Fantasmas de la Gran Depresión
En Omen, fotolibro editado por Jorge Panchoaga y León Muñoz Santini, el Crack del 29 y el Dust Bowl se convierten en imágenes especulares de la crisis actual de la sociedad estadounidense. Hecho con materiales del mítico programa de fotografía de la Farm Security Administration, este libro combativo subvierte, desde el reencuadre y el trabajo de edición, los sentidos comunes sobre la identidad estadounidense que ese conjunto de imágenes ayudó a cimentar.
Por Alonso Almenara
La palabra omen —presagio, en español— aparece en la descripción de una tormenta de polvo en The Grapes of Wrath, la gran novela de John Steibeck sobre la crisis rural de la década de 1930 en Estados Unidos. A León Muñoz Santini, esa imagen se le quedó grabada en la memoria. La recordó años después mientras excavaba un archivo con 20.000 negativos del programa de fotografía de la Farm Security Administration (1935-1944) alojado en la Biblioteca Pública de Nueva York. Bajo la mirada del editor mexicano, las tensiones evocadas por Steinbeck —y documentadas en ese repositorio hecho de miles de retratos de campesinos empobrecidos durante la Gran Depresión— resonaban con los descontentos de la América de Trump.
Muñoz Santini no es, por supuesto, la primera persona en notar paralelos entre el pasado y el presente de Estados Unidos. La historiadora Karen Kruse Thomas ha observado que el Dust Bowl de los años 30 es el antecedente más parecido a la actual pandemia de covid-19. Como un presagio del mundo en que vivimos, fue una crisis que ocurrió de manera súbita, ocasionó alarmantes dificultades respiratorias, y se propagó con la rapidez de un virus.
Kruse Thomas explica que el fenómeno “fue causado por agricultores que usaron nueva tecnología para romper el suelo endurecido de las Grandes Llanuras y abrirlo a la agricultura de cultivos comerciales”. Debido a la sequía, el suelo se convirtió en polvo fino que fue absorbido por ‘ventiscas negras’: “tormentas de viento masivas e impredecibles que descarrilaron trenes, asfixiaron a viajeros desafortunados y se infiltraron en cada grieta de casas y edificios”. Como resultado, medio millón de estadounidenses perdieron sus hogares y unas 7.000 personas murieron de neumonía.
En palabras del historiador Donald Worster, esa crisis humanitaria reveló las “debilidades fundamentales” de la sociedad estadounidense, pero también ofreció “una razón y una oportunidad para una reforma sustancial”. Creada por la administración Roosevelt como parte del New Deal, la Farm Security Administration fue la agencia encargada de remodelar el sector rural devastado por la crisis. Hoy es recordada principalmente por el vasto archivo fotográfico que produjo entre 1935 y 1944: cerca de una veintena de fotógrafos fueron convocados para retratar lo que estaba ocurriendo en el campo. Entre ellos, Dorothea Lange, Arthur Rothstein y Roy Stryker, el encargado de dirigir el programa.
No es difícil entender por qué esa iniciativa es considerada uno de los hitos de la fotografía documental moderna. El conjunto incluye una imagen como Migrant Mother, de Dorothea Lange, un retrato icónico que capta la desesperación de Florence Owens Thompson y sus hijos en un campamento para agricultores que perdieron sus cosechas. La expresividad del trabajo de Lange no deja indiferente a Muñoz Santini. Pero lo que le interesa es disociar esas fotos de la narrativa hegemónica construida en torno a ellas: principalmente, sobre el triunfo contra la adversidad, la división y la catástrofe de la sociedad estadounidense. Una narrativa que no sólo contrasta con el legado de violencia del país fuera de sus fronteras: también invisibiliza y excluye a sus propios ciudadanos, descartando a algunos de ellos como sujetos válidos de las fotografías.
Por eso, para Muñoz Santini, lo más interesante del archivo ocurría en los márgenes, en las esquinas, en las zonas donde se pierde de vista el sujeto principal y ocurre lo imprevisto. Nada le impedía ahora apropiarse del archivo, reencuadrarlo, usarlo a contrapelo de su función original para contar una historia distinta de los Estados Unidos.
Meterse a la cocina por la puerta trasera
León Muñoz Santini y Jorge Panchoaga se conocieron en 2019, cuando fueron invitados por el Centro de Fotografía de Montevideo (cdF) a dirigir un taller de edición en el encuentro EN CMYK. Ambos son fundadores de sellos importantes en la escena latinoamericana del fotolibro: Muñoz regenta Gato Negro en México, y Panchoaga la editorial Croma en Colombia. Trabajando con los estudiantes del instituto, realizaron en diez horas un experimento llamado Su búsqueda no produjo resultados, hecho con imágenes de la fototeca del cdF. El libro tiene la singularidad de que no sólo explora el contenido del archivo, sino que interroga sus lagunas críticamente, contrastándolas con la historia de Uruguay.
“En nuestras búsquedas nos sorprendió que ciertas palabras no arrojaran resultados”, recuerda Panchoaga. “No aparecen términos como ‘migración’, ‘tango’ o ‘prostitutas’. Tampoco ‘desaparecidos’, a pesar de que en Uruguay hubo una dictadura que desapareció a muchas personas”.
Jorge Panchoaga: “Decidimos meternos a la cocina por la puerta trasera y comernos lo que había en la nevera. Sentimos que tenemos todo el derecho. Ellos han puesto dictadores, han intervenido sociedades, han participado en el exterminio de poblaciones. Lo que nos interesaba era intervenir simbólicamente la historia estadounidense, señalando lo que está en la parte de atrás, lo que parece ocultarse pero está ahí, y que de alguna manera también consolida el mundo de hoy”.
Panchoaga explica que de ese taller surgieron preguntas y metodologías que siguen activas en Omen. Phantasmagoria at the Farm Security Administration (1935-1944), su segundo libro editado junto a Muñoz Santini: ¿Cómo recuerdan las instituciones? ¿Qué les interesa recordar? ¿Y hasta qué punto inciden en la memoria colectiva?
“La intención original era repetir el procedimiento de Su búsqueda no produjo resultados, pero con más tiempo, y usando material de otro archivo latinoamericano”, dice Muñoz Santini. “Lo intentamos. Jorge lo intentó en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, y yo lo intenté tanto en la Fototeca Nacional de México como en el Museo Archivo de Fotografía. Fuimos completamente ignorados”. Para el editor mexicano, “eso habla de otro de los atrasos de Latinoamérica: los niveles de accesibilidad y digitalización de los archivos en general, y de los archivos fotográficos en particular, no son los ideales”.
La Biblioteca Pública de Nueva York aloja una fracción de los negativos producidos por el programa de fotografía de la Farm Security Administration. La colección principal, diez veces mayor, es resguardada en la Librería del Congreso de Estados Unidos. Pero este repositorio sigue siendo un universo enorme, y uno de sus grandes atractivos es que las fotos han sido escaneadas en alta resolución y colocadas en la página web de la institución, libres de derechos.
Para Muñoz Santini, “hay consecuencias interesantes, y no buscadas, de llegar a ese archivo y tocar una historia tan gringa desde Latinoamérica. Y es que generalmente ha sido al revés”. Panchoaga es enfático: “Decidimos meternos a la cocina por la puerta trasera y comernos lo que había en la nevera. Sentimos que tenemos todo el derecho. Ellos han puesto dictadores, han intervenido sociedades, han participado en el exterminio de poblaciones. Lo que nos interesaba era intervenir simbólicamente la historia estadounidense, señalando lo que está en la parte de atrás, lo que parece ocultarse pero está ahí, y que de alguna manera también consolida el mundo de hoy”.
Dar sentido a la catástrofe
Panchoaga y Muñoz Santini reconocen que el libro ha tenido hasta ahora una circulación limitada. La primera edición, que apareció a fines del año pasado en México, ya está agotada. Una segunda edición, de formato un poco más pequeño, fue publicada por Penumbra Foundation en Nueva York. La tercera edición está siendo impresa, e incluye ajustes y un puñado de páginas más. Han sido pequeños tirajes, pero esto será corregido por la cuarta edición, que aparecerá el próximo año a cargo del sello español RM.
Una de las reacciones más entusiastas ante el proyecto ha sido la de la propia Biblioteca Pública de Nueva York. La institución se prepara para lanzar un programa de residencias y becas con el fin de poner a trabajar su fototeca. “Nos dijeron que lo que habíamos hecho con Omen era precisamente lo que están buscando”, recuerda Muñoz Santini.
De hecho, una de las curadoras de la Biblioteca, Paloma Celis Carbajal, escribió una reseña del libro que vale la pena citar en extenso:
“Llevaron a cabo sus excavaciones en casa, durante la interminable confusión del confinamiento por la pandemia. Durante esos días, todos vimos con horror cómo aparecían imágenes en los medios que mostraban las crecientes tensiones y el descontento en una sociedad que parecía estar justo en su punto de ruptura. Las imágenes de nuestro clima actual se evocan cuando miramos este collage: el ciclo interminable de abuso de los afroamericanos por parte de las fuerzas del orden, el sufrimiento de los enfermos y discapacitados que no han sido atendidos por un sistema de salud fallido y la creciente pobreza y precariedad para muchos en este momento de profunda crisis económica. A pesar de todo esto, Omen, aunque sombrío, me da esperanza. Después de todo, podemos dar sentido incluso a los momentos más duros del pasado de este país. Podemos descubrir nuevos enfoques para interpretar nuestro presente, a través de los ojos de los otros, una manera que nos lleve a cuestionar nuestro camino actual a medida que encontramos la manera de imaginar uno mejor”.