Entrevistas
Sebastián López Brach
Argentina -
mayo 02, 2023

Luces y sombras del nuevo oro blanco

En su nuevo proyecto fotográfico, el argentino Sebastián López Brach viaja por el altiplano para examinar los conflictos territoriales y la devastación ecológica que se esconden tras una promesa: la transición energética alimentada por la explotación de litio.

Por Alonso Almenara

En su forma pura, el litio es un metal blando, de color blanco plata, parecido a la nieve: estéticamente, es el exacto opuesto del petróleo, ese oro negro del que aún depende el funcionamiento de la economía global, pero que parece destinado a ser remplazado por otras fuentes energéticas, dado su papel en la crisis climática actual. Las baterías de iones de litio están llamadas a protagonizar esa transición: alimentan los vehículos eléctricos que, según estimados recientes, podrían representar hasta el 60% de las ventas de coches nuevos en 2030. La batería de un Tesla Model S, por ejemplo, utiliza unos 12 kg de litio. El crecimiento en el uso de este metal ha provocado que el precio de la tonelada de litio se dispare, desde los 450 dólares que costaba en 2003, hasta los 65.000 dólares en 2022.

Esto pone a América Latina bajo los reflectores: el salar de Uyuni en Bolivia, el de Atacama en Chile y el del Hombre Muerto en Argentina forman el conocido “triángulo del litio” donde se concentra el 85% de las reservas mundiales de este mineral. En las tres últimas décadas, empresas mineras norteamericanas, europeas y asiáticas se han instalado en la región para excavar los abundantes depósitos del nuevo “oro blanco”: una fuente de energía cuyos defensores catalogan de limpia, y con el potencial de librar el planeta de los peores efectos del calentamiento global, asociados a la quema de combustibles fósiles. 

El fotógrafo argentino Sebastián López Brach forma parte de un creciente sector crítico que busca exponer los problemas de esta visión idealizada del litio. El más evidente es que su explotación interfiere con uno de los ecosistemas más secos del mundo: hay zonas del altiplano andino donde no llueve durante años, y cuyos habitantes dependen de una escasa red de ríos y lagos salados, alimentados por depósitos de agua subterráneos acumulados durante milenios. Desde la década de 1990, los proyectos mineros en el norte de Chile han bombeado agua de los lagos salados para acceder al litio escondido debajo. Las comunidades que viven en estas zonas aseguran que la minería ha agotado los niveles de las aguas subterráneas, lo que amenaza el futuro de pueblos indígenas enteros.

Ayahuasca Musuk

Algunos expertos coinciden: según un informe de Amigos de la Tierra, la extracción de litio perjudica inevitablemente el suelo y provoca la contaminación del aire. A medida que aumenta la demanda, los impactos de la minería «afectan cada vez más a las comunidades en las que se lleva a cabo esta dañina extracción, poniendo en peligro su acceso al agua», dice el reporte. En efecto, la producción de litio mediante estanques de evaporación utiliza cantidades excesivas de agua: se necesitan aproximadamente 2,2 millones de litros para producir una tonelada de litio.

La crisis ecológica que se vive en el altiplano chileno se está repitiendo ahora en Argentina: un país que posee el 21% de las reservas mundiales de litio y que, con doce proyectos extractivos en marcha, apunta a convertirse en el principal exportador de este metal en el mundo. Como anota López Brach, es una situación que afectará a cerca de 50.000 personas que viven en la puna argentina, y que están a punto de ser testigos de cómo sus recursos son arrebatados y sus tierras arrasadas en nombre de una “revolución verde”.

López Brach tiene 33 años. Nació en la ciudad de Rosario, situada en la margen occidental del río Paraná, uno de los más largos y caudalosos del mundo. “Siempre fui una persona muy reservada; no sé si tímido es la palabra”, comenta. “Me gusta navegar solo, cruzar el Paraná por mi cuenta. Y así me fui interesando en observar cómo la luz se posa en la naturaleza o en los animales. Esa fue mi entrada al mundo de la fotografía”. 

El interés de este autor por documentar la relación entre el ser humano y la naturaleza es evidente en todos sus trabajos. Para él, resolver un proyecto fotográfico significa, en primera instancia, “conocer el territorio en conflicto y a las personas, y después documentar. Si se quiere, es una labor más de antropólogo que de fotógrafo”. Esa metodología es aplicada en Litio, el nuevo oro blanco, un trabajo que examina la situación del proyecto minero de Kachi, en la provincia argentina de Catamarca.

“En Argentina las mayores empresas mineras son extranjeras y su actuar es siempre el mismo: llegan a estas tierras con el propósito de extraer el litio para sacarlo del país, y lo primero que hacen es despejar la tierra de las personas que viven ahí. Para eso les venden el famoso cuento de que traen trabajo y progreso, pero sin hablar del futuro.”

¿Cómo nació el proyecto Litio, el nuevo oro blanco?

La idea la venía teniendo hace ya un tiempo porque Argentina es uno de los tres países que conforman el “triángulo del litio”. A eso se sumó el hecho de que hace poco viajé a España y fui testigo del avance de la transición energética: una transición muy celebrada en Europa, pero pocos se preguntan de dónde viene esta nueva energía. El escenario es de un neocolonialismo propio de esta época y eso fue lo que más me inquietó. Finalmente, en abril del año pasado se dio la circunstancia de que la revista Time me hizo un encargo sobre este tema y fue ahí que viajé a Atacama y luego a Catamarca.

Dices que se trata de una situación neocolonial. ¿A qué te refieres?

En Argentina las mayores empresas mineras son extranjeras y su actuar es siempre el mismo: llegan a estas tierras con el propósito de extraer el litio para sacarlo del país, y lo primero que hacen es despejar la tierra de las personas que viven ahí. Para eso les venden el famoso cuento de que traen trabajo y progreso, pero sin hablar del futuro. ¿Qué pasa con el agua, qué pasa con la tierra? ¿Qué pasa con los animales con los que se alimentan estas personas? 

Es algo que me recuerda el periodo de la Conquista, en el que los europeos, en nombre de la civilización, venían a ocupar estas tierras y a pillarlas. Lo que sucede en Catamarca, donde estuve trabajando, es que primero llegan los políticos, llega el intendente, llegan diputados de cada región, y prometen a la población escuelas nuevas, plazas nuevas. 

Desde luego, muchos se conforman con eso, que es muy poco en comparación con las ganancias que genera el litio a nivel mundial. Y los recursos naturales, obviamente, quedan devastados.

Y sin embargo se nos presenta la idea de que el litio es una energía “limpia”. 

En el primer mundo se habla mucho del progreso que trae esta transición energética en la que dejamos de usar el petróleo como base fundamental para la movilidad, para empezar a usar nuevas energías “verdes” que son menos nocivas para el medioambiente. Detrás de eso hay un escenario completamente diferente: hay contaminación de los ríos donde están los yacimientos de litio, hay desplazamientos de comunidades, hay pérdida de la biodiversidad. Lo que más me movió a abordar este tema es la impotencia que uno siente al escuchar cómo se habla de un progreso mentiroso. 

Hace poco Boric, el presidente de Chile, anunció que nacionalizará el litio. ¿Qué opinas al respecto?

Querer sacar provecho del litio tiene sentido políticamente porque en esta región se concentran los yacimientos más grandes del planeta. Pero ¿a costa de qué?, me pregunto. Estamos vendiendo nuestro país por unos dólares y, a cambio, estamos dejando una tierra devastada.

Tu trabajo se centra en la relación entre el ser humano y la naturaleza. ¿Qué fue lo que te atrajo de esta temática como fotógrafo?

Nací en una región donde la naturaleza abunda: el río Paraná que atraviesa mi ciudad es uno de los más caudalosos y extensos del planeta, y trae consigo una biodiversidad maravillosa. Ese acercamiento desde lo personal fue lo que me llevó a querer trabajar sobre la importancia de los ecosistemas y nuestra relación con ellos. De hecho, llevo ocho años trabajando en una reserva que tenemos en nuestra ciudad, en la que rescatamos y rehabilitamos fauna autóctona que ha sido maltratada por el ser humano. Luego reinsertamos a los animales en el humedal, que es el ecosistema que habitamos. Ese fue el primer acercamiento fuerte que tuve con la temática medioambiental y los territorios en conflicto. 

¿Cuán importante es la interacción con la comunidad en tu proceso de trabajo?

Lo más importante para mí es siempre lo cultural en el territorio: escuchar los testimonios de las personas que viven en estas zonas para entender mucho mejor el trasfondo de la historia. Obviamente me sirve escuchar a todos los actores en conflicto: para este trabajo, por ejemplo, entrevisté a uno de los directores más importantes de una de las mineras involucradas. Entiendo que debo ser imparcial. Pero el hecho de recabar toda esta información y de analizar lo que está en juego solo me hace inclinarme más, en lo personal, hacia lo que yo creo que es una lucha necesaria.

E·CO/23]

Este trabajo es una de las inspiraciones de E·CO/23], la nueva edición de nuestro encuentro de colectivos fotográficos, que este año tendrá como ejes temáticos: Ecologías, Territorios y Comunidades.

A través de esta convocatoria, nos interesa reunir historias que hablen de desarrollo sostenible, movimientos comunitarios y modos de habitar la tierra en comunidad para lograr nuevas narrativas construidas desde la pluralidad de la creación colectiva.

Cada proyecto seleccionado recibirá un apoyo de 5.000 euros para su producción. Los proyectos pueden ser presentados por colectivos ya existentes o por grupos de personas que trabajen en colaboración para este proyecto, de forma interdisciplinar.

Los grupos seleccionados participarán en un proceso colectivo de producción y reflexión que contará con un acompañamiento pedagógico junto a especialistas en las temáticas.

Una vez finalizada la etapa de producción se presentarán los resultados del proyecto en una o varias exposiciones que pueden itinerar y en las plataformas digitales de Fundación VIST, de la AECID, y de los Centros Culturales de España participantes o de las instituciones que éstos designen. De ese modo se busca consolidar redes para la creación y circulación de narrativas visuales en el territorio iberoamericano.

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