Entrevistas
Sabrina Fidalgo
Brasil -
junio 09, 2022

Dios es una mujer negra

En una escena de Alfazema, el último cortometraje dirigido por la brasileña Sabrina Fidalgo, después de una interferencia aparece una mujer negra con el cabello trenzado fumando marihuana en una pipa. Tiene pendientes de brillantes y perlas y joyas en el cabello. Está impaciente y molesta. Le preguntan quién es y, después de aclarar que ella es la creadora de todo, dice: “Eu sou a dona da porra toda”.  Es Dios, ¿o es que acaso Dios no puede ser una mujer negra que quiere ir tranquila al carnaval?

Alfazema (2019) y Rainha (2016) son dos cortometrajes que hacen parte de una trilogía sobre el Carnaval. Sabrina Fidalgo es una cineasta negra carioca que quiere, con estas dos piezas y Karnaval un proyecto de largometraje que está en desarrollo, contar historias relacionadas con el carnaval de Río de Janeiro. 

Sabrina dice que el cine puede cambiar imaginarios y que tal vez así pueda aportar en la lucha contra el racismo. En todo caso ella lo está haciendo. Sabrina es una fanática del cine desde su infancia, formada como actriz desde pequeña junto a sus padres, fundadores del Teatro Profesional del Negro (T.E.P.R.O.N), estudió en Alemania, ha dirigido varias piezas y tiene una productora de cine llamada Fidalgo Produções. 

 

Las mujeres protagonistas de Rainha  y de Alfazema, son mujeres negras. ¿Tienes un interés particular por contar historias de mujeres negras?

Antes hice algunas obras con protagonistas y actores blancos. También hice Black Berlim en el que trabajé con actores negros en Alemania, ahí el protagonista es negro y hay una antagonista negra, yo hice ese papel. No es una camisa de fuerza. Pero sí es un deseo que tengo y que es evidente en mi obra, de llevar otras caras de Brasil a ser protagonistas en el cine. Me refiero a personas negras, mestizas, indígenas y no solo blancas, que es lo más común en el cine brasileño. 

¿Qué tan común es en el cine brasileño que haya directoras y actrices negras?

El cine brasileño está muy marcado por ser un cine muy blanco, machista y elitista. La primera mujer negra en dirigir un largometraje de ficción fue Adela Sampaio, en 1984 con Amor maldito. Después de ella, pasaron muchos años para que llegaramos otras directoras negras, como yo, por ejemplo. No es algo muy común, pero a partir de mi generación están apareciendo nuevas directoras negras que están dirigiendo cortos y ya algunas también largometrajes. 

Claramente, ellas no tienen la misma infraestructura para hacer sus filmes que tienen las y los directores blancos. Se puede ver, por ejemplo, que entre una película y otra que ellas realizan pasa un tiempo largo, aún hay muchas dificultades para hacer largometrajes. Es decir, todavía hay mucha injusticia en el mercado en relación con  la distribución de presupuesto, patrocinio y apoyo para que los y las directoras negras hagan sus películas. 

¿Cómo piensas el tema de la representatividad en tus películas?

Es un tema muy importante para mí porque crecí viendo un cine brasileño en el que no me veía. Yo no vi personas como yo, y cuando las veía esas personas siempre estaban representando papeles ridiculizados, estereotipados. Los hombres, hipersexualizados; las mujeres, prostitutas o empleadas domésticas. Y yo me quedaba pensando en por qué en las pantallas solo se ve la pobreza, la escacez, la falta, cuando se trata de personas negras.

Yo crecí con eso, vengo de una familia muy militante. Mis papás fueron los fundadores del Teatro Profissional do Negro, entonces en mi casa siempres se discutiió mucho eso. Claramente esa experiencia hizo crecer en mí el deseo de cambiar ese paradigma, y hacer protagónicas caras negras, mestizas, como las que veo todos los días en las calles. Por supuesto, me interesa un protagonismo con dignidad que no reproduzca esos estereotipos.

Cuando se borra una gran parte de la población en la cinematografía de un país, me parece que se quiere decir algo, ¿no? Para mí se trata de un plan de supremacía blanca, de un interés por ser europeo y caucásico, de borrar esa identidad racial que es, repito, la mayoría de nuestro país. En ese sentido, para mí el cine brasileño es muy problemático, porque, de hecho, reproduce una idea racista extrema de blanqueamiento. 

Alfazema

Alfazema

Entonces, ¿crees que el cine puede ayudar en la lucha contra el racismo?

Con certeza. El cine es un arma muy poderosa, el cine trabaja con la fantasía y el juego, pero también habla de la realidad. Si constantemente ves películas y ves una serie de imágenes, empiezas a creer en ellas y terminas llevando esas imágenes a lugares de tu vida. Así empiezas a creer que hay algunas cosas que son posibles y otras que no lo son. 

El cine es muy poderoso, tal vez no pueda acabar con el racismo, a veces creo que nunca va a acabar, pero puede ayudar en la construcción de una sociedad más igualitaria. Si una niña blanca brasileña crece viendo películas en las que no existen personas negras, solo existen personas blancas exitosas que reproducen los ideales de belleza, cuando crezca esa niña va a pensar que todo lo que no es blanco no es bonito, interesante o poderoso. Ella va a terminar reproduciendo el racismo que aprendió viendo películas a lo largo de su vida.

El cine es construcción de  imaginarios. En la década de 1920, Estados Unidos estaba pasando por una crisis económica, en un periodo de entreguerras, sufriendo la Ley seca, y existía esa máquina de Hollywood vendiendo imaginarios completamente diferentes. Ese país terminó convirtiéndose en eso que imaginó en un momento de su historia: una potencia, un país de riqueza y de heroísmo. Entonces sí, el cine con su poder de construcción de imaginarios puede ayudar a transformar una sociedad. 

En Alfazema aparece Dios y resulta que es una mujer negra. ¿Esa sería una forma de cambiar imaginarios?

Claro. En ese caso estábamos haciendo una crítica al cristianismo, ese modelo católico que fue importado para las Américas. Cuando vemos imágenes que retratan a Dios, siembre vemos un hombre blanco, viejo y barbudo. Nosotros quisimos jugar con eso, Dios puede ser muchas cosas, si existe puede ser lo que cada uno quiera ¿por qué no podría aparecer en el cuerpo de una mujer negra?

Además es una mujer negra que quiere ir al Carnaval.

Exactamente, quién dice que a Dios no le gusta el carnaval, o que no le gusta el sexo. Esa es una idea muy eurocentrada, muy judeo cristiana de pecado y culpa. Esa forma de colonización acabó con muchas cosas. Si vamos ver los pueblos originarios o los descendientes de africanos, ven la espiritualidad de dios de maneras muy diferentes, para ellos Dios puede ser la naturaleza,  una fuerza, una divinidad que danza, que le gusta el sexo o que le gusta comer. Cuando pensé en ese personaje, pensé mucho en eso: que Dios es una mujer negra que quiere ir al Carnaval. Porque si el Carnaval es algo que trae felicidad a las personas entonces es una cosa de Dios. 

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