Entrevistas
Marcos Zegers
Chile -
mayo 22, 2023

Los humanos, los minerales y el desierto

En el 2016, el fotógrafo chileno Marcos Zegers inició un viaje por el desierto de Atacama que se convertiría en un proyecto en el que se cruzan varios temas unidos por el extractivismo. Inició buscando infraestructuras en esa región del norte de Chile y el camino lo llevó a ver los efectos de la minería en el paisaje. El trabajo que ha pasado por varias fases, tuvo como uno de sus resultados la edición del fotolibro El paisaje mineral tiene el cielo celeste y dos montañas blancas.

Por Marcela Vallejo

“Conozco Nueva York, aunque nunca he estado ahí”, afirma el fotógrafo chileno Marcos Zegers, “y sé cómo se toma un taxi y del color que son.” Él ha visto tantas fotos de esa ciudad o de la Toscana o del Sahara, que podría describirlas perfectamente, “como si uno fuera una inteligencia artificial”. A Zegers le gusta jugar con los imaginarios, ahí está la base de su trabajo fotográfico y por eso decidió jugar con aquellos que corresponden a una región importante de su país: el desierto.

En 2016 inició un proyecto sobre el desierto de Atacama, el más árido del mundo. Al principio se llamó Infraestructuras del desierto, y fue una búsqueda casi tipológica de la arquitectura presente en esa región. Zegers es arquitecto de formación y, de hecho, dedica parte de su tiempo a la fotografía arquitectónica. Por eso, quizá ese fue el primer acercamiento. Sin embargo, una vez tuvo un acervo amplio y pudo verlo completo se dio cuenta de que ahí había algo más: la relación entre extractivismo y territorio. Ahí, el nombre cambió a Agua, minería y éxodo.

El territorio ha sido un tema transversal en los trabajos previos de este fotógrafo. Inició en 2011 con el proyecto Asentamientos territoriales, continuó con Fuegos en 2017. Con su trabajo en el desierto, Zegers ha logrado ir sedimentando algunas ideas que se han alimentado en esos otros proyectos, pero que en este, particularmente, logran mover imaginarios.

 

Ayahuasca Musuk

 

«En Chile”, cuenta el fotógrafo, “existe una capitalización del paisaje prístino, es decir buscamos en Google Desierto de Atacama y al instante tienen que aparecer cielos hermosos o la laguna perfecta de San Pedro Atacama, que es el lugar más turístico. Esa tiene que ser la imagen. Yo sentía que cuando iba a fotografiar esa imagen del paisaje prístino y me daba vuelta, había toda una trastienda para mí solo, un espacio enorme y abierto sumamente interesante.”

Entonces Marcos decidió mover el cuadro y enfocar lo que nadie más estaba viendo. Fue a la hora de editar, que se entendió que en esas imágenes había una capa de significado que transformaba toda su visión inicial, era el extractivismo. “Este territorio está conectado por el salitre. Luego se repite con el cobre, pasan los temas con el agua y con el tiempo se empiezan a transformar esto en el litio como una problemática mucho más contemporánea”.

Cuando habla de este proyecto, el fotógrafo insiste en que la forma que eligió para editarlo es poco didáctica: “No hay un norte y un sur, no empieza en el agua, sigue en el cobre y termina en el litio”. Todo está mezclado en una especie de ruta sin coordenadas exactas. 

“Hay una cara de Chile que la gente no quiere ver”, dice Zegers.  «Al norte, está la minería (desde cobre hasta litio); al sur, está la pesca del salmón, y en el centro sur, los monocultivos forestales. Son tres grandes actividades extractivas, las principales actividades económicas que proveen al país. Entonces, claro, al momento en que la sociedad completa, no sólo la chilena, sino el mundo entero empieza a entender los problemas medioambientales se genera un cruce. Pero en este país vamos con un ojo medio tapado. La gente tiene intenciones de cuidar el territorio y el medio ambiente y a la vez no quiere que baje su estándar económico”.

Leer el paisaje como un poema

El proyecto pasó por varias fases y de él resultaron varios productos, como el fotolibro El paisaje mineral tiene el cielo celeste y dos montañas blancas. A pesar de que no sea didáctico, como lo señala el autor, lo cierto es que el trabajo enseña algo. Lo muestra. El título es un pequeño poema en sí mismo, que juega a lo mismo que las imágenes que se encuentran en el cuerpo del libro: aparentemente los elementos que aparecen en él son totalmente autónomos entre sí.

Ese pequeño poema es también el anuncio de algo más, la sensación de que hay algo bello en esas imágenes que no son las del paisaje chileno ideal. Al mismo tiempo, el título logra desde el principio lo que Zegers se propuso con el resto de la obra: generar preguntas. “Yo los quería hacer viajar y hacerse preguntas como las que nos estamos haciendo: ¿qué me pasa al mirar este territorio? Hay una incomodidad al mirar esto: las fotos son lindas, son calmadas, pero en el fondo ‘ay, no las quiero mirar tanto desde ese lado’. Quería jugar mucho más con eso desde el extractivismo, pero no desde el lado duro del dato, para eso que lean un paper, yo quería hablar de foto.”

La edición plantea dos lecturas. La primera es la del viaje de la mano de todas las fotografías. La segunda inicia con un mapa, elaborado por Magdalena Ulloa, pareja del artista, compañera, cómplice y coautora en algunos trabajos. Las fotografías están georeferenciadas en el mapa, además, este señala faenas mineras y asentamientos indígenas. Al final, hay un índice con información adicional de cada imágen.

 

Ulloa, al igual que Zegers, es arquitecta pero además estudió geografía humana. Al escuchar al fotógrafo es evidente la influencia de ella y su formación académica. Y él lo hace explícito: la conversación cotidiana que ellos mantienen le ayuda a dar forma a su trabajo y comparten varios proyectos juntos. Los entrecruzamientos de miradas han enriquecido este proyecto de tal manera que está, de hecho, construido sobre varios temas que se intersectan: el territorio, el paisaje, la minería, el extractivismo, las formas humanas de habitar lugares como el desierto, las diferentes poblaciones y sus movimientos, las huellas de la actividad humana.

Después de cuatro años de trabajo, de haber hecho exposiciones y de haber editado un libro, este proyecto ha sido el inicio de otras conversaciones y de nuevas preguntas. En este caso, el trabajo de Zegers en el desierto inspiró un taller con niños en escuelas alemanas sobre el impacto de los carros eléctricos; fue la base inicial de un largometraje de ficción en el desierto, entre otras cosas. El autor tiene muy claro que este proceso no ha terminado: “En la fotografía tenemos que entendernos en un mundo que se relaciona a través de las imágenes como base para que otras cosas pasen.”