Fabiola Ferrero (Venezuela/Colombia)
Entrevistas
Ruda Colectiva
América Latina -
marzo 11, 2021

Esto no es una cadena: el primer proyecto conjunto de Ruda Colectiva

Ruda Colectiva nació del encuentro y el diálogo entre dos mujeres: Isadora Romero y Mayeli Villalba. Se conocieron en Asunción y se identificaron en las historias de la otra. Juntas empezaron a soñar con una colectiva de mujeres donde pudieran “organizar las inconformidades”. Entendieron que había situaciones similares a nivel regional, que en cada país tenían ciertos matices. Compartieron sus experiencias en torno a las injusticias e inequidades que habían vivido como mujeres y fotógrafas . Y juntas imaginaron una red de apoyo, de discusión y de desarrollo personal y profesional.

Ese sueño ahora es compartido y vivido por once fotógrafas de once países latinoamericanos. Isadora Romero (Ecuador), Mayeli Villalba (Paraguay), Luján Agusti (Argentina), Koral Carballo (México), Gabi Portilho (Brasil), Wara Vargas (Bolivia), Fabiola Ferrero (Venezuela), Ximena Vázquez (Colombia), Ángela Ponce (Perú), Morena Pérez Joachin (Guatemala) y Paz Olivares Droguet (Chile), componen Ruda Colectiva.

Hoy, 11 de marzo del 2021, lanzan la web de su primer proyecto colectivo: Esto no es una cadena. Lo iniciaron durante el confinamiento obligatorio por causa de la pandemia por Covid-19. Las fotógrafas se preguntaron: qué no podía parar, en un momento en el que aparentemente todo se había detenido. La respuesta las condujo a reflexionar sobre la relación que como humanos tenemos con los alimentos, las diferentes formas de producirlos y consumirlos. Con el apoyo de National Geographic, cada una a su manera y en su país contó una historia relacionada con el tema.  

 Gabi Portilho (Brasil)

A un año de haber iniciado, el proyecto se transformó, y hoy se lanza una web que ya no solo tiene fotografías y textos, sino también audios y videos. Todo contado desde la diversidad de miradas, formas de abordar los temas, narraciones y territorios. 

 Ximena Vázquez (Colombia)

 Ximena Vázquez (Colombia)

¿Cómo surge Ruda?

Mayeli Villaba: Actualmente somos 11 integrantes en la Colectiva, cada una es de un país diferente de América Latina. Dos personas soñamos primero con este proyecto maravilloso en el que se convirtió Ruda: Isadora, nuestra compañera de Ecuador y yo, que soy de Paraguay. Nosotras tuvimos la oportunidad de conocernos en persona hace unos años en un evento fotográfico acá en Asunción y nos dimos cuenta de las realidades súper injustas con relación a las mujeres y al colonialismo en general que sucedían en nuestros territorios. Nos dimos cuenta de que las realidades de nuestros países vecinos fronterizos también eran muy parecidas y concluimos que esto obviamente es una cuestión regional, no es algo aislado.

Empezamos a soñar a partir de ahí: cómo organizar un poco más la inconformidad que sentimos en relación con esas realidades injustas que tienen que ver con el machismo dentro del ambiente de trabajo, el ambiente profesional de la fotografía y también del storytelling en general. O sea, cómo nos sentimos siendo trabajadoras de la fotografía y el documentalismo, y cómo nos sentimos al leer nuestras historias contadas siempre desde el mismo lugar, el único lugar, que casi siempre es ocupado por hombres, blancos y de clase media para arriba.

Morena Pérez Joachin (Guatemala)

Ahí empezamos a soñar con una colectiva transfronteriza, que nos diera la posibilidad de saber qué está pasando en la región, de proponer narrativas desde esa otra mirada y que fuera un espacio que nos permita generar las oportunidades que históricamente nos fueron negadas de contar las historias. Así empezamos a invitar a compañeras y llegamos a ser 11, que realmente es un montón para la organización logística cotidiana.

Ahora tiene vida propia, ya no depende más de Isa y de mí. Nosotras solamente tiramos la primera piedra y ahora es un espacio colectivo en el que cada una es indispensable y cumple una función súper importante. Y se va reconfigurando, por supuesto, como todo proceso colectivo y prolongado.  

Fabiola Ferrero (Venezuela)

Fabiola Ferrero: nosotras tenemos unos backgrounds muy diferentes. Ruda es un grupo donde se aprende constantemente no solamente del país, sino de la experiencia de vida de la otra. Creo que ese proceso es muy nutritivo al momento de cuestionarnos a nosotras mismas desde donde narramos. Y creo que esa es una pregunta central ¿desde dónde nos paramos? No solo geográficamente, sino en cuanto a nuestra propia historia y cómo la queremos narrar.

Gabi Portilho: es muy importante esta diversidad, porque a veces se piensa en la colectividad desde el punto de hacer algo uniforme y creo que es una forma hasta de entrar en contacto, de entrar en fricción y roce, no siempre nos ponemos de acuerdo. Tenemos puntos de vista distintos, lenguajes distintos. No hay una uniformidad, pero desde ahí salen las cosas. Creo que es una parte muy importante de la colectividad: la diversidad.  

Paz Olivares Droguet (Chile)

Paz Olivares Droguet (Chile)

¿Por qué eligieron el nombre de Ruda?

Mayeli: Pensamos muchísimo en qué elemento podría caracterizarnos a nivel regional. En ese momento Isa estaba trabajando en un proyecto que tenía que ver con la producción de la tierra y yo estaba trabajando con ella. Entonces estábamos súper conectadas con el tema de la tierra, la naturaleza, la ecología, la producción y el respeto por la naturaleza y la conexión ancestral. Empezamos a ver todos los nombres que tenían que ver con eso. Pensamos en maíz, por ejemplo, que es algo que está presente en muchísimas de nuestras culturas latinoamericanas.
Se nos ocurrió ruda porque es una planta que nos representa un montón por las propiedades sanadoras que tiene, es un elemento natural. Y también porque hay muchísimas mañas que se hacen con ella desde tiempos ancestrales para curar, desde cuestiones físicas de salud hasta cuestiones espirituales. Además tiene un nombre muy provocador y poniéndola al lado de colectiva pensamos que parecía una enunciación en sí misma.

 

«Yo no creo que ningún sector se pueda englobar en una sola representación»

Morena Pérez Joachin (Guatemala)

La colectiva está compuesta únicamente por mujeres. ¿Ustedes creen que existe una fotografía femenina, de mujeres, o una mirada exclusiva de mujeres?

Mayeli: Yo no creo que ningún sector se pueda englobar en una sola representación. El título mujer en singular puede ser limitante y excluyente porque somos tan diferentes, hay tantas formas de ser mujer. Empezando por lo más obvio: estamos las mujeres cis y están las otras formas de ser mujeres que no tienen que ver con el sexo, con la asociación entre sexo y conducta asignada de nacimiento. O sea, hay millones de formas de ser mujer. Millones de experiencias vitales. Y la creación tiene que ver con eso, está directamente ligada a la experiencia de vida y a la subjetividad de las personas. La ciencia y el positivismo siempre nos quisieron hacer creer que no podíamos involucrar la subjetividad y que todo tenía que ser en tercera persona y etcétera. En realidad, siempre uno crea desde su experiencia desde cómo ve el mundo y eso está cruzado con la subjetividad propia.

Entonces, no me parece que pueda haber una forma de englobar la mirada de la mujer en singular. Puede ser tan diverso que ni siquiera somos conscientes de eso. Pero, lo que sí creo es que es un sector muy grande de la población mundial, que siempre estuvo relegado de la posibilidad de ocupar espacios en las narrativas y en todo lo que sea vocería y que eso, desde cualquier punto de vista que veas, es injusto. No puede ser que seamos tantas personas en el mundo y que no tengamos acceso a poder proponer, hacer cosas y a ser reconocida por lo que hacemos. O en el caso económico y profesional que no recibamos pago por el trabajo que hacemos.

Yo quiero hablar desde ahí, desde el derecho que tenemos como personas a poder contar nuestra experiencia de vida. Obviamente el sexo y el género te asignan experiencias y lugares diferentes en el mundo y eso va a marcar tu narrativa.  

Isadora Romero (Ecuador)

Gabi: Yo tampoco pienso en una estética femenina, no lo creo así. Pero sí creo que hay temas que nos atraviesan como cuestiones vitales, que a veces no van a pasar con los hombres. Por ejemplo, yo veo en muchas colectivas que la sanación, la ancestralidad, la maternidad, la violencia sexual son temas que aparecen con frecuencia porque creo que es alguna manera son temas que nos atraviesan. No es que tengamos que restringirnos a ellos, claro, pero hablo de una necesidad quizás de curar heridas que hemos heredado durante tantos años. Yo no veo esto como un lenguaje de la fotografía femenina, pero sí como temas que quizás son muy latentes para nosotras. Entonces hay como una mirada común de cierta manera. 

Fabiola: Hay personas que tienden a pensar que el hombre fotografía de una manera más violenta, más directa y la mujer es más sensible y yo no veo eso tampoco. Hoy en día creo hay una expansión de la fotografía importante, sobre todo en América Latina, creo que está muy latente esa pregunta de cómo nos narramos a nosotros mismos sin imitar la visión a la hemos sido expuestos por tantos años, que no era la de nuestros propios ojos. En esa está muy presente, sin importar si eres hombre o eres mujer.

Koral Carballo (México)

Wara Vargas (Bolivia)

Mayeli: Nosotras solemos hablar de esto también en nuestras conversaciones cotidianas. Y es muy importante tener presente que no por ser mujer vas a tener una narrativa feminista, por ejemplo. Eso es algo que se tiende a relacionar muy directamente y a naturalizar. Es como si es una mujer sí o sí va a ser crítica del patriarcado o sí o sí va a tener una mirada crítica hacia la desigualdad de género y en realidad no es así. El feminismo y la crítica hacia el patriarcado son cuestiones políticas que una persona tiene que desarrollar para poder posicionarse. Por supuesto, no hace falta desarrollar nada para ser abatida por el sistema desigual. Vos podés estar siendo víctima de un sistema desigual, pero no ser crítica de eso.

Un esfuerzo permanente sí es cómo hacemos para proponer otra cosa si realmente estamos educadas desde una perspectiva muy específica. No solamente la escuela en la vas a aprender foto narrativa, sino la tele y todos los medios masivos que nos educaron siempre en un discurso machista y racista. Entonces, ¿cómo hacer para salirse de eso cuando es tu turno de crear? 

Isadora Romero (Ecuador)

Fabiola: Además, si bien la mujer es más activa en este tipo de temas, no tiene que limitarse a estos temas. Las mujeres también pueden tener una opinión de problemas globales. Muchas veces se asume que el hombre es el que cubre el evento global y la mujer se enfoca en qué piensan las mujeres de este evento global.

Gabi: A veces siento que esta limitación viene más de los editores que de nosotras. Durante el principio de la pandemia, por ejemplo, gran parte de la cobertura en el mundo fue hecha por fotógrafos, y no por fotógrafas. Y esto ocurre con cierta frecuencia en relación a los temas considerados más «prestigiosos» dentro del fotoperiodismo. Es una elección que no siempre parte de nosotras, sino de un imaginario que todavía dice dónde deberían estar las mujeres, qué temas nos corresponden o qué espacios deberíamos ocupar, incluso dentro de la fotografía.

La relación con la industria es un tema bien interesante y no siempre se discute. ¿Existe una presión o cómo se da esa relación con agentes externos para producir y trabajar en ciertos temas?

Fabiola: Existe esa presión, pero al mismo tiempo creo que hay una costumbre de lo que nosotros pensamos que es América Latina. Pero justamente ahora está esa búsqueda de tratar de abarcar otras cosas que no sean los clichés latinoamericanos. No es nada más la violencia, la pobreza, América Latina es un territorio tan infinitamente rico en tantas cosas. Y esa búsqueda la veo muy presente hoy en día, sobre todo por nuevas generaciones que están tratando de enfocar la mirada hacia otro lado.

Y más que hablar de nosotros mismos, es saber en realidad de qué puedes tener la propiedad para tocar cierto tema. O sea, me parece que hay temas en los que yo no me meto porque no tengo la formación para hablar de eso.

 Luján Agusti (Argentina)

Eso hace pensar en la posicionalidad, en una conciencia del lugar que ocupamos, desde el cual enunciamos y cómo nos relacionamos desde ahí.

Mayeli: Sobre todo si el discurso que vas a construir va a tener muchísima difusión y va a crear imaginarios con relación a las personas de las que estás hablando o las problemáticas que estás abordando. Es una cuestión ética demasiado básica e históricamente relegada. Solo que ahora ya no podemos seguir haciéndonos los que no sabemos esto, ya no hay manera.

Gabi: A mí hay algo que me molesta y es esta idea de que tenemos que narrar dentro de algunos temas que son “los temas latinoamericanos”, ¿qué es eso? Cuando tú miras la fotografía europea, por ejemplo, hablan de todo, hablan de la vida, de las subjetividades, de cosas íntimas, de todo. Y acá me parece que siempre tenemos que narrar unos temas específicos.

Nuestra misión como colectiva es romper un poco con estos lugares. En el caso de No es una cadena, nuestro proyecto, ¿por qué tenemos que narrar la alimentación solo de un determinado punto de vista, o con un determinado lenguaje? Eso me puso a pensar mucho mientras hacía el proyecto. ¿Cómo se puede narrar la alimentación desde un punto de vista que no sea solo documental? El hambre, es un tema súper importante, pero otros temas también están ahí.

Yo creo que tenemos que hacer este esfuerzo en este momento, entender de qué manera queremos construir estas narrativas, y discutirlas desde la colectividad.

¿Cuando dicen que Ruda es una colectiva transfronteriza, se refieren únicamente a las fronteras territoriales?

Mayeli: Lo territorial es super importante, pero nosotras compartimos muchas cuestiones de los aspectos culturales de nuestros países y cómo vivimos como alguna problemática que está presente en todos los territorios, pero tiene sus variantes. Siempre estamos hablando de nuestras identidades, durante la elaboración y el desarrollo de este proyecto hablamos mucho de cómo se vive el capitalismo en el sector alimenticio  

Wara Vargas (Bolivia)

¿Por qué se llama Esto no es una cadena?

Mayeli: Justamente porque lo que hacemos es criticar esa supuesta linealidad del discurso hegemónico, donde hay una cadena alimentaria que se supone tiene un orden lógico e inquebrantable. Ese discurso supone que a todo el mundo le llega el alimento, y que cuando uno tiene un lugar dentro de esa cadena no se puede mover. Es decir, si vos naciste consumidora, tenés que morir siendo consumidora y no plantearte producir tu comida.

¿Cómo surgió la idea y cómo la desarrollaron?

Mayeli: Gabi tuvo un sueño.

Gabi: Cuando estábamos en la fase de desarrollar el proyecto no sabíamos cómo lo haríamos y me surgió en un sueño que no era como una cadena, que no debíamos imaginar una cadena. Aquí hablamos primero de la cadena alimentaria. Hablando biológicamente del humano en el top de la cadena y de cómo eso impacta todo: la idea de lo que comemos, de los derechos que tenemos sobre las cosas que comemos.

Y también la idea de una cadena de producción, porque hoy estamos atrapados: si se cierran los supermercados, no sabemos qué hacer, moriríamos de hambre. El título quizás sería No debería ser una cadena.

La idea se empezó porque justo cuando todo se paró pensamos en algo que nunca podría parar. No podemos parar de comer. Desde ahí pensamos cómo hablar de estos territorios no solo físicos, sino también desde otros aspectos diferentes: la cuestión del empleo, como habla Isa con los entregadores o desde una cuestión más íntima, de lo rural o de lo urbano.

Fabiola: al principio de la pandemia nos reuníamos todos los viernes como para darnos apoyo moral durante el encierro. Y en esas conversaciones surgió el tema de cómo la pandemia estaba exacerbando diferencias que ya existen, esta pandemia no muestra nada nuevo, simplemente lo exagera y te lo pone más en tu cara. Hablando de eso, todas empezamos a notar cómo en cada país la comida se estaba volviendo la preocupación central de las personas.

Detectamos que ese iba a ser el tema central en los meses siguientes. Mucha gente decía: “si no me muero de covid, me muero de hambre”. 

Koral Carballo (México)

“Si no me muero de covid, me muero de hambre”.

¿Cómo definió cada una qué iba a trabajar y cómo lograron poner todo en diálogo?

Mayeli: Este es el primer proyecto que estamos desarrollando en simultáneo y en colectivo. Fue un proceso súper lindo de conocernos desde ahí. A mí me hizo mucho bien porque fue muy desafiante, pero al mismo tiempo fue lo que me levantó de la cama en un momento de parálisis emocional. Estábamos más o menos todas en una situación. Como dice Fabi, nos juntábamos religiosamente cada viernes y cada una fue eligiendo el tema que le parecía más interesante narrar desde su interés particular, algo que tuviera que ver con ella misma y que fuera factible, porque era un momento súper complicado.

Algunas que necesitaban permisos sellados por instituciones del Estado para poder salir y estábamos pendiente de cuál era el último equipo de seguridad recomendado para salir de la casa y no poner en riesgo a nadie.

Gabriela: En mi caso empecé a contar desde lo personal. Cuando decidimos el tema, acá en São Paulo se cerró todo y en mi barrio, por ejemplo, la gente estaba súper agresiva con las personas que salían. Entonces decidí que iba a narrar desde lo íntimo, desde mi casa

Es súper difícil narrar desde lo colectivo. Y es más difícil porque estamos en medio de la pandemia. Somos 11 de territorios distintos y hay que hacerlo todo virtualmente. En este primer proyecto más que el resultado final, es muy importante el contacto ha generado, las ideas que salen en este proceso colectivo. Eso más importante, porque estamos muy acostumbrados a una vida de individualidad desde niñas. Salir de la individualidad y partir para el colectivo es súper desafiante pero muy rico, muy importante, nos abre como muchos portales.  

Paz Olivares Droguet (Chile)

Cuando se propone un proyecto se imagina una cosa, pero el proceso lo transforma. ¿Cómo cambió el proyecto el tiempo que ha transcurrido?

Isadora Romero: Ha sufrido un montón de transformaciones porque al ser historias que nacieron desde un interés personal, el reto fue encontrar ese anclaje colectivo. Fue uno de los retos más grandes ver como poder encajar las miradas y la forma de abordaje de cada una dentro de un relato colectivo. Finalmente, aceptamos que no necesitábamos homogenizar los relatos y que nuestras miradas se confundieran y diluyeran. Sino más bien resaltar la diversidad.

Una vez que cumplimos con National Geographic, entramos en un proceso un poco más libre de ver como queríamos transformar la forma narrativa y hacia dónde la queríamos volcar. Ese fue otro giro. Lo hermoso que tiene la web es que nos permite incluir multimedia, videos, unos audios maravillosos. Eso nos permitió incorporar un montón de otras cosas que dentro del proyecto inicial para la beca no estaban contempladas y que quizá nacieron de una forma más libre.

Por: Marcela Vallejo 

Mayeli Villalba (Paraguay)

Mayeli Villalba (Paraguay)
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