Entrevistas
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septiembre 24, 2021

Alimentar el fuego de la memoria

En Cartagena se dio el movimiento de insurrección esclavista más vigoroso del Caribe colombiano. Sucedió a comienzos del siglo XVII. “El primero en reaccionar públicamente fue el brioso y atrevido Domingo [Benkos] Bioho, ex monarca de un estado africano, quien al frente de treinta negros y negras se sumerge en el arcabuco y ciénaga de Matuna, al sur de la villa de Tolú, donde sin ningún esfuerzo vence a los amos”, explica Aquiles Escalante

Cuentan las historias que en una de sus incursiones Benkos Biohó encontró un terreno adecuado y fundó, al pie de los Montes de María, el poblado que hoy es conocido como San Basilio de Palenque, el primer pueblo libre de las Américas.

Fue ahí, en Palenque, donde nació la idea del proyecto que lidera Vist con la coordinación de Jorge Panchoaga. Cuando realizaba su proyecto Kalabongó empezó a pensar en una serie de talleres para comunidades afrodescendientes de América Latina. El proyecto inició a principios de este año con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID). Gracias a un gran equipo de personas ya finalizó su primera etapa.

El primer taller se hizo en Palenque con el apoyo y participación del grupo de mujeres Madremonte, el colectivo Kucha Suto y un grupo de jóvenes de Palenque. El taller permitió el encuentro entre jóvenes y adultos que revivieron una vez más la memoria oral de su pueblo, activaron su imaginación y juntos crearon una serie de imágenes fotográficas, sonoras y audiovisuales.

En medio del taller se conformó el colectivo La Bonga que continúa la labor de explorar la memoria oral, conocer más historias y seguir narrando con imágenes. Luis Martínez, más conocido como El Azul, compartió con nosotros su experiencia en el taller.

Ayahuasca Musuk

Fotografía | Jeison Riascos y El Murcy 

¿Cómo fue tu experiencia en el taller,  qué aprendiste?

Mi primer acercamiento a este taller se da mucho antes de que Jorge Panchoaga pensará en formalizar esta investigación para formarnos a nosotros acá en la comunidad. Él ya había venido otras veces a Palenque y yo tuve la oportunidad de conocerlo y acompañarlo a ver luciérnagas y hacer fotografías. Y en eso de fotografíar y fotografiar como que la idea se fue materializando y después de reuniones previas  por celular él decide llamar el libro o a este proyecto Calabongó. Es un nombre bonito primero porque resalta la lengua palenquera, es el nombre palenquero para el animalito que estábamos fotografiando entonces él se va feliz.

Desde ese punto pude conocer otra faceta de la fotografía porque eran fotografías artísticas las que se estaban haciendo con unas luces y unos filtros especiales para que quedara la tonalidad que se quería dar a la fotografía al momento de retratar a la persona o al objeto. 

Después de un tiempo, él nos contacta para hacer este taller. Mi experiencia en el taller fue muy importante primero porque pude conocer nuevas personas porque no solo participamos los miembros del colectivo Kucha Suto sino también se invitaron a otras personas de la comunidad. 

El taller dejó sembradas muchas semillas de amor por la fotografía, y ellas van a ir creciendo, creciendo hasta germinar.

¿Qué te pareció la metodología de talleres?

La metodología del taller estuvo acorde a lo que la situación amerita, porque no fue el típico taller, este taller te formaba y te daba la oportunidad ahí mismo de poner en práctica lo que aprendiste. Eso enganchó totalmente a los participantes, aunque los talleres no se daban todos a la misma hora y eso puede tener desventajas, la metodología fue tan atrapadora que los chicos llegaban siempre.

Fotografía | Jeison Riascos y El Murcy 

¿Qué te parecieron los ejercicios de imaginación que se propusieron?

No había hecho algo así antes. Son ejercicios que nos permiten a nosotros como personas conectar, primero con el entorno, luego con nosotros mismos y nos da la oportunidad de imaginar y poner el cerebro a volar. Luego todo lo que tú te imagines allí, cuando ya vuelves a la realidad, puedes tratar de plasmarlo con  tu visión en una fotografía y que otros lo puedan entender.

Participantes de otros lugares cuentan lo que vieron o imaginaron en el ejercicio que solicita escuchar unos sonidos. ¿A ti qué te pasó en ese momento?

En el colectivo de comunicaciones mi papel es de sonidista, entonces yo voy a  sentir todo diferente a ellos, porque yo lo veo desde el punto de vista de quien captura el sonido.  Entonces, en ese ejercicio yo estaba buscando la posición del micrófono para entender cómo ese sonido fue capturado. Cuál era la intención que se pretendía con ese sonido, así que yo me fui por otro lado. Vicios de un imaginador y de alguien que hace sonido.

Ayahuasca Musuk

Fotografía | Jeison Riascos y El Murcy 

Ustedes en el colectivo tienen contacto constante con los mayores de la comunidad en Palenque, pero ¿qué te pareció el encuentro con ellas y ellos en el marco del taller?

A mí todo contacto con la memoria viva de San Basilio de Palenque me va a aparecer siempre mágico, un momento que hay que capturar y guardar en la memoria, que es el mejor almacenamiento que puede tener una persona. Es tan mágica que puede olvidar cosas para no estar saturada y cuando lo requiere las recuerda y te puede llevar a ese momento.

Este taller permitió que los mayores puedan hacer uso de su memoria y recordar cosas que fueron olvidadas para no cargar con tanto peso, retomarlas y contarlas a las nuevas generaciones. Esto permite que se salvaguarde este patrimonio palenquero que es de transmisión oral.

Los mayores que estuvieron en ese momento nos contaron parte de sus vivencias. Y nuevamente, yo imagino y me pongo en ese lugar, alguien invisible que no se ve pero que está en la situación tal cual pasó. 

No había tenido la oportunidad de estar en este tipo de charla con los adultos que fueron invitados para ese espacio. Estuve como uno más de los niños que estaban allí muy atentos escuchando las historias. 

Eso se daba mucho con mi papá, él nos sentaba en las noches y nos contaba historias, entonces yo escuchaba y recordaba, metiéndome en el papel de y desde la historia que nos estaban contando, viviendo todo lo que escuchaba con los demás compañeros. Fue un momento mágico.

¿Cómo sentiste a los demás participantes del taller?

Los pelados estuvieron también motivados. Cada uno hizo de la experiencia personal y eso lo pudimos ver en los dibujos que hicimos durante cada sesión, porque cada actividad conllevaba imaginar y dibujar. Esos dibujos me permitieron entrar un poco en la mente de mis compañeros. Cada quien tomó su experiencia de la mejor forma y la plasmó en el papel.

Es un taller que se debe replicar no solo en comunidades como las afro, sino también en otras comunidades que tienen historias por contar. En algunos sectores del contexto cultural de Colombia pasan cosas como el desplazamiento forzado, cambios, inundaciones. Esos momentos permiten que nos juntemos muchas personas con diferentes ideologías.

¿Recuerdas alguna imagen en particular que hiciste solo o con tus compañeros en el taller?

Tengo dos. Estábamos recreando la historia de Catalina Loango. Fuimos a fotografíar la iglesia y quisimos representar a esta señora, la madrina de Catalina, llamándola. Puse la cámara en blanco y negro y me acosté para mostrarla a ella en plano americano y que se viera la iglesia. Es una foto que se me queda en la cabeza por la forma en que está hecha y el contexto del plano.

Para la segunda estábamos recreando la historia de Guanalora, es una señora que pierde a uno de sus hijos a causa de un insecto que se le mete por la nariz. En ese momento nosotros no teníamos el insecto, pero teníamos que hacer la fotografía y recuerdo que con una planta simulamos que ese era el gongochi, como le llamamos nosotros. Esa imagen me queda porque me recuerda lo recursivos que somos quienes nos dedicamos a hacer fotografía. 

Coordinación del proyecto | Jorge Panchoaga 

Realización Audiovisual | Jorge Moreno Blanco y Rodolfo Palomino / Colectivo Kucha Suto

Edición, Montaje y Colorización |  Lina Botero y Paolo García Nigrinis 

Musicalización y Diseño Sonoro | Hernán García Nigrinis

Fotografía | Jeison Riascos y El Murcy 

Con el apoyo de AECID, el Centro de Formación de la Cooperación Española Cartagena (Colombia) el colectivo Kucha Suto y el grupo de mujeres Madremonte 

Este proyecto no se habría podido realizar sin un equipo grandioso:
Claudi Carreras, Miguel Angel Ramírez, Marcela Vallejo, Aquelarre.
Laboratorio de diseño y comunicación visual, Natalia Ines Sierra, Jahleel Shiloh, Lucía Junquera Ramos y Sebastián Hacher.