Entrevistas
Fabiola Cedillo
Ecuador -
febrero 25, 2022

Cuerpo y maternidad: en los límites del deseo

A Fabiola Cedillo le interesa pensar en cómo los seres humanos nos adaptamos o resistimos a los mandatos y los roles sociales. También, cuál es el límite del deseo. Desde hace años se pregunta por las posibilidades de reproducción humana, de forma natural o mediante la tecnología, los vientres de alquiler, la mercantilización de los hijos. Y lee todo lo que puede. 

Así se pregunta, como plantea ‘El cuento de la criada’, quién puede tener hijos y quién no. “Pareciera que estamos dando más pie a que se reproduzca la gente blanca”, dice. “Las mujeres negras son quienes acuden menos a procesos reproductivos pero no porque no tengan los múltiples problemas que hay para reproducirse”, agrega. 

Es la fundadora de la escuela AULA/fotografía, creada en el 2017. ​Fue finalista del Portfolio Prize Runner Up de Aperture 2018, Ganadora de 212 Photography Competition photography Istambul 2020, del COVID-19 Emergency Fund for Journalists de National Geographic y el “New Generation Prize” de PHM 2017 WOMEN, nominada a Joop Swart Masterclass 2018 y 2019 y ganadora del Premio Pampa Energía FOLA y FO4CM. entre otras cosas.

Ayahuasca Musuk

Fabiola Cedillo

¿Cómo fue que te pusiste a trabajar sobre maternidades?

Lo que me interesa es la objetualización de los hijos y los cuerpos, sobre cómo llegan a ser mercancías. Se podría decir tres frases interesantes: el fetichismo genético en estas reproducciones mediante tecnología. La comercialización de esos cuerpos: tanto de la madre como de los niños y las niñas. Y la reproducción capitalista. Como si un hijo pudiera ser escogido como un producto en el supermercado, respondiendo a nuestros deseos. 

El proyecto siempre estuvo en mi cabeza. Ahora lo retomo después de “Los mundos de Tita”. Tita es mi hermana, que tiene un síndrome que no se sabe si es genético o porque le faltó oxígeno al nacer. Siempre tuve la duda sobre cómo sería un hijo. Cuando estuve en pareja la gente comenzaba a preguntar: ¿cuándo tienes uno? 

Fabiola Cedillo

Fabiola Cedillo


No quiero tener un hijo que tenga el mismo problema de Tita, no soy tan fuerte, la he visto a mi madre, como hermana lo he vivido. ¿Cuánto la tecnología puede ayudarte a tener a hijos casi perfectos?, ¿puede ayudar a alguien a quien le ponen un marcapasos? ¿Puede ayudar a que enfermedades genéticas no se transmitan? La tecnología es importante, tanto para personas que necesitan cumplir sus deseos reproductivos y tener esos hijos idealizados y con sus genes o así como también para evitar mucho sufrimiento.

Hay parejas que tienen hijos muy pronto, pues ‘nos quedamos embarazados, nos casamos’. Y ese hijo es el centro de muchas cosas, de muchas familias, de muchas frustraciones. O también es la excusa “estamos juntos solo por un hijo”. O eso de “quiero que tengan los ojos de mi pareja” “tener alguien que me acompañe, que me visite cuando sea mayor”. Muchos deseos y carga sobre alguien que todavía no existe. 

Pensando en el tema, un día dije: “quizá no quiero tener hijos, hay tantos niños en el mundo que podría adoptar”. Pero después pensé: “parir debe ser una experiencia que me gustaría atravesar”. Justo una familiar tenía problemas con su útero y yo pensé “hagamos trabajo en equipo, puedo gestar a tu bebé”, el solo hecho de haber dicho “sí, hagámoslo” y pensar que esto podría ser posible me abrió a otras preguntas; finalmente no hizo falta que lleve a cabo la gestación subrogada, pero comencé a construir una postura ética, social y emocional sobre esta práctica.

Fabiola Cedillo

Fabiola Cedillo

¿A qué conclusiones llegaste?

Me puse a averiguar sobre la gestación subrogada. En muchos países del primer mundo no es legal los vientres de alquiler, entonces gente europea busca en Asia o Latinoamérica a personas que puedan gestar a sus hijos. Hay empresas que se dedican a esto, unen a los futuros padres con la gestante. Les dicen que es un acto “altruista”, que son mujeres que ya han tenido hijos, que es un favor y que gracias a este “favor” te vamos a dar una parte de los 10 mil dólares que cobraremos. En Europa quizá sale 40 mil dólares hacerlo. 

Te pones a ver estadísticamente y son mujeres que están en un estado de precariedad y vulnerabilidad tremendo. No vemos a ninguna voluntaria que esté haciendo un PHD en Londres y diga “ay, sí, voy a interrumpir mi vida para prestar mi vientre por 9 meses”. No nos engañemos: es una especie de prostitución. Son prácticas sin leyes, mujeres sin derechos. Se pide un producto pero no tiene los cuidados que debería tener.

La mujer gestante queda muy desprotegida: legalmente, en temas de salud, en temas psicológicos. Se está abusando de sus cuerpos. Cuando una mujer está haciendo una subrogación, están en las clínicas, como presas. Sufre su familia, hay mujeres que mueren en el parto y nadie responde por ellas. 

¿Hasta qué límite podemos llegar con esto que deseamos? ¿A quién realmente estamos complaciendo? ¿La tecnología puede reemplazar a Dios o convertir a quien la utiliza en Él? Mi investigación continúa. No es un proyecto fotodocumentalista. Me encuentro con historias, con mis pensamientos, con los miedos y sueños de personas conocidas, amistades, situaciones que suceden en diferentes comunidades y en todo lugar y momento fotografío abiertamente, dejando que la imagen de paso a múltiples lecturas, nada es solo lo que es, siempre hay más.. 

Ayahuasca Musuk

Fabiola Cedillo

¿Cómo te acercaste a las historias?

Abro esta conversación, todo el mundo tiene una historia que contar. Te cuentan sobre ellos, sobre su conocido, sobre la presión social de sus padres. Siempre alguien tiene un punto de vista o una opinión que dar. Es verdad: todos pasamos por eso. Todos vinimos al mundo por un proceso reproductivo y como seres sexuales hemos tenido en la cabeza estas ideas. Las historias están ahí. Esa persona puede ser cualquiera. Estoy exponiendo preguntas. 

Me doy cuenta de que estoy llena de prejuicios. Sé que lo que soy ahora mañana no lo seré. Quizá eche la vista atrás y piense: ¿por qué pensé esto? Estoy dispuesta a aceptar que cambio. No quiero hacer un proyecto políticamente correcto ni que cuente verdades absolutas, solo quiero que sea humano.