La belleza que encontré en las hojas de coca
En Belleza inminente, Tatiana Arocha explora la coca, sus usos y los entornos en los que se cultiva. En su último proyecto, la artista colombiana radicada en Estados Unidos reúne ilustraciones e instalaciones: entre ellas un espacio que invita a los espectadores a tomar té de coca y a conversar sobre los impactos ambientales y sociales de los cultivos de uso ilícito.
Por Marcela Vallejo
La primera vez que Tatiana Arocha vio un arbusto de coca fue en 2018, en un viaje que hizo a Pucallpa, en Perú. Fue un encuentro inesperado y sorprendente. Hasta ese momento, para ella la coca era algo casi fantástico. Cogió una rama de la planta, la prensó, la guardó en su equipaje y con muchísimo temor la llevó de regreso a su casa en Nueva York. Aunque no tuvo inconvenientes en los aeropuertos, tomó más precauciones en su casa: metió la ramita en un sobre, lo guardó en un cajón y lo olvidó. Durante la pandemia recordó aquella ramita guardada. La sacó, frotó las hojas entre sus manos y ese movimiento activó muchos pensamientos. Para ella es como un encuentro especial con la planta, que desde entonces repite regularmente. Fue ahí cuando decidió trabajar más a fondo en algunas ideas que venía construyendo desde que llegó a vivir a Estados Unidos.
Arocha se instaló en Nueva York en el 2000. En esa época trabajaba como diseñadora gráfica para televisión y cine. Una de las cosas que más le impactó de su llegada a Estados Unidos es que cuando decía que era colombiana, las personas le preguntaban por cocaína. Las preguntas variaban, pero todas giraban en torno a esa sustancia. Naturalmente, eso le incomodaba. En realidad, nadie sabía gran cosa de Colombia. Pero esas preguntas fueron el impulso inicial para pensar de dónde venía y cómo entendía los problemas asociados al narcotráfico, la guerra contra las drogas y, sobre todo, la hoja de coca.
Eso se sumó a un momento de su vida en el que decidió cambiar el foco de su carrera y empezar un camino como artista. Fue entonces cuando inició una serie de trabajos en los que recreaba, mediante la técnica del collage, las selvas del Chocó que había visto en un viaje con su padre. Sus reconstrucciones no son exactas, son las selvas de su memoria, las que construyó con imágenes de otros, pero sobre todo son selvas que no son vírgenes: son paisajes intervenidos por la deforestación.
Lo que quería era lograr dos cosas: primero, mostrar otras imágenes de su país a esas gentes que solo veían en él unos poquísimos aspectos; segundo, su intención era que ellos vieran que eso que les llamaba tanto la atención, la cocaína, tenía un efecto ambiental brutal. Su proyecto actual, Belleza inminente, parte de esa experiencia.
Mi maestra, mi guía, Coca. Belleza inminente. Foto: Tatiana Arocha.
Lo bello en una planta prohibida
Para Tatiana, hay una conexión directa, un camino que ha ido transitando poco a poco y en el que ella ha ido transformando su propia mirada. En 2017 inició una exploración más profunda sobre la hoja de coca. La primera exhibición pública de este proyecto fue la instalación de una sala de té con el estilo europeo del siglo XIX. Arocha diseñó todos los elementos: la vajilla, los muebles, la mesa, con símbolos que aluden a la hoja de coca y sus cultivos en Colombia. En la instalación invitaba a las personas a tomar té de coca y a conversar sobre el impacto ambiental de los cultivos de uso ilícito y la violencia asociada a ellos, pero también sobre los usos tradicionales de la hoja.
Su curiosidad la fue llevando por el camino de los usos tradicionales y así, gracias a una beca para artistas con hijos, pudo visitar el Amazonas colombiano y conoció a Gory Nejedeka, indígena muinane que la inició en el mundo del mambe y el ambil. El mambe es un polvo que se obtiene al tostar y triturar las hojas de coca, para luego combinarlo con ceniza de hojas del árbol de yarumo. Por otra parte, el ambil es una cera obtenida al cocer las hojas de tabaco y mezclarlas con sales alcalinizadas obtenidas de otras plantas. Las dos sustancias se utilizan con fines rituales y medicinales tradicionales.
En su primera visita en el 2019, Gory le dijo que ella no podía hacer fotos de la coca, ni llevarse hojas. Así que Tatiana se dedicó a conocer otros aspectos de la cultura muinane, como el cultivo y la cosecha de la yuca brava para hacer casabe. Tiempo después, cuando revisó sus fotos de la yuca, se dio cuenta de que siempre estuvo rodeada de coca. Pero eso solo lo descubrió cuando volvió a encontrarse con las hojitas que había recogido en Perú.
El miedo a la prohibición que en Estados Unidos es tan radical, hizo que ella temiera mucho sacar sus hojas. Pero ese reencuentro era necesario para seguir creando. Aunque Gory le dijo que no podía llevarse nada, al final le dio un ambil, y con esa sustancia ella empezó a hacer texturas. Eso es parte de su proceso creativo actual: Tatiana crea imágenes digitales de plantas a partir de muchas fotografías y de texturas que diseña jugando con diferentes materiales como el ambil, pero también las hojas y las cortezas. Con ellas hace ilustraciones e instalaciones.
En Belleza inminente Tatiana sigue haciendo selvas, árboles y plantas como la coca. Una cosa que aprendió a lo largo de su trayectoria es que ella no quería seguir “ordenando la selva”. “Eso es algo que hace National Geographic”, dice, “mostrar una selva perfecta y ordenada, con los animales en el lugar y el momento preciso”. Ella sabe que la selva no responde a esos órdenes, es caótica y en su caos tiene sentido. Por eso ahora no le interesa organizar, sino mostrar todos esos estímulos a los que se expone cuando va a un bosque.
En su obra, busca la relación entre plantas y territorios que le permiten mantener el diálogo con la coca, y sostener ideas que desde hace varios años viene construyendo: que es necesario que en Estados Unidos se entable la conversación sobre los efectos de la prohibición. En este momento, uno de esos efectos es que Tatiana trabaja con la ausencia pues ella no tiene acceso directo a las plantas, ni sus derivados. Pero además, esa prohibición tiene consecuencias directas en su país: donde a pesar de haber comunidades que consumen tradicionalmente la hoja de coca, esta está estigmatizada.
El nombre del proyecto tiene que ver con una búsqueda que escapa a los extremos desde los que comúnmente se piensa en estas plantas: el bien o el mal. Aunque ella no vivía en Colombia para el momento en que sucedió, tiene muy presente aquella campaña del estado colombiano que tildó a plantas como la coca o la marihuana de ser “matas que matan”. Un eslogan que fue declarado por la Corte Constitucional como un mensaje que estigmatiza no solo a la planta sino a comunidades indígenas y campesinas que la consumen de manera tradicional. Y que, sin embargo, no fue tan fácilmente olvidado.
Este proyecto es muy representativo de las búsquedas personales de la artista: hacerse un lugar en Estados Unidos, un país en el que es extranjera, a partir del encuentro con la coca, una planta que ha atravesado la historia de Colombia, el país que considera propio aunque no viva en él. En ese sentido, Belleza inminente, “tiene que ver con la belleza, en un punto medio», dice Tatiana, «en un punto en el que yo logro ver belleza en algo que supuestamente no es bello”.