguntando… porque siento que va a desaparecer.

Foto de Bioneers
Si pudieras hablar con Sioduhi de niño que empezaba a imaginar su camino, ¿qué le dirías?
Que vas a alcanzar tus sueños y que no tienes la culpa por todas las violencias que vivieron tus antepasados. Ellos hicieron lo que pudieron para que tú pudieras llegar hasta aquí. Siente orgullo de ti, de toda tu historia, de tu origen.
Mi papá no evadía contarme el significado de mi nombre por algo malo, estaba intentando proteger sus propias heridas. Él fue un niño que estuvo en un internado de cristianos, esos que se crearon para hacer que los niños indígenas fueran menos “salvajes”. Mi mamá y mi papá estuvieron en esas escuelas. Para ellos cantar es como tocar sus propias heridas.
Entonces cuando hablo de esto de la educación no es simplemente por hablar, esto trae un poco de dolor y el recuerdo de cosas no tan buenas. Hablar de ese proceso hoy, de las lenguas, de las canciones… es hermoso y al mismo tiempo es tocar todas esas heridas.

