Entrevistas
Pietro Paoloni
Italia -
diciembre 09, 2021

Imágenes abiertas de América Latina

Pietro Paolini nació en Florencia (Italia) y viaja por Latinoamérica desde 2004. Busca “imágenes no cerradas”, que abran preguntas. Después de más de una década de construir el libro “Buscando a Bolívar” ahora trabaja en un proyecto sobre cómo crecen las criptomonedas en Venezuela, en donde vive. También se pregunta sobre las diversas formas de representación mediante imágenes contemporáneas. Ganó el segundo premio en la categoría «Vida Cotidiana» del World Press Photo 2012 por su trabajo en Bolivia y es parte del colectivo Terra Project

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Pietro Paoloni

Encontraste unas fotos etnográficas, ¿cómo fue?

Son las fichas de un fotógrafo antropológico que encontré en el museo de París y tomé fotos intervenidas con esos dedos en una zona protegida de Amazonia en Ecuador. Eso me llevó a una reflexión sobre la historia de la etnografía europea, en la que había una forma de representar, una extracción del contexto, el fondo blanco. Era una mirada como alguien que viene de afuera, como un espectáculo, como algo poco conectado. Se exprimía como una superioridad. Estoy explorando sobre el choque entre la metodología de representación antigua e imágenes contemporáneas.

Pietro Paoloni

Pietro Paoloni

Siendo un fotógrafo europeo, ¿cómo lidiaste con ese debate en tu trabajo cotidiano?

Mi primer trabajo fue en Caracas en 2004, vine con una cámara digital de las primeras. En dos semanas se rompió. Casualmente había traído una Rolex analógica, empecé a tomar fotos y nunca más me moví del formato medio. Los primeros años exploré sobre el chavismo y la organización popular con una mirada periodística documental clásica. Iba a los festivales en Francia y lo que más veía de Latinoamérica era el tema de la violencia, la ganga en la villa. Llevaban una imagen muy estereotipada y empecé a querer superar este tipo de imágenes. Hay una relación complicada entre los continentes debido al colonialismo, una historia que los europeos no hemos procesado como sociedad. Hoy hay mucho fotógrafo europeo con otra mirada y una fuerte ola de fotógrafos latinoamericanos que llevan su trabajo a Europa.

 

¿Cómo sentiste tu llegada al continente, allá por 2004?

Me encontré con la dualidad de la representación de lo que estaba pasando: había un proceso muy fuerte y radical con Hugo Chávez. Los chavistas contaban un mundo y los opositores contaban otro. En los medios internacionales también eran extremos: los medios más de izquierda presentaban “el gran revolucionario” y los otros “el feroz dictador”. Quise abrir un espacio en el medio, producir fotos que no dijeran “las cosas son blancas o negras” sino que son complejas. Son países y punto. Con sus contradicciones y con el flujo de la cultura contemporánea. Mi lenguaje se desarrolló en esa búsqueda.

En 2019 editaste como libro “Buscando a Bolívar”, ¿de qué se trata?

Son fotografías de Bolivia, Ecuador y Venezuela. Salió en 2019 y cuenta cómo esos tres países vivieron experiencias políticas particulares. Es sobre paisajes y vida cotidiana. Es una mirada personal. Los tres se mezclan como si fuera un país imaginario. La cubierta es como un archipiélago.

Los tres presidentes (Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Corres) se referían a imaginarios conectados, a Simón Bolívar. Los tres vivieron en los años ‘90 una fuerte política neoliberal que llevó a un conflicto político muy alto: la guerra del gas, la del agua, el Caracazo. Estos presidentes cabalgaron la ola de estos movimientos sociales y prometieron un cambio radical. Otra similitud es que se escribieron nuevas constituciones muy hermosas, en forma participativa. Luego fueron desatendidas. Por ejemplo, Ecuador contempla los derechos de la naturaleza. Igualmente siguen explotando la Amazonía.

El libro tiene mucho que ver con algo onírico, con la esperanza que estos pueblos tenían de algo mejor. Había mucha carga, energía positiva, de sueños, de algo mejor. A nivel personal, eso me atraía. Europa estaba sin una visión del futuro, se iba repitiendo lo mismo, en pausa. Aquí todo se movía, todo estaba cambiando. Algunas cosas cambiaron y otras no. Pero había un sueño y, al final, eso es lo que te hace caminar.