¿A qué huele un campo de rosas? La respuesta no es romántica: apesta a agrotóxicos. Para que en un mercado de Estados Unidos las flores naturales sean perfectas y duren más tiempo, en Villa Guerrero, en México, los campos y las calles del pueblo están impregnadas de olor a campo recién fumigado. Todo el mundo vive de las flores, y la mayoría sabe que después del trabajo hay que bañanarse bien, que el menor contacto con los químicos son un pasaporte al hospital. Cuando el fotógrafo Cristopher Rogel Blanquet empezó a trabajar sobre el tema, se encontró con niños con hidrocefalia, gente que nació con tumores o con espina bífida. Gente que sobrevive alrededor de la industria de las flores, y que paga con su cuerpo estar rodeada de agrotóxicos.
Cuando se busca en Google maps Villa Guerrero, la imagen satelital que aparece segundos después muestra parches enormes de rectángulos blancos entre algunos parches verdes y amarillos, todos atravesados por líneas grises. Se trata de grandes extensiones de invernaderos, uno tras otro. Villa Guerrero hace parte de la llamada región florícola en México.
Esa región está conformada por los municipios de Coatepec Harinas, Ixtapan de la Sal, Tenancingo, Tonatico, Villa Guerrero y Zumpahuacán, en el Estado de México. El cultivo de flores es tradicional de la región, pero se vio impulsado con la llegada a mediados del siglo XX de migrantes japoneses. Ellos iniciaron el cultivo de flores de corte en invernadero y aumentaron la producción. En poco tiempo la zona se convirtió en el epicentro de la floricultura en el país, los japoneses salieron de la escena, pero el cultivo se fortaleció con la entrada de grandes agroindustrias. La mayoría de la producción de las grandes empresas sale del país, principalmente hacia los Estados Unidos y los pequeños productores tienen nichos de mercado locales.
Gerberas, rosas, tulipanes, lilis, casablancas, claveles, gladiolos. En esta región se cultiva más del 50% de la producción nacional de flores. En Villa Guerrero, al menos el 70% de la población trabaja en los cultivos de flor. Cristopher Rogel Blanquet conoce esta realidad de cerca.
El año pasado, buscando posibilidades para ampliar sus horizontes laborales, entró en comunicación con una de las editoras de Reuters, quien le sugirió proponer un trabajo relacionado con el cambio climático, así inició Hermoso veneno. Cristopher recordó los ranchos dedicados al cultivo de flor y a las personas que en ellos trabajaban. Había escuchado hablar que entre las prácticas más comunes en los cultivos estaba el uso de diferentes tipos de agroquímicos, muy tóxicos para la salud.
Cristopher empezó a buscar y encontró el caso de Sebastián, un joven de 18 años de edad que nació con hidrocefalia. Se contactó con su familia y durante este tiempo ha ido construyendo una relación con ellos. La familia de Sebastián atribuye su afección al contacto con los agrotóxicos. No se trata del único caso y, de hecho, en la zona se presentan otro tipo de afecciones y malformaciones. Según investigadores de la Universidad Autónoma del Estado de México, se podría evitar el 65% de los casos de mortalidad fetal por anencefalia y aproximadamente el 80 % de mortalidad infantil por espina bífida si se redujera el contacto con agrotóxicos.
En los cultivos de flores se utilizan distintos tipos de herbicidas, fungicidas e insecticidas, todos con un único objetivo: “tener la flor más hermosa y más perfecta. ¿Por qué? Porque así lo quiere la gente que las compra.”
¿Cómo llegaste a este tema?
Llevo diez años haciendo fotos, más o menos. Durante 6 años fui parte del staff de El Universal, que es el periódico más importante de México. Eso fue durante el sexenio de Peña Nieto, desde ahí trabajo independiente y he tratado de diversificar mi mirada en el sentido de no encasillarme solo con el periodismo diario. A lo largo de estos años he hecho más proyectos de largo aliento e íntimos, quiero contar estas historias, no tan inmediatas, sino tomarme el tiempo para ir abordando cada una. Conforme vas avanzando te das cuenta de que ocurren cosas que tal vez no podrías percibir si estás en un periódico como tal.
Ahorita estoy documentando el uso de agroquímicos porque fue un tema que me sugirió en su momento la editora de Reuters, Claudia Daut. Y pues yo en el afán de poder entrar a Reuters, lo empecé a hacer. Pero es un trabajo en el que de repente me vi inmerso y seguí trabajando, ya con una mirada más íntima, más desde los personajes y tratando de no ser sensacionalista en el sentido de que si bien es cierto que estoy retratando a personas que nacieron con problemas congénitos, lo trato hacer desde la dignidad.
¿Por qué elegiste este lugar, Villa Guerrero?
No soy ajeno al contexto. Siempre he sabido y conocido toda la actividad económica de la flor que hay en la región. Desde antes que yo me dedicara al periodismo, recuerdo haber escuchado decir que ahí había un problema serio de salud porque la gente trabajaba con fumigantes, que no se decía nada pero se sospechaba que no iba a terminar bien esto.
Entonces cuando yo voy a Reuters, ella me dijo que el tema del 2020, antes de que iniciara la pandemia, iba a ser el cambio climático y me recomendó hacer un trabajo sobre eso. Fue ahí cuando yo me acordé de esta situación y decidí trabajar sobre agroquímicos. Tuve acceso porque no soy ajeno , me sé mover en la zona y empecé a investigar si había artículos que hablaban de eso y me di cuenta de que sí había algunos reportajes que habían hecho en medios hace como diez años, en donde tocaban el punto, pero no pasó, no pasó más allá de esas notas. Hay unos estudios de la Universidad Autónoma del Estado de México que hablan sobre la contaminación a causa de los agroquímicos y por ahí empecé a rastrear para saber si tenían algún conocido o conocían al conocido de un conocido que estaba afectado.
Así llegué a Sebastián, a quien hace mucho le hicieron un reportaje. Preguntando llegué a él, y después de lograr hablar con sus padres me recibieron. Te estoy hablando que en este proceso fueron varios meses. Estuve en la casa de Sebastián una semana y empecé a documentar. Ese fue mi primer acercamiento.
Por Sebastián encontré otro caso, se trata de don José, que nació con un tumor en la espalda. Entre todas las complicaciones que ha tenido a causa del tumor, le tuvieron que extirpar un pie y reconstruir el otro. Y bueno, a la fecha él se dedica a fumigar y a cultivar flor.
Con mi trabajo no quiero estigmatizar el cultivo de la flor porque tengo bien claro y entiendo que muchas miles de personas viven de eso. Hay niveles de riqueza muy grandes en Villa Guerrero, y también de pobreza, pero todos, desde el más pobre hasta el más rico que hay en la zona, se dedica a la flor en cualquiera de sus ramificaciones. Más bien quiero fomentar el menor uso de agroquímicos, tal vez usar abonos orgánicos. Pero también que esto tenga una vibración hacia los consumidores, porque los agroquímicos y todo lo que le echan a los cultivos de flor tienen un solo fin: tener la flor más hermosa y más perfecta. ¿Por qué? Porque así lo quiere la gente que las compra.
Hay estudios de profesores de la universidad que hablan de los componentes activos de los agroquímicos y en la lista de posibles enfermedades que pudieran ocasionar la hidrocefalia, la espina bífida y las tumoraciones son las que siempre están presentes. Es delicado, desde mi punto de vista, que la mayoría de las personas afectadas no asocian o no quieren asociar sus padecimientos al contexto del agroquímico. Al menos las personas con las que yo he podido hablar y que tienen algún padecimiento, salvo Sebastián, no le atribuyen su problema al uso de agroquímicos. Por ejemplo, José, que nació con un tumor, dice que fue por otra cosa. Otro chavo que nació también con espina bífida, dice que es porque su mamá le dijo que el día que nació había un eclipse. Cosas así.
Pero que está, está. O sea, cuando tú vas a un campo de flores o a una región florícola, desde que llegas huele a fumigante,y no sólo en los campos, entre las callecitas del pueblo, entre las casas apesta a fumigante y dices está cabrón.
Lo que sí es que por mucho que lo nieguen, cuando te empiezas a meter en la zona te das cuenta de que en esta casa un niño tiene hidrocefalia y dos casas para allá, un señor nació con un tumor y el otro cuate tiene espina bífida. Y en la siguiente calle hay un niño que tiene un padecimiento similar al de Sebastián. Como que hay muchas trágicas coincidencias para que haya en la misma localidad, muchas personas con problemas congénitos.
¿Podrías hablarme un poco más de los agroquímicos utilizados en esta región?
Fumigantes le llaman ellos, y son para muchas cosas, desde prevenir plagas como la araña blanca, o la mosca, hasta para hacer que crezcan mejor, no se deshidraten, no se quemen, no les salgan manchitas. Es un cóctel de botellas, normalmente fumigan todos los sábados y es por aspersión.
Se hace de dos maneras. En una llenan tambos de agua de estos grandotes donde hacen todo el caldo y luego con una bomba y una manguera larga, empiezan a fumigar pedazo por pedazo. Alguien recorre todos los surcos para fumigar las flores. Y en la otra, que ya casi no se usa, pero todavía se llega a ver, en pequeños productores, son estas bombas que se ponen en la espalda y manualmente van bombeando y dispersando el líquido.
Ahora, todos saben que eso te hace daño. Cuando yo documenté las fumigaciones me estaba quedando en casa de Sebastián, y al llegar me dijeron báñate y báñate bien porque si por alguna razón llegaste a consumir algo o estuviste demasiado expuesto, te pueden dar vómitos. Es muy común que vayan al hospital después de fumigar si no se tienen ciertas medidas por la exposición directa a los fumigantes.
Aun así es muy llamativo que no hagan la correlación entre ciertas afecciones y enfermedades y el contacto con los agroquímicos.
A ver. Ellos saben que está cabrón y que hay una relación de daño, porque inclusive de un tiempo para acá ya hay en las localidades contenedores de residuos de fumigantes. Esto quiere decir que todas las botellas vacías que la gente utiliza van y las tira ahí, justo para que después lleguen los especialistas o los encargados de recoger estos desechos y se los llevan para procesar estos residuos, no como basura normal. Evidentemente saben que es peligroso. Pero bueno no asocian el 100% de los males o no sospechan que haya muchas personas con problemas congénitos en la zona y que sea a causa de los agroquímicos. Ese es el problema. Creo que responde que al final es su actividad económica.
En tus fotos se ve a las personas trabajando y fumigando los cultivos.
Pues es que a eso se dedican. El pueblo vive de eso, desde el gran hacendado hasta el peón del hacendado, que a su vez siembra flor en el patio de su casa. Es parte de la actividad económica. La mamá de Sebastián me lo decía así: “yo sé que es malo, pero de esto vivimos. ¿Qué vamos a hacer?” Ese es su argumento o su consuelo, no sé.
Yo lo que quiero no es estigmatizar la actividad. Creo que más bien hay que cambiar los procesos, porque mucha gente vive de eso. Entonces parte de mi proyecto que le estoy dando seguimiento y lo tengo proyectado al menos unos dos años, es también mostrar el otro lado: esas flores hermosas en las tiendas.
¿Podrías hablar un poco más de los personajes y de sus familias?
Sebastián tiene 18 años, aunque tú lo ves y parece un niño, nació con hidrocefalia. Sus padres hasta la fecha se han dedicado al cultivo de la flor. El padre de Sebastián, don Florentino, dice que los doctores no le daban una expectativa de vida más allá de los cinco años. Y él presume que si Sebastián ha podido llegar a esta edad es porque lo han aceptado y no lo han rechazado, porque lo quieren. Básicamente el amor es lo que lo mantiene con vida.
La otra persona a la que acabo de conocer se llama José. Es familiar, vendría siendo como una especie de tío lejano de Sebastián, debe tener 40 años. Él nació con un tumor en la columna vertebral y de ahí le hicieron algo en el pie que no funcionó. Tanto don Florentino como él mismo, se dedican a cultivar flor.