Dan Agostini
Brasil -
febrero 02, 2022

Palomas: historias de la supervivencia trans

 

A finales del año pasado, Dan Agostini inauguró una exposición de su proyecto Palomas en un museo en uno de los barrios más elitistas y derechistas (coxas) de São Paulo. El día de la inauguración, con la ayuda de un crowfunding pagó varios uber y llevó a  muchas de las protagonistas de su proyecto a ver la exposición. Se trataba de mujeres trans, algunas trabajadoras sexuales, que viven y transitan en lugares muy distantes y diferentes de la ciudad. Ese día, el museo se llenó de trans y travestis, y para Dan eso hizo toda la diferencia.  Una de las visitas más especiales fue la de Janaina, una de las mujeres retratadas por Dan, quien además trabajó como su asistente en los primeros meses del proyecto. Jana fue presa de una manera muy injusta, pero tiene un régimen especial en el que puede  salir algunos días al año para pasar fechas especiales con su familia. En diciembre tuvo una salida y aprovechó uno de los días para ir al museo. Ese es uno de los impactos que ha logrado Palomas. 

Dan se identifica como una persona no binaria que decidió investigar la relación entre identidad de género y medio social. Ha trabajado con mujeres trans en India, Nepal y Brasil. Asume la fotografía como un medio para el encuentro con otras personas. Dice que quizá eso le quedó de su formación (sin finalizar) en psicología. Pero además, cree firmemente que la fotografía es también una herramienta política que permite iniciar discusiones y apoyar debates necesarios en nuestra  sociedad. 

Ayahuasca Musuk

Dices que la fotografía es un medio para encontrarse con otras personas, en tus trabajos esos encuentros se dan con unas personas específicas.

Sí, en 2017 con Gabi Portilho en nuestro Coletivo Doroteia, empezamos a hablar de género. Y en esas búsquedas yo siempre terminaba inclinándome hacia la comunidad LGBTQIA+, yo me identifico como una persona no binaria y sapatão lésbica. Es decir, esa comunidad ya era mi lugar. En ese momento con Gabi hicimos un proyecto bastante extenso sobre funk hecho por mujeres. Y yo me dediqué más a aquel que llamamos funk sapatão creado por y para mujeres lesbianas.

En 2018 empecé a trabajar con mujeres trans, eso coincidió con el momento en que yo me asumí como una persona no binaria. Mi interés era utilizar la fotografía para hacer una investigación sobre género, que consiste en entender cómo el medio en el que una persona vive interfiere en las percepciones de género de ella. Cómo el género sucede en un determinado ambiente.

Para ese momento yo ya había trabajado con mujeres en Oriente Medio y empecé a indagar por la transexualidad en ese contexto. En 2019 fui a India para ver la relación entre transexualidad y religión y luego fui a Nepal, que es un lugar parecido y que comparte algunas similitudes religiosas con India, y, sin embargo, la situación es muy diferente. En 2020, pensaba regresar, pero empezó la pandemia, así que me enfoqué en desarrollar ese trabajo aquí.

Con una beca de National Geographic inicié Palomas, un trabajo con mujeres transexuales y travestis pioneras, mujeres raíz por decirlo de alguna manera. Quiero decir que se trata de mujeres un poco mayores, y que vienen de la época en la que yo también fui entrando a la comunidad y empecé a circular en ciertos espacios, o sea, finales de los 90 y principios de los 2000.

Dan Agostini

Dan Agostini

¿Por qué en Palomas buscaste expresamente trabajar con mujeres de esas edades?

Mi trabajo se pregunta por cómo las identidades de género van moviéndose y cambiando conforme el medio y las posibilidades cambian. Estas mujeres tienen unos 40 años, la discusión sobre género que ellas han vivido a lo largo de su vida es muy diferente de la que se vive ahora. Me interesa trabajar con personas más jóvenes, pero no podía empezar directamente con ellas. En este momento la discusión está más abierta, hay una mentalidad muy diferente y eso permite un posicionamiento y un empoderamiento diferente. Incluso las familias están más dispuestas a abrazar esas identidades.

Las mujeres que hacen parte de Palomas son fundamentales porque ellas construyeron todo lo que nosotros tenemos ahora, podemos vivirlo gracias a ellas y su batalla, gracias a sus cuerpos. Aunque nada está totalmente resuelto, estamos en este proceso por ellas.

Es muy importante lo que dices, sobre todo teniendo en cuenta el hecho de que las mujeres trans son víctimas de múltiples violencias y de que su expectativa de vida es muy baja en comparación con el resto de la población.

En Brasil, la expectativa de vida de las mujeres trans va máximo hasta los 35 años. No es común encontrar mujeres mayores. En Palomas hay tres mujeres en el rango de los 55 a los 60. Y ellas son realmente sobrevivientes. Camila, por ejemplo, tiene 62 años, ella es la mayor y es muy bonito su discurso porque ella tiene total conciencia de que es una sobreviviente. Entiende que ella logró llegar a esa edad porque viene de una zona rural y de una familia de campesinos muy abierta y tranquila, ella se asumió como mujer desde muy joven. Sin embargo, ahí aparece el tema del passing (passabilidade), Camila vivía en una hacienda y luego migró a una pequeña ciudad donde nadie sabía que era una mujer trans. Con 59 años se fue a vivir a Sao Paulo y empezó a entender y a pasar las dificultades que muchas mujeres trans tienen que vivir.

Ayahuasca Musuk

Dan Agostini

¿Cómo es el momento de hacer las fotos con ellas?

El trabajo comenzó en la casa Florecer, un albergue para mujeres trans que hace parte de un programa impulsado por el alcalde Fernando  Haddad. Durante la primera parte de la pandemia yo empecé a trabajar allá y en la parte externa de la casa había un toldo blanco, ahí ellas tomaban algunas comidas y pasaban la tarde. Yo noté que la luz sobre ese toldo se veía muy bonita y empecé ahí una serie de retratos. Esas son las fotos que ellas más disfrutan, se arreglan, se preparan y deciden cómo quieren posar y con qué. Siempre que empiezo a trabajar con una mujer vamos allá y hacemos un retrato con el toldo como fondo. 

Ahora estoy acompañando a las mujeres que salen de ese albergue en el proceso de adquirir autonomía, conseguir casa, trabajo. Y ahí hago la otra parte del trabajo que es más documental y que consiste en acompañarlas en su cotidianidad. Así he empezado a trabajar con las amigas o las novias de ellas también. 

La fotografía me permite el encuentro con ellas y eso me motiva mucho. Pero sobre todo es una herramienta política 

Ayahuasca Musuk

¿Cómo funciona en este caso la fotografía como herramienta política?

Yo siempre supe que la fotografía puede tener esa capacidad de hacer eco de algunas historias, de lograr que alcancen otras atmósferas y así se pueda hacer justamente lo que estamos haciendo ahora: discutiendo estas preguntas, pensando en cómo y cuáles son las mejores maneras de lidiar con eso, de hablar de esto y de ponerlo sobre la mesa. Todo el arte tiene ese poder.

No voy a decir que me siento 100% satisfecha con eso, porque los cambios son muy lentos y cuando se trabaja tan cerca de algunas situaciones y personas esa lentitud de la transformación trae mucha impotencia. Cada vez que recibo una de esas historias de violencia tan cotidianas, eso se hace más evidente. Y yo me pregunto, ¿qué estoy haciendo? ¿para qué sirve esto? Mantengo mucho entre esos dos extremos.

Ayahuasca Musuk