

CAPÍTULO#1


LA CUNA DESTRUÍDA
DEL MOVIMIENTO
“¿Por qué chingados no le aceptan el limón a mi hijo?”, gritó para que todos lo escucharan.
Hipólito Mora había llegado en una motocicleta, con una pistola fajada al cinto, y se paró, furioso, frente al encargado de la línea de embalaje de limón, a las afueras de la tenencia de La Ruana, en medio de Tierra Caliente. El hombre-enlace de los Caballeros Templarios, encargado de verificar los ingresos del cártel, también escuchó su reclamo, fuerte y claro.
A Manolo Mora, hijo de Hipólito, los Templarios ya le habían prohibido por semanas cortar limones de sus huertos y ahora no lo dejaban entregar su producto en las empacadoras de la región. Los productores tenían prohibido cosechar si los Caballeros Templarios lo decían: era una estrategia para controlar el precio en el mercado y a los agricultores. Con multas, palizas y amenazas, impedían que los productores movieran libremente productos como papaya, mango, carambolo, limón, jitomate y naranja. Pero ese verano de 2013, Hipólito Mora estaba decidido a acabar con esos abusos.
“¡Mañana le vas a recibir el limón a mi hijo!”, acabó Mora y se fue. Al día siguiente, su hijo pudo entregar su producto y, con ese acto temerario, se sentó el precedente de lo que meses después serían los grupos de autodefensa.


Cortadores de limón en la zona de Tierra Caliente, Buenavista, durante la época del levantamiento de autodefensas. Mayo, 2014. / Heriberto Paredes


Controles del corte de aguacate y limón pertenecientes a los Caballeros Templarios, localizados en una casa de seguridad. Apatzingán, 2014. / Heriberto Paredes


Vehiculos quemados que pertenecian al crimen organizados quemados por habitantes de Cherán. Meseta P’urhépecha. Octubre, 2012. / Heriberto Paredes


Lista de personas por asesinar perteneciente a los Caballeros Templarios, localizados en una casa de seguridad. Apatzingán, 2014. / Heriberto Paredes


Desde esos días, Buenavista sería recordada como la tierra que le dio al movimiento de autodefensas su fama internacional: allí, de la mano de personalidades como Hipólito Mora y José Manuel Mireles, nació el levantamiento que mantuvo en vilo durante casi dos años al estado de Michoacán y que desmanteló el poder de los Caballeros Templarios. Pero una década después, al recorrer esta región y visitar sus pueblos, parece que muy poco o nada queda de aquel movimiento creado para buscar justicia.
Hoy, cunas del movimiento de autodefensas como Tepalcatepec y Buenavista están en manos de organizaciones criminales dentro de la alianza de Cárteles Unidos (como el Cártel de Tepalcatepec y Los Viagras), que mantienen control de todo tipo de actividades en la región: desde el trasiego de drogas hasta el cobro de cupos, extorsiones, secuestros y homicidios.
Las calles de pueblos como La Ruana, por ejemplo, son patrulladas día y noche por delincuentes armados que ahora se disputan la zona.


“El movimiento de autodefensas sirvió para todos los mexicanos y hasta me atrevo a asegurar que, a otros países, porque abrió los ojos a todo el país, en todo el país quieren levantarse en armas, quieren seguir el ejemplo de nosotros aquí en Michoacán”.
Hipólito Mora, fundador del movimiento autodefensa en Michoacán.


Tras casi un año de batallas entre autodefensas y remanentes de Los Caballeros Templarios en en Michoacán, habitantes de la ciudad de Apatzingán, corazón financiero de esta organización, salen a las calles a denunciar la estrecha relación entre políticos y criminales. Enero, 2014. / Heriberto Paredes


Es ilustrativo el caso de Juan José Farías, alias “El Abuelo”, lugarteniente del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en la región, incluso durante el levantamiento de las autodefensas que él apoyó directamente. En noviembre de 2018, una avioneta con droga desapareció en Michoacán, cargamento que supuestamente estaba bajo el resguardo de su grupo. La droga fue reportada como desaparecida ante Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, capo del cártel, pero parte de ella reapareció en el mercado, cuando un grupo de personas de Tepalcatepec intentaron venderla en la ciudad de Cancún, Quintana Roo.
La respuesta de “El Mencho” fue inmediata. El 2 de marzo de 2019 un hombre asesinó a balazos a tres de los michoacanos mientras conducían por la avenida Bonampak en una camioneta con placas de Campeche. El conductor quedó herido y fue arrestado posteriormente.
Los tres muertos en la zona hotelera de Cancún marcarían el punto de inicio del conflicto entre CJNG y “El Abuelo”, quien ha sumergido a Michoacán en una ola de violencia desde mediados de 2019 hasta el 2023 con episodios de violencia ocasionales que siguen afectando a toda la región de Tierra Caliente. A partir de ese momento se formaron dos grupos criminales: el del CJNG, conformado por células armadas y sus enemigos; y los Cárteles Unidos, una mezcla de grupos que antes eran incluso antagónicos como los Blancos de Troya, Los Viagras, los Caballeros Templarios, la Nueva Familia Michoacana y Cárteles Independientes, también conocidos como el Cártel de la Virgen.
El 13 de agosto de 2019, un grupo de hombres armados con uniformes tácticos con la leyenda “CJNG” anunciaban una guerra en contra de “El Abuelo”, mientras presumían una ametralladora antiaérea Browning M2 calibre 50. Se trataba de un enfrentamiento abierto entre grupos heterogéneos y antagónicos, una mezcla de personajes presentes en todos los conflictos de los últimos 10 años en Michoacán. Tanto Cárteles Unidos como Cártel Jalisco se nutren de veteranos que pelearon contra los Zetas entre 2006 y 2008; en el conflicto entre Familia Michoacana y Caballeros Templarios entre 2009 y 2012; así como en las autodefensas, patrocinados en su momento por la federación.


Hombres armados del grupo criminal Carteles Unidos, coalición de traficantes y antiguos grupos de autodefensa. Tierra Caliente, 2021. / Romain Le Cour Grandmaison


Señal direccional con marcadas señales de la acción y el enfrentamiento de grupos armados. Aguililla, 2021. / Romain Le Cour Grandmaison


Sicario de los Carteles Unidos, 2021. / Romain Le Cour Grandmaison


Los muros de una casa en Bonifacio Moreno (El Aguaje) se revelan como testigos silenciosos de la violencia que ha afectado la región. Aguililla, 2021. / Romain Le Cour Grandmaison
El más reciente episodio de guerra abierta fue por el control del municipio de Buenavista, entre julio y agosto de 2021. Cárteles Unidos aisló la cabecera municipal destruyendo las carreteras que la conectan con el resto del estado, y empezó una serie de enfrentamientos para tomar el control del territorio. Los grupos armados asediaron el pueblo hasta expulsar a la banda delincuencial que controlaba la zona —Los Cinco del Pueblo, ligado al Cártel Jalisco— en la que fue la última confrontación abierta entre grupos armados en Michoacán, un enfrentamiento en el que se intentó usar el nombre de las autodefensas para justificar el grado de violencia utilizado.
Quedan medios de comunicación, nacionales e internacionales, que recurren a esta falsa presencia de supuestas autodefensas para justificar una narrativa en la que existen bandos, uno de buenos y otro de malos, ocultando de esta manera, la complejidad del contexto y los detalles que hablan de una realidad, que lejos de ser maniquea, se constituye más como un entramado de intereses y alianzas vinculadas a intereses económicos y, a veces, políticos.
Además, a 10 años del surgimiento de las autodefensas, su figura y nombre se ha sumado a una serie de identidades que son utilizadas por grupos criminales para disfrazar sus verdaderas actividades. Esto no sólo ocurre en Michoacán sino también en otros estados, particularmente en Guerrero. Casi cualquier grupo puede autonombrarse como autodefensa sin que exista la legitimación de comunidades o poblaciones que respalden la formación de estos grupos, salvo en los casos que hemos mencionado en la costa michoacana y en el municipio de Tancítaro, que mencionaremos más adelante.
Todavía hoy se ven las huellas del enfrentamiento en las decenas de casas bombardeadas con drones cargados de explosivos, y los cientos de impactos de bala que se pueden encontrar en los postes de luz de la avenida principal del pueblo. Eso queda de la cuna del levantamiento: habitantes sumergidos en una nueva ola de violencia que no parece tener fin y que se ha extendido ya sin autodefensas ni comunitarios ni nada parecido, solamente grupos armados criminales peleando por territorio, como en muchas partes de México.
Hipólito Mora Chávez, fundador de los grupos civiles de autodefensa en Michoacán. Febrero, 2023. / Andrea Murcia
Para el fundador del levantamiento, las autodefensas culminaron la tarde del 16 de diciembre de 2014, cuando Manolo Mora, su hijo, quien le pidió que no entrara al movimiento y por quien decidió fajarse una pistola para reclamar en la empacadora de limones, fue asesinado.
Cayó en una emboscada que preparó Luis Antonio Torres, conocido como “Simón el Americano”, quien con más de 100 hombres intentó mermar sin éxito a los 30 autodefensas que defendían la barricada de La Ruana. Los autodefensas de Hipólito Mora resistieron hasta que llegaron refuerzos y lograron repeler el ataque, aunque 11 personas cayeron abatidas por las balas, incluyendo a Manolo, su hijo.
“Mi hijo murió a manos de puros delincuentes… a veces creo que no valió la pena haberlo arriesgado en esta lucha, porque desafortunadamente he conocido una manada de hijos de su chingada madre que no han agradecido el trabajo que hicimos algunos”, dijo en febrero de este año, cuando fuimos a entrevistarlo a su casa.
A pesar de que para Hipólito Mora las autodefensas terminaron aquella tarde de diciembre con una batalla entre grupos opuestos de autodefensas donde su hijo perdió la vida, el líder del movimiento siempre se sintió orgulloso de la hazaña que les quitó el yugo de los Templarios.
No sería sólo su hijo, sin embargo, el que acabaría eliminado a manos de puro delincuente.
El pasado 29 de junio de 2023, Hipólito Mora fue asesinado por miembros de Los Viagras, uno de tantos grupos criminales que, como camaleones, se adaptan al terreno y al contexto para continuar con sus negocios ilegales. Tal y como lo estuvo denunciando, Mora finalmente fue alcanzado por las balas y el fuego en las afueras de su casa, ahí donde había librado las batallas más recientes. Ahí donde empezó su lucha contra fuerzas muy oscuras, cada vez más vigentes y vigorosas en Michoacán.


El doctor Mireles visita Morelia en 2017. / Rodrigo Caballero
EL POLÉMICO
DOCTOR MIRELES
“Yo soy el doctor José Manuel Mireles Valverde, soy uno de los consejeros generales del Consejo Ciudadano de Autodefensa, soy el presidente de la Sociedad de Padres de Familia de la Escuela Secundaria Tepalcatepec, tenemos 760 padres afiliados, estamos en una de las posiciones desde las cuales estamos vigilando la tranquilidad de nuestro municipio y de que los miembros de la delincuencia organizada, de cualquier cártel que se trate no vuelvan a invadir nuestra vida, nuestra propiedad ni a nuestra familia”, Con esas palabras, este personaje clave del movimiento de autodefensas, comenzó la entrevista que logró la atención de los medios nacionales e internacionales.
Siempre un personaje polémico, el doctor no sólo fue el vocero de los grupos de esta región, con el tiempo se convirtió en uno de los rostros asociados, a nivel nacional, al concepto de autodefensas. Parte de un grupo masónico, con una personalidad fuerte, con el cabello canoso y de voz convincente, rodeado a veces de su hijo mayor o de su gente de confianza, al comienzo de este movimiento se volvió un referente y con sus declaraciones puso sobre la mesa la innegable relación orgánica entre grupos criminales y Estado mexicano. El doctor Mireles, por ejemplo, denunció públicamente que en la escuela secundaria de su hija hubo 14 adolescentes secuestradas y violadas por los Templarios, y que estos hacían lo mismo con las esposas de ganaderos locales, de campesinos y de todo aquel que les parecía indefenso.
Hasta mediados de junio de 2013, no había sido el único en señalar esta situación, sólo que para entonces era la cara visible de un movimiento de miles de personas armadas dispuestas a combatir a muerte. Según su propio análisis, el doctor Mireles afirmó que, “a los militares los mandaron a desarmar a los comunitarios que están defendiendo al pueblo, más no los mandaron a desarmar a los que tienen 12 años atacando al pueblo”.
Tras el levantamiento de febrero de aquel año, el gobierno michoacano y el gobierno federal habían reforzado la presencia castrense y policial, pero los reportes ciudadanos en contra de los miembros de las instituciones de seguridad sólo dejaban en claro que, para atender las demandas de la población de Tierra Caliente, la presencia pasiva de camionetas llenas de uniformados, no bastaba.


A un año de ocurrido el levantamiento de las autodefensas, decenas de miles de personas en Tepalcatepec salieron a las calles para festejar un periodo de paz que no se había sentido en varios años. Se hicieron palomas blancas como símbolo de la paz y todo el festejo culminó en un gran baile. Febrero, 2014. / Heriberto Paredes






“Un día le pregunté a un delincuente de aquí, de Tepalcatepec —continúo Mireles en su emblemática entrevista—, porque quisiéramos o no teníamos que convivir con ellos, ¿cómo es posible que vengan cientos de operativos tras de ustedes y nunca los agarren? Doctor, lo que usted no sabe es que el mismo que le manda el mensaje a la 21 Zona Militar en Morelia, de que vengan por nosotros, es el mismo que nos manda el mensaje a nosotros para que desocupemos el lugar”.
Pese a que su papel en todo el tiempo que participó de las autodefensas fue transformándose penosamente, estas primeras declaraciones públicas y señalamientos de falta de resultados y de complicidad de las instituciones —algo que es completamente extendible a todo el país— construyeron la tabla de valores y objetivos que enarbolaron siempre las autodefensas. Nunca mostraron la intención de consolidarse como un movimiento que propusiera una nueva forma de hacer política o de gobernabilidad, y cuando hubo intentos de ello, el gobierno federal decidió aplicar persecución, cárcel, división y desarme.
Mireles cometió muchos errores durante su liderazgo en el movimiento, cambió incluso de aliados, cambió su discurso, persiguió el poder político e incluso se prestó a mostrar el lado más oscuro de su aparente poder, sin embargo, en un inicio logró sintetizar en 30 minutos de entrevista la radiografía de una crisis que no era más que un espejo del país.
El doctor murió en 2020, siendo un funcionario de bajo rango en el sistema de salud de Michoacán, a causa del Covid-19 y ya nadie regresa a su imagen para reivindicar nada.


Meseta P’urhépecha, 2013 / Heriberto Paredes
EL ÚLTIMO LUGAR CON
FE EN LAS AUTODEFENSAS
Con excepción de un par de lugares, el movimiento de autodefensas en el estado de Michoacán se siente como una cosa del pasado luego de una década del levantamiento que llenó las páginas de periódicos, revistas, tesis y libros entre 2013 y 2016, principalmente.
A pesar de que el Estado mexicano cuenta con una surtida variedad de grupos armados que todavía se autodenominan como parte de este movimiento, el impulso que llevó a la expulsión de los Caballeros Templarios el 24 de febrero de 2013 se desvaneció, sumergiendo a la entidad en un periodo de conflicto armado entre los remanentes de células delincuenciales hambrientas por control de territorio.
Años de conflicto interno entre grupos de autodefensas, policías comunitarios y guardias rurales terminaron por minar el objetivo del movimiento que pretendía regresarle a la población la responsabilidad de su propia seguridad ante la cooptación de las fuerzas de seguridad pública tanto municipales como estatales y federales. Una década después de que miles de personas se unieran al movimiento armado comandado por personajes como José Manuel Mireles Valverde e Hipólito Mora Chávez, pocas son las poblaciones que pudieron mantener la seguridad a través de sus propios medios.
Desde la intervención de Alfredo Castillo Cervantes, hasta la “institucionalización” de las autodefensas a través de la extinta Fuerza Rural y Fuerza Ciudadana, además del asesinato de líderes y la desaparición de cientos de participantes, toda la tracción del movimiento fue reemplazada por una inercia que llevó a los años violentos del 2016 a la fecha. Atrás quedaron las celebraciones de cada 24 de febrero con los desfiles de camionetas repletas de gente decoradas con palomas blancas que abarcaron una cuarta parte del territorio michoacano, y que pusieron en jaque al gobierno del ex presidente de México, Enrique Peña Nieto.


Comunero p’urhépecha de Cherato parte de la ronda comunitaria. Meseta P’urhépecha, 2013. / Heriberto Paredes


Comunidades indígenas exigen reconocimiento como Guardias Comunitarias, así como pagos atrasados a miembros de la Fuerza Rural. Meseta P’urhépecha, 2015. / Rodrigo Caballero
“A los militares los mandaron a desarmar a los comunitarios que están defendiendo al pueblo, más no los mandaron a desarmar a los que tienen 12 años atacando al pueblo”.
José Manuel Mireles, fundador del movimiento autodefensas en Michoacán
En Tancítaro sucede de manera distinta: un municipio que logró consolidar un cuerpo policiaco derivado del movimiento de autodefensas y que todavía cuenta con una extensa red de guardias civiles que mantienen vigilancia constante dentro de su territorio, apoyados por autoridades de las seis tenencias que conforman este municipio de poco más de 30 mil habitantes. Se trata de un territorio ubicado a 160 kilómetros de la ciudad de Morelia que colinda con Uruapan, Apatzingán, Parácuaro, Buenavista y Peribán que fue el centro del movimiento de autodefensas una vez que los grupos salieron de Tierra Caliente.
En este lugar, año con año, conmemoran el Día de la Comunidad, festividad que recuerda el 16 de noviembre de 2014, cuando los grupos de autodefensas de Tierra Caliente entraron al municipio liderados por el doctor Mireles y se hicieron del control de la seguridad.
“Esta fecha muchos la recuerdan con celebración y felicidad”, aseguró el presidente municipal, Gerardo Mora Mora. “Sabemos que a partir de ese día todos vivimos con tranquilidad, armonía y paz en nuestro municipio, pero también es un día de luto, porque mostramos honor en memoria de las personas que lucharon para tener un municipio de paz”.
La religión fue uno de los elementos que ayudó a amalgamar el movimiento de autodefensas luego de que los combates terminaron, la población encontró en la iglesia católica un refugio luego de los violentos meses de 2013 y 2014. El propio Día de la Comunidad es una ceremonia que mezcla la parte cívica y la religiosa, donde los sacerdotes encabezan la mayoría de los actos y toman la palabra para recordar los sucesos que afectaron al pueblo de Tancítaro antes, durante y después del levantamiento.
Cada año (con excepción del 2020 y 2021 por restricciones de pandemia) se sigue realizando este evento conmemorativo que deja claro un culto a las autodefensas de la mano de la iglesia católica y la imponente fuerza a los productores de aguacate. Un día antes se realizan rosarios y por la madrugada hay oraciones en las barricadas que fueron instaladas durante la época de las autodefensas y que ahora sirven para que la población mantenga una vigilancia constante de sus caminos.




Tepalcatepec. Abril, 2021. / Romain Le Cour Grandmaison
“Nuestro pueblo ha tenido la enorme responsabilidad de servir como ejemplo de paz y tranquilidad, pero esa paz no se logró fácilmente. Este día nos sirve para reflexionar sobre lo que nos ha costado y las personas que hemos perdido en el camino”.
Roberto Torres, cura de la parroquia de San Francisco de Asís.


Puesto de control de los autodefensas en Tancítaro, el municipio que más aguacate produce en el mundo. Julio, 2016. / Heriberto Paredes
Una vez culminado el conflicto en el que fueron expulsados los miembros de los Caballeros Templarios, el municipio de Tancítaro trabajó de la mano con asociaciones religiosas y compañías como los Jesuitas, quienes llevaron a cabo jornadas de paz y reconciliación dentro de la zona. “Es un trauma la violencia que vimos y que sufrimos”, dijo José Trinidad Meza Sánchez, expresidente municipal. “Fue un gran esfuerzo de terapia de toda la comunidad”.
La otra parte la jugaron los productores de aguacate. Tancítaro es uno de los municipios que más exporta esta fruta hacia los Estados Unidos, y el dinero de esta agroindustria fue clave para mantener el movimiento de autodefensas cuando muchos otros municipios cayeron en manos de grupos delincuenciales a falta de dinero para mantenerlas.
Con el apoyo de los aguacateros fundaron el Cuerpo de Seguridad Pública de Tancítaro (CUSEPT), institución policiaca de nivel municipal creada tras el levantamiento de las autodefensas. Recibe financiamiento público y privado a través de los empresarios aguacateros de la región, por eso les llaman “policía aguacatera”.
Además, los empresarios financian el llamado Grupo de Reacción, antiguos autodefensas que mantienen sus labores de seguridad en todo el municipio, donde hay patrullajes constantes en coordinación con el CUSEPT y con instituciones del gobierno federal como el Ejército Mexicano o la Guardia Nacional.
A pesar de sus diferencias internas sobre quién encabeza la lucha por la seguridad y el gobierno municipal, la fuerte presencia de la guía espiritual a través de la institución católica y la inversión millonaria de los aguacateros convierten a Tancítaro en el último lugar con fe en el movimiento.
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