

Realidad virtual en la Amazonía: un laboratorio para crear desde y con la selva
Una ciudad aislada por el agua y la selva, a la que solo se llega por avión o por río, es también un umbral para fusionar el arte y la tecnología. En Iquitos, la ciudad más grande de la Amazonía peruana, un grupo de mujeres y disidencias sexuales fueron convocades para poner en diálogo, desde la acción creativa y las narrativas audiovisuales, qué imágenes se pueden construir en un territorio históricamente contado por otros.
Por Andrea Fajardo
Psicolab es un laboratorio de creación audiovisual y nuevos medios para mujeres y disidencias en la Amazonía, impulsado por la productora audiovisual Psicoselva en Perú. Nació como una respuesta a la falta de acceso a formación técnica en regiones como Iquitos, donde no existen carreras universitarias de audiovisuales ni comunicación. También es un espacio que busca hacer frente a la falta de representación femenina y LGBTIQ+ en la industria audiovisual, facilitando entornos seguros y colaborativos para encontrar otras formas de narrar.

Una de sus fundadoras, Cristina Flores Portocarrero, conocida artísticamente como Ehua, nos cuenta que el primer piloto de Psicolab se realizó en 2023 con recursos propios y reunió a siete mujeres amazónicas interesadas en explorar la realidad virtual. La respuesta de la convocatoria fue inesperada: treinta personas postularon para llenar los siete cupos que se ofrecían. Durante el taller, las participantes seleccionadas exploraron la creación de cortos audiovisuales en 360°, sin equipos muy especializados y con cámaras de celular. Según Ehua, este fue un ejercicio que reveló el gran interés que tenía el territorio por la tecnología inmersiva como una herramienta de expresión artística.

Pero más que un taller técnico, Psicolab propone una experiencia corporal y emotiva en relación al arte, con el uso de dispositivos audiovisuales y otras actividades como caminatas en la selva, instalación sonora en oscuridad o performance con plantas medicinales… transformando así el proceso de aprendizaje en un espacio de creación colectiva que no solo toma herramientas tecnológicas para hablar de la selva, sino que las convierte en una extensión del cuerpo, el territorio y la memoria.
Yo juego mucho con la oscuridad y los sonidos, porque me parece muy importante quitar este sentido de lo visual para concentrarnos más y dejar también que tu imaginación vuele. Una de las experiencias era estar descalzas sobre tierra, con sonidos de motosierras, de voces, de árboles cayendo. La idea era que ese árbol talado siguiera vivo, conectado por debajo. Era una forma de hablar del dolor, de la muerte, pero también de la red de vida que sigue latiendo; comenta Ehua.



Ehua es una artista amazónica de Iquitos, que migró a Lima a los 16 años buscando oportunidades educativas. Su camino empezó en la carrera de administración pero más tarde se volcó hacia las artes, encontrando en la Universidad Nacional Autónoma de Bellas Artes del Perú, y en formaciones alternativas, los indicios de una práctica interdisciplinaria que combina naturaleza, tecnología y memoria.
Creció entre dos mundos: por un lado, una familia paterna dedicada a la exportación de madera y, por otro, la cosmovisión ancestral de la Amazonía transmitida por sus abuelos. Esta dualidad marcó profundamente su visión artística y política, llevándola a explorar desde la pintura hasta la instalación interactiva y trabajando con sensores, sonido, imagen, programación visual, video 360 y realidad virtual. Desde esta perspectiva interdisciplinaria, Ehua y Trilce Patron de Psicoselva construyeron una metodología que permite la creación audiovisual desde lo técnico, pero especialmente desde lo sensorial y territorial.

En la segunda edición de Psicolab, realizada del 5 al 12 de abril de este año, el programa reunió a 15 participantes de distintas regiones no solo amazónicas. Esta vez, el laboratorio fue pensado con una visión ritual y dividido en tres etapas: reconocimiento del territorio, creación colectiva y exhibición pública. Las experiencias sensoriales fueron clave en el proceso, fusionando recursos como instalaciones de sonido con ejercicios de ritualidad.
Uno de los ejes conceptuales fue la noción de “gentes”, entendida como una red de seres vivos —humanos, árboles, ríos, espíritus— con agencia y sensibilidad. Así, el laboratorio buscaba facilitar un proceso creativo más consciente y crítico, alejado de la exotización con la que se suele representar la Amazonía, y que no viera la selva como un escenario o un tema, sino como un agente y sujeto co-creador. Igualmente, con la intención de cuestionar el extractivismo visual y cultural que ejercen muchas producciones externas sobre el territorio, un aspecto en el que Ehua insiste:
Estamos muy acostumbrados a que otras personas cuenten nuestras historias. Esto es muy común, sobre todo en Iquitos. La gente va con sus proyectos, graban, contratan gente local, pero no se exhibe ahí, no se devuelve nada al territorio. Entonces, este laboratorio también surge como una forma de romper con ese extractivismo narrativo. Por eso era tan importante hacer la exhibición en la calle, en una vereda, para que la gente pudiera ponerse el casco de realidad virtual y ver lo que otras mujeres de su propia ciudad habían creado.



A lo largo de ocho días en esta segunda edición, les participantes provenientes de Iquitos, Pucallpa, Huancayo, Jaén, Áncash y Lima, crearon seis obras inmersivas de las cuales cinco son en video 360°, concebidas no solo como ejercicios técnicos, sino como expresiones sensibles, críticas y ligadas a una historia personal o comunitaria. Los proyectos abordaron temas como la gordofobia desde el cuerpo-territorio, la memoria del genocidio en la época del caucho, la espiritualidad indígena y la transmisión de saberes entre mujeres amazónicas, la relación simbiótica con la naturaleza y las tensiones entre desarrollo, extractivismo y colonialidad.
Lejos de representar una Amazonía romantizada, Ehua cuenta que estas piezas plantearon una mirada honesta y visceral, atravesada por el dolor, la resistencia, la sanación y el deseo de reconfigurar quiénes tienen el poder de narrar el territorio:
Se habla muy bonito de la Amazonía, de los colores, del atardecer, del verde, de la cantidad de árboles que hay, ¿no? Pero en este laboratorio ha sido muy intenso también ahondar en los extractivismos tanto de nuestros recursos como también de que nosotras, las mujeres y/o disidencias, nos movemos en un mundo tradicionalmente amazónico donde el machismo y la incidencia del hombre es muy fuerte.
Otra característica importante de Psicolab es que no se limita a ser solo un taller creativo y ocasional. Psicoselva, como productora audiovisual, también ofrece su acompañamiento técnico a las participantes en futuros proyectos, prestando equipos y asesoría. En este sentido, Ehua insiste en que la técnica es algo que se puede adquirir y entrenar, pero la visión artística, el deseo de contar historias y la sensibilidad territorial son lo realmente importante:
Nos interesaba que vinieran con pensamiento de creadoras, de artistas. Porque sentimos que la técnica se aprende… pero el pensamiento artístico es lo que le da otra riqueza a los proyectos.

El objetivo de Psicoselva es que este proyecto se realice cada dos años, con nuevas ediciones que sigan abriendo caminos para artistas amazónicas. Ehua y su equipo buscan nuevas alianzas para replicar las exhibiciones en Lima y otros espacios culturales.
En un contexto de extractivismo no solo de recursos sino de historias, Psicolab es una estrategia de devolución simbólica y cultural, creada en colectividad por cuerpos e identidades que, históricamente, han sido silenciadas o instrumentalizadas. Es un tejido entre territorio, cuerpo, afecto, tecnología y memoria desde una ética situada que no viene a representar la Amazonía, sino a manifestarse como una parte viva de ella.

