Tributo a La Bata - Lucía Herrero
Lucía Herrero
España -
julio 07, 2021

Elogio de la bata

 

Nació en Madrid en 1976. Ciencia y arte: el empate genético de sus células madre se regeneró en su vida y obra. «Soy hija de Pilar, diseñadora de moda, y de Enrique, un ingeniero industrial. De hecho, llamo a mi estilo fotográfico Antropología Fantástica. Combina el estudio del ser humano -aunque subjetivo, es ciencia- y la parte fantástica que es la aproximación conceptual, la poesía.»

Salvo porque empezó a hacer fotos con una cámara robada -pero a los 12 años, lo que la vuelve inimputable-, todo lo demás que hizo Lucía Herrero es intachable visto desde los patrones del talento y del esfuerzo. Estudió arquitectura, y no la asustó que fuera una carrera tan larga. Hizo teatro físico. Hasta le inventó un nombre a su método para no desilusionar a las personas que trataban de entender a qué se dedicaba. ¿Qué sería la Antropología Fantástica? Una etiqueta para scrollear el planeta de Lucía Herrero, saturado de imágenes vibrantes y de hilos rojos invisibles que elogian su modo de construir vínculos con personas desconocidas. Hay quienes se ganan el cariño ajeno cocinando postres o diciendo frases compasivas. Por encandilamiento con ciertos nuevos rostros o por la ambición de una buena portada, para Lucía el amor con fotos se paga. Cada foto es souvenir de escenas que representan una aventura personal para quienes se paran de uno y otro lado de la cámara.

Las feministas lo dijeron cuando empezó el 2020: el confinamiento se parece al puerperio. Pero no hay puerta con llave que amenace las ideas de Lucía. Durante el primer aislamiento por la pandemia del Covid, desplegó un trabajo que la empujó a descubrir la desmaterialización de la fotografía y a estrenar formas de dar la vuelta al mundo hasta entonces inexploradas.

Esta introducción no sería precisa si obviáramos su Tributo a La Bata. Ya contará con sus palabras el antes, el durante y el después de una obra que rompe corazones no sólo por su fuerza visual sino por hacer reparación histórica con toda una generación de mujeres cuidadoras.

 

¿Cómo te vinculaste con la fotografía?

A los 12 años la robé a mi madre una Nikon F2 que ella, fan de la fotografía, se había comprado con su primer sueldo. Una buena cámara, del estilo Robert Capa. A los 14 dije: “Yo quiero ser fotógrafa, y punto”. Entremedias estudié arquitectura. Es una carrera larguísima, me falta un poco. También estudié teatro físico. Mis amigos economistas a los 22 estaban ya trabajando en el banco y yo, dando vueltas, lo que me confundía. Y resulta que, en un momento dado, en 2009, con la creación de la serie Tribus, apareció un lenguaje propio.

Yo ya hacía buenas fotos, construía pequeñas historias. Pero con Tribus de repente se encontraron las acumulaciones de mis experiencias de la vida: el teatro físico, la arquitectura, la manera de viajar, la manera de entender el mundo, la técnica que había adquirido, los flashes que me había comprado… Todo se juntó, y ahí fue cuando acuñé el término de Antropología Fantástica ante la pregunta de “¿Y tú qué tipo de fotografía haces?”. Noté cómo mi trabajo cobró interés por tener de base un buen término.

Tribus – Lucía Herrero

Tribus – Lucía Herrero

Tu fórmula recuerda al “Biodrama”, la técnica teatral basada en historias reales actuadas por sus protagonistas. Por ejemplo, en una obra actuaron juntos, veteranos de la guerra de Malvinas, de Inglaterra y de Argentina. Los pusieron en un escenario y sobre el diálogo de ellos, se armó el guión. Hay algo de eso en tus fotos, algo teatral, cierta improvisación pero también una construcción.

 

Yo digo que es como escoger la realidad y subirle el volumen pero al punto justo, para que guarde la verdad. Porque al final son personajes reales y se representan a sí mismos. Siempre buenamente acceden. Y eso hace que se pueda sacar brillo al cotidiano que no vemos. Es como hacer dirección teatral. Mis estudios de teatro físico me clarificaron para entender las gestualidades, las dinámicas humanas, las jerarquías, los movimientos. Y ya no solo en foto fija, sino en imagen continua. La foto fija es producto de un desarrollo del movimiento, de una experiencia humana. Por eso también me gusta hacer y mostrar el making-off, el viaje es una parte muy importante de estos proyectos.

Tribus  –  Lucía Herrero

Tribus  –  Lucía Herrero

¿Registrás cómo llegas al lugar, cómo te vas vinculando a las personas?

Sí, exactamente, sobre todo cómo ellos se van desenvolviendo. Porque la gente accede sin saber exactamente lo que va a hacer. Creen que les voy a hacer una foto como la gente normal, entiende que es: «Ponte aquí». Y al final no, es una danza y es un teatro y vas tirando, va creciendo. No se dan cuenta de hasta qué punto se están auto representando. Se lo pasan bien. Cuando se acaba la sesión todo ha sido un sueño. Es como en los musicales: la gente está con su vida y de pronto todos se reúnen para bailar una coreografía y cuando se acaba todo el mundo vuelve a lo que estaba haciendo antes.

Hombre reno – Lucía Herrero

Habilitas un espacio distinto.

Sí, un espacio psicológico. Estoy interesada en la experimentación dentro del storytelling porque cada vez se activa un elemento diferente. En 2013 me dieron una residencia de arte en Noruega para producir. Solo tenía 15 días. No conocía el lugar ni a sus gentes.Claro, siempre puedes hacer foto de paisaje pero esa foto ya está hecha. Así que decidí crear al Hombre Reno. Iba a un medio rural donde la densidad de población es mínima y además la gente es especialmente reservada. Creé al Hombre reno como catalizador social. Pensé en el reno como animal nacional, y al Hombre Reno como un personaje que es medio hombre, medio reno y cuya crisis de identidad le impulsa al viaje y la interacción. Toma el formato de una roadmovie. Durante este viaje él descubre gente y al mismo tiempo se descubre a sí mismo. Fue esa la teoría. Curiosamente, funcionó muy bien. En quince días removí a toda la comunidad y un poquito más allá.

Hombre Reno  –  Lucía Herrero

Hombre Reno  –  Lucía Herrero

Algo similar lograste al hacer Homenaje a la bata, ¿es así?

Sí. Llegué a ese pueblo, Villarmienzo, fotografiando la boda de una prima. Allí conocí a una señora, Constancia, e hicimos buenas migas. Ella es poetisa en su intimidad porque le da vergüenza decir que escribe. Las mujeres allá están condicionadas, todo lo que hacen es juzgado por el vecino. Al final de la boda se vino a despedir y medio llorando dijo: «Encantada de conocerte. Es la última vez que nos vamos a ver, yo me voy a morir y tú no vas a volver a este pueblo perdido de la mano de Dios».  Entonces le dije: «Volveré». Y volví con este proyecto un año después.

Tributo a La Bata es un homenaje a un tipo de mujer. Hablo de un contexto social, económico y de género. Hablo de pasado, presente y futuro. Y el centro de la historia es la bata.

 

 

¿Cómo se te ocurrió la bata?

Yo tuve a mi hija en el 2013. Durante el primer año de maternidad, no podía ir muy lejos y decidí estudiar un posgrado de fotografía de moda, porque me interesaba investigar el nexo entre los sistemas técnicos y psicológicos de la fotografía publicitaria y la documental. Tributo a La Bata, tesis final, la hice en 2015.

Elegí la bata como prenda de moda que no está sujeta a los cambios estacionales del mundo comercial pero que define a una sociedad. Resulta que este grupo social, esta mujer, está en peligro de extinción. Partí de una prenda para dar una visión documental a un tipo de persona y a una geografía. Elegí Villarmienzo que es un pueblo de Castilla medio deshabitado debido al éxodo rural en donde quedan ellas y su maridos, a las que les quedan maridos. Son diez o quince personas viviendo allí.

Ayahuasca Musuk

Tributo a la bata  –  Lucía Herrero

¿Fue una epifanía, algo que descubriste en el transcurso del trabajo o ya ibas con esa hipótesis?

Lo voy descubriendo ahí. Es como abrir un paquete, un regalo, sin saber lo que hay dentro y vas improvisando con lo que ves y construyendo la historia a medida que descubres cómo son las personas y hasta dónde pueden llegar. Fue divertido, hubo mucha generosidad. Me decían: «Nos vas a matar», porque son señoras viejitas y la sesión fue en julio en Castilla, con un calor que te mueres. Hacerles cruzar la calle era una odisea.

Se pensaban que les iba a hacer un retrato y ya está. Quedaron hipnotizadas cuando vieron las batas. Luego enloquecieron y mostraron a la empoderada que reside en esas mujeres condicionadas por unas normativas sociales, por los roles de género de una época. Tuvieron la oportunidad de jugar, cosa que no hacen nunca, con sus artículos cotidianos, con sus paisajes y sus muros, sus calles y sus cacerolas …

Ayahuasca Musuk

Tributo a la bata –  Lucía Herrero

¿Vos también te permitís jugar y descubrir cosas de vos misma?

Siempre. Realmente es una experiencia para mí. Yo voy navegando, ofreciendo y pasando por procesos personales. Es una aventura. Llegué en mi furgoneta antigua cargada de batas, pamelas y de todo. Fue una sesión muy Almodóvar.

Ayahuasca Musuk

Tributo a la bata – Lucía Herrero

Una mujer de bata te hace pensar en una madre, en una abuela, en una mujer que cuida y en todas las que la rodean. ¿Sos madre? En tus posteos de Instagram suele aparecer una niña. ¿Quizás con este trabajo fuiste descubriendo cosas de tu propia maternidad…?

Mis proyectos los hago muy rápido. Llego, hago, me voy. Tengo una estantería de ideas colocada en la zona del cerebro. Así, esta señora llevaba quince años guardada. La llamaba “María, madre de todo”. Ella, un tipo de señora que ha marcado mi existencia y la de muchos. Habita en la memoria colectiva. Son señoras sufridoras que han llevado sobre sus espaldas la crianza de hijos, maridos y esencial para la supervivencia de una sociedad. Fortaleza es lo que siempre veía en esas batas.  Son matriarcas en una sociedad patriarcal, se les ha educado para cuidar y hacerse responsables de la familia.  Son las que cocinaban para 30 en Navidad, pero siendo tan importantes esta misma sociedad no les ha dado espacio de participación: no se les permitía estudiar, de elegir si se casan o no se casan, si tienen hijos o no, tener negocio o propiedades. Era el hogar y dentro del hogar la cocina porque, al final, la última voz la tenía el señor, pero eran mujeres muy fuertes y ellas han sido eslabón del cambio. No creo que esta sesión haya influido en mi maternidad pero sí me ha influido la presencia de esta mujer a lo largo de mi vida.

El proyecto lo disparé en 2015, saqué buena nota en el posgrado y lo guardé. Me pilló mi divorcio de por medio y hace un año y pico lo he vuelto a sacar a la luz. Monté un crowdfunding y se hizo súper viral. Eso les ha afectado a ellas, claro, de repente se hicieron famosas.

Las fui a visitar cuando se abrió un poco la mano con la pandemia, en agosto 2020. Estaban más viejas, y me decían: «Quién nos iba a decir a nuestra edad que esto nos iba a pasar». Creo que la respuesta del público ha sido tal, porque es como si nos hubiera quedado pendiente este homenaje. Falta su escultura en una rotonda. Hay miles de esculturas a héroes de guerra o científicos, pero no hay monumentos estas mujeres. Almodóvar sí les hace honor, me encanta.

Ayahuasca Musuk

Tributo a la bata – Lucía Herrero

Consideraste a la bata como una prenda de moda. ¿Hay innovación? En el ensayo vemos batas con animal print y colores estridentes. ¿Fue una intervención tuya?

Quise enfocarlo como si fuera un shooting de moda. Fue todo parte de mi tesis, de la investigación sobre las formas que un storytelling puede tomar y cómo dos lenguajes de la imagen se juntan. ¿Dónde está el límite? ¿Cómo se mezclan? Hubo una intervención estilística. Compré un montón de batas clásicas al kilo en el puesto de un gitano de El Rastro de Madrid. Y además diseñé una colección de batas con estampados diferentes: de leopardo, colores, puntos o estrellas. Hay también gafas de sol, sombreros, sandalias cangrejeras…

 

¿Y dónde están hoy las batas?

Están guardadas, las tengo por ahí. Si tuviera más visión empresarial, debería montar un negocio de batas extravagantes.

Ayahuasca Musuk

Tributo a la bata – Lucía Herrero

Muchos creadores apuestan al crowdfunding. Pero se nota que lo trabajaste mucho: lograste que se viralice, utilizaste herramientas que permiten recompensas, apelaste al humor, grabaste hacer un video contando la historia y exponiéndote y contando.

Es la primera vez que hacía un crowdfunding, es algo muy difícil. Elegí la plataforma Kickstarter porque es la más grande y conocida. Pero al ser tan enorme te quedas perdido entre millones de proyectos y ellos no hacen la promoción. Me la pasé llamando a prensa, intentando que publicaran, lo moví mucho, pagué publicidad para Facebook. Fue una locura. Si volviera a montar un crowdfunding lo haría diferente, he aprendido mucho. Al final, aunque haya salido en los periódicos y tv, quienes ponen dinero son tus amigos y fans acérrimos.

Ayahuasca Musuk

Tributo a la bata – Lucía Herrero

¿Cuál es tu lugar de tu fotografía?

Hay un discurso visual muy puro que me atañe, es mi manera de expresar mis fijaciones y de conocerme. Aunque también toca a unos consumidores visuales que tienen un sentir parecido al mío. Yo defiendo que mis proyectos sean comprensibles, de rápida comprensión, que no haga falta leer un texto, que de entrada sean «booom» y que cada imagen sea una portada. Otra condición es que tenga varias capas de lectura y satisfaga tanto a la señora Juanita, que está en su casa, como un intelectual de la cultura.

Me interesa sacar brillo a lo cotidiano, extraer la poesía del día a día. Estoy utilizando mucho el color y el flash como elementos. El flash porque me permite crear una luz que no es real es teatral. Aunque no es condicionante: mi próximo trabajo puede ser en blanco y negro y super apagado, casi, casi negro.

 

¿Cuál es “el” lugar para compartir tu trabajo?

Donde se aprecie: museo, galería, prensa especializada en fotografía. También me encanta que la gente de a pie lo coleccione. De hecho, para la serie de Tributo a La Bata he sacado una edición popular que se llama Edición Crowdfunding porque me gusta que por 50 euros la gente pueda tener una obra firmada y numerada para colgarla en su pared.

Hogar, dulce hogar: detrás de las puertas cerradas de la Cuarentena  –  Lucía Herrero

Estás documentando el aislamiento por Covid. ¿Cómo va eso?

El primer confinamiento nos pilló a todos despistados, sin saber qué hacer o si se estaba acabando la civilización como la conocemos. El mundo se convirtió al teletrabajo y yo decidí hacer lo mismo. Un día estaba con mi hija jugando en el balcón a reflejar los rayos del sol con un espejo y lanzar luz dentro de las casas de los vecinos del edificio de enfrente y pensé: «Puedo entrar en la casa de las personas en su confinamiento a través de internet». Me planteé el proyecto de dar la vuelta al mundo. Al final resultó que lo hice en 80 días. Llegué a los cinco continentes; la idea era avanzar como lo hace el virus, de manera exponencial.

Comencé a través de contactos de amigos, mis “pacientes cero” siempre con la misma premisa de llegar poco a poco a gente que no conozco. He llegado muy lejos, a lugares insólitos. Logré tener el control de la imagen y de la composición sin tener una cámara en las manos. Llegué hasta una familia que está en el Polo Norte con un oso polar recién cazado colgado de la fachada de su casa. He estado con las exFARC en Colombia, con gente rica en la terraza de un rascacielos en Singapur, campesinos en India, un cura solo en la iglesia vacía, una protectora de orangutanes en Malasia, médicos de primera línea en el hospital. Ha sido un viaje de viajes.

Una vez mis modelos aceptaban participar, me escribían: “Vale. ¿Qué necesitas?”. Les pedía fotos de sus casas, de los objetos significativos y un relato de qué pasaba ahí dentro. Me mandaban fotos de su salón, de su dormitorio, de su cuarto de baño, de su perro, de dónde la abuela hace calceta. Hasta me han dado una vuelta por un mercado de Ghana: cogían el móvil y me llevaban por ahí a dar una vuelta.  Yo analizaba las fotos y les mandaba un sketch.  Coordinábamos una llamada a tal hora, tenían que tener el móvil preparado en tal perspectiva, les daba instrucciones. Esto en inglés, en francés, en suajili, en indi y en lo que he podido. Son imágenes compuestas al milímetro. “To the left, no to the right no, sit down Ok. The dog there, on the sofá”. Me he tirado la cuarentena así.

Las imágenes son pantallazos, por lo tanto son de resolución deficiente. Pero ese pixel entra como parte del ensayo filosófico y en la imagen también queda grabado el lateral de mi pantalla, con la hora, el estado de la batería y mi wifi.

Hogar, dulce hogar: detrás de las puertas cerradas de la Cuarentena  –  Lucía Herrero

Hogar, dulce hogar: detrás de las puertas cerradas de la Cuarentena  –  Lucía Herrero

¿Tenés documentado el proceso de cómo se hicieron las imágenes, de los intercambios de WhatsApp…?

Sí, tengo más información de la que he podido gestionar. Luego me tiré otro mes escribiendo, editando, enviando a concursos. Me gasté un pastón en concursos, sabéis que hay que pagar la cuota, y llegué hasta donde pude. Utilicé el dinero recaudado en el crowdfunding para hacer esto y pagar el alquiler mientras me dedicaba en cuerpo y alma.

 

¿Pensaste en cómo mostrarlo? En la fotografía tiene tanto valor el resultado final como el proceso.

Siempre pensé en un formato libro. Tengo las fotos finales, el making-off, las localizaciones que me mandaban los participantes y alguna imagen mía aquí, en la propia casa. Tomé la decisión de no llamar a los periódicos, de no hacer un producto para consumir hoy. Pienso que es un proyecto que queda como documento y que dentro de un año o de dos cobrará importancia. Es nuestro primer confinamiento, algo que nunca hubiéramos podido imaginar. Este proyecto para mí es un ensayo filosófico.

Hogar, dulce hogar: detrás de las puertas cerradas de la Cuarentena  –  Lucía Herrero

Hogar, dulce hogar: detrás de las puertas cerradas de la Cuarentena  –  Lucía Herrero

Cómo hacer fotografía en el confinamiento es toda una pregunta. También hay un planteo de la fotografía como una de las pocas cosas que sobreviven. El mundo ya se estaba convirtiendo en algo líquido, y la pandemia aceleró eso brutalmente. Y la fotografía estaba como resistiendo a eso pero ya está. Por eso tu obra lleva a ese plano liquidez en el que vivimos.

Esa gasificación, le digo yo. Pensaba: «¿Hasta qué punto puedo desmaterializarme como fotógrafa y teletrabajar sin moverme de mi casa, sin tocar una cámara ni presencia real?». Ha sido como viajar pero de manera desmaterializada.

En The Game, Alessandro Baricco cuenta cómo la red se va duplicando, primero lo modifica y luego se come al mundo también. Plantea que ya no hay diferencia entre virtual y real, que esos son conceptos anacrónicos.

Es la Matrix. Creo que tiene futuro esto de que haya dos mundos paralelos y que la gente viva, haga transacciones, tengan relaciones y se case en ese otro “más allá”. No es que me encante, es artificial.  ¿Sabes cuando vas conduciendo en la noche y de repente se te cruza un animal en el camino y frenas en seco? Se te queda mirando fijamente, inmóvil y vulnerable, iluminado por los focos”.

Con este trabajo tengo la sensación de haber sido este foco iluminando a las personas que desde aquel primer confinamiento miraban sorprendidas y confusas ante un destino incierto. No sabíamos lo que se nos venía encima.

Narrativas Limítrofes es un proyecto realizado con el apoyo para la promoción y difusión del arte español del: