Entrevistas
Erika Larsen
Estados Unidos -
enero 15, 2021

De la Amazonía al Ártico, en busca de la naturaleza que me habita

“Hay personas que tienen la posibilidad de traducir la naturaleza con su idioma. No solamente con sus costumbres y cuerpos sino con su lengua, no solo con la directa sino con la metafórica”, dice la fotógrafa Erika Larsen. Rastrear esa conexión es la búsqueda de su vida. Lo hace cámara en mano y absolutamente guiada por sus emociones, que la llevan a explorar desde el espíritu de un bosque, hasta la particular luminosidad que se produce entre los árboles cuando aparece un animal, o los sonidos por los que se guía un cazador. Después de muchos años viviendo entre la selva y el Ártico, sus imágenes parecen hablar ese lenguaje secreto de la naturaleza.

Cuando tenía alrededor de diez años, tuvo en sus manos una fotografía que había tomado su papá. Era de Saturno y eso la impresionó. Le pareció una locura que ese planeta fuera tan lejano y, a la vez, estuviera conformado por la misma química que nosotros mismos. Tal vez ahí comenzó la noción holística que Erika sostiene sobre la humanidad, la naturaleza y la vida. Cuando se dio cuenta de que ese sentimiento era posible gracias a una foto, entendió que la fotografía era una herramienta que le ayudaría a entender quiénes somos.

Nació en Estados Unidos pero vivió en varias partes del mundo, siempre en la búsqueda de vínculos intensos entre los humanos y la naturaleza. Entre 2001 y 2006 produjo La caza, un trabajo en el que descubrió que la calma que rodea a los cazadores tiene que ver con que están escuchando la tierra y comunicándose con los animales. Desde 2007 a 2011 vivió gran parte del tiempo con la comunidad Sámi, un pueblo en el Ártico escandinavo. Convivió con una familia, los acompañó en sus jornadas de caza y en sus actividades cotidianas: observar a los animales, cocinarlos, separar sus pieles. Así hizo su serie Caminando con renos.

Erika también hizo múltiples reportajes para National Geographic y sus fotografías se han expuesto a lo largo y ancho del mundo. En una de las series (Mujeres de impacto) retrató a una amplia diversidad de protagonistas, desde la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos Nancy Pelosi hasta la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, pasando por la activista por el clima Tara Houska y la presidenta del Banco Central Europeo Christine Lagarde. La mujeres siempre fueron un tema. Gracias a tomar fotos de su abuela, por ejemplo, descubrió que la fotografía es una forma de romper el tiempo, un modo de entender el mundo. 

Family, 2000-2005

¿Se puede definir tu trabajo como una búsqueda por contar el modo en que hombres y mujeres nos relacionamos con la naturaleza?

Para mí, es un camino de toda mi vida, desde niña. Yo pienso que nosotros estamos en un camino para recorrer nuestro “who are we” (quiénes somos). Yo estoy en un camino para recordar esto. Por un lado, es muy fácil y por otro es bien profundo. Siempre mantengo esta memoria y este sentimiento: mi alma, mi corazón, mi piel, nosotros somos la naturaleza. No son cosas diferentes, no es “abajo” o “arriba”, la naturaleza es lo que somos.

Es una oración fácil pero recordar esto implica un camino de toda la vida. Cuando cuento historias siempre estoy enfocada en personas que tienen una relación bien fuerte con la naturaleza porque ellos me ayudan mucho para entender y traducir su memoria. Yo creo que nosotros estamos en una red bien grande, conectados con todas las otras personas en el mundo. Cada persona tiene su propia memoria, su propio trabajo para recordar quiénes somos. Cada persona tiene una parte especial de esta memoria. Cuando aprendo sobre la cultura de alguien, me están ayudando a entender la gran imagen de quiénes somos. Desde los seis años tengo esta pregunta y tengo claro que la señal está en la tierra. La pregunta es: quién soy yo en relación a nuestra historia colectiva. 

Family, 2000-2005

The Hunt, 2001-2005

¿Cuándo descubriste que la fotografía podía ser una buena herramienta para esta búsqueda?

Quizá cuando tenía once años, aproximadamente. Vi una foto del planeta de Saturno que había tomado mi papá. Tuve esa foto en mi mano. Cuando vi ese planeta pensé ‘¡qué loco!’ porque es bien lejos y es otro mundo pero sentí que ese planeta era también yo: tengo la misma química que el planeta, es parte de mí. Pero, ¿por qué tuve ese sentimiento? ¡Ah! ¡Por la foto! Entonces entendí que la fotografía también era una herramienta para ayudarnos a recordar. La fotografía es recordar quiénes somos.

Estudié fotografía en mi pueblo, cerca de mi casa y asistí a la Universidad de fotografía. Cuando tenía 21 ó 22 años fue la primera vez que empecé un proyecto. Fue sobre los cazadores en Estados Unidos. Pasé mucho tiempo en la naturaleza con ellos. Esos cazadores fueron guías para acercarme a la naturaleza.

Para cazar quizá necesitamos una semana, una semana bien bien profunda en la naturaleza. Necesitas saber dónde está el venado, cómo es el camino, sus pasos, entender su ambiente y todo eso. Durante los ocho años que hice este proyecto sentí que mi cuerpo cambió mucho. Yo estaba más alerta, sentí el tiempo pasado, futuro, presente en un momento. Todo está junto, yo era un instrumento más. Después del proyecto de los cazadores tenía la pregunta de quiénes somos nosotros en este ciclo de la vida y la muerte.  

Young Blood, 2006-2007

Young Blood, 2006-2007

¿Cómo llegaste a producir el trabajo del Ártico?

Mi búsqueda empezó por la selva de Sudamérica. Después llegué al Ártico, fue mi proceso. Pensé fuerte en el Ártico: ¿Quiénes son las personas que trabajan en el Ártico? Mi papá es de Noruega, así que hice contacto con tres mujeres y todas me respondieron. Una de estas mujeres me dijo: “es posible visitarme pero necesito que sea con una persona para ayudarme con el idioma”. La visité dos semanas y abrió mucho su mundo. Ahí empezó una empresa de cuatro años en el Ártico.

En el primer año iba y volvía de Nueva York para profundizar mi relación con ellos. Porque no es posible decir “ah, yo quiero vivir con ustedes cuatro años”. Necesité fortalecer mi cuenta de dinero, había dejado mi trabajo y todo. Busqué becas, etcétera. En uno de esos viajes encontré a una familia en Noruega que necesitaba una “viga”, una palabra en su idioma que significa una mujer quien haga cosas en la casa: cuidar los bebés, lavar los platos. Esta mujer ayuda en la tundra, en ese proceso para dar muerte a los renos, cocinar los renos. Incluso aprendí a coser la piel de los renos.

Esa familia noruega es bien moderna pero también sus raíces son bien fuertes con su cultura, ellos tenían la necesidad de una viga, fue una oportunidad bien importante. Con ellos viví tres años, aprendí el idioma Sámi. Con ellos hice la mayoría de mis fotos.

Pero la cosa más importante para mí es ver toda su relación con la naturaleza. No existe en algo “raro”, un gran ritual. Existe en su vida diaria. Fue otro mundo, otros pensamientos, otro conocimiento. Esa vida diaria fue su cultura ancestral y su cultura moderna. Ellos me dieron una oportunidad para ver varios mundos con ellos, estoy muy agradecida. Me daban cuarto para vivir gratis, comida gratis y cosas como esas. 

Sami, Walking with Reindeer, 2007-2011

Sami, Walking with Reindeer, 2007-2011

¿Qué pensaban ellos de lo que tú estabas haciendo?

No estoy dentro de sus cabezas pero, durante años, por supuesto, discutimos sobre este tema. La familia estaba feliz de que yo estuviera en la casa, les ayudé mucho en sus cosas. Son como mi familia, y sé que ellos tienen el mismo sentimiento: no soy una extranjera. Ellos saben que su cultura y su conexión con el ambiente es algo bien especial. Por eso yo creo que ellos me dieron mucha confianza para aprender quiénes son. Ellos saben que mis herramientas para aprender son mis fotos y mis videos.

Es como que saben que tienen algo muy especial y único. Por supuesto, ellos tienen su propio storyteller pero yo estoy segura de que piensan que fue importante que una persona externa a su cultura también viera quiénes son. Hablamos mucho sobre eso: a través de mis ojos yo vi algo bien diferente de lo que ellos tienen la posibilidad de ver. Con ojos extranjeros pudieron ver otras cosas sobre sus vidas. Es un espejo un poquito diferente.  

Sami, Walking with Reindeer, 2007-2011

People of the Horse, 2011-2013

Estás por lanzar un proyecto que se llama Materia prima, ¿de qué se trata?

La primera vez que visité la selva en Perú fue para este proyecto que, finalmente, hice con los Samis. Al principio fui a la selva para entender o buscar lo mismo. Pero no era el momento adecuado. En ese momento conocí a mi esposo, que es peruano. Ahorita hace catorce años que estoy con él.

En abril vamos a lanzar Materia prima, que son catorce años de trabajo con pausas. Mi trabajo siempre es el mismo tema pero con diferentes personas que me ayudan a entender algo. Es una idea un poquito rara: yo escuché, en algún lado, que estamos en un nuevo tiempo, un tiempo bien importante con una conexión bien fuerte con la naturaleza. Hay personas que están despiertas en este momento, están despiertos después de una gran dormida por un gran tiempo. Estamos despertando. Necesitamos encontrar un nuevo idioma, un idioma bien ancestral, un idioma que todos nosotros necesitamos aprender de nuevo con símbolos, patrones y sonidos.

Yo desde 2006 busco a estas personas, en su vida diaria, rituales, no un gran espectáculo ni un gran movimiento. Quizás, una mujer en su cocina. Quizá ella tiene una forma de expresar la naturaleza con un corte de cuchillo. Yo fui buscando ese tipo de conocimiento. Lo voy a publicar en abril y tiene muchos viajes a la selva y montañas, Canadá, Alaska, México, Perú, Bolivia, entre otros.  

People of the Horse, 2011-2013

Materia Prima, 2006-2020

También has hecho trabajos vinculados a tu propia familia, ¿cómo fue?

Es otra rama del mismo camino. No es posible buscar solamente profesoras o guías afuera, también tengo que buscar en mi propia familia y mi propia vida. Desde adolescente, cuando tenía quince años, busqué y vi cosas en mi propia familia, para ayudarme a entender la vida y la muerte. Por ejemplo, mi abuela. Yo estaba con ella, le tomé unas fotos y, cuando vi su foto, vi en su cara su camino hacia otro lugar, su camino a otra etapa, otro nivel diferente. Otro estado del ser. Ese año ella se murió.

La cosa más importante para mí es que descubrí, con estas cosas, que la cámara y las fotos tienen la habilidad de traernos a otro tiempo. La cámara es un modo de destruir el tiempo, romper nuestra percepción del tiempo lineal. Se vuelve una herramienta para romper el tiempo.

Estas fotos con mi familia me ayudaron mucho a entender cómo yo usaría mi cámara. Tengo fotos con mi hermana, porque dos hermanas mías murieron. Con sus fotos, yo vi el futuro, el pasado y el presente. La cámara tiene la habilidad de traernos más cerca, de percibir el tiempo. Es como un vehículo.  

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