Entrevistas
Diana Cano
México -
junio 02, 2023

Hasta las paredes gritarán nuestra rabia

En 2019, México se vio agitado por una serie de protestas: mujeres cansadas de la inoperancia del Estado salieron a las calles a exigir justicia en los casos de feminicidios y violencias basadas en género. En esas marchas, muchas rayaron paredes y monumentos con consignas feministas. Diana Cano empezó a registrarlas y se dio cuenta de que, poco después de pintadas, las autoridades enviaban gente a borrar todas las pintas. Así nacieron La urgencia de borrar y Borré las paredes de las pintas: dos proyectos en los que la fotógrafa intenta conservar la memoria (y el poder) de esas palabras.

Por Marcela Vallejo

“Ni una menos, ni una muerta más” es el verso que le dio origen a la consigna feminista #niunamenos. La autoría es de la poeta de Ciudad Juárez, Susana Chavez, quien en 2011 fue violada y asesinada en su ciudad. Ella no llegó a ver cómo las demás gritaríamos esta consigna a lo largo y ancho de nuestra América. Su feminicidio, como el de tantas otras, aún no ha sido reconocido como tal por el Estado mexicano. En ese país, el 3 de junio del 2015 se celebró la primera marcha cuya consigna fue esa, Ni una menos.

Historias como esa han poblado la vida cotidiana de México desde hace años. En la última década la diferencia ha sido que las mujeres han empezado a movilizarse y a manifestarse masivamente en contra de estos hechos violentos. Sus reclamos han permitido grandes avances y reconocimientos a nivel legal y constitucional, sin embargo las cifras no dejan de crecer. Según el Observatorio Nacional de Feminicidios en México a 2014 cada día eran asesinadas siete mujeres. Para 2023 esa cifra llega a 11 cada día. 

Situaciones así son las que han llevado a muchas a protestar. El 12 de agosto de 2019, una enorme manifestación de mujeres se tomó las calles de la Ciudad de México. A su paso quedaba una estela de escarcha rosa y violeta, pintas en las paredes, ventanas y puertas rotas y el eco de sus voces exigiendo justicia. En días anteriores se había conocido un caso más de violencia sexual cometida por policías, esta vez contra una joven menor de edad. 

La furia de las mujeres se hizo sentir al saber que aun cuando habían pasado varios días después del hecho, los policías responsables aún no habían sido imputados y, por tanto, seguían ejerciendo sus cargos. La movilización continuó y a cada manifestación aparecían más y más pintas en las paredes.

 

La práctica no es nueva y no nació en esa semana de agosto. Pero se intensificó y al mismo tiempo las respuestas indignadas de las autoridades, los medios y las voces de opinión más conservadoras se hicieron sentir. “Esas no son las formas”, fue una de las expresiones más usadas para criticar las pintas en paredes, puertas, ventanas y monumentos. Muchas de esas pintas desaparecieron en los días siguientes. Con capas de pintura eliminaron lo que muchos llamaron “manchas”. 

Ver la rapidez con la que eso sucedía, llevó a la fotógrafa mexicana Diana Cano a registrar el antes y el después: la pared pristina y la pared rayada. De esa iniciativa han surgido dos proyectos, uno que aún está en curso y se titula La urgencia de borrar y el segundo, con el cuál Diana editó un fotolibro llamado Borré las paredes de las pintas.

Se trata de, en palabras de su autora, “un proyecto que intenta reflexionar sobre el borrado inmediato de las pintas en el espacio público. Pensando desde la situación de emergencia de violencia feminicida y de género que hay en México. A mí me parece muy violento el hecho de que al día siguiente o pocas horas después de la marcha llega el personal de limpieza a retirar todas las denuncias y consignas. Borré las paredes de las pintas tiene que ver más con la recuperación de esta memoria gráfica que es borrada”. 

Así, los dos trabajos tienen objetivos diferentes aunque surjan de una misma situación y los dos están reflexionando sobre la acción de borrar. Diana afirma que “borrar tiene que ver con un posicionamiento político, es decir qué queremos que entre y qué no en la discusión. Yo personalmente retomo la idea o el concepto de borrar bajo esta idea de silenciamiento de protestas legítimas respecto a nuestra seguridad, a leyes, a injusticia, un montón de cosas que venimos exigiendo.”

La lectura de muchos sectores sociales frente a las pintas es que deslegitiman la protesta de las mujeres. Al no seguir los canales institucionales, el mensaje queda “en el lugar equivocado”. Y esa fue la justificación para criminalizar a quienes se manifiestan. “Pero sabemos que las pintas”, dice Diana, “son instrumentos. A partir de una inoperancia y una sordera de parte del Estado este tipo de acciones son las que activan y posibilitan la demanda.” En el caso de su libro, ella cambia la forma de entender el borrado, al quitar las paredes este se convierte ya no en una  “herramienta de silenciamiento de la protesta sino en una estrategia de visibilidad de las demandas.”  

El tratamiento que se le da a la protesta, para Diana es el reflejo macro de lo que pasa cuando los agentes del Estado deben atender las violencias basadas en género. “Cuando una mujer es violentada o cuando una persona es violentada e intenta acercarse a estas instancias casi siempre se nos recibe de la misma forma: se nos juzga, se nos cuestiona cómo íbamos vestidas, que estábamos haciendo, a qué hora estábamos en la calle. Cuando protestamos de manera masiva en las calles se nos trata de cambiar el discurso, haciendo creer que muchas de estas demandas no son importantes o que estamos exagerando.”

Tomar las calles en una protesta, salir a gritar exigiendo justicia, rayar las paredes, es también una forma de apropiar un espacio que no ha sido pensado para mujeres: el espacio público. Si en las calles nos sucede algo, las primeras responsables somos nosotras por “estar solas”, lo que generalmente equivale a estar sin un hombre. 

“Son cosas que venimos aprendiendo social y culturalmente», apunta Diana. «Cuando ocupamos el espacio público solas parece que es sinónimo de disponibilidad. La protesta también tiene que ver con un legítimo reclamo de ocupar la vía pública en defensa de nuestros derechos.”