Entrevistas
Manu Melo Franco
Brasil -
enero 18, 2022

El tiempo que no podemos detener

Manu Melo Franco y su compañero Hugo son periodistas y fotógrafos brasileños. Antes de vivir viajando, tenían una vida “dentro de los patrones sociales”. Se sentían incómodos, la rutina iba en contra de sus deseos. Así que buscaron construir una realidad más “saludable, armónica y abundante”.

Cuando comenzaron su viaje, tenían un hijo y ella estaba embarazada, por lo que en la primera parada (Chapada Diamantina) nació Nina. Después se mudaron a un ecocentro de permacultura en Pirenópolis, Goiás. Más tarde vivieron en Serra da Mantiqueira y ahora en Colonia (Uruguay) intercambiando trabajo por alojamiento con una familia australiana. “Vivimos en un lugar maravilloso, con muchos animales, una vida sencilla y próspera, niños libres”, cuenta Manu. También crean y sostienen proyectos relacionados con el cannabis medicinal: “Es una de las revoluciones en las que más creemos”, define. Apuestan a la salud cannábica y a la reparación social tras años de prohibicionismo.

Más allá de su formación, para Manu la fotografía adoptó otro rol cuando nacieron sus hijos. Empezó a construir un gran álbum de sus vidas. A menudo se sientan juntos a verlas, a revivir momentos de la infancia. “Una de las mayores magias de la fotografía es que guarda un tiempo que no podemos detener”, dice Manu.

¿Cómo es ser madre en viaje?


Tome ahora tiene 10 años y Nina tiene 7, crecieron viajando y aprendiendo este estilo de vida. Me encanta la experiencia de ser madre y poder ofrecerles una infancia sana, lejos de los excesos del consumo, de esos patrones sociales de los que decidimos escapar. Es un gran desafío para mí y para Hugo transformarnos para que nos tengan como referentes dignos de sostenibilidad, cuidado de los demás, naturaleza, respeto del género, antirracismo, amor propio, equidad social. Los niños pueden ser agentes de cambio en el mundo y nosotros tenemos el deber de prepararlos para algo mejor de lo que fuimos.


Si eres una madre que vive en la ciudad, que tiene que trabajar ocho horas diarias, pagar facturas altas y tiene poco tiempo para disfrutar de sus hijos, la maternidad creo que es mucho más difícil. No siempre son elecciones, pueden ser imposiciones del sistema capitalista que intenta controlar vidas, suprimiendo posibilidades de libertad. El estado no favorece ni crea opciones de apoyo a las madres, no se valora su trabajo doméstico, la sociedad no apoya y asume su parte de responsabilidad hacia las madres.


Mis hijos no conocen otra forma de vida, excepto cuando van a visitar a la familia en la ciudad. Cuando llegan cuestionan la cantidad de basura en las calles, ofrecen ayuda a cualquiera en la calle, notan la falta de animales. Cuando crezcan pueden optar por vivir de otra forma. Estamos ofreciendo posibilidades, no imponiendo, estamos creando lo que queremos, poco a poco.

¿Cómo surgió Amabis?

Amabis es un proyecto creado por Hugo. Siempre existió y sigue existiendo el estigma de los consumidores como algo negativo. Nosotros no ocultamos la pasión por el cannabis a nadie, ni a nuestras familias. El año pasado la medicina del cannabis comenzó a ganar voz en Brasil y decidimos que era hora de tomar una posición. Desde entonces nuestra vida ha sido estudiar, aprender y apoyar a las personas con la medicina en la que creemos.

Se induce a las personas a consumir medicamentos alopáticos que no son compatibles con el cuerpo humano pero sí compatibles con la industria farmacéutica y el capitalismo. Dejar de usar este tipo de medicación y obtener resultados nunca imaginados con una planta es muy bonito e inspirador. Es un camino de libertad. Amabis se propone acoger a personas que quieran una mejor calidad de vida, cansadas de tratamientos sin resultados efectivos, que quieran vivir mejor y con salud.

Hemos servido a cientos de personas, gracias a la buena red de médicos que tenemos. Hemos donado consultas sociales a quienes no pueden pagarlas, hemos recibido medicinas gratis para ayudar a familias que no pueden pagar los tratamientos, hemos producido contenido de calidad para que más personas pueden beneficiarse de él. La medicina cannábica debe ser para todos, como la naturaleza.

Aquí en casa, aunque no tengamos patologías graves, nos ha ayudado mucho en cuanto a calidad del sueño, ansiedad, dolores corporales, estado de ánimo, concentración. Es un apoyo increíble para nuestra salud física y mental. Esta es una de las revoluciones más importantes, por eso también optamos por quedarnos en Uruguay, donde las leyes están más avanzadas. ¡Seguiremos adelante, cada vez más firmes y verdes!

¿En qué momento del debate está Brasil?
La política de drogas brasileña es un horror, diezmando a miles de familias durante años y apuntando a negros y pobres. No podemos olvidar la importancia de la gente negra, de los barrios marginales, que han apoyado hasta hoy el cannabis como uso medicinal y recreativo de tanta gente blanca con dinero.


En otros países ya podemos observar avances, pero aún con limitaciones sociales y políticas. El cannabis se usó como medicina hace cientos de años, el prohibicionismo ha hecho un daño masivo y nos ha mantenido atrapados en el estigma. El daño social causado por este error de prohibir es inmenso. La reparación social también debe estar en la agenda.


Tenemos que movernos del paradigma de las drogas, la guerra, el dinero, la policía y los delincuentes para salir de esta visión miope de la marihuana. El cannabis debería ser una cuestión de salud pública, reparación social, conciencia y autonomía.