Entrevistas
Aquelarre
Colombia -
mayo 17, 2022

Aquelarre: diseño más allá del diseño

Popayán es una de las ciudades más antiguas de Colombia. Entre otras cosas, es reconocida por la celebración tradicional católica de la Semana Santa. En 2014, la alcaldía de la ciudad emitió un decreto en el que prohibía “espectáculos de tipo profano” durante esa celebración religiosa, al considerarlos irrespetuosos de la tradición. Sí, eso sucedía en un país laico en pleno siglo XXI. Ante esta situación: Alexa Muñoz de la Hoz, Mónica Quevedo Hernandez, Natalia Fernandez Hormiga y Olga Benavides, en ese momento estudiantes de diseño gráfico decidieron unirse para crear accesorios, elementos de decoración y otras cosas con temáticas explícitamente profanas. Llamaron a este encuentro Aquelarre.

Han pasado siete años y el Aquelarre sigue vivo, ahora como un laboratorio de diseño, que pronto también será llamado de feminista, así: Aquelarre. Laboratorio de diseño feminista. En todos estos años, las cuatro vivieron sendas transformaciones: se graduaron de la universidad, pasaron de hacer accesorios a crear, diseñar y acompañar procesos pedagógicos asociados a la educación sexual, el enfoque de género y los debates feministas.
Las brujas de Aquelarre fueron las ilustradoras de todo el material pedagógico que acompaña nuestro proyecto Imaginar el fuego de la memoria. La semana pasada, vimos también sus ilustraciones luciéndose en el Centro de Formación de la AECID en Cartagena. En esta entrevista, nos cuentan un poco de su trayectoria.

Iniciaron un trabajo en conjunto como respuesta a aquella ordenanza del 2014 en Popayán. ¿En qué momento y cómo se consolidaron como colectivo?

Olga: pasaron dos cosas: la primera fue que empezamos a construir espacios de creación colectiva, tanto entre nosotras como con otras personas. Así, por ejemplo, hicimos un concurso de cuento corto del cual salió una publicación llamada La hora muerta. La segunda cosa es que continuamos nuestra formación académica y empezamos a relacionarnos con teoría crítica, especialmente el feminismo y el género. En ese caso nuestro primer acercamiento fue con un proyecto que ya tenía un prototipo, Anatomía de un sujeto andante. Ahí ya empezamos a indagar el devenir de la sexualidad, jugando con el formato del texto.

Nata: además, con Alexa veníamos con un proyecto llamado Trans-figura, con trabajadoras sexuales del barrio Bolívar generando espacios de discusión y creación colaborativa, buscando la reivindicación de los derechos de ellas. Nosotras veníamos de la movilización estudiantil y habíamos aprendido que el diseño podía  hacer parte de todos los procesos que se desarrollan en el territorio. Con esos proyectos nos dimos cuenta de que el diseño nos permitía planear y generar espacios. Es decir, no pensar solo en la pieza final, sino que con todo el proceso logramos dinamizar algo más grande y potente: un proceso social.

Alexa: nosotras íbamos haciendo todo eso y conversando mucho, pero no nos habíamos detenido a pensar que eso podía ser Aquelarre. En el 2017 tuvimos una conversación y nos dimos cuenta de que teníamos preguntas en común sobre ciertas cosas. Entre las cuatro hicimos dos proyectos de grado que coinciden en que son diseños de materiales educativos para hablar de género y sexualidad. Ahí nos dimos cuenta de que además para las 4 eso tenía un propósito político y que nosotras teníamos las habilidades para lograrlo. Ahí, paramos la producción de accesorios relacionados con cosas de brujas y decidimos pensar en crear nuestro laboratorio de diseño en el que desarrollamos tanto nuestros proyectos de materiales educativos y ofrecemos servicios de diseño. 

Es muy interesante ese abordaje político del diseño. Arturo Escobar hace una crítica al diseño únicamente instrumental en Autonomía y diseño  y propone salir de ese lugar para que se piense eso su autonomía y su potencial político.

Alexa: es difícil salir de ese lugar porque la historia del diseño ha estado asociada a procesos de industrialización y al capitalismo. Pero creo que nuestra apuesta política por generar contenido nos permite crear otras formas de relacionarnos en los procesos creativos. Por ejemplo, cuando nos llaman a trabajar procuramos tener voces críticas dentro de los proyectos hacia lo que nosotras hacemos, nos proponemos como parte de los equipos. No pensamos en las personas como clientes, a menos que se trate de encargos muy técnicos. Nosotras pensamos en esas personas como cómplices o aliados en procesos de creación e investigación. 

Mónica: en ese sentido es importante decir de dónde venimos, la escuela de Unicauca propone un diseño que piense el contexto, que reconozca que estamos situadas y en este caso en el Cauca. Para nosotras esas son preguntas esenciales: cuál es el papel del diseño en la sociedad y qué estamos aportando nosotras desde ahí. Por eso nos enunciamos como laboratorio, porque Aquelarre es un espacio de creación y experimentación conjunta en el que no solo materializamos ideas con otres, sino que también seguimos trabajando en nuestros proyectos que responden a preguntas que nos atraviesan como mujeres.

Se repite bastante la idea de la creación colaborativa. ¿Es ese el enfoque?

Natalia: para nosotras es bien importante porque entendemos que lo que hacemos, no lo hacemos  las cuatro solas. Sino que tejemos unas redes que son súper importantes. Por ello consideramos que la interdisciplinariedad y el diálogo son conceptos claves a la hora de construir. Nosotras somos conscientes de los límites de nuestra disciplina, pero creemos que no son una desventaja sino una posibilidad para trabajar con otres. 

¿Por qué el énfasis en los procesos pedagógicos?

Natalia: para mí fue muy importante la movilización estudiantil del 2011 porque ahí entendí que el diseño no era solo lo que yo estaba pensando en ese momento. Me di cuenta de todo su potencial comunicativo y político. Ahí entendí la importancia de la educación. Nosotras, además, somos hijas de docentes y en nuestras casas el discurso es que si nos educamos podemos avanzar, movilizarnos.

En esa movilización la lucha era para que gente como nosotras pudiera estudiar, gente que sin la universidad pública no habría podido estudiar. Con la educación podemos transformar la realidad.  

Creemos que es importante crear elementos que nos permitan aprender, dudar, debatir y dialogar y eso se puede hacer desde la pedagogía.

Olga: la educación también nos acerca a una mirada crítica del mundo. Así pudimos darnos cuenta de que el mundo no está quieto, sino que existen verdades posicionadas a través de discursos de poder, que se han establecido mediante fuerzas hegemónicas que tienen las herramientas para mantenerse en ese lugar. Yo me siento reconocida con los procesos de aprendizaje al entender que entre el aprendizaje y la narrativa, logro llegar a ejercicios de dudar y así podemos generar procesos de resistencia.

¿Por qué eligieron la ilustración?

Natalia: sentimos que con la ilustración se pueden construir otros mundos, en los dibujos todo es posible.

Alexa: nosotras hemos aprendido a ilustrar juntas. A nosotras no nos interesa decir que este libro es de Olga y este es de Mónica sino que hay un sentido de la propiedad colectiva.  La ilustración nos ha brindado también una herramienta de cocreación. Y en este momento somos reconocidas por hacer ilustración y por hablar de ciertos temas. 

Mónica: la ilustración es algo que conmueve, que despierta emociones y sale de la idea de lo realista que puede tener otro tipo de creación de imágenes.

Pronto el nombre será Laboratorio de diseño feminista, ¿qué implica esto?

Nata: Yo creo que es una postura política. Es como una nueva capa que llega, digamos, uno va creciendo en capas como la tierra. Ahorita estamos mucho más conscientes y centradas en la búsqueda de trabajar desde esa perspectiva queremos pensarnos desde el feminismo. Y eso va a determinar la forma en que abordemos las investigaciones, las fuentes, la información, las técnicas, los formatos. 

Alexa: pero además nos ayuda a pensar las prácticas entre nosotras, que además de colegas somos amigas. Ahí es donde el feminismo se ha materializado. Cuando decidimos a qué le vamos a apostar nos preguntamos qué está pasando en nuestra vida. Trabajar en Aquelarre es sí o sí un trabajo íntimo, nos conocemos en muchas facetas y eso hace que prioricemos el cuidado, sin romantizar. 

Olga: el feminismo es un ejercicio transversal, nos pone en la dinámica de relacionarnos desde la idea de que las personas con quienes interactuamos tienen miradas válidas del mundo. Implica un ejercicio de escucha activo frente a nosotras mismas y frente a las personas con quienes hacemos proyectos. Es decir, está ligado a las formas del trabajo y a la responsabilidad de cumplir con los acuerdos que hemos hecho.