Ricardo Cases - Estudio Elemental del Levante
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Narrativas Limítrofes
España -
mayo 14, 2021

Ricardo Cases, el hombre que camina

Hizo cuatro trabajos antes de Paloma al aire (2011), que quizás fueron el sedimento para llegar hasta esa obra que Ricardo Cases editó justo al mismo tiempo que se sentía cansado, un poco frustrado. “No soy buen fotógrafo de encargo”, decía. Eso hasta que se conoció su mirada particular y le estalló el teléfono: “Hola, ¿hablo con Ricardo Cases? Soy el editor de Time Magazine”. “Le estoy llamando desde M Le Monde”. “Quiero encargarte una asignación para Magazine del Sud Deutsche Zeitung”. Se dio cuenta que podía ser un buen fotógrafo de encargo, sólo tenía que silenciar las indicaciones del afuera y escucharse.

Por cuestiones personales, Cases se trasladó a vivir a Valencia por un tiempo que dura hasta hoy. Siente que ahora sí maduró como fotógrafo, que lo suyo no son las crónicas de viajes sino su sitio. Y su sitio está en medio de un paisaje natural con tanta luz que ilumina hasta el colapso social.

Global y local: sigue editando libros con la mega editorial madrileña Dalpine con alianzas en California y Tokyo (The Ice Plant y Torch Press). Y paralelamente se compró un plotter, arma publicaciones en su living y prefiere no pasarse de las 50 copias.

Ricardo Cases – Estudio Elemental del Levante

¿Cómo seleccionas los temas que trabajas?

Es que yo pienso con fotos, soy como un esclavo de mis fotos. Mis ideas surgen de las propias imágenes. Voy por la huerta y de repente estoy haciendo fotos de un naranjo porque por la época se han caído todas las frutas pero hay tres naranjas que se han empeñado en no caerse, están riéndose de la ley de gravedad y del viento, y están podridas, casi negras, veo que cuelgan y decido fotografiarlas. ¿Por qué? Por una cuestión de luz, de color y de forma, en definitiva, porque ofrecen una foto interesante. Cuando llego a mi casa y reviso el trabajo, resulta que esta naranja seca representa lo que está pasando, que lo cuenta todo.

Mi trabajo tiene mucho que ver con la experiencia, y mi experiencia como persona es esa. No me siento en una mesa y digo: “Bueno, a ver si hablo de las injusticias que hay en el mundo”. Me encanta la gente que sí lo hace. Lua Ribeira me parece un buen ejemplo, está comprometida y es rupturista. Su manera de trabajar me gusta: va a cada lugar porque le interesa cómo lo está pasando a esa gente. También Aleix Plademunt es un fotógrafo que hace una reflexión previa a la producción de las fotos, que hace investigaciones sesudas para llegar a sus fotos, sobre las preocupaciones que tiene.

Ricardo Cases – Estudio Elemental del Levante

Pero dicen que la imagen de la crisis española está en tus fotos. ¿Detrás de tu trabajo hay una mirada social?

En mis trabajos eso aparece porque soy una persona sensible a lo que sucede, que vive en un lugar donde pasan cosas y eso afecta a qué cuento y a cómo lo cuento. Yo no hago fotos porque me plantee este asunto de la justicia social. Estudio Elemental del Levante, el libro que publiqué en septiembre, tiene un componente más político, de reflejar la decadencia de un lugar y de un modo de vida. Pero he llegado hasta ahí más que nada por una cuestión de hartazgo, por decir: “Joder, se ha ido todo a la mierda”.

¿Dónde vivís?

Me mudé a Valencia inmediatamente después de que murieran mi madre y mi mejor amigo, ocurrió al mismo tiempo. En esa situación jodida necesitaba un cambio. Me vine a dar clases a la escuela Blank Paper de Valencia. Me enamoré de Mónica, mi mujer, y ya no volví a Madrid. Encontré mi lugar. Es verdad que yo en Madrid estaba madurando como fotógrafo, y fue en la costa donde empecé a encontrar una línea de trabajo en base a este paisaje.

Ricardo Cases – Estudio Elemental del Levante

Te interesa mostrar el vínculo entre el hombre y la naturaleza…

Desde que estoy acá me interesa el asunto del capricho. La naturaleza me gusta pero no me interesa. Me interesa el paisaje modificado porque habla de quien lo habita.

Vivo en el medio del campo, mi hija va a un colegio en medio del campo. El paisaje es inacabable. Es uniforme pero una vez que te metes dentro empiezan a surgir ideas sobre cómo representarlo. Llevo diez años metido en este tipo de preocupaciones, hice cinco trabajos buscando siempre la manera adecuada para cada idea. Bueno, en realidad son diferentes estrategias para contar lo mismo.

“En realidad yo no sé ni lo que soy, y eso me gusta. Tengo absoluta libertad para trabajar y quedarme solo”.

Alguna vez dijiste que la costa es tu campo de juego. Que tú sales a jugar a un campo de juego donde puedes sentirte libre pero lo que encuentras en el camino son cosas dañadas, podridas, golpeadas.

Lo que activa mi creatividad, lo que me emociona de partida es el color, es la luz. Tengo trabajos que son como un canto a la maravilla que tengo delante. La naranja, por su forma, es puro optimismo, está llena de luz. Pero en el fondo hay una serie de síntomas que hacen que empieces a entender que hay algo que va mal. Me interesa jugar con las dos opciones.

En realidad yo no sé ni lo que soy, y eso me gusta. Tengo absoluta libertad para trabajar y quedarme solo. Porque ya sabes: tú publicas cosas y a veces te quedas más solo o quizás, de repente, tu trabajo se comparte. Pero no nos queda otra que tomar el camino de la libertad porque si no lo haces todo es una gran mentira. Y eso, tarde o temprano, canta por soleares. Cuando llegas a cierta edad te das cuenta de tus limitaciones. Puedes volverte loco, intentar emular lo que quieres ser o divertirte con tus limitaciones y tratar de encontrarte.

Ricardo Cases – Estudio Elemental del Levante

¿Por qué elegiste Valencia?

Soy de Orihuela, un pueblo interesante por muchos asuntos. Entre otras cosas es conocido porque de aquí era el poeta Miguel Hernández. Es peculiar porque es fronterizo, está entre Murcia y Alicante, dos provincias muy diferentes. Pertenece a Alicante pero culturalmente tiene mucho más que ver con Murcia. Orihuela tiene personalidad. Pivota entre diferentes culturas y paisajes que hay a lo largo de la costa. Está en el medio y tiene la virtud de disfrutar y nutrirse de los asuntos de un lado y del otro.

En Orihuela la gente ya no habla valenciano y esto es significativo. De hecho mucha gente en el pueblo está en contra de la educación en valenciano, es decir, hacen manifestaciones contundentes, es una reivindicación política y también, bajo mi punto de vista, una manipulación política. Pero creo que es estúpido negar una lengua porque es un bien cultural, y no tiene ningún sentido usarla como arma política. Hasta a Miguel Hernández se le utiliza políticamente.

Ricardo Cases – Estudio Elemental del Levante

¿Cómo llegaste a ser el periodista de la familia?

Siempre he sido un mal estudiante, un desastre académicamente. Mi colegio era conservador, religioso, y en cuanto veían un problema lo que hacían era aislarlo. Por ejemplo: en una clase ponían a todos los personajes problemáticos juntos, nos tenían controlados pero para hacer nada. Entonces mis amigos y yo -porque eran mis amigos los otros “problemas”- desde los 13 años íbamos repitiendo cursos.

Durante mi adolescencia lo único que hacía era correr, hacía atletismo. En mi pueblo hay un polideportivo ubicado en el segundo palmeral más grande de Europa. Cada día daba vueltas y vueltas sin parar, me apasionaba y me venía bien para soltar energía y centrarme. Disfrutaba de unas sensaciones diferentes, una ligereza, una libertad que guardan alguna relación con el acto de fotografiar cuando estás totalmente metido y centrado.

Cuando me di cuenta de que podía dejar mi pueblo y vivir en otro lugar pues empecé a estudiar. Me fui a estudiar periodismo a Bilbao que para mí, en ese momento, hubiera sido lo mismo que estudiar, yo que sé, Ciencias del Mar en Cádiz. Lo que yo quería ser, en realidad, era profesor de gimnasia. Pero hice las pruebas de acceso y por culpa de un balón medicinal no las pasé. Fíjate cómo es de ridícula la vida. En Bilbao estaba Vicente Paredes, un amigo fotógrafo que es de mi pueblo también. Me dijo: “Tío, yo aquí estoy encantado”. Así llegué al periodismo. Descubrí la fotografía en el laboratorio de la facultad, ese momento fue una locura máxima para mí.

Ricardo Cases – Estudio Elemental del Levante
Ricardo Cases – Estudio Elemental del Levante

¿Seguiste volviendo al palmeral?

He vuelto mucho, como fotógrafo, con mi proyecto Estudio Elemental del Levante entre otros asuntos hago un inventario de palmeras afectadas por la plaga del Picudo rojo, un escarabajo precioso que llegó a la costa española a finales de siglo con palmeras importadas de Asia por los empresarios de la construcción. La identidad de este lugar está muy marcada por todo el tiempo que estuvieron viviendo los musulmanes en la península.

Ricardo Cases – Estudio Elemental del Levante

¿Cómo recordás el día en el que descubriste el cuarto oscuro?

Esas cosas uno las va idealizando. Seguramente mi recuerdo tiene poco que ver con lo que pasó en realidad. Es verdad que entrar en un laboratorio por primera vez es excitante. Que aparezca la imagen en el papel en blanco con esta luz roja y en una cubeta con un líquido es muy bonito. La primera vez que aparece la representación de la realidad en el papel con esa luz roja, y la gente chocándose porque no ve bien… Porque cuando entras y el ojo todavía no se acostumbraba a esa luz te vas chocando con la gente. El cuarto oscuro tiene cierto morbo, también por los olores de los químicos. A mí me pareció precioso todo este asunto de la elaboración de la imagen, revelar tus propios carretes, incluso montarlos.

Ahora me acuerdo, también, del primer viaje en el que me propuse hacer un reportaje. Mi amigo Koldo me dijo: “Me voy a Moscú a pasar unas navidades, ¿te vienes conmigo?”. Le dije: “No tengo pasta”. Él me invitó. Me compré una lata de TRI-X, me acuerdo que para medir el rollo de película de 36 fotos estiraba en el cuarto oscuro los dos brazos y me daba la medida. Ahora estoy otra vez disfrutando muchísimo de ese asunto. Es decir, de la autonomía del fotógrafo a todos los niveles, de no depender de nadie para nada.

Desde que compré un plotter y desde que conocí a Angel Alvarez, un diseñador gráfico con el que trabajo intensamente, casi cada día. Me parece muy estimulante este grado de libertad, de funcionar sin limitaciones desde la idea hasta la foto colgada en la pared o publicada en un libro. Tengo una suerte tremenda por poder publicar con la editorial Dalpine, porque sus responsables son antes mis amigos que mis editores, al igual que me pasaba con Blank Paper o con Ángel. Creo que trabajar con este grado de confianza y de amistad facilita mucho las cosas.

Ayahuasca Musuk
Ricardo Cases – Paloma al aire

Hay algo interesante en la autogestión que tiene que ver con la época y con trabajar con tu historia. ¿Pero en qué momento elegiste seguir el camino tradicional, entrar a un periódico y trabajar de fotógrafo?

Por una cuestión de la vida, como que eliges una piragua y la piragua también va yendo por un cauce del río. Lo que venía después en el río era trabajar en un periódico. Me empeñé en hacer eso hasta que lo conseguí. Pero la vida es complicada, antes de eso hice muchísimas cosas con la fotografía. Yo voy haciendo y trato de aprender de todo. Entonces hice todo tipo de encargos y todo lo que se me ocurrió. Pero lo que tenía en la cabeza era trabajar en un diario. Lo tenía idealizado. Pero no me atraía el fotoperiodismo de guerra o los grandes reportajes de viajes. Me atraía la idea de reportajear lo cercano, de contar las cosas del lugar donde vivo. Con lo de Moscú me di cuenta de que no me iba mucho lo de viajar.

Claro que conocer cualquier país lejano te pone la cabeza del revés, lo exótico siempre resulta estimulante pero a la vez lo veo tramposo porque lo miras todo con la ingenuidad de un niño, sin conocer bien por donde andas, sin acabar de entender las situaciones. A mi me pasa que tengo la sensación de mantenerme en la superficie.

Considero interesante hacer el esfuerzo de tener el mismo estímulo en tu propia calle porque el resultado, al menos en mi caso, es más interesante. Para mí es más sensato hablar de lo que tengo enfrente antes que hablar de lo que pasa al otro lado del planeta.

Ricardo Cases – Paloma al aire

Ricardo Cases – Paloma al aire

Lograste entrar a El Mundo. ¿Cómo fue?

Creo que no he sido tan feliz en mi vida. Entre los 20 y los 30 años todo el rato es cosa nueva, intentas hacerlo bien, aprender con humildad, ir como con una linterna en una noche cerrada, intentar averiguar.

En ese momento, en España había dos periódicos importantes, El País y El Mundo. Fui a uno como podría haber ido al otro, sin ningún contacto. Pregunté por el jefe de fotografía y el portero ya me puso en mi sitio: “Perdona, ya la estás cagando porque es una jefa de fotografía, se llama Begoña Rivas”. La llamó y me dijo que subiera a su mesa. Fui con un portfolio, me dijo: “No te voy a engañar, tu trabajo está bien pero lo que me interesa es alguien que venga con una cámara digital porque estoy tratando de convencer a los fotógrafos de plantilla y a los colaboradores que se cambien a lo digital y me está costando… Si tú entras ya con una cámara digital tienes mucho ganado”.

Conforme salí de esa reunión me fui corriendo a intentar reunir este dinero. Compré una cámara digital de segunda mano en una tienda de Madrid. Volví a la redacción, me dio una oportunidad y me salió bien. Trabajé con ellos diez años. Luego cambió la jefa y pasé al dominical de El Mundo (Magazine), trabajé con Chema Conesa, el gran fotógrafo editorial de nuestro país. Para mí fue un faro. Chema era buen fotógrafo y una maravillosa persona, siempre dispuesto a enseñarte cosas, a comentar tus fotos. Traté de emularlo pero lo que me salía era un churro. No tiene sentido hablar mal de mí, pero sentía que no era un buen fotógrafo de encargo. El caso es que me funcionaba profesionalmente, a la revista le gustaba pero yo siempre tenía la sensación de no encontrar la fórmula. Mientras tanto aprendía continuamente, sin darme cuenta iba formando mi ojo, la manera de tratar a la gente que fotografiaba, el equipo que necesitaba para llegar a un resultado, etc…

Ricardo Cases – Paloma al aire

Un punto de inflexión importante fue en el 2011, cuando publiqué Paloma al aire. Ese año recibí las llamadas de Paul Moakley, editor de Time Magazine, de Ralf Zimmermann, editor de Magazine del Sur Deutsche Zeitung y más tarde de Lucy Conticello, editora de M Le Monde. Estas personas de repente me pedían que hiciera un trabajo de encargo partiendo de Paloma al aire. Por primera vez en mi vida no tenía que tener cintura ni modificar mi fotografía sino que podía aplicar mi manera de entender la imagen a las temáticas que me proponían. Me di cuenta de que sí podía ser un buen fotógrafo de encargo, pero quizás hasta entonces lo había hecho mal.

A partir de ahí profesionalmente cambié mucho. Empecé a disfrutar, empecé a arriesgar. Hasta que me pasé de frenada en algunos encargos: llegaba a enfrentarme a estos retos como si fueran trabajos míos y esto provocó algún malentendido porque resulta difícil modular esto.

Ricardo Cases – Paloma al aire

¿Cómo llegaste al fotoreportaje? ¿Fue un salto o un proceso?

Hubo un punto de inflexión. La verdadera escuela la encuentro en 2005, cuando me cruzo con el colectivo Blank Paper. Eran seis fotógrafos que se habían formado en una escuela de arte. Ahí está el choque: alguien que se forma como fotoperiodista y que trabaja como fotoperiodista se encuentra con seis chavales que no tienen nada que ver con esa formación pero que lo saben todo de la historia de la fotografía. Ellos habían tenido como profesor a Manuel Santos, gran docente y comisario que los envenenó primero a ellos, los formó como es debido y tan bien lo hizo que acabaron montando un colectivo y trabajando como locos. Los buenos profesores consiguen esas cosas, que la amistad trascienda la escuela. Cuando vi lo que hacían sentí: “Yo quiero ser vosotros, voy a hacer lo que haga falta para pertenecer a esta pandilla”. Se asustaron un poco pero me aceptaron.

A ellos los conozco en 2005. Paloma al aire se publica el 2011. Antes publiqué La caza del lobo congelado y Belleza de barrio. También hice la maqueta y la exposición La ciudad que soy. Yo trabajo mucho, me gusta hacer fotos con asiduidad. Necesito generar cosas pequeñas y grandes continuamente.

Ricardo Cases – Paloma al aire
El otro día, con unos colegas hablábamos de las diferentes maneras de plantearse la fotografía. Yo trato de ser honesto porque soy un fotógrafo que para empezar no hace una investigación de ningún tipo, ni me gusta ni me siento capaz. Mi trabajo, mis libros, son respuestas puramente emocionales. Si hoy me enfrento de manera absolutamente emocional a este paisaje como vecino que sufre determinadas situaciones y ve cómo todo se va a la mierda, entonces tu manera de fotografiar no va a ser la misma. La parte racional de mis fotografías siempre tiene que ver con la última parte del proceso de elaboración. Nunca antes. Siento que tener un planteamiento previo cerrado boicotea mi creatividad.
Ricardo Cases – Paloma al aire
Ricardo Cases – Paloma al aire
Contabas que compraste un plotter, y que fuiste construyendo un vínculo con el mundo de la fotografía como un espacio de libertad más autogestionada. Tenés tu lugar en la industria -publicás, hacés muestras- y reivindicás el placer de poder poder controlar todo el proceso de producción. ¿Cómo es eso?

Me gusta participar de las dos cuestiones, es decir, de los dos usos de la foto. Me encanta publicar con Dalpine, la editorial con la que trabajo desde hace ya mucho tiempo, tiene el perfil de editorial con la que yo quiero trabajar y de hecho tengo un compromiso con ella. Me encanta hacer libros con grandes tiradas y distribuirlos para poder llegar a la mayor cantidad de gente posible. Mi último libro ha sido una coedición con gente de otros continentes, con una editorial japonesa y otra californiana.

Ricardo Cases – Paloma al aire
Ricardo Cases – Paloma al aire
En paralelo a eso tengo una impresora A2 donde continuamente estoy trasteando y haciéndome fanzines en publicaciones más cortas que no son tan ambiciosas en cuanto a llegar a un número de personas. He descubierto que hay gente interesada en este tipo de publicaciones. Me interesa tanto estar en ferias como Paris Photo como en ferias de autoedición como Tenderete en Valencia. Hago tiradas de 25 copias, de 50 copias. Hasta ahora las voy ofreciendo en una plataforma muy peculiar que se llama Todo Colección pero pronto estarán a la venta en una nueva web que estamos haciendo.
Ayahuasca Musuk
Ricardo Cases – Paloma al aire

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