Entrevistas
Irene Avramelos
Brasil -
julio 14, 2023

Arte como crimen, crimen como arte

La pixação, escrita con «x», surgió como un movimiento entre jóvenes de las periferias de São Paulo que desafían a la policía escribiendo sus nombres con tinta negra en los muros y rascacielos del centro de la ciudad. Irene Avramelos, firma Eneri, artista plástica y pixadora, es una de las jóvenes que incorporan la evolución por la cual pasó el movimiento desde el comienzo en la década de 1980. Su esencia, dice, sigue estando «en lo ilegal, en la transgresión».

Por Miguel Vilela

El acto de escribir en muros con pintura negra, en portugués la pichação, escrita con ‘ch’, probablemente existe desde hace siglos, desde que hay pinturas y hay muros. Pero el pixo, escrito con ‘x’, surgió en un tiempo y lugar específicos: durante los años 1980 en la ciudad de São Paulo. Lo que comenzó como un pasatiempo despreocupado de firmar el propio nombre con tinta negra en paredes dispersas por los barrios, con letras estilizadas e inspiradas en los logotipos de bandas de rock como Iron Maiden y Kiss, pronto escaló los rascacielos, se apoderó de toda la ciudad y se convirtió en un movimiento. Hoy en día es imposible pasar por São Paulo sin darse cuenta.

Considerado un delito ambiental en Brasil, sujeto a penas de tres meses a un año de cárcel y multa, el pixo es un «desarrollo expresivo realizado en su mayoría por jóvenes de las periferias, y funciona como la voz de los sin voz, el grito mudo de los invisibles, bramido pintado, correr existencial, identidad», según afirma en su manifiesto Cripta Djan, pixador pionero en el arte de la escalada, la modalidad en la que se arriesga la vida subiendo por los edificios de cornisa en cornisa, sin equipo de seguridad, para dejar sus nombres lo más alto posible.

En la década de 2000, el pixo ingresó, a la fuerza, a las galerías de arte. La 28ª Bienal de Arte de São Paulo, celebrada en 2008, quedó marcada por la invasión de 40 pixadores que garabatearon parte del segundo piso del pabellón de exposiciones, cuyas paredes blancas no contenían obras porque los curadores proponían discutir el vacío en el arte. En un principio, la Bienal lamentó y repudió lo ocurrido, pero en su siguiente edición, en 2010, invitó al grupo a exponer. En 2012, llegaron a la Bienal de Berlín, no sin polémica: pintaron una iglesia histórica y arrojaron una lata de pintura al curador cuando intentó disuadirlos.

Hace poco, el pixo también apareció en la pantalla de cine: la invasión de la Bienal inspiró el guión de la película de ficción Urubus, producida por Fernando Meirelles, aclamado director de Ciudad de Dios.

La joven pixadora Irene Avramelos es resultado de esta evolución por la cual ha pasado el pixo en las últimas décadas. Se sustenta económicamente produciendo obras de arte que representan la estética consagrada en los muros, pero continúa arriesgando su vida porque, para ella, «la esencia del pixo está en lo ilegal, en la transgresión, en la calle». Su firma, Eneri, Irene al revés, puede ser vista por toda la ciudad de São Paulo.

En esta entrevista realizada en portugués, ella habla sobre cómo es ser una mujer pixadora que intenta reclamar presencia y reconocimiento en la mayor metrópolis del Hemisferio Sur.

Ayahuasca Musuk

Foto de Zane Meyer (Chop ‘em Down Films)

Como mujer, el espacio urbano para nosotras, especialmente por la noche, está muy negado. Estar en la calle de noche, sola, se considera muy peligroso. Hubo policías que me abordaron porque era un objetivo fácil, medio que despreciándome por ser mujer y estar en la calle.

¿Por qué comenzaste a pixar y cuál es el mensaje que quieres transmitir?

Fue bastante casualidad. En mi adolescencia, empecé a frecuentar algunos eventos: bailes de funk, batallas de rap, algunos eventos de la escena de reggae de São Paulo, como sound systems, y en medio de eso descubrí el punto de pixação en el centro.

Es un lugar llamado Poente, donde los pixadores se encontraban. Había esta actividad de la gente firmando hojas. Y así, pude ver el movimiento como algo colectivo.

Ya había visto mucha pixação en São Paulo, y creo que todo el mundo se da cuenta de eso en la ciudad, pero no podía entender el motivo detrás de ello. En el punto, empecé a tener contacto con la gente que ya lo hacía, y comencé a entenderlo. Me parecía muy interesante caminar por la ciudad y sentir la presencia de algunos de mis compañeros. 

Comencé a hacerlo más por curiosidad, pero se convirtió prácticamente en una adicción. Tenía que ser así, ¿no? Después de mi primer encuentro con la policía, intenté dejarlo, pero luego, cuando me di cuenta, ya estaba en la calle nuevamente. Al principio, no sabía muy bien por qué. Creo que era una necesidad de querer expresarme, vivir la ciudad. La pixação termina haciéndonos experimentar lugares a los que no iríamos si no fuera para expandir el movimiento. Terminamos viviendo diferentes escenarios, estudiando la ciudad, revisando la arquitectura.

Foto de VG

Ricardo Cases – Estudio Elemental del Levante

Fotos de André Fellp

Pero hoy en día entiendo bien las razones por las que lo hago. Como mujer, el espacio urbano para nosotras, especialmente por la noche, está muy negado. Estar en la calle de noche, sola, se considera muy peligroso. Hubo policías que me abordaron porque era un objetivo fácil, medio que despreciándome por ser mujer y estar en la calle.

También me pregunto cuáles son los límites del arte, cuáles son los límites de la libertad de expresión, por qué tiene que limitarse solo a los lugares establecidos. También pienso mucho en la cuestión de la contaminación de la ciudad, porque la pixação no es bien contaminación. Es una contaminación solo visual, estética, pero molesta mucho más que la verdadera contaminación. A veces parece que lo que los ojos no ven, el corazón no lo siente, ¿sabes?

Y la pixação rompe con eso, mostrando que aquí seguimos en una colonización hasta el día de hoy. Están explotando la ciudad de diversas formas, y el propio entorno urbano ya es una gran agresión al medio ambiente.

Hoy en día me gusta la pixação porque es algo que logra abordar varios temas en una sola acción, en una sola cosa.

¿Tú, o el movimiento del pixo, defienden que debería ser legalizado?

No, porque precisamente esa transgresión es la esencia del pixo. Si lo legalizas, lo regulas y será necesario establecer previamente en qué lugares se puede realizar eso. Y no queremos regulación porque no queremos la domesticación del pixo. Yo trabajo con algunas cosas por encargo, pero entiendo muy bien que eso es una representación de la estética del pixo, mientras que la esencia del pixo siempre estará en la ilegalidad, la transgresión, la calle.

Foto de Carla Arakaki

Foto de VG

Me pregunto cuáles son los límites del arte, cuáles son los límites de la libertad de expresión, por qué tiene que limitarse solo a los lugares establecidos. También pienso en la cuestión de la contaminación. Porque la pixação es una contaminación solo visual, estética, pero molesta mucho más que la verdadera contaminación. La pixação muestra que seguimos en una colonización hasta el día de hoy. Están explotando la ciudad, y el propio entorno urbano ya es una gran agresión al medio ambiente.

¿Consideras más peligroso pixar lugares bajos que lugares altos?

Creo que es un poco loco cómo tendemos a ver las cosas desde nuestra propia realidad. Cuando estoy con personas que pixan, siempre están mirando hacia arriba, buscando posibilidades, buscando encajes, buscando vías.

He pasado momentos en los que estaba haciendo pixação en un lugar alto, hicimos un ruido y había una persona pasando debajo. Miramos con un poco de miedo, temiendo que esa persona tuviera la intuición de mirar hacia arriba.

Pero nos damos cuenta de que las personas solo miran a la altura de sus ojos. No piensan en la posibilidad de que el ruido venga desde fuera de la dimensión en la que están mirando.

Cuando estás a nivel de la calle, eres más vulnerable porque tienes que dar la espalda en un lugar donde cualquier persona que está caminando te verá y podría confrontarte, como ya me ha pasado algunas veces.

Pero cuando estás en un lugar alto, muchas veces estás protegido. Incluso la relación con la policía termina siendo más fácil. Hubo situaciones en las que sabía que no podrían subir donde estábamos. Una vez estábamos en un balcón y llegó un momento en el que los policías decidieron marcharse y se fueron. Pudimos terminar y bajar sin problemas. Así que hay un poco de protección debido a que es un lugar menos accesible.

Foto de Carla Arakaki

Foto de VG

Foto de Tomarera

¿Por qué firmas como Eneri?

Comencé firmando mi nombre Irene con la intención de ser llamada para un grupo de pixo. Pero conviviendo con los pixadores, me di cuenta de que a menudo había peleas entre las personas del grupo, casi una competencia interna entre ellas.

Así que dejé de preocuparme y comencé a hacer Irene también en el pixo. Pero la primera vez que firmé un proceso en una comisaría, los policías me reprendieron, diciendo que iban a investigar, que podían leer lo que estaba escrito y que me buscarían en las redes sociales, ya que estaba poniendo mi nombre en la pared.

Entonces intenté poner mi nombre al revés, pensando que podría evadir algo. Pero a partir de ahí también empecé a aceptar más mi nombre, porque tenía cierta vergüenza por ser un nombre más antiguo. Investigué y descubrí que Irene significa paz.

Así que me di cuenta de que Eneri tenía mucho que ver con esa relación del pixo con la ciudad, siendo el resultado de este mundo caótico de la metrópolis que es São Paulo. A partir de eso profundicé un poco más y desarrollé un concepto.

¿Puedes hablar un poco sobre la ética del pixo? Por ejemplo, sé que no es bien visto pixar sobre una pixação de otro.

No es solo que no sea bien visto, es peor, es un tema que genera muchos problemas. Mi primer contacto con el pixo como movimiento fue en el punto de pixo, pero hubo una primera vez que estaba jugando con un amigo y fui a hacer algo en la pared.

Comencé a hacerlo sin mirar bien lo que había detrás del muro. Y él lo vio y se desesperó. Empezó a decir: «Oye, estás loca, lo hiciste encima de los pixos de otras personas. ¿Crees que esa persona estará feliz de que llegues aquí y pases tu letra encima de la suya?»

También me desesperé, no sabía qué hacer. Entonces hicimos una flecha y escribimos «Perdón», disculpándonos. Cuando tuve contacto con el movimiento del pixo, me di cuenta de lo serio que es. Ha habido peleas e incluso muertes por esto.

Hoy en día está un poco más tranquilo porque todos los que comienzan ya entienden esto. Es algo a lo que debes prestar mucha atención. Incluso si el pixo está muy borrado, si pasas por encima, pueden venir a cobrarte.

Creo que eso es interesante porque preserva mucho la historia de los lugares. Hay paredes conservadas desde las décadas de 1980 y 1990. Esa también es una de las principales razones por las que la escalada es tan fuerte aquí. Acompaña la verticalización de la ciudad, pero además, los pisos inferiores están tan saturados que las personas se ven obligadas a escalar cada vez más alto para conseguir nuevos espacios.

Etiquetas
arte urbana  /  calles  /  Miguel Vilela  /  pixação  /  pixo  /  São Paulo
Puede interesarte: