Entrevistas
Mauricio Pokemon
Brasil -
febrero 23, 2023

El río en el patio de mi casa

En 2015, el fotógrafo brasileño Maurício Pokemon llegó a Boa Esperança, una comunidad de campesinos urbanos que protestaba en contra de un proyecto urbanístico que atentaba contra su territorio. Pokemon acompañó esa lucha, convivió con la gente e inició el proyecto Inventário verde da Boa Esperança: una exposición y un fotolibro que recoge pequeñas narrativas de vida y resistencia.

Por Marcela Vallejo

En medio del libro hay un mapa. Sobre él, hay otro mapa, se sobreponen. El del fondo es el oficial, el que hizo la prefectura de Teresina: en el medio y azul está el río Paranaíba, sobre él inicia el estado vecino de Maranhão. En frente, la orilla verde que es el patio de las casas que dan sobre la avenida Boa Esperança. Luego está la avenida, el camino que conduce a los lugares más turísticos de la ciudad, lleva, entre otros lugares hacia la desembocadura del río Poti.

El otro mapa, el que se sobrepone, es un mapa afectivo: está dibujado a mano, en un papel que se transparenta un poco. Sobre el río azul hay canoas con personas que sonríen y otras que pescan, en la orilla de abajo hay árboles con frutos, casas en medio del verde y pequeños espejos de agua de la zona de inundación. El primero tiene líneas rojas que señalan áreas específicas, fronteras entre lugares. En el segundo hay historias de infancia, vecinos y comunidad.

Los dos mapas están en centro del fotolibro Inventário verde da Boa Esperança del fotógrafo brasileño Maurício Pokemon. El libro viene empacado en un sobre. Está dividido en dos, desde la portada se contraponen imágenes, cada lado del libro se abre en un acordeón, lo que permite jugar con las imágenes que se encuentran cada vez que el lector cambia de página. “Para mí, el inventario es un lugar donde las imágenes necesitan relacionarse con las otras. No pensé en una jerarquía de imágenes, sino en un formato que permitiera que estuvieran en diálogo.”

Hay fotografías y hay pequeños textos que evocan imágenes. Al llegar al centro se encuentra el mapa, la metáfora más común para hablar de un territorio y, sin embargo, la más incompleta. El Inventário es justo lo que amplía esa noción del mapa, probablemente por eso el mapa es lo “último” que se encuentra y, de hecho, es el mapa de los afectos el primero que se ve. Las imágenes que lo preceden están llenas de historias de la vida cotidiana: la mano que cosecha las habichuelas, los pescados más comunes que atrapan los pescadores, las herramientas agrícolas que se llevan a la Corona del río, los personajes que cada año salen a jugar en el carnaval, las piezas de cerámica que los artesanos elaboran.

 

Ayahuasca Musuk
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Maurício Pokemon conoció a la comunidad de Boa Esperança en el 2015. La zona era parte del paisaje cotidiano de su vida, pero ese año vio algo que le llamó la atención. En las casas había graffitis con frases de protesta y crítica, como: “La historia de Boa Esperança son sus moradores”, “La vivienda es un derecho. Exigimos morar, luchar y resistir”, “Alcalde, la Av. Boa Esperança no es suya. Respete”, “TV ciudad verde. La buena imagen del alcalde”. La potencia de lo que ahí se decía lo llevó a tener sus primeros contactos con la gente de la comunidad.

De esa manera se enteró de que la Prefectura pretendía desarrollar Lagoas do Norte, un proyecto de renovación urbana con el objetivo de ampliar la avenida y construir un complejo turístico de lujo. Los moradores insisten en que al final lo que pretende Firmino Filho, el alcalde del momento (que aún sigue en el poder), era arrebatarles su lugar en la ciudad, arrancarlos y así expropiar sus memorias y afectos.

La ciudad empezó ahí. Hay un lugar llamado el marco cero, donde según la narrativa oficial se fundó el poblado y se construyeron las primeras casas. La gente de Boa Esperança dice que en realidad, Teresina empezó en donde ellos tienen ahora su hogar. Se trata de gente, en su mayoría, afrodescendiente que vive en la ciudad, pero conserva ritmos y formas de la ruralidad, es decir, son campesinos urbanos. Las casas dan contra el río y eso hace que para los habitantes el río sea una extensión del solar.

El proyecto de la prefectura habla de conservar y proteger la fauna y flora sobre la orilla del río. Pero para eso no se necesita un gran proyecto urbanístico. La gente, a lo largo de su historia lo ha hecho. Son agricultores, pescadores y artesanos que han construido una territorialidad particular en la que se mueven con los ritmos del río, con sus crecientes, en sus islas.

Cuando los conoció, Maurício les propuso una idea que se convirtió en el proyecto Existencia. Se trataba de retratos de cuerpo entero de los vecinos. “pensando en las personas como árboles de sus patios, con la idea de estar afincado en el territorio, de hacer parte del lugar”. Las fotos fueron impresas en tamaño natural y pegadas en los muros de la ciudad. Eso logró que la prensa se interesara y la comunidad recibiera un tipo diferente de atención.

Unos años después, recibió la noticia de haber ganado una beca a cuya convocatoria se había presentado en el 2012. Fue una sorpresa, porque realmente 6 años después él ya no contaba con eso. Pero fue el puntapié para iniciar algo nuevo. Fue entonces cuando le propuso a la comunidad hacer el Inventário verde da Boa Esperança, juntos tomaron la decisión, sabiendo que se haría con dineros provenientes de la misma prefectura.

“Yo quería hacer algo de fotografía analógica. Para mí tenía mucho sentido pensar en otro tiempo de las imágenes con este proyecto,” cuenta Pokemon. “Me interesaba hacer algo que transmitiera un poco más de esa permanencia en la memoria”. Al principio, buscó literalmente hacer una recolección de imágenes con el verde como tema y motivo, pero eso se agotó rápidamente.

Con un apoyo financiero propuso una residencia en Campo, un espacio para exponer y reflexionar sobre arte contemporáneo en Teresina. Lanzaron una convocatoria para pensar junto con otros artistas brasileños alrededor del territorio y la vida cotidiana. Todo lo que discutió ahí le dio un nuevo aire al proyecto del Inventario. Así Maurício decidió iniciar una serie de reuniones con los vecinos, para juntos decidir qué era lo que debía estar en el inventario.

“El Inventario fue mucho más un retrato de la vida, todo a partir de la cercanía y la convivencia. La intimidad era mucho mayor, había más confianza y la gente de la comunidad conocía mi trabajo. Logramos hacer imágenes de la vida sucediendo”. Mauricio iba todos los días a Boa Esperança, temprano en las mañanas y al caer la tarde. Capturó las luces que acompañan la vida de esa comunidad todos los días.

 

La fuerza de la relación hizo que personas que no soportaban las cámaras ni las fotografías, luego lo llamaran para fotografíar lo que consideraban importante en su vida. Eso pasó con el señor Valdir. Maurício lo visitaba hacía varios años y les gustaba sentarse a conversar, así fue como supo que al señor no le gustaban las fotos, decía que ya habían ido otras personas a fotografíarlo pero él nunca había visto esas imágenes, no sabía qué había pasado con ellas.

Un día el señor Valdir lo invitó a ir a la Corona del río, sería un día de agricultura. Una vez allá le pidió a Maurício que hiciera fotos de su lugar de trabajo. Él quería poner esas imágenes en su casa, para que así las visitas conocieran el “terreno tan verde, tan bonito, con un montón de fríjoles de diferentes tipos” que él trabajaba. “El señor Valdir tiene toda esa sabiduría del fríjol, sabe cuál es el de 30 días, cuál el de 45”. Fue ahí cuando el señor Valdir apreció las imágenes, y también se dio cuenta de la importancia de su trabajo. Después de eso invitó a Maurício a hacer fotos de su familia y de él mismo.

El señor Valdir fue una de las personas que fue a la exposición del proyecto en Campo, el lugar del arte, y ahí habló de la importancia de su trabajo agrícola y de lo que han hecho y hacen por la ciudad. “Eso me dio una noción de cuán pequeño es este trabajo”, asegura el fotógrafo, “y me gusta mucho eso, porque eso lo hace cercano a las personas. Es un proyecto pequeño y un libro pequeño, como tenía que ser”.

El libro fue impreso en risografía, lo que le da una textura particular a las imágenes. Su manufactura es artesanal y bien hecha. Puede parecer delicado, pero es más fuerte de lo que aparenta. Las imágenes y algunos textos son pequeñas narrativas de gente que en su cotidianidad de agricultura, artesanía y vida doméstica, hace vida, y sostiene una forma de vida, de hacer mundo, que parece que va en contra del flujo en apariencia inexorable del progreso.