Foto: Daniel García

Cora Gamarnik
Argentina -
marzo 26, 2024

Resistir

Por Cora Gamarnik

Llovía a cántaros. Era un jueves. Las Madres de Plaza de Mayo habían preparado durante meses las fotos de sus hijas e hijos para llevarlas como pancartas. Santiago Mellibovsky, el padre de Graciela, una muchacha desaparecida desde el 25 de septiembre de 1976, se había ofrecido a revelar y ampliar cada foto. Cuando estuvieron listas las pegaron sobre cartones, armaron estructuras de madera para poder sostenerlas y les agregaron los nombres y las fechas de cada secuestro. Esos terribles días en que sus vidas se partirían en dos y las cambiaría para siempre. 

Por primera vez, desde que los habían desaparecido, los iban a poder llevar en alto, volverlos visibles en el espacio público del cual habían sido arrancados.

El 28 de abril de 1983 llegó el día. Las Madres marcharon, atravesaron la ciudad con las fotos de sus hijos e hijas en las pancartas, acunándolos en cada paso.

Hebe de Bonafini sostiene en sus manos a sus dos hijos y a su nuera. Nora Cortiñas vuelve a abrazar a Gustavo, en el costado izquierdo un muchacho y una chica vuelven a sonreír en las manos de sus madres. Entre las fotos de Dante Guede y de su hijo Héctor está su sobrino, un niño de unos 8 o 9 años, con un saquito a rombos de lana todo empapado. Todos jóvenes, en blanco y negro, congelados en el tiempo. 

Las Madres fueron transformadas por el dolor. Tuvieron que salir bajo la dictadura militar a buscar a sus hijos e hijas. ¿Hay algo más terrible que ver cómo se llevan violentamente a tu hijo y no saber más nada de él? 

Las madres caminaron varias cuadras por la ciudad hasta que llegaron frente a la Plaza de Mayo. La plaza estaba inundada. El agua les traspasaba los tobillos pero no importaba. Se quedaron bajo la lluvia frente a la casa de gobierno, detrás de ellas quedaba el monumento a Belgrano, las columnas de la Catedral de Buenos Aires, la cúpula del Cabildo. Silenciosos testigos de sus interminables vueltas.

Se hizo de noche, ni siquiera buscaron guarecerse de la lluvia. Querían permanecer, existir, ser visibles. Sus pañuelos blancos, los carteles con las consignas y las fotos de sus hijos e hijas las arropaban.

Era el sexto aniversario desde que habían iniciado sus rondas.  El día anterior se había dado a conocer el “Documento Final de la Junta Militar” que daba por muertos a los detenidos- desaparecidos.

Y ellas respondían así, mostrándolos vivos. “Con vida los llevaron, con vida los queremos” cantaban. Y el canto salía de la garganta, del corazón, del deseo, de la rabia, de la impotencia, del desconsuelo, de la esperanza. 

El fotógrafo Daniel García también fue ese día, marchó con ellas y al llegar a la plaza se metió en el agua con sus zapatos recién comprados y tomó esta foto. Eligió este ángulo, de frente a ellas, la cámara levemente picada, el agua cubriendo más de la mitad de la imagen, las gotas de lluvia que parecen estar cayendo ahora mismo.

Esta fotografía es hoy en Argentina un símbolo de la voluntad, la perseverancia y la resistencia de las Madres de Plaza de Mayo. También un símbolo de amor. Ese incansable amor que sigue reclamando… ‘Los desaparecidos que digan dónde están’.