Visualidades
Bruno Morais
Brasil -
septiembre 24, 2020

Brasil: drogas en la playa donde ya no quedan turistas

Apoyadas sobre una mesa, unas manos morenas se mueven al ritmo de una voz que habla en portugués. Hay un celular viejo, tres balas, una lata de gaseosa, unos paquetes enigmáticos, un vaso y un revólver: “El crimen es algo que está mal pero que necesitas hacer bien”, dice un hombre con voz suave. 

Sabemos que todo sucede en Brasil, en la muy turística playa de Itacaré, en Bahía. Pero en el work in progress de Bruno Morais no hay señas particulares que revelen la identidad. “No le voy a mostrar la cara a nadie, así que busco imágenes que ilustren un poco lo que dice la gente sobre su relación con la cocaína”, asegura el director del proyecto en progreso Vida de Cão

Morais es un fotógrafo brasilero que se formó en la Escuela de Fotógrafos Populares, en el complejo de favelas da Maré, en Rio de Janeiro. Su proyecto –comisionado por la plataforma Drogas-Políticas- Violencias– intenta retratar las entrañas de un paraíso en tiempos de pandemia y preguntarse cómo es que “cuando la sociedad excluye, el crimen abraza”. En la voz en off del hombre que habla frente a las balas en el trailer se escucha: “Usar o vender drogas no debería hacerte un marginal”. 

Además de filmar, Morais toma fotografías y graba en audio testimonios de usuarios de cocaína: un maestro, un trabajador del petróleo, una mujer, un pescador. “Me interesa escuchar, pensar una perspectiva descriminalizante y entender por qué tuvieron oportunidades cortadas, si quieren seguir toda la vida ahí o si quieren salir, qué es lo que entienden del país, de la pandemia, qué piensan del coronavirus”, cuenta.  

Vida de Cão – Work in Progress 

¿Cómo fue bucear en el “lado b” de la ciudad, en medio del avance del Covid-19?

Itacaré tiene una faceta en la que todo es marketing: un super paraíso natural en donde hay playas y surfistas. Pero existe también otra cara, territorios en disputa y problemas de todo tipo en relación con las drogas. El proyecto empezó para entender el impacto de la pandemia en la agenda de la cocaína. Un chico lo cuenta en una entrevista: la circulación de gente bajó, no hay turistas, los bares estaban cerrados hasta hace una semana o dos, hay poca gente por la noche en la calle y los negocios narcos están arruinados.  

¿Cómo fue el desarrollo de la investigación? 

Voy a un bar donde se reúnen los pescadores y hablo con ellos. De hecho, finalmente me hice amigo de varios. Por ejemplo, hay una comunidad de pescadores a la que es imposible acceder hasta que te involucras, los conoces y te empiezan a tener confianza. Eso es un poco lo que hago. 

¿Qué te llevas de esos diálogos?

De joven tuve una relación muy intensa con la cocaína. El documental está siendo una especie de aprendizaje para mirar nuevamente mi pasado, entender por qué y cómo salí del ambiente, por qué no me quedé. Al mismo tiempo que me hablan de sus adicciones también me están enseñando sobre mi propia vida. Todas las personas me dicen que es una oportunidad increíble poder hablar de sus vicios. Me han dicho «escucharme hablando de esto fue la mejor cosa que me pasó». Hablar es terapéutico.  

Trabajas mucho en tu obra desde las metáforas.

En las entrevistas me dijeron que los que ganan plata son los terratenientes, los diputados, la policía y que ellos son los pequeñitos. Por eso usé entonces la metáfora de las hormigas que toman los dulces que se usan para decorar la torta. Están allí arriba entre la grana de colores, pero la verdadera torta está debajo. Ellos están trabajando casi como esclavos. No quiero construir una imagen criminalizante del tráfico ni del usuario de drogas. Creo que esto es muy importante: no me gustaría que estas personas salieran en el proyecto como criminales. 

¿A qué apunta la imagen de la jaula sobre el agua que corre? 

La jaula refleja el tratamiento del consumo y el tráfico de drogas desde una perspectiva criminalizante: es como intentar atrapar agua, es casi imposible. Llenas la jaula de gente pobre y negra pero el problema no va a cambiar nada. Ni la cantidad de gente inocente que muere ni de chicos que podrían estar viviendo otra situación. Hay una situación criminalizante que no tiene sentido y quise crear una metáfora sobre cómo este tipo de abordaje fracasa. 

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