El arte de registrar el aura de las plantas
Wara Vargas siente tranquilidad de vivir en el mundo andino, en donde se reconoce que mente y cuerpo están unidos, que las penas pueden herir la salud. La tranquiliza tener rituales, los valora. Porque cuidan el ajayu, el alma. Está segura de que las plantas también tienen y por eso buscó registrarlas, con la técnica cianotipia y el recuerdo de Anna Atkins, botánica inglesa y primera mujer fotógrafa en el mundo.
Wara estudió Comunicación Social y se especializó en Fotografía de Prensa en el Instituto de Periodismo Internacional José Martí en Cuba. Trabajó en medios periodísticos de Bolivia, ganó premios y expuso su trabajo en varios países como Brasil, Uruguay, México, Italia, Alemania, Estados Unidos, Colombia y España. Es parte de Ruda, una colectiva de once fotógrafas latinoamericanas.
¿Cómo nació la idea?
Fue un proyecto que surgió de la invitación de Mayra Gamarro a una conversación con una artista de Brasil que había estado retratando a mujeres que trabajan con hierbas. Entendí que era bueno hablar de las plantas medicinales y comparar con Brasil, para entender si el contexto territorial tenía que ver. En Brasil algunas plantas no existen y aquí sí porque son andinas. Hay diferentes usos de las plantas en los dos territorios. Así iniciamos este viaje.
Anna Atkins fue una mujer que falleció sin saber que era fotógrafa. El inicio de la fotografía no fue un hombre, fue una mujer. Ella era bióloga y no es que descubrió la técnica cianotipia pero sí la utilizó para hacer un registro de algas. Ella, como bióloga, dibujaba las plantas, que era como se registraban por entonces. Al encontrarse con esa técnica hizo un libro de algas. Hay dos copias de este libro, que no son idénticas sino cianotípicas, cada pieza es única.
Lo que ella hacía era emulsionar con un químico que se diluye en partes separadas. Al juntarlas en porciones iguales, se vuelven sensibles a la luz cuando se seca. Ella emulsionaba papeles con este químico. Se seca en un cuarto oscuro y ya son sensibles a la luz. Cuando salían a la luz ella ponía sobre este papel emulsionado y sensible la plantita y, luego, las pone al sol. Se revela con agua. Es una técnica super amable.
¿Qué significa el nombre de la serie?
Ajayu es como aquí le decimos al alma. Para mí, era como registrar el aura de las plantas. Usé la técnica. Hice cuatro piezas de 60 por 50, las más grandes que he hecho en cianotipia, porque quería meter plantas más grandes. La idea era que la planta se marcara. Trabajé con dos capas.
Las fotos son de kallawayas, personas que trabajan con las plantas. Saben de plantas curativas.
¿Quiénes aparecen en las fotografías?
Hay kallawayas hombres y kallawayas mujeres, sanan con las plantas.
En algunas fotos intervengo kallawayas con algunas plantas. Hay otras que son mujeres andinas con aguayos. He intentado fusionar las plantas de mujeres andinas y mujeres kallawayas. Empezamos con seis. Pasaron unas cosas complicadas en mi vida y entendí el ritual de la sanación.
La planta no solo se toma en una infusión sino que en Bolivia hay una ritualidad de la sanción mucho más profunda. Hay muchos rituales que hablan sobre que el cuerpo se enferma cuando la pena o el susto les llegan. Hay muchos rituales contra el susto. Cuando, de niña, me caía mi abuela decía: “vente, vente, vente”. Lo entendí trabajando con las kallaguayas. Ellas llaman al Ajayu, porque cuando tú te asustas el Ajayu se va de tu cuerpo. Entonces hay que llamarlo. Porque si estás sin Ajayu te enfermas. Hay algunas enfermedades que no se sabe qué son.
Me gustaron mucho estos rituales para que vuelva tu ajayu y para la pena. La pena es una enfermedad que causa otras enfermedades. Hay rituales para la pena, que son con oraciones en quechua u ofrendas a la pachamama, para que te cures la pena. Por ejemplo:
“Ahora que toda desgracia y todo mal, toda desgracia y toda pena, salgan pues de este hogar.
Que ninguna desgracia ni otro mal quede aquí. Que los niñitos no sufran más, que las tristezas salgan, pues, de aquí
Toda alma, toda cosa, toda desgracia toda pena, toda malagana, salgan de estos niñitos de aquí (…)”
La medicina moderna no entiende que la pena produce enfermedades. Doy gracias por estar en este espacio andino en el que hay rituales para eso y se comprende que puede generar muchas cosas en el cuerpo. Entiendo que la medicina moderna tiene un concentrado de cosas de las plantas pero las plantas son un acompañamiento más vital que una pastilla, hasta en el ritual de cómo haces tu infusión, la paz y tranquilidad que sientes de tomar esta infusión…