Entrevistas
Gustavo Nazareno
Brasil -
julio 21, 2023

Ensayo de los orishas

Influenciado por una variedad inusual de fuentes, que van desde el arte sacro hasta la fotografía de moda, el artista brasileño Gustavo Nazareno interpreta y venera de manera idiosincrásica la mitología de las religiones afrobrasileñas. Sus pinturas al óleo y dibujos a carboncillo retratan a orishas, las divinidades de religiones de origen africana, que parecen modelos, vestidos y posando como si estuvieran en una sesión fotográfica.

Por Miguel Vilela

Fotografía de moda, arte sacro, clásicos renacentistas, surrealismo y orishas iorubanos. A primera vista, una mezcla inusual. Pero el trabajo de Gustavo Nazareno demuestra que todo se puede amalgamar.

Nazareno nació en una familia católica en la pequeña ciudad de Três Pontas, con 55 mil habitantes, en el sur del estado de Minas Gerais, Brasil. En 2018, una tía que vive en São Paulo recibió un mensaje espiritual: debía traer a su sobrino para que viviera con ella.

En la metrópolis, descubrió la umbanda, una religión de origen africano, y comenzó a crear su obra: principalmente pinturas al óleo y dibujos al carbón. Las deidades pintadas por él parecen modelos y aparecen imponentes, como si estuvieran vestidas y fotografiadas para una editorial de moda.

Por ejemplo, Oxóssi, el orixá iorubano cazador, rey de los bosques y protector de los animales y el medio ambiente, no lleva el arco y las flechas habituales, ni los adornos con plumas. En la obra de Nazareno, es retratado con el cuerpo verdoso, un paño blanco en la cabeza, solo envuelto en una grande falda azur, los colores con los que normalmente se le identifica. Parece un retrato fotográfico, con la mirada fija en la cámara.

En una pintura de Exu, el orisha del movimiento, el poder del cuerpo, la alegría y las grandes transformaciones, solo vemos su cabeza y ojos, también fijos en una lente oculta. Su cuerpo envuelto en un paño negro. El fondo, rojo sangre. 

Nazareno dedica toda su exposición Bará, en el Museo Afro Brasil hasta octubre de 2023, a esta deidad, la cual se desarrolla a partir de una fábula escrita por el artista: un día de preparativos que culmina en una gran fiesta para Exu, representada en una serie de dibujos al carbón.

Venerado por los fons como el vodum Legba, Elegbara o por la abreviatua Bará, Exu es una divinidad de carácter susceptible, violento, irascible, astuto, grosero, vanidoso e indecente. Y esta personalidad ha hecho que siempre fuera asociado con el diablo por los cristianos. Hasta hoy, él es el chivo expiatorio de violentos ataques racistas a templos, terreiros y fieles de umbanda, candomblé y otras religiones afrobrasileñas.

En esta entrevista por video, Nazareno habla sobre cómo empezó a pintar y da pistas de cómo alcanzó un estilo tan peculiar en sus obras. 

Ayahuasca Musuk

Oxóssi. Óleo sobre lienzo. Foto de Anna Carolina Bueno.

¿Cómo empieza tu historia con las artes plásticas?

La fotografía fue esencial para la resolución de las imágenes que hago hoy en día. Siempre he sido apasionado por la moda, así que fotógrafos como Irving Penn, Herb Ritts, Richard Avedon y Susan Meiseles fueron mis mentores artísticos. La fotografía de moda fue muy importante para la evolución de mi trabajo. Además, lo que me llevó hacia las artes plásticas fue el arte sacro: iglesias y pinturas de iglesias.

Provenía de una ciudad muy pequeña, en el sur del estado de Minas Gerais. Allí no había museos ni galerías, ni siquiera sabía cómo sería la configuración de un espacio como esos. Pero las iglesias eran lugares donde la devoción se manifestaba a través de las imágenes religiosas. Ver a alguien arrodillarse para rezar frente a una imagen era algo que para mí no tenía explicación. Un pintor pintó y alguien estableció una conexión espiritual con esa imagen, lo cual de cierta forma es lo que también se traduce en arte dentro de un museo.

En una iglesia, para que esa imagen tenga sentido, debes tener fe en ella. Así que, de algún modo, esa era mi especie de museo. Mi interés, desde muy joven, comenzó con el arte sacro, y luego, en la adolescencia, entró en escena la fotografía de moda.

Todos estos trabajos me moldearon, moldearon mi mente, mi pensamiento, hasta que llegué a São Paulo en 2018. Vine aquí por una intuición espiritual de una tía mía, que me trajo aquí porque recibió un mensaje espiritual de una preta-velha. Y aquí, en la umbanda, es donde comienzo a unir todos estos aspectos con este nuevo descubrimiento.

Fue donde encontré mi fe y comencé a esculpir mi cuerpo de trabajo. Creo que eso resume bastante bien mis inicios con la imagen, con arte.

 

Serie Bará. Carboncillo sobre papel. Fotos de Anna Carolina Bueno.

“Mi trabajo no trata específicamente sobre el candomblé o la umbanda. Es más acerca de mi respeto hacia los orishas y mi comunicación directa con ellos. También se trata de la fabulación. Gran parte de lo que necesito para tener este acceso personal, se da creando un ambiente en el que pueda pedir permiso a los orishas para contar esa historia”.

¿Podrías explicar qué es Bará y por qué tu exposición lleva ese nombre?

En primer lugar, Bará es uno de los nombres de Exu. Elegbara, que se abrevia como Bará, es una de las cualidades de Exu, un orixá que tiene varias cualidades. Digo cualidades en el sentido de diferentes trabajos, diferentes formas de adorarlo en distintas religiones. Pero eso es otra explicación. Volviendo al nombre, Bará es el nombre de la serie principal, una serie en carboncillo que hice, que comenzó como una ofrenda que hago para el orixá Exu.

En resumen, la serie Bará, que se encuentra al final, es una ceremonia para el orixá Exu. Pero la exposición está dividida en núcleos. Primero, un núcleo espiritual, que se encuentra en la entrada, luego se pasa por la mañana, tarde y noche, donde se encuentra Bará.

La exposición es una fábula que escribí: es el día en que sucedió la ceremonia de Exu. Desde el principio hasta el final de la exposición, es un día en el que te sumerges en ese mundo.

Te he escuchado decir que necesitas tener mucha calma en tu trabajo porque lidias con divinidades y debes tratar eso con cuidado. ¿Puedes hablar un poco sobre esta relación ética en tu trabajo con lo sagrado?

Mi trabajo no trata específicamente sobre el candomblé o la umbanda. Es más acerca de mi respeto hacia los orishas y mi comunicación directa con ellos. También se trata de la fabulación. Gran parte de lo que necesito para tener este acceso personal, que considero muy íntimo, de alguna manera se da a través de crear un ambiente en el cual pueda pedir permiso a los orishas para contar esa historia, porque todo está muy relacionado con mi vida.

Dentro de este espacio, pido permiso al orixá para que pueda escribir sobre él, para que pueda crear una fabulación acerca de él. Para entender este momento, necesito crear un ambiente propicio para ello. Es algo muy mental, realmente.

Es como me gusta decir: preparar mi ambiente para la pintura, la escritura, el dibujo y todo.

Serie Iku. Fotos de Anna Carolina Bueno.

¿Cómo entra la fotografía en tu trabajo? ¿Te inspiras en ella o la utilizas en tus pinturas?

El arte sacro entró en mi vida de una manera en la que no sabía muy bien cómo darle dirección, porque nunca fui católico. Pero cuando empecé a formar mi personalidad y mis gustos, la moda (no la ropa, sino la expresión de la fotografía de moda, el mensaje de la fotografía de moda) fue lo que me dio esa gran aspiración para la creación. Irving Penn fue esencial en todo eso.

Hay una foto suya de la mano de Miles Davis haciendo diferentes poses. No sé bien qué está haciendo, pero son movimientos así [hace movimientos con la mano como se estuviera tocando una trompeta]. Esa foto cambió mi vida. Recuerdo hasta hoy mi encuentro con esa foto, lo importante que fue para mi saber y decir: es esto lo que quiero.

Dicho esto, para mí es importante el tema del retrato, la fotografía, la ropa, las composiciones, que también son cosas que se han tomado prestadas de las artes plásticas, porque en el pasado, cuando la fotografía no existía como formato, los retratos eran pintados.

No sé si estoy diciendo lo correcto, pero estaba viendo un documental que hablaba sobre cómo el impresionismo comenzó junto con la fotografía, más o menos en la misma época. Así que la pintura dejó de ser un método para representar fielmente las cosas, y esa tarea quedó en manos de la fotografía. La pintura se convirtió en una impresión de las cosas, no necesariamente lo que son, porque la foto ya podía hacer eso. Por eso me parece muy hermosa esta continuidad que la fotografía ha dado a la expresión de retratar a alguien, hacer este tipo de homenaje. Entonces, fotógrafos como Irving Penn, Richard Avedon, Herb Ritts, Cecil Beaton, podría seguir mencionándolos todo el día: fueron fundamentales en mi formación como artista plástico.

Como soy autodidacta, seguir visualmente la trayectoria de estos fotógrafos fue muy importante. Por ejemplo, Man Ray, un artista que utilizaba la fotografía experimental para crear sus obras, para poder desarrollar muchos conceptos en la época del Dadaísmo y el Surrealismo. Entonces, mi relación con la fotografía es muy importante, fue esencial en mi vida y en mi formación de imagen.

Eco. Óleo sobre lienzo. Foto de Anna Carolina Bueno.

El término Renacimiento aparece bastante en los textos de la exposición, ¿qué hay de renacentista en tu trabajo?

La gran base de mi técnica con la pintura y hasta el amor por el arte sacro, del cual hablo, proviene del Renacimiento, que fue mi primera investigación artística cuando tenía unos 13 años. Cuando empecé a investigar más en profundidad sobre lo que era qué, llegué a Da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, lo clásico, las Tortugas Ninja [risas].

Después de que descubrí el Renacimiento, mi técnica comenzó a desarrollarse. Puedo decir que mi técnica toma mucho del Renacimiento. Creo que es más una cuestión técnica que de resolución de imagen.

Algunas personas dicen que el Renacimiento, con el uso de la cámara oscura, fue el primer paso hacia la invención de la fotografía.

También es muy interesante esta cuestión de la luz y la sombra, porque si observamos, por ejemplo, a partir del impresionismo, el uso de la sombra ya no es tan fuerte, es casi inexistente. La luz comienza a tomar mucha más importancia que la sombra para moldear la imagen. Así que es muy interesante ver cómo este cambio ha afectado la fotografía.

Me alegra que muchas personas lleguen a mi trabajo y les guste por su resolución fotográfica. Esto solía molestarme al principio porque mi propósito nunca es parecer una foto. Pero parece serlo debido a una buena técnica, creo que puedo decir eso. Es una técnica cuya resolución es realista, por decirlo de alguna manera.

Entonces, al final de todo, la resolución de la imagen es fotográfica, no hay impresión de nada, lo que está allí es lo que está allí, igual que en una foto. Y tengo una amiga que me dice que su conexión con mi arte se debe a su amor por la fotografía. Me parece hermoso, muy interesante, universaliza un poco la cosa.