Thuy` Linh. Hace parte de la tercera generación de víctimas de malformaciones genéticas por Agente Naranja; nació sin brazos. Se presentó a varias universidades para estudiar pero muchas de ellas no la aceptaron a causa de su discapacidad. Su mamá finalmente encontró una en donde fue aceptada. Terminó su carrera de Diseño. Estuvo internada en el Hospital Obstétrico Tû Dû desde los 3 años hasta que cumplió 18 años de edad. Fotografía: Mathieu Asselin.
Entrevistas
Mathieu Asselin
Venezuela/Francia -
abril 08, 2021

Glifosato y desastre ecológico: tras las huellas de Monsanto

Glifosato y desastre ecológico: tras las huellas de Monsanto

“Sin químicos, la vida en sí misma es imposible”, dice una publicidad de Monsanto de 1977. En la imagen se ve a un niño a punto de besar a un perrito en medio de un pasto verde y frondoso. El texto dice que hay quienes relacionan “químico” con “malo” y “natural” con “bueno” pero que, sin embargo, la naturaleza es química. El documento es recuperado por el fotógrafo franco-venezolano Mathieu Asselin en Monsanto: una investigación fotográfica. El libro ganó premios como el Kassel Dummy Festival en 2016 y el Aperture Foundation First Book Award en 2017.

Mathieu nació en 1973, más de siete décadas después de la fundación de Monsanto, en 1901. Primero, la compañía producía sacarina para Coca-Cola; después pasaron a hacer aspirinas; durante la Primera Guerra Mundial, fabricaron proyectiles de artillería. Más adelante llegó el caucho, los plásticos sintéticos, el PCB, el Agente Naranja (lo usó Estados Unidos en la Guerra de Vietnam y es responsable de la muerte de cientos de miles de personas y de la destrucción de millones de hectáreas de selva). Como Mathieu dice en el libro, “asedian el planeta en diversas formas que van desde líquidos refrigerantes a lubricantes, de pintura a papel”.

En diálogo con Vist Projects, Mathieu cuenta que le sorprende que Monsanto no solamente no deja de crecer por los escándalos que la rodean sino que cada vez es más grande. “Es como si les fuera bien gracias a todos estos desastres”, opina. Está todo calculado en los costos, incluso los futuros juicios que van a tener que pagar. “La tecnología que lograron desarrollar es gracias al desastre ecológico, económico y ambiental”, analiza Mathieu.  

Durante años las fugas que venían del vertedero, contaminaron el río Poca que desemboca en el río Kamawha, el más grande y navegable del interior de West Virginia. Fotografía: Mathieu Asselin

Serpiente sin cabeza en un lugar contaminado. Fotografía: Mathieu Asselin

El fotógrafo franco-venezolano empezó su formación en Caracas, practicó en Estados Unidos y ahora vive en Francia. Se dedica a proyectos de investigación de largo aliento, de plazos extensos, de profundidad. Exhibió su trabajo en Les Rencontre d’Arles en Francia, el Photo Museum Antwerp en Bélgica y el Parlamento Europeo en Estrasburgo.

En el caso del libro de Monsanto, se dio cuenta de que era una historia difícil de fotografiar, porque hay parte del daño que se produce que no se ve. Más allá de las fotografías en las que aparecen personas con desórdenes genéticos, otras zonas del conflicto eran más complicadas de graficar. Ese fue el desafío. En el libro aparecen paisajes que se ven hermosos pero que resultan inquietantes: en el detalle se ve el abandono, la mano del hombre que pasó por allí y ya no está. Por dentro, muchos de esos lugares están destruidos. Hay una culebra sin cabeza en una zona contaminada o una estación de combustible deshabitada como símbolo de una ciudad fantasma. Mathieu pone a los documentos en función de la investigación y al arte en función de mostrar al mundo el desastre.

En el libro se describe cómo la multinacional mantiene fuertes lazos con el gobierno de Estados Unidos y la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés). “Es un compañero de cama con muchos otros factores económicos y políticos centrales de todo el mundo”, cuenta. “La empresa realiza campañas de desinformación, persecución de instituciones e individuos, incluidos científicos, agricultores y activistas que se atreven a revelar sus crímenes”. Es una compañía con raíces en la tecnología armamentística y que hoy contribuye a un hiper-capitalismo agrícola en donde “las semillas se convierten en un producto como un Iphone”. Con este trabajo, Mathieu busca educar sobre los peligros del futuro propuesto por Monsanto.   

Estación de gas abandonada. Fotografía: Mathieu Asselin

En el Hospital de Obstetricia Tû Dû, Ciudad Ho Chi Minh,
Vietnam, algunos fetos afectados por el Agente Naranja, se guardaron en recipientes de vidrio para la ciencia. Fotografía: Mathieu Asselin

¿A qué conclusiones te permitió arribar la investigación?

Monsanto es el que tiene el mercado más grande de glifosato, aunque el trabajo que hago no es solamente sobre el glifosato. El trabajo intenta explicar qué es Monsanto. Cuando trato de explicarlo, trato de entender por qué ha pasado todo lo que ha pasado y cómo Monsanto, como empresa, crece. Cómo es cada vez más fuerte y más grande, a pesar de que sabemos todos los desastres sociales, de salud, económicos y por supuesto ecológicos que ha dejado.

Es como si les fuera bien gracias a todos estos desastres. Mi trabajo intenta explicar cuál es la historia de Monsanto para poder entender qué es hoy y también para defenderse, para intentar detener la ventana al futuro que propone Monsanto. Con Monsanto, por primera vez las semillas se convierten en un producto como un software que pertenece a una corporación.

El glifosato está muy ligado al Agente Naranja, que fue un producto químico que se utilizó en la guerra. Se usó para poder erradicar la selva en Vietnam y Camboya para poder ver claramente los movimientos de las tropas del Vietcong. Incluso, cuando se desarrolló este producto y cuando se le propuso al ejército americano, se proponía como un arma de guerra humana en el sentido de que en vez de tener que bombardear ciegamente. Si se erradica la mata se podría ver dónde se tiene que bombardear.

Esto no es nuevo: muchos de los químicos que se usan hoy en día en los cultivos vienen de la industria de la guerra. Una vez que se acaba la Primera Guerra Mundial, cuando se elaboran componentes químicos como el gas mostaza, las empresas reconvierten esa infraestructura y esa tecnología. Y la agricultura se presta para esto.

Lo interesante del Roundup y del glifosato es que tiene sus raíces en una tecnología armamentística.  

«… intentar detener la ventana al futuro que propone Monsanto».

Es muy fuerte en tu trabajo la idea de que Monsanto se hace fuerte “por” y no “a pesar” del daño que genera…

Lo más evidente es que Monsanto es una compañía muy poderosa hoy en día, pese a todos los desastres ecológicos. Pero aquí lo más importante son los desastres ecológicos que vendrán en los próximos 50 años, 100 años. Bayer compró a Monsanto hace pocos años y se ve con muchas demandas en Estados Unidos. La última vez que vi había 13000 demandas en espera contra el Roundup que genera distintos tipos de enfermedades, sobre todo cáncer.

Hubo un señor que ganó en Estados Unidos y esto sentó un precedente. Para esto Bayer, que ahora es el nuevo propietario, propuso varios miles de millones de dólares para pagar todas las próximas demandas del futuro. Eso es una cantidad enorme de dinero. ¿Por qué digo todo esto? Porque Bayer sabe que incluso con todos estos problemas a corto, medio y largo plazo, Monsanto sigue siendo una compañía muy rentable.

Usan la lógica de que para poder hacer una tortilla hay que quebrar algunos huevos. Entonces incluso si años después, como pasó en Alabama, se descubre que Monsanto contaminó sabiéndolo, simplemente tienen que pagar una multa de 700 millones de dólares. Todo lo que pudieron generar y la tecnología que lograron desarrollar gracias al desastre ecológico, económico y ambiental, ya lo tienen.

Es algo parecido a lo que hicieron las tabacaleras: esconder el mayor tiempo posible que el cigarrillo es nocivo. Una vez que se descubre pagan una demanda que representa solo una pequeña fracción de sus ganancias. Eso está haciendo Monsanto.

Ahora bien, Monsanto ha generado miles y miles de productos y seguramente algunos han sido de gran ayuda. Pero los buenos productos que han hecho no justifican todo el daño que generaron, que generan y que se proyectan en el futuro.  

Amber Beller sostiene una fotografía
de su madre, Shirley Beller, quien murió de
cáncer de ovario en 2006. Fotografía: Mathieu Asselin

Heather Bowser se describe a sí misma como una niña
del Agente Naranja. Ella nació con varios dedos
y le falta parte de la pierna derecha. Su padre,
Bill Morris, luchó en Vietnam y fue expuesto
al Agente Naranja. Fotografía: Mathieu Asselin

Da la sensación de que cuando se habla de Monsanto se está hablando de un modelo, de un sistema económico y hasta de geopolítica. ¿Lo ves de este modo?

Todo esto es un gran negocio: el glifosato es realmente un producto que sigue la línea del hiper-capitalismo agrícola. El glifosato viene a responder a una necesidad de hipercultivo. Entonces sucede que resulta complicado de erradicar si no se erradica una mentalidad, una forma de cultivo.
Es en definitiva una suerte de “herbicida perfecto” para un tipo de economía…

Argentina es uno de los mejores ejemplos de laboratorio OMG en el mundo, que es lo que llama al uso de glifosato excesivo. Originalmente, el glifosato iba a reducir y controlar el uso de químicos. La idea era que con ese producto “milagroso” no se tenían que utilizar tantos productos para sacar los herbicidas. Por supuesto, esto funciona bien con las semillas genéticamente modificadas, que son resistentes al glifosato. Entonces, idealmente, se debería usar menos glifosato, pero todo esto termina siendo falso. La utilización de glifosato a nivel mundial ha subido pese al uso de semillas genéticas.  

Una casa abandonada por altos niveles de PCB en las proximidades de la Planta de Solutia,
anteriormente una Planta de Monsanto®. Con más de
20.000 residentes afectados en esta zona de bajos ingresos,
representa el mayor impacto en un sola comunidad por contaminación.
En los últimos años, Monsanto® ha comprado
y demolido alrededor de 100 casas contaminadas con PCB y comercios de la zona, haciendo del vecindario una virtual ciudad fantasma. Fotografía: Mathieu Asselin

Parte de tu trabajo fue en Estados Unidos… ¿qué encontraste allí?

Entre otros sitios, viajé al sur de Estados Unidos, a West Virginia, donde fotografié los sitios de producción del Agente Naranja. Sobre todo para que nos demos cuenta de que hoy en día la población en ese sitio sigue sufriendo de esta producción que se apagó hace muchísimos años. Toda la población que vive en esa área donde se desechaban ilegalmente estos productos tiene niveles de cáncer muy altos. Realmente es increíble. Cada familia que visité tiene a alguien cercano que sufre de cáncer. Siempre me encontraba con alguien que tuvo o ha tenido cáncer.

Fueron residuos que se vertieron en la década del 60, ¿no?

Hasta 1985 que se prohibió el Agente Naranja, hasta que se paró su producción. La contaminación de Agente Naranja es de residuos de su fabricación. Deshacerse de eso implicaba grandes costos y evaluaron que lo mejor era ponerlo en barriles y enterrarlo, lo cual llegó a contaminar las napas de agua del río; un desastre bastante grande. 

Harry C. Mackel Jr., padre de Kelly. Fotografía: Mathieu Asselin

Parque abandonado. 

Fotografía: Mathieu Asselin

Kelly L. Derricks es la hija del fallecido
Harry C. Mackel Jr., veterano de Vietnam, su padre murió en 1982  a la edad de 37 años, después de haber estado expuesto al Agente Naranja mientras prestaba servicio en dos recorridos en Viet
Nam. Kelly ha luchado contra graves problemas de salud toda su vida. Algunas de sus enfermedades presuntamente
asociadas  con los efectos intergeneracionales
del Agente Naranja, incluidas: enfermedad crónica del riñón, enfermedad de Crohn, enfermedad de Addison,
hiperplasia suprarrenal congénita, cistitis intersticial
y enfermedad degenerativa del disco. La lista total es de 32 enfermedades. En el año 2000, Kelly se convirtió en discapacitada permanentemente y tuvo que retirarse de
su trabajo como terapeuta psiquiátrica.  Fotografía: Mathieu Asselin

Monsanto, además, persigue a activistas. ¿Has podido ver esto también?

Monsanto es una de las compañías más agresivas en ese sentido. Ahora se ha parado un poco porque ahora Monsanto es Bayer y Bayer tiene una mejor reputación. Se cuida mucho más en ese sentido. Pero Monsanto en una época perseguía incluso profesores de universidad que hacían búsquedas sobre los problemas del glifosato. Hasta el punto de dar gran cantidad de dinero a universidades con la condición de que esa investigación frenara. También ha pasado con periodistas.

Cuando publicaron un pequeño documental que hicieron en una televisora alemana sobre mi trabajo la gente de Bayer llamó para decir que por qué no los habían contactado antes que ellos querían opinar sobre el asunto. Atacan muy fuertemente a quienes los critican. A nivel político tienen un poder increíble en Europa, y en Estados Unidos ni se habla. En Estados Unidos hay mucho lo que se llama la ‘puerta giratoria’: salen del gobierno para trabajar en Monsanto y viceversa de los organismos que regulan a estas grandes compañías. Es una locura. 

David Baker (65 años) en la tumba de su hermano Terry.
Terry Baker murió a la edad de 16 años por un tumor cerebral y por cáncer de pulmón, causados por la exposición a PBC . El nivel medio de PBC en
Anniston es veintisiete veces mayor que
el promedio nacional. Fotografía: Mathieu Asselin

Cemento encima de un vertedero ilegal.
Los efectos de este método
para contener y sellar la contaminación, son bastante controvertidos. 

Fotografía: Mathieu Asselin

Lee Roy Muck en su casa en Poca Basin,
cerca de uno de los vertederos ilegales de Monsanto®.
Al igual que un número alarmante de residentes de la zona, su esposa sufrió una muerte relacionada con el cáncer  Fotografía: Mathieu Asselin
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