Its a wonderful life.
Entrevistas
Leafhopper: David Simon Martret y Blanca Galindo
España -
noviembre 20, 2020

El amor en los tiempos del consumo problemático

Un poco antes de lanzarse al terreno, los españoles David Simon Martret y Blanca Galindo investigan, estudian, conversan. Buscan entender el consumo de sustancias desde todos lados: citan a Epicuro, piensan en el placer, la pulsión de muerte, la sociología. Leen sobre biología, consultan estudios hechos con ratas y drogas. Viajan. Quieren comprender el contexto en el que se creó la noción de “adicto” y se preguntan sobre los vínculos, el amor, los organismos unicelulares, la vida, la muerte, la sociedad moderna.

Lo reconocen: son de procesos lentos. Desde que planean un proyecto hasta que lo llevan a cabo pueden pasar meses, incluso años. La contracara de su parsimonia es su constancia. Sus planes son duraderos, multidisciplinarios, transversales.

Juntos, viajan por el mundo. Recorrieron lo que fue la vieja Unión Soviética en busca del Krokodil, una droga casera que mata rápido, sustituye a la heroína y deja manchas negras en la piel. Sacaron fotos en varias de las ex repúblicas soviéticas y también en China, Indonesia, Malasia, España, México, Filipinas, Japón, Estados Unidos, Finlandia y Portugal.

Ambos nacieron en 1984. Blanca trae consigo una trayectoria ligada al periodismo y David estudió filosofía. Ella se formó en fotografía en la Escuela IDEP de Barcelona y él, en el Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya. Se conocieron por azar en 2011 en el festival Pati de la Llotja de Lleida y, al unirse, crearon una nueva identidad: Leafhopper. Para ellos es un “pequeño homenaje a las chicharras” que los han acompañado a lo largo de su trayectoria. 

Krokodil

Krokodil

Krokodil

Cada uno venía con un recorrido propio, ¿cómo empezar a trabajar juntos?

David: nos conocimos en un festival llamado Emergent en Lleida (España). Habían elegido el trabajo que venía de hacer en Georgia y en Armenia. Ella venía de Islandia y Ucrania. Ahí apareció el tema de lo que sería nuestro primer trabajo conjunto: krokodil. Me mostró un periódico y vi que la foto era de archivo y que, en realidad, era sobre la heroína. Ahí nos dimos cuenta de que no había fotos de eso. Tanto en Georgia como en Armenia había escuchado algo del tema…

Blanca: él quedó fascinado. Se presentó a la beca Click y se la dieron. En la exposición colectiva que tuvimos a raíz del festival Emergent surgió el amor. Me fui con él a San Petersburgo, lo ayudé con la logística y con todo el audiovisual. En San Petersburgo estuvimos 10 días y empezamos a disparar juntos, con muchas cámaras. Al principio discutíamos mucho de quién era cada foto, hasta que llegó un momento en el que no lo sabíamos. Al principio existía el debate: “esta es mía, esta otra es tuya”. Pero luego fuimos más allá.

Íbamos a museos durante el día y de noche, con los del krokodil junto a amigos locales. Habíamos estado en ex repúblicas soviéticas y a él le habían mostrado una cara muy masculina mientras que yo encontré una faceta más femenina. Fue interesante.  

Junk Love

Junk Love

Junk Love

¿Y cómo fue ese contacto en San Petersburgo?

David: el krokodil es un sustituto de fabricación casera de la heroína. Cuando empecé acá en España no había información: había mucha mentira, imágenes que no eran. Si esta droga te mata en tan poco tiempo, vamos a ver quién la consume y por qué. Me interesaba saber por qué un ser humano puede ir rumbo a la autodestrucción de un modo tan rápido.

Pero me encontré en San Petersburgo que estaba muy pasada de moda, que había sido un superboom en Moscú y San Petersburgo, pero ya para 2012 no. Seguía, sí, en sitios más recónditos por falta de acceso a la heroína.

Blanca: en nuestro caso concreto, estábamos con una pareja de heroinómanos que se habían conocido en la cárcel. Venían de los suburbios y cargaban con una vida castigada. Ellos nos planteaban que krokodil era lo último que harían, solo si no tenían nada que meterse.

David: paradójicamente, la suya era una historia muy bonita: se habían conocido en la cárcel. Estuvimos con ellos varios días y me cambió la mentalidad de lo que era una adicción. Pensaba llegar ahí y que todos serían muy marginales y estarían muy jodidos. Pero encontramos una historia de amor.  

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

El tema, luego, lo continuaron en otros países de la región…

David: la realidad que encontramos es que el krokodil se había expandido de Rusia a las ex repúblicas soviéticas. Yo había estado en Georgia. Tenía contactos y fuimos a verlos, solo teníamos 15 o 20 días. Encontramos gente pero después no querían que los fotografiaramos. De casualidad estaba tomando una cerveza con un traductor y colega y vimos que había un restaurante nuevo que abrían y pasamos. Nos invitaron a la inauguración al otro día y ahí conocí a uno que había estado en la cárcel en España. Hablaba algo de español. “Hostias, estás haciendo esto, intentaré ayudarte”, me dijo. En Navidad fuimos juntos a baños públicos y ahí surgió. Costó costó costó hasta que un grupo de amigos me dijo vale: nos acompañas, compras algo de vodka, bebes con nosotros, vamos viendo.

Yo soy pequeñito y me creyeron que no iba a juzgarlos, sino que iba a intentar entenderlos. Me metí, entonces, en el piso solo, porque el traductor me dejó ahí. Tenía miedo, él es de ahí, su familia vive ahí, se jugaba mucho. Acabé en esa casa y todo muy bien, terminaron dándome abrazos y tal. Muy rápido se generó el vínculo, me gusta ir más lento pero en ese momento tenía que sacar… 

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

A partir de krokodile, ¿qué otras cosas sucedieron?

Blanca: discutimos mucho después de haber hecho krokodil con esta pareja en San Petersburgo. Teníamos en claro que nos había gustado mucho, pero queríamos dar un vuelco totalmente diferente. Lo queríamos plantear como algo más abstracto y global. Fue mutando mucho el proyecto, queríamos tratar las adicciones todas desde un mismo punto de vista, un catálogo de gente con entrevistas. Contactamos a un psicólogo que hizo experimentos con ratas en los 70, entonces le dimos un punto más de estudio y sociológico-filosófico.

David: Bruce Alexander es psicólogo, un hombre de 81 años. Durante la guerra de Vietnam, Estados Unidos destinó mucha pasta para saber qué era una adicción. Porque sabían que se le venían muchos adictos; en la guerra se consumieron muchos opiáceos, anfetaminas y más. Se destinaba mucho dinero a eso y nos interesó. Dimos entonces con este experimento que realizó Bruce: puso en una jaula un recipiente de agua con heroína o cocaína y otro de solo agua. Y la rata vivía en esa agua contaminada hasta morir. Quedaba demostrada la teoría de que la sustancia te hace tan adicto hasta morir. Pero él le dio una vuelta y preguntó: la rata es un ser social y está enjaulada, ¿y si se quiere suicidar?

Entonces construyó un paraíso para ratas donde podían jugar, tenían libertad, la compañía de otras ratas y puso las mismas sustancias. Encontró que las ratas probaban unas sustancias y otras no, pero ninguna se enganchaba hasta morir. Él concluye que la adicción no es a la sustancia, sino a tu jaula, que puede ser tu cabeza, tu entorno.

Blanca: él plantea a la adicción como adaptación al medio. Cómo los seres humanos tenemos esa necesidad de conectar y esa misma necesidad te hace conectar con lo que sea. Propone pensar publicidades como la de Dior que tiene un producto que se llama “addict”, la adicción como propaganda. Es perfecto que el consumidor sea adicto.

La propuesta de It’s a Wonderful Life supone un planteamiento menos documental en el sentido estricto. Vivimos mucho tiempo haciendo este proyecto, veníamos haciendo cosas muy documentales, de personajes y tal. Aquí los personajes son reales pero podrían ser actores que se mueven en ese mundo global de ciudades-jaula que necesitan conectar.

Hicimos fotografías más abstractas de sustancias. Viajamos bastante para este proyecto, sacamos algodón de azúcar en Texas además de comida. También fotografiamos dinero en microscopio, cocaína, minerales. Esa confusión, esa dualidad al final. 

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

Hay un ida y vuelta entre el deseo y las drogas…

Blanca: Trabajamos con una amiga doctora en filosofía. También nos interesó un estudio de un señor que es biólogo molecular que trata el cáncer y la muerte. Él plantea cómo los seres unicelulares en la prehistoria, cuando pasaron a ser pluricelulares fue cuando evolucionaron: es decir, empezaron a conectar y trabajar juntos. Sin embargo, esa conexión también conlleva la enfermedad y la muerte. No hay una cosa sin la otra y lo que planteamos es esta dualidad. Claro que existe el deseo, el placer y la diversión y todo aquello que te haga sentir bien. ¿Hasta qué punto es considerado desde el punto de vista social aceptable? ¿Desde dónde se considera “normal”?

Estuvimos leyendo y nos planteamos que amigos muy cercanos estaban muy lanzados a las drogas y, al final, eso es una autodestrucción de un ser, de él mismo. Es verdad que hace daño colateral, a él mismo y a sus amigos. Mientras que alguien con adicción al dinero y al poder increíble ¿de qué es capaz? De destruir el ecosistema, civilizaciones, poblaciones, de arrasar con todo. No queremos emitir un juicio, solo queremos dejar sobre la mesa estas cuestiones en diferentes niveles. 

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

It’s a wonderful life

También desarrollaron proyectos en Malasia como el Blue Boy KL

Blanca: en Malasia descubrimos un club muy interesante. Cuando llegamos no teníamos idea, era un sitio desconocido, tropical. Solo sabíamos que había sido colonia inglesa. Fuimos y vinimos durante 7 años, pasábamos temporadas largas. Tenemos muchos lazos con gente de allí. Y fuimos encontrando temas que nos llaman la atención.

Ese es un club que funciona desde los 70, muy underground. Íbamos ahí y la pasabamos muy bien con ellos. Pero solo ahí, nada de “voy a tu casa”. Empezamos a hacer relación con esa comunidad. Eso nos gustaba, era un espacio de libertad en el centro de Kuala Lumpur, muchos chavales de clase media baja que no tienen tanta ventaja para decidir o estar tranquilos con su orientación sexual. Eso nos pareció super bonito y decidimos cubrirlo. Y vimos un poco de todo, gente que se murió. Fue como un piloto de trabajo. 

Blue Boy KL

Blue Boy KL

Blue Boy KL

Blue Boy KL

¿Cómo van creando sus proyectos y cómo los golpeó la pandemia en su desarrollo?

David: hay un par de historias dando vueltas, pero somos bastante lentos porque nos metemos en cosas algo amplias que suponen entender y saber.

Blanca: nos ha pasado de hacer la primera foto un año después de haber planteado el proyecto. Y respecto a lo que estamos haciendo ahora, desde hace unos años estamos obsesionados con los arrecifes de coral. Hemos vivido en Malasia. Buceamos, nos encanta el mar. De ir y volver al mismo sitio en el transcurso de ocho años el cambio climático es muy evidente. Llevamos tiempo investigando, haciendo fotos submarinas en analógico. Queremos retratar la muerte, la vida y la transformación. Y la belleza también. Es algo etéreo, y estamos estudiando para poder entenderlas de verdad.

Durante la pandemia nos quedamos aquí en Murcia, en las afueras de la ciudad donde me crié. Es una zona con muchas montañas peladas, sin vegetación, seco y árido. Y cuando se empezó a salir un poco, empezamos a visitar esas montañas, a perdernos. Y descubrimos que hay fósiles que son ostras y corales. Esto era un arrecife, era tropical y estaba bajo el mar hace millones de años. Estas montañas son corales. Nunca lo había visto, pero ahora identificó un esqueleto de coral. Estamos trabajando en eso, dando una vuelta. Vamos desde los fósiles (desde un inicio) hasta lo que hay ahora, y trabajamos con el archivos del ayuntamiento y la comunidad.  

Blue Boy KL

Blue Boy KL

Blue Boy KL

¿Se preguntaron para qué (o por qué) sacan fotos?

Blanca: no pretendemos cambiar el mundo con imágenes, es bastante complicado y pretencioso. Pero nos interesaba que se generara debate. Que sea algo que se lo pueda enseñar a mi abuela y ella pueda opinar. Eso es importante para nosotros. Se puede ir sofisticando la búsqueda pero es muy importante que las imágenes sean potentes, estén bien hechas y hablen por sí mismas.  

Blue Boy KL

Blue Boy KL

Blue Boy KL
Etiquetas
adicción  /  Asia  /  Blanca Galindo  /  David Simon Martret  /  Drogas  /  Europa  /  Leafhopper
Puede interesarte: