Entrevistas
Nicolás Pousthomis
Argentina -
septiembre 13, 2022

Masculum Gymnasium: El último ritual de los varones

¿Qué pasa cuando 500 estudiantes, todos varones, se reunen en un bosque sin adultos que los vigilen? Nicolás Pousthomis visitó el campamento del único colegio exclusivo para varones en toda Argentina. A través de sus fotos, nos hace cuestionar ciertas ideas cerradas sobre la masculinidad.

Por Marcela Vallejo

Tucumán es la única provincia en Argentina donde no hay educación sexual en las escuelas, ni acceso a anticonceptivos en los centros de salud o los hospitales. Es la provincia que se declaró “pro-vida” y donde se le practicó una cesárea a una niña de once años para obligarla a tener el bebé del hombre que la violó.

En plena marea feminista, Nicolás Pousthomis, de Sub Cooperativa, escogió ese lugar para pensar la transformación que estaba viviendo su país. Un lugar conflictivo donde existe el que fue, hasta el 2021, el único colegio exclusivo para varones en toda Argentina: el Gymnasium. Allí se celebraba anualmente un campamento al que asistían 500 estudiantes, reunidos durante diez días, sin adultos que los vigilaran. 

El proyecto de Pousthomis es el registro del campamento de 2017. Aislados, los chicos permanecían en un espacio sin baños, electricidad, ni contacto con sus familiares. Todo lo que sucedía allí era secreto: uno que lleva medio siglo. 

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El campamento es el ritual varonil en toda su esencia: juegos rudos e infantiles, cagar y mear al aire libre, bañarse en el río a la vista de todos, dormir en carpas apestosas donde todo se mezcla.

Los gymnasistas tienen una manera peculiar de demostrar admiración y cariño: empieza con una puteada, sigue con una caricia o con un golpe y, cuando el “aprecio” es grande, puede incluir violencia y humillación. Los más “apreciados” de cada turno son secuestrados por los más grandes, llevados a un reducto en el medio del bosque y sometidos a varias pruebas físicas y psicológicas difíciles de soportar y que dejarán marcas en el cuerpo hasta el final del campamento. La “intensidad de la actuación” es controlada por el Zorro en persona. Siempre oculto en su traje negro, muy parecido al del Ku Klux Klan, este personaje participa del bautismo con puñetazos, cortes y pintadas. 

En el campamento del Gymnasium todo se discute en asamblea. Son varias reuniones por días alrededor del mástil que está en el centro de la “herradura”, la figura que forman las carpas. La tradición quiere que los alumnos elijan un nombre para diferenciar un campamento del otro. Aquel año no hizo falta discutir: eligieron por unanimidad el nombre de “Paver 2017”, el apodo del estudiante Matías Albornoz Piccinetti. Paver murió de una puñalada en el corazón. Lo mataron tres pibes de otra escuela mientras intentaba defender a otro gymnasista en una agresión callejera.

“Les dicen machistas, misóginos, retrógrados, eyaculadores precoces, fachos… La sociedad tucumana los mira con prejuicios, pero parece no importarles”, cuenta Pousthomis sobre este trabajo. “El orgullo de ser gymnasista eleva al niño primero, el adolescente después, el hombre y el anciano luego al rango de elegido. También los critican por sus aires de superioridad. Es como si se preguntaran: ¿quién no querría tener un hijo, un novio, un yerno gymnasista? Un concepto muy cerrado de lo que significa ser un hombre”.