Entrevistas
Gabriela Portilho
Brasil -
septiembre 29, 2023

Guardianas de las abejas

En Las abejeras —trabajo reconocido con una mención en los premios Poy Latam 2023— la fotógrafa brasileña Gabriela Portilho documenta el modo de vida de una comunidad de apicultoras en el noreste de Brasil. Ellas tuvieron que afrontar el machismo de sus colegas y el maltrato del gobierno de Bolsonaro; pero, con el apoyo de una universidad local, lograron convertirse en las primeras abejeras exitosas de la región y en un ejemplo para otras comunidades rurales que luchan contra el uso excesivo de pesticidas impuesto por el agronegocio. 

Por Alonso Almenara

En el lapso de solo tres meses, al menos medio billón de abejas murieron repentinamente en Brasil. El hecho ocurrió en 2019, poco antes del inicio de la pandemia, y entre las causas se encuentra el uso indiscriminado de pesticidas: una práctica común durante la era Bolsonaro, y que aún sigue en pie debido al poder y la influencia persistente del agronegocio. Esta noticia fue una de las razones que motivó a la fotógrafa Gabriela Portilho a emprender un proyecto centrado en la relación estrecha entre las abejas y los seres humanos. Estos insectos son, en efecto, responsables de aproximadamente el 70% de la polinización de las plantas que se cultivan para la alimentación, y su muerte pone en peligro la agricultura y la seguridad alimentaria en todo el mundo. Además, son fundamentales para la polinización de los bosques nativos, y su desaparición puede desencadenar la muerte de ecosistemas enteros.

Buscando historias vinculadas con esta problemática, Gabriela se topó con el caso singular de un grupo de agricultoras de la zona forestal de Pernambuco, en el noreste de Brasil. Desde 2020, ellas han combinado técnicas de mejoramiento genético con conocimientos ancestrales para buscar formas sostenibles de crianza y protección de las abejas. Trabajando en asociación con la Universidad Federal Rural de Pernambuco, se convirtieron en las primeras apicultoras de la región, un trabajo hasta ahora realizado sólo por hombres. “Con el dinero obtenido de la miel, conquistaron una nueva profesión y también su independencia financiera”, señala la fotógrafa.

Pero el proyecto generó además una nueva dinámica en la comunidad. Con el fin de atraer más abejas, el grupo de mujeres comenzó a rescatar técnicas de siembra sostenibles y transformar los alrededores de sus hogares, antes áreas no productivas, en oasis agroecológicos. Hoy, de sus lotes brotan flores, frutos y miel de alta calidad, sin pesticidas.

Ayahuasca Musuk

Sônia Maria da Silva, una de las apicultoras de Assentamento Ximenes, Barreiros, Pernambuco. Muchas personas que ahora viven en el asentamiento tuvieron que dejar sus casas, sus cultivos y sus animales, y fueron reubicadas en 2013 como resultado de un proyecto de modernización y ampliación del puerto de Suape. El asentamiento está en medio de una plantación de caña de azúcar que frecuentemente se inunda cuando llueve. o hay carreteras asfaltadas, escuelas ni centros de salud, y muchas de las viviendas son precarias.

Ayahuasca Musuk

Derecha: La apicultora Sônia Maria da Silva durante la cosecha de yuca en Assentamento Ximenes, Barreiros, Pernambuco. Antes de producir miel, Sônia vivía casi exclusivamente de la artesanía y la agricultura, ganando cerca de 2 reales brasileños por cada kilo de yuca que vendía en el mercado del municipio. Con la venta de miel ella recibe casi 20 veces más por la misma cantidad producida. Izquierda: Diferentes especies de flores recogidas de casas y jardines de las apicultoras en la Zona da Mata, Pernambuco. Para atraer más abejas, ellas empezaron a plantar más flores en el entorno de sus casas.

¿Cómo te vinculaste con la comunidad de apicultoras de Pernambuco?

La idea surgió en 2021, aunque en realidad llevaba un buen tiempo queriendo hacer algo sobre las abejas, pero no sabía qué exactamente. Muchos de mis proyectos empiezan así, no con una idea clara, sino con una sensación. Y las abejas me parecen interesantes por varias razones: porque tienen una organización social en la que las hembras juegan un papel predominante, porque son animales pequeños pero también pueden ser una amenaza mortal, porque fabrican su propio alimento. 

Hay algo simbólico que me atrae en las abejas. Y en 2021 se dio la casualidad de que recibí una invitación de un organismo italiano que estaba armando un proyecto llamado Horizons for humans, con la curaduría de Lina Pallotta. Me invitaron junto a varios fotógrafos de todo el mundo, como Antoine D’Agata, Paolo Pellegrin, Prin Rodríguez. Y nos pidieron que les propusiéramos ideas de proyectos que hablasen de nuevos horizontes post pandemia. Empecé a buscar historias relacionadas con las abejas y me encontré con el caso de esta comunidad de apicultoras de Pernambuco. 

Estas mujeres solían vivir en una zona costera y fueron obligadas por el gobierno de Bolsonaro a desplazarse por la construcción de un puerto. El problema es que fueron ubicadas en una región muy árida, donde durante 400 años se cultivó la caña de azúcar, de modo que el suelo está completamente degradado. Ellas eran agricultoras y en este nuevo lugar no tenían cómo producir su propios alimentos, lo que fue bastante grave, sobre todo porque ocurrió durante la pandemia. Y ese aspecto político es una de las cosas que me motivó a documentar esta historia.

La apicultora Sonia Maria da Silva muestra una de sus redes de pesca. Además de dedicarse a la apicultura y al conocimiento de la tierra, muchas mujeres del asentamiento realizan trabajos artesanales para subvencionar los ingresos familiares.

“Fuimos alojadas por estas mujeres y hacíamos todo siguiendo su ritmo de vida: despertábamos juntas a las tres de la mañana, trabajábamos juntas, almorzábamos juntas, compartíamos el día entero. Yo no creo en proyectos en los que el fotógrafo se pone en una posición muy distante. No se pueden producir cosas muy buenas desde ese lugar alejado.”

Decía que ellas se vieron obligadas a buscar otras formas de sostenerse: se pusieron en contacto con la Universidad Federal Rural de Pernambuco, con la idea de trabajar con las abejas, una actividad que hasta ese momento, en la región, había estado reservada para hombres. Pernambuco es un lugar pobre donde hay bastante machismo, por lo que no les fue nada fácil llevar a cabo este proyecto. Pero finalmente encontraron a una profesora de zootecnia llamada Renata Valeria que les dio toda la información que necesitaban. Eso les generó una fuente de dinero importante. Antes cultivaban yuca y tenían que cargar muchos kilos para ganar uno o dos reales; mientras que con un pequeño pote de miel ahora podían ganar 30 o 40 reales, y no tenían que cargar tanto. Era una forma más fácil de vivir, también. 

Además, como fueron las primeras mujeres que incursionaron en esta actividad, eso las empoderó mucho. Y como este lugar está rodeado de caña y se usan mucho los pesticidas, ellas empezaron a entender también la importancia de preservar el bosque nativo y de cultivar alimentos que podrían atraer las abejas. Empezaron a desarrollar un pensamiento más ecológico y a planear la producción de una manera más sostenible. De modo que una actividad muy simple como trabajar con abejas generó una serie de cambios muy importantes para ellas.

Mencionabas el contexto político en Brasil. ¿Hasta qué punto este trabajo está motivado por una visión crítica de las políticas de Bolsonaro en el campo de la agricultura?

Creo que pasamos la pandemia con el peor gobierno posible. Fue un momento terrible y en esa época pensaba mucho en la idea de necropolítica. Todos los elementos de este proyecto estaban siendo atacados por el gobierno de Bolsonaro: las mujeres, las universidades, la tierra, la agricultura local… podríamos decir que la vida en sí misma. Entonces este proyecto fue como un respiro, algo que me sirvió para realmente ver otros horizontes.

Izquierda: El polen de las flores que alimentan a las abejas visto bajo el microscopio en el campus de estudios avanzados de la Universidad Federal Rural de Pernambuco. El polen de cada tipo de planta tiene una forma única y brinda pistas sobre el área de donde proviene la miel. Derecha: Miel extraída directamente de una colonia de abejas uruçu nativas de Pernambuco. Las abejas nativas no tienen aguijón y cualquiera puede tenerlas en casa. Además del cultivo de las abejas Apis, la Universidad también enseña el manejo de las abejas nativas.

¿Qué era lo que te interesaba captar visualmente en esta serie fotográfica?

No quería hacer solo un registro de lo que estaba pasando, sino capturar la atmósfera: para mí, es una atmósfera de regeneración, de cuidado, de afecto. Así que intenté traducir eso en imágenes. También me interesó incluir algunas fotos de carácter más científico, utilizando el microscopio, por ejemplo. La idea era conectar el cuidado de la tierra con la ciencia que estaba siendo tan negada en ese momento en Brasil. Creo que la llave para los cambios que necesitamos hacer con tanta urgencia está en el encuentro de la ciencia con la política, con lo afectivo, con las luchas de las mujeres… necesitamos todo eso en este momento.

 

¿Cómo fue tu relación con estas mujeres?

Llegué a esta comunidad a través de la Universidad Federal Rural de Pernambuco: fue la profesora Renata Valeria quien me llevó y nos quedamos diez días, más o menos. Fuimos alojadas por estas mujeres y hacíamos todo siguiendo su ritmo de vida: despertábamos juntas a las tres de la mañana, trabajábamos juntas, almorzábamos juntas, compartíamos el día entero. Yo no creo en proyectos en los que el fotógrafo o la fotógrafo se pone en una posición muy distante. Creo que no se pueden producir cosas muy buenas desde ese lugar alejado. De hecho, ellas participaban, daban sus ideas. 

Una de las cosas que me llamó la atención es que ellas gustan de vestir sus trajes de apicultoras: lo hacen con mucho orgullo y sienten también mucho orgullo por el trabajo que hacen. Entonces les gusta ser fotografiadas en plena actividad. Recuerdo que cuando llegué ellas estaban cociendo sus trajes para que salieran bien en las fotos. Todas cosían juntas, incluso la profesora participaba. Estaban muy felices y orgullosas, muy involucradas con mi proyecto también.