Entrevistas
Maíra Erlich
Brasil -
agosto 04, 2023

Florecer a los 70

En La historia que imaginé para ti, la fotógrafa brasileña Maíra Erlich documenta las vivencias de un grupo de mujeres de la tercera edad que, liberadas de las normas tradicionales que siguieron en su juventud, asisten hoy a salones de baile, viajan en crucero e intentan vivir su vida a plenitud.

Por Alonso Almenara

Para una persona que nació en la década de 1950, experimentar la libertad por primera vez en los 2020 —la época de YouTube, Instagram y Bumble— debe ser una experiencia abrumadora. Esto es precisamente lo que documenta la fotógrafa brasileña Maíra Erlich en La historia que imaginé para ti, un ensayo fotográfico en curso que ella define como “un homenaje a mi abuela y a todas las mujeres mayores de setenta años que me permitieron compartir sus viajes, sus fiestas, y registrar sus vivencias”. 

Las mujeres que Erlich retrata no son abuelas tradicionales. Usan las redes sociales, se visten a la moda y comparten un gusto exuberante por la vida: en particular, son amantes del baile, que practican en clubes y salones nocturnos creados específicamente para personas de la tercera edad. Pero comparten también un pasado difícil: como explica Erlich, “ellas nacieron en una época extremadamente machista, en la que tuvieron que renunciar a sus sueños de seguir una educación formal, desarrollar una carrera profesional o casarse con quien realmente amaban”. Muchas de ellas son ahora viudas o divorciadas y no tienen mayores obligaciones. Dicho de otro modo, gozan al fin de la posibilidad de ser lo que quieren ser. 

“Tener más de 70 años hoy en día es muy diferente de lo que era hace 20 años, y será diferente de nuevo dentro de 20 años”, dice Erlich. “Estamos en un momento crucial. Las personas viven más y mejor, y ya no están destinadas a someterse a los límites de la vejez, porque éstos han cambiado”.

Ayahuasca Musuk

¿Cómo nació este proyecto?

En 2017 viajé a Ciudad de México para asistir a un taller de fotografía, y aproveché la ocasión para visitar el Salón Los Ángeles, que es un salón de baile súper famoso para la tercera edad. Y me encantó. Ahí tomé la primera foto de lo que luego se convirtió en este proyecto. De regreso a Brasil me puse a buscar lugares similares. Y en Internet me topé con un congreso de turismo para personas ancianas. Hablé con la directora, le hice saber de mi interés y fui a ver de qué se trataba. 

Pasé cuatro días en un resort en la playa y ahí conocí a algunas mujeres que estaban muy interesadas en lo que yo estaba tratando de hacer, aunque todavía no supiera qué cosa era exactamente. Solo sabía que me interesaba conocer su modo de vida, que era muy distante de la idea que yo tenía de mi abuela. Obviamente, les encantaba que yo quisiera documentar sus actividades porque cuando eres una persona anciana la gente no se suele interesar tanto por tu historia de vida. 

Entonces me decían: “tienes que venir a nuestra ciudad porque ahí tenemos un grupo muy activo, puedes quedarte en nuestras casas”. Y eso hice: viajé, primero al noreste de Brasil, a la playa, y luego al sur. Así empecé a documentar sus vidas. Son señoras que viven una vida divertida, diferente de lo que yo imaginaba. Porque, como decía, la idea que yo tenía de las personas ancianas se basaba en los recuerdos que tengo de mis abuelas. Ellas no salían de fiesta, no viajaban, no iban a bailes ni nada parecido. Se quedaban en casa haciendo las tareas del hogar.

Rovena Linder

Entonces entendí que este proyecto era dos cosas: por un lado, una manera de acercarme a personas que me recuerdan a mis abuelas; y por otro lado, algo que me permite imaginar una continuación o un final diferente para la vida que ellas no pudieron tener.

Este es un proyecto que me emociona mucho porque es muy personal. La mayoría de imágenes las hice durante esos viajes entre 2017 y 2019. Luego llegó la pandemia y tuve mucho tiempo para pensar en lo que quería hacer. Empecé a entender que mi interés en el proyecto tenía que ver, sobre todo, con mi abuela paterna. Ella falleció diez años antes del inicio de la pandemia, y su historia es muy diferente de las que he estado fotografiando. Mi abuela era hija de inmigrantes judíos polacos que vinieron a Brasil huyendo de la Segunda Guerra Mundial. Creció en una familia judía tradicional, se casó con un médico judío y a partir de ese momento no pudo trabajar más. Solo volvió a trabajar cuando su marido, mi abuelo, murió. Dejó de hacer muchas cosas que quería hacer por seguir las normas de su entorno. No pudo viajar, no pudo tocar música, no tuvo una carrera. 

Entonces entendí que este proyecto era dos cosas: por un lado, una manera de acercarme a personas que me recuerdan a mis abuelas; y por otro lado, algo que me permite imaginar una continuación o un final diferente para la vida que ellas no pudieron tener.

Pero creo que al proyecto le faltan todavía muchas cosas. Por ahora tengo sobre todo fotos de fiesta y me interesa obtener un resultado final más diverso, mostrar la vida de estas personas fuera de la pista de baile.

Estas mujeres que crecieron en una sociedad extremadamente patriarcal tienen, a los 70 años, la oportunidad de vivir plenamente por primera vez. ¿Qué te cuentan sobre esta experiencia de florecer a una edad avanzada?

Tener setenta años hoy es muy diferente de lo que era hace diez, veinte, treinta años. Mi abuela, cuando tenía sesenta, ya tenía una cara de abuela, se vestía como una abuela. Era muy diferente de mi madre, que ya tiene seSenta y pocos, y es súper joven, más joven que yo. Esto está cambiando porque la gente está viviendo más, está viviendo mejor.

En realidad la mayoría de las historias que escuché eran de mujeres que estuvieron casadas por cincuenta años con un hombre al que no le gustaba salir a bailar y que tampoco las dejaba salir solas. Casi todas son viudas o divorciadas. Ahora pueden hacer lo que quieren. No tienen mayores obligaciones, sus hijos están grandes. Es curioso eso de experimentar una libertad tardía, cuando ya no le debes nada a nadie. Estas mujeres están llenas de actividades, forman grupos, clubes que organizan fiestas y viajes. Se van de crucero por Europa, hacen de todo. 

Las cosas están cambiando tanto… Lo que me interesa, justamente, es documentar la experiencia de estas mujeres que nacieron en la década de los 30, de los 40, de los 50, y que es la generación que pasó por ese cambio. Hoy, gracias al feminismo, hay mucha más conciencia de que no tenemos que aceptar todo lo que la sociedad nos impone. Y esa generación es la que vivió más intensamente aquella transición en la forma de pensar.

Elcely Franklin

Me da curiosidad saber cómo te imaginas a los setenta años. O cómo te gustaría ser.

El proyecto empezó tal vez por eso, porque la idea que yo tenía de cuando tuviera setenta años era que estaría en mi casa mirando tele, leyendo el periódico, y no haciendo nada divertido. Porque eso era lo que veía en mis abuelas. Este proyecto me ha permitido cambiar de mentalidad. Mi madre y sus amigas me han hecho cambiar de mentalidad. Ella es muchísimo más activa que yo: hace ballet, va al gimnasio, tiene clases de francés, viaja todo el tiempo.

No es que yo ande encerrada todo el tiempo, tampoco. Me siento súper joven, tengo 36. Cuando tenga el doble, no tengo idea de cómo será la sociedad, pero creo que será bien diferente, porque mi generación ya no acepta tan fácilmente las cosas que sufrieron mis abuelas. Espero, en todo caso, seguir siendo bien activa y hacer las cosas que me gusta hacer y continuar fotografiando, viajando, y contando historias. 

El otro asunto es que no tengo hijos, y no creo que los vaya a tener. Antes no había esta opción de no tener hijos. Había un derrotero, un guión que había que seguir en la vida que es casarte, tener hijos y cuidar la casa y a tu marido. Ahora ya no. A ver qué pasará. Pero seguro será bien diferente.