Entrevistas
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diciembre 17, 2021

El hechizo que el desierto tiene sobre mí

La tierra late y la fotógrafa peruana Gihan Tubbeh lo sabe. No solamente porque lo siente sino también porque mide con sensores el vibrar de la corteza. Allí donde otros ven postales, ella encuentra poesía. Le interesa retratar el caos. En él ve un orden perfecto, encuentra belleza. Y cita a Jung, “en todo caos hay un cosmos, en todo desorden, un orden secreto”.

Gihan Tubbeh

Ayahuasca Musuk

Gihan Tubbeh

«Me interesa cómo aquellas fuerzas antagónicas conviven. La inmensidad del desierto y su vacío repleto, el silencio rumoroso, la belleza que puede provocar temor. Persigo la poética de lo sublime”, dice a Vist Projects.

Gihan trabaja entre Latinoamérica y Europa. Su obra fue expuesta en MOLAA Museum of Latin American Art (Los Ángeles), Casa de las Américas (Madrid), FOLA Fototeca Latinoamericana (BsAs), entre otros. Participó de festivales de fotografía como Les Rencontres d’Arles (Francia), Noorderlicht Photo Festival (Ámsterdam) o el Foro Latinoamericano de Fotografía de Sao Paulo (Brasil)

Gihan Tubbeh

 ¿Cómo nació tu relación con el paisaje? 

En mi primer “verdadero” acercamiento al paisaje encontré poesía, algo que me ha interesado desde antes que la fotografía. En 2017 lancé La herencia de mi cordillera, un tributo a la madre. Vi resonancias entre la geografía de la tierra y el cuerpo humano. La intención era hacer un paralelo entre la piel de la tierra con el espacio maternal, el útero. 

Sentía que las imágenes que iba capturando hacían eco de una galaxia imaginaria como si yo aún estuviera dentro del vientre materno. Le hice una ecografía a mi mamá y parecía que algo se movía ahí. Ese tipo de premisas que me pongo, quizás fantasiosas, me sirven para estimular mi imaginación y seguir buscando nuevos significados que me muevan o conmuevan. También encontré musicalidad y ando percibiendo que mi trabajo busca ritmo, repetición. Fue el primer trabajo en el que el territorio se volvió protagonista. 

Hablas de una “violencia heredada” en las mujeres, ¿a qué te refieres?

Cuestionaba la menstruación como una violencia. La imagen de una piedra redonda y gigante se convirtió en un óvulo. Fue así que las fotos empezaron a funcionar como signos. Al combinar incompatibles intuitivamente se producían metáforas. Así se compone este proyecto sobre la violencia heredada que tiene la mujer. Nuestro cuerpo se desgarra porque la naturaleza lo hizo así. Al hombre el cuerpo no le sangra mes a mes.

Es como que cada óvulo es una muerte. Se muere ese y sangras y te mueres y todo te pasa. Siento que hay una violencia ahí, primigenia. ¿Esa capacidad de contraer vida no es acaso una muerte? La misma facultad de crear te destruye. Lo mismo que la tierra, como madre creadora y destructora. De estas reflexiones surge como consecuencia ‘De tiempo en tiempo un volcán estalla’.

¿En dónde encuentras inspiración?

Los artistas ondulamos, porque te puedes quedar paralizada y frustrada. Uno va en búsqueda de algo que te catapulte. Fui a Islandia a buscar volcanes, a Argentina a buscar caballos, poesía, libros, gente en el campo. Quiero escuchar cómo se mueve todo, cómo la tierra es. Quiero sentir la agresión y la suavidad, quiero que me abrace algo.

En Islandia sentí la convivencia de las contradicciones: lo romántico con lo salvaje, lo sereno con lo violento. Luego fui a Roma, Pompeya y Atenas a buscar historia y me empecé a fascinar con la escultura y la mitología condensada en la materia.

Últimamente no solo hago fotos sino que exploro otros medios para evocar lo que necesito. La fotografía me ha limitado, se me ha quedado muy plana. Ahora estoy grabando sonido, metiendo sensores en las fisuras de la tierra. Por ejemplo, ¿cómo suena un volcán? Desde «La Herencia de mi Cordillera» estoy obsesionada con los electrocardiogramas, hoy con distintos gráficos y métodos de la pulsación terrestre.


El último proyecto que estoy desarrollando es «Verbos de Piedra» II – Partituras”. Tengo montañas de piedras de diferentes países, geografías, territorios. Las coloco sobre un papel carbón y las trazo en sus diferentes posiciones. Cada imagen tiene su coordenada, estoy armando una constelación. Estoy jugando, representando la imprecisión del ser humano. Pero el tiempo naturalmente es preciso, la naturaleza de la tierra tiene su temporalidad. Yo las estoy trasladando, las estoy trayendo a Lima, de Islandia, de Portugal, de aquí y allá. Hace años recojo, es como el hechizo que el desierto tiene sobre mí, empezó cuando yo aún no era fotógrafa.

Ayahuasca Musuk

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