Breve expedición botánica
Entrevistas
Joyce Rivas
Colombia -
febrero 13, 2021

Conjuros de amor, pócimas de resistencia

Desde muy pequeña la artista Joyce Rivas manifestó fascinación por el dibujo, la pintura y las artes en general. Estudió en un colegio de monjas donde no había muchas opciones de explorar esos intereses y en el que era considerada “muy indisciplinada”. Fue una profesora quien le sugirió a la mamá de Joyce que sería bueno encontrar un espacio donde ella pudiera desarrollar esas habilidades.

Tomó talleres en el Teatro del Parque Nacional, en Bogotá, y ahí inició su recorrido por las artes. Cuando estaba cerca de entrar a la universidad, empezó a dudar: no sabía si escoger diseño gráfico o filosofía. Llegó a la conclusión de que las artes “eran una síntesis… algo que podía transitar entre las dos cosas”. Así que inició la carrera en artes plásticas en la Facultad de Artes ASAB.

A lo largo de todo su proceso de formación se concentró en el dibujo, pero hacia el final empezó a enamorarse de la fotografía y especialmente de la escanografía. Un día se preguntó qué pasaría si en vez de escanear un documento, pusiera sobre el escáner un objeto. Escaneó todos los objetos decorativos que su mamá tenía en casa y pensó que había inventado una técnica. Pronto descubrió que en ese momento en Flickr había una comunidad de al menos 16.000 personas haciendo escanografía.

Joyce intercala su trabajo con el dibujo y la fotografía con escáner. Ha logrado un ritmo de trabajo en el que cada año cambia de técnica: un año se dedica al dibujo y al siguiente a la escanografía. Hasta el momento por su escáner han pasado cuerpos, frutas con formas de deidades orientales e ingredientes de conjuros mágicos de mujeres afrodescendientes en la colonia.

Su último trabajo, Bienquerer, es la primera obra en la que ha decidido trabajar un tema relacionado con la afrodescendencia. Siempre sintió que se le pedía dedicarse a un tema “cercano” a ella, a su origen. “Los negros hablan dentro del arte de cosas de negros y los blancos hablan desde otra posición. Entonces yo no podía hablar de mutación genética o de transformación genética”. Escogió el tema después de toparse con remedios coloniales escritos por frailes europeos, en los que una parte importante de la receta tenía que ver con la belleza de la preparación. Indagando, encontró un texto de la historiadora Luz Adriana Maya quien, en una investigación sobre las brujas de Zaragoza, escribe que estas mujeres negras y mulatas esclavizadas ejercían en sus oficios mágicos una forma de resistencia ante el régimen esclavista y colonial.

Para Joyce esa forma creativa del conocimiento ancestral de las mujeres negras en la colonia, enriquecido en el encuentro con las culturas amerindias y europeas, es lo que hace más potente su trabajo. Ya decía Manuel Zapata Olivella, intelectual afrocolombiano, que no es posible hacer una reevaluación histórica de la esclavización de los africanos en las Américas sin “considerar su creatividad en todos los contextos de producción”.

En Bienquerer la artista hace una escanografía de los ingredientes registrados en autos del Tribunal de la Santa Inquisición, especialmente en Cartagena de Indias. Ella encuentra continuidades en el presente de estas recetas y de sus usos, quizá la más importante es una forma de relación con la naturaleza, un reconocimiento del poder que tiene. Una de las líneas que atraviesa todo el trabajo de Joyce es “la fuerza de la naturaleza sobre nuestras creencias”.  

Deformes

Deformes

¿Cómo llegaste a la escanografía?

Yo sufrí el tránsito entre la fotografía análoga y la fotografía digital. En la academia veníamos de trabajar fotografía análoga y bueno, dentro de las artes, especialmente cuando yo estudié, lo digital era un terreno espinoso que no se tocaba y, de hecho, sólo teníamos dos talleres de expresión digital en el proceso de formación. Yo quería aprender a manejar Photoshop, que era magia pura, o sea, de eso no se hablaba y en expresión digital nos pusieron un trabajo para todo el semestre: íbamos a hacer una fotografía al día, la íbamos a editar e íbamos a abrir un flickr

Y de pronto, oh sorpresa, empiezan a agotarse los papeles. Acá en Colombia se empiezan a agotar los rollos fotográficos, los precios por las nubes. O sea, eso era un lujo. Y empiezan a aparecer las cámaras de 2 megapíxeles, que tomaban doce fotos y eso para uno era algo súper asombroso. Con mi mamá ya habíamos hecho un ahorro muy arduo para que yo tuviera la cámara. Tuve la última cámara análoga que sacó Cannon. Era un lujo y tocaba mandarla traer de Estados Unidos y todo. Cuando tuve la cámara nueva en mis manos empezó a colapsar todo el sistema de cámara análoga. Yo decía: ni modo de pedir más cámaras, cómo le explico a mi mamá que está una nueva onda de cámaras y que es más costosa incluso de la inversión que hicimos.

Y entonces empecé a explorar con el escáner por accidente. Escaneé todo lo que se me pasaba por delante. Me parecía divina una pluma,  una piedra. Y empecé a escanearme partes del cuerpo.  

Deformes

Deformes

¿Cómo descubriste que se podía hacer eso con los objetos? ¿Qué usaste al principio?

Me acuerdo que vi el escáner de soslayo. Y dije ¡Ay! Si en vez de documentos empiezo a poner objetos puede ser super interesante. Y empecé a poner objetos y, como te digo, entonces escaneaba a todo. Las primeras aproximaciones son un poco ingenuas, escaneaba todo lo que tenía mi mamá de decoración, todo lo que encontraba: una piedra, una hoja. Yo creo que hasta el punto en que yo decía ya no tengo nada más para escanear. Y dije ¡guau, inventé una técnica! O sea, esto va a revolucionar el mundo del arte. Y empiezo a ver en flickr que había ya comunidades de 16.000 personas que hacían escanografía. Fue chévere porque era ver la mirada de los otros, y lo primero que hacemos todos es someter todo al escáner.

Pero noté algo y es que a mí me interesaba el tema de la deformidad. Empecé a escanear mi cara o las manos y notaba que con el movimiento del escáner se iban generando ciertas modificaciones. Hice el primer acercamiento y era un ser como alargado, extraño. Y ahí empecé realmente a profundizar en lo que a mí me interesaba.

En esa época estaba leyendo Los anormales de Michel Foucault, que me encanta porque él habla de seres como el niño masturbador, que eso en la familia no se sabe qué hacer con ese niño, un secreto ahí universal. Y es de lo que parte él, el deforme empieza a generar unos conflictos muy fuertes a nivel jurídico y él plantea unas hipótesis. Foucault analiza casos jurídicos muy particulares, por ejemplo, si un deforme mata a alguien, o si hay un siamés y uno mata a alguien y el otro no está de acuerdo, pero están unidos, ¿los metemos a los dos a la cárcel o los dejamos a los dos libres?

Eso lo entrecrucé en mi proyecto de grado con Julia Kristeva, que habla sobre la abyección y empecé a imaginar cómo eran estos deformes en la intimidad, cómo amaría un siamés, cómo exploraría la sexualidad, cómo exploraría el erotismo, ¿se besaría consigo mismo? Encontré en internet que muchos artistas sí ahondaban en la escanografía y armaban los cuerpos a partir de fragmentos, pero dejaban evidencia del fragmento. Y a mí me interesaba que a través del escáner se vieran seres completos, que esta ficción estuviera absolutamente montada.

Ahí empecé a construir estos seres que hacen parte de la serie Deformes, con mucho trabajo en Photoshop. Resultaban ser hasta 40 fragmentos del cuerpo para conformar este deforme con rigurosidad. Finalmente, me gustaba mucho esa sensación que parecía probeta, pero fuera de la probeta, porque ¿cómo podía estar ahí? Eso me interesaba mucho. Ese fue el manejo que le di y el camino que emprendí con la escanografía.  

Deformes

Deformes

Entonces empezaste a hacer escanografía con cuerpos, ¿y luego seguiste con las frutas cuando fuiste a China?

Bueno, yo me divido por años, por ejemplo, un año vuelvo a sacar un proyecto de dibujo y al año siguiente uno de fotografía y así. También como van viniendo, pero últimamente he podido alternar los años así, y ha sido bueno para mí porque el dibujo me agota. Así, la fotografía, la escanografía se vuelve una liberación.

Dentro de esto de la deformidad se genera otro proyecto que es un bestiario: Crónica para una historia antinatural. Yo veía que han modificado genéticamente muchísimo a algunos animales. Soy vegetariana y animalista y realmente me tocaba mucho esto de la modificación. Empecé a rastrear todos estos experimentos genéticos que han hecho con el fin también de mejorar ciertas razas y que llevan muchos años haciéndose, hay experimentos del 70, 80. Entonces está el pollo desnudo, que es un tipo de pollo al que lo modificaron genéticamente a partir de una raza, pero que se genera dentro de unas condiciones muy particulares, lo están usando ahorita en muchísimas industrias porque no produce plumas. Eso acelera los procesos de producción, ya no hay que desplumar al pobre pollito. Otra es la blue belgian cow, una vaca que tiene doble musculatura. Al tener doble musculatura produce el doble de carne, pero asimismo tiene serias complicaciones a nivel óseo. Entonces se consumen muy, muy rápido, el lapso de vida que viven es muy corto. Uno de los experimentos así más brutales fue un ratón en el lograron hacer crecer una oreja humana en el lomo.

Todo esto me empezó a generar una suerte de angustia porque yo decía ¿qué tipo de animales son los que finalmente vamos a tener? ¿Cómo hacer este inventario de animales que están saliendo? La mayoría de los experimentos son realizados en China, realmente son muy pocos los experimentos producidos en otras partes del mundo. Hay unos en Estados Unidos y otros en Alemania y uno en Francia.

Decidí hacer un bestiario dibujado de estas nuevas especies y me pareció que lo ideal sería hacerlo en China. Me postulé a una residencia en el Shangyuan Museum en Beijing y fui seleccionada. Me fui con este proyecto y empecé a hacer el bestiario. Yo creía que iba a tener muchísima más información y me estrellé con todas las restricciones de información que hay en Beijing, especialmente con estos temas. Ni siquiera podía ingresar a Google con VPN. Pedí que acá en Colombia me ayudaran buscando información. Uno de los últimos casos que encontré fue el de un caballito de mar: lo que hicieron fue modificar el genoma, el del caballito de mar es compatible con el de la medusa, entonces se hace ese cruce y luego se coloca el caballito para que absorba polvo de oro. Finalmente, lo que la gente tiene en los acuarios son caballitos de mar dorados. Mi pregunta era hasta dónde llega la excentricidad y el uso de las ciencias para lograr estos caprichos del ser humano. Hice una exposición donde hubo 7 animales sobre los que pude indagar.

Estando allá, un día iba por los mercados y de pronto vi estas peras con formas de deidades chinas y eso me hizo un click en la cabeza. Ahí comencé el proyecto Breve expedición botánica inspirada en las láminas de la expedición, o sea, con la misma estructura y composición. Lo que hacía era crear esta suerte de expedición con estas frutas que han sido modificadas con moldes. Algunas evocan deidades chinas, pero también hay algunas que tienen, por ejemplo, formas de Jesús.  

Breve expedición botánica

¿Has encontrado ese tipo de modificaciones en frutas y verduras en otros lugares?

No, sólo en China y Japón. Son muy famosas las sandías cuadradas para optimizar espacio. Es el mismo sistema: colocan la fruta dentro de un molde y al crecer toma esa forma. Hay peras y manzanas así. Pero esto de las deidades solo lo he visto en Taiwan, en Beijing. Creo que en Hong Kong también hay. Encontré una que es la siguiente que quiero hacer, que es una calabaza con la cara de Donald Trump.

Me parece que empiezan a entrecruzarse cosas políticas y religiosas. Es todo un entramado ahí de diferentes posiciones que nos permite reflexionar sobre el momento que estamos atravesando y nuestra posición. Una deidad es convertida en un objeto. Compré las frutas, y muchos de los residentes no sabían, incluso chinos, que existían y decían “no, yo no me voy a comer ese Buda bebé. Es que es macabro.”

Esa es una modificación de la forma. No es como la de los animales.

Sí, no es tan fuerte, pero de todas maneras deja entrever cómo todavía esta posición propia de la ilustración: el hombre como centro de todo, que puede modificar todo a su antojo.  

Breve expedición botánica

¿En ese momento empezaste tu proyecto de Bienquerer?

No. En los procesos artísticos a veces las cosas fluyen como en el caso de la Breve expedición. Pero también yo me he visto en situaciones donde quedo en blanco y digo ¿y ahora yo qué hago? ¿Qué es lo siguiente? ¿qué voy a hacer? Y este es uno de los casos. Yo estaba en un periodo de crisis, no sabía para dónde avanzar, ni qué hacer. Mi pareja me empezó a decir “pues, lee un rato. De pronto pasa algo, sale algo”.

Yo hice parte de una compilación que se llama Bibliotecas básicas de cocinas tradicionales de Colombia, del Ministerio de Cultura, hice las portadas para esos libros. Me parecieron súper bonitos los textos que había allí. En uno había uno de Piedrahita, donde decía que para el dolor de cabeza había que hacer una corona de eneldo porque era un bonito remedio. Entonces me pareció muy bonito, un fraile que quería rescatar además la belleza que había en sí mismo en el remedio.

Me fui con eso anotadido para la biblioteca y estando allá empecé a buscar ese libro. Saqué el libro y como que no era tanta medicina, sino que uno empezaba a entrever algo ahí de chamanismo. Porque eran, imagínate, los frailes en las Américas tratando de entremezclar un poco del saber indígena con el saber europeo. No había muchos ingredientes de los que tenían en Europa para curar unos males y finalmente les tocaba echar mano de lo que encontraban acá y se volvía un sincretismo.

Finalmente, entre una y otra y otra cosa terminé leyendo manuales de brujería. Y me pareció más interesante. Ahí es cuando me encuentro con Luz Adriana Maya, que ya empieza a hablar de algunos de los conjuros registrados en textos de la Inquisición en Cartagena de Indias. Para mí esto era super nuevo, yo no sabía ni siquiera que había habido un tribunal del Santo Oficio en Cartagena de Indias.

Como lo describe Luz Adriana Maya, creo que fue lo que más me enganchó dentro del proceso. Antes la gente me había dicho “oye, Joyce sería súper interesante que tocaras el tema de lo afro por qué lo deforme, por qué esto tan lejano de ti”. Y a mí me parecía que también era y todavía lo mantengo una posición de que los negros deben hablar de los negros. Sentía que era también una suerte de microrracismo ¿no? Los negros hablan dentro del arte de cosas de negros y los blancos hablan desde otra posición. ¿Entonces yo no podía hablar de mutación genética o de transformación genética? Otro aspecto con el que yo no conectaba era también que ya había un proceso de revictimización dentro de muchos procesos artísticos. No estoy hablando de todos, pero sentía que era esta cosa o amarillista o esta cosa doliente y sufriente. Y Luz Adriana Maya habla de la posición de las afrocaribeñas en un proceso de resistencia, eso me abre otra perspectiva. Empiezo a darme cuenta de que, claro, cuando empiezan los procesos de Inquisición muchas de estas mujeres, y entre ellas hay una que destaca que se llamaba Paula de Eguiluz, que empiezan a jugar mucho con la mente del inquisidor. Ella decía cosas como, tratando de parafrasear a Luz Adriana Maya, yo no he visto al diablo, pero si ustedes quieren se los ayudo a capturar.

Entonces esos fenómenos me empiezan a resultar muy interesantes, cómo las mujeres también empiezan unas luchas desde sus condiciones sociales de la época. Eran mujeres casadas a la fuerza que nunca habían tomado decisiones. Todo este entramado cultural, todo este proceso de resistencia y de resignificación, tanto del saber ancestral afro mezclado con esto del Caribe, con esto de la cultura española, con saber indígena.  

Bienquerer

En una de las clasificaciones de la magia, está aquella llamada simpática, donde los ingredientes deben compartir la forma con lo que se desea obtener. ¿Hay algo así en los conjuros que tú has encontrado?

Sí, el del colibrí. Está en un texto de una antropóloga mexicana. Ella dice que este conjuro es este sincretismo de tres culturas, y sí mantiene la forma. Fue el que más conflicto me generó. Pues imagínate yo súper animalista. Y cuando empecé a ver que había un colibrí empecé a sufrir. Y dije ¡caray! Bueno, ya sé que no voy a matar un colibrí. O sea, eso no va a pasar. Pero de todas maneras decía bueno, ¿y ahora qué hago? ¿cuál es mi posición al respecto? Me parece que lo interesante también de las prácticas artísticas contemporáneas es que generan espacios como estos, donde finalmente es como si uno tuviera el chance de salvar su honra, de discutir al respecto. En ese momento hablaba precisamente con un amigo que también es artista y miembro del colectivo Blanco Conejo y él me decía hazlo, Joyce. Es el momento de poner en la mesa esto que está pasando.

Porque casi todos los conjuros se practican hasta hoy en día. Con el conjuro del colibrí todavía se hace una práctica en México en el mes del amor y la amistad. Y es que la gente regala un colibrí con el fin de que el amor perdure y el colibrí está en vías de extinción.  

¿Los documentos que consultaste tenían el detalle de cómo debían hacerse los conjuros?

Algunos sí, por eso es tan importante lo del texto. Los autos de fe que son de los que yo parto para la indagación y la exploración de este proyecto sólo están en España. Están en el archivo de Madrid. Los que había acá en el Museo de la Inquisición se dañaron. Nunca los preservaron.

Sólo quedan las copias. De los autos de fe se hacía una copia que se enviaba a España para pedir autorización sobre si era correcto o no. Si el castigo que se imputaba estaba bien. Era la autorización de la Inquisición en España y se devolvía un texto diciendo sí, está bien o no, dele tantos azotes más. Esos textos son de los que yo he partido, están presentes en alguno de los autos de fe de las condenadas, de estas mujeres condenadas o acusadas por brujería.

Por ejemplo, este conjuro, lo comparte Noemi Quesada, importante antropóloga mexicana que afirma que el conjuro del colibrí pertenece a la más antigua tradición mexicana. Entonces esta es la receta. Luego de disecado atendiendo de no dañar su plumaje, le colocaban en el pecho hierbas mágicas: ruda, romero, albahaca, granos de trigo, colorines y alpiste. Los adornaban con piedras y con coral y lo envolvían en un pañuelo. Una vez así dispuesto, era un amuleto que atraía o fortalecía el amor, para conservarlo.

Para poder hacerlo bien hay un cruce entre disciplinas. Empieza uno a averiguar, ¿a qué le decían tostón en la época? O cuando fui a buscar el colibrí a la Universidad Nacional, me preguntaron ¿qué tipo de colibrí es?, ¿de qué región?  

Bienquerer

¿Has pensado continuar este trabajo con documentos de archivo o con señoras que hagan estas cosas en la actualidad?

La verdad, me interesa mucho rescatar esto. Hace poco un amigo me pasó un librillo de brujería, de esos que se encuentran en el centro y que serán por ahí de los 80, 90. Y al verlo es super extraño porque es impreso en los 80, pero está escrito en español antiguo. Con la misma terminología de los textos de Inquisición. Yo creo que de alguna manera se ha recontextualizado todo el tiempo, pero es lo mismo. Por mi parte yo quiero continuar trabajando. Hay que sentarse, hacer la revisión de los textos con mucho juicio, con mucha dedicación y ver qué otra información se puede extraer. Y esperar que no se me agrande tanto, porque entonces ya estoy pensando en la Inquisición en México y estoy pensando en todos los tribunales de Inquisición de América.

¿Te interesan solo los conjuros de amor?

En este momento sí. He sabido que había hasta conjuros para que se les otorgara la libertad a los esclavos. O hay unos para acabar con el enemigo. Pero en este momento de mi vida me interesan los conjuros de amor. Siento que hay una potencia desde una posición femenina, desde una posición de las mujeres de la época, que en algunos casos no es tan distinta de la posición de las mujeres ahora. Este dominio de la naturaleza, sí, pero ya distinto de los otros proyectos, como con ese respeto, con ese poder mágico que se le confiere a las plantas, que es finalmente lo que me llama la atención aquí.  

Bienquerer

Yo pensaba también en esa cita que tú tienes de Adriana Maya sobre la forma particular de resistencia a la esclavitud que son estos conocimientos. Eso le otorgaba un lugar diferente en la sociedad a esas mujeres.

Claro, porque podían cobrar por los conjuros. Es que es sólo tratar de imaginarse un poquito el contexto. Ellas al menos se estaban armando un ahorrito que les permitió de alguna manera, pues acceder de pronto a cosas que por leyes esclavistas no podían acceder. Recordemos que eran super estrictos. O sea, de hecho un negro esclavizado no podía comer lo que se comía dentro de la casa, o sólo eran las sobras o un tipo de comidas y de preparaciones para ellos.

Entonces se le podía dar el poder de adquirir alguna otra cosa. ¿Y por qué no pensar en una esclavizada que reunió a partir de brujería para comprar su libertad? O sea, yo creo que eso debió pasar más de una vez. Y si no, quiero imaginarme que por lo menos fue así. Además supongo que una mujer que practicaba este tipo de actividad podía tener un estatus distinto dentro de la sociedad. Sí, no era sólo vista como una esclava, sino como alguien con un conocimiento. De hecho, se dice que Paula de Eguiluz logró dilatar su juicio, porque el inquisidor de turno, al parecer, accedió a algunos de los conjuros que ella practicaba. Paula de Eguiluz sí fue un personaje bien importante porque era una mulata que cuando llegó ya a Cartagena a ella ya la habían desterrado por brujería de Cuba. De hecho, hay un inventario de la ropa que ella tenía y no era un inventario de una mujer esclava de la época, sino que tenía determinados vestidos,  mantillas,  zapatos, los describen como si fuera un escándalo. Y es precisamente porque podían hacer cosas así, al menos les daba la confianza.  

Bienquerer

Texto: Marcela Vallejo