Entrevistas
Guillermina Mongan
Argentina -
enero 27, 2023

La gráfica se multiplica como la hiedra

Expuesta en el MUAC de Ciudad de México luego de ser presentada en el Museo Reina Sofía de Madrid, la muestra El giro gráfico: Como en el muro la hiedra reúne cerca de 400 obras que abarcan acciones, bordados, pancartas, proyecciones, señaléticas intervenidas, camisetas y carteles. Trabajos que, para el equipo de investigadores de la Red de Conceptualismos del Sur, han marcado el derrotero del arte latinoamericano, confrontado contextos de urgencias y articulando estrategias de resistencia y transformación. Conversamos con Guillermina Mongan, una de las coordinadoras del proyecto.

Por Alonso Almenara

Tal vez ningún museo en el mundo ha pasado tan rápido de ser una inversión dudosa a convertirse en una referencia para la museografía de vanguardia, como el Reina Sofía de Madrid. Y esto se debe, en parte, a la conexión especial de la institución con América Latina. Manuel Borja-Villel, el director del museo, describió hace poco el continente como un lugar de “una experimentación extraordinaria”, que produjo un arte donde “importaba más lo colectivo que el individuo” y donde se mezcló “la cultura popular con la vanguardia”.

Esas ideas las había puesto a trabajar hace diez años la Red de Conceptualismos del Sur en una muestra ejemplar como Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina, hecha en colaboración con el Reina Sofía. La propuesta curatorial exploró formas de arte que existieron al margen de las galerías y los espacios museales, desarrollándose en cambio en las calles, y respondiendo a contextos concretos de represión en un continente arrasado por dictaduras militares, crisis económicas y conflictos armados. 

Lo impactante era lo vital del resultado: el pulso contracultural de un arte que respondía a la represión salvaje del Estado con punk, travestismo y liberación sexual.

El giro gráfico: Como en el muro la hiedra es una continuación de esa experiencia. La muestra se presentó el año pasado en el Museo Reina Sofía y se expone actualmente en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional Autónoma de México. Como Perder la forma Humana, explora los cruces entre arte y política en el continente. Pero se centra en el presente y en el fenómeno de la gráfica, entendida de manera abierta. 

“Hay xilografías, serigrafías, bordados, xilograbados, xilobordados e incluso formas mucho más históricas o artesanales de gráfica”, explica Guillermina Mongan, cocuradora de la muestra y una de las coordinadoras de la Red Conceptualismos del Sur. Ella es historiadora del arte, investigadora, artista y curadora. Luego de colaborar con Ana Longoni, una de las impulsoras de la Red de Conceptualismos del Sur, en una exposición sobre el artista argentino Óscar Masotta, ingresó al colectivo. Ha trabajado en El giro gráfico junto a otros 30 investigadores, entre miembros de la Red y personas invitadas.

Ayahuasca Musuk
Museo Reina Sofía | Curaduría: Red Conceptualismos del Sur

Tanto Perder la forma humana como El giro gráfico exploran los cruces entre arte y política en América Latina. Pero tienen marcos temporales distintos: la primera muestra se centra en los ochenta, mientras que la segunda interroga el presente. ¿Qué otras diferencias y similitudes existen entre estas propuestas?

Si bien Perder la forma humana estaba anclada en los 80, incluía alguna dimensión del presente, y eso la conecta con El giro gráfico. Sin embargo, el grupo de investigadores e investigadoras ha variado y esto enriquece o modifica necesariamente las propuestas, ya que el trabajo de investigación en la Red se hace de manera colectiva: cada quien propone sus investigaciones en asambleas y plenarias donde se discuten. 

Otra conexión entre El giro gráfico y Perder la forma humana es que ambas se trabajaron de manera diagramática, relacional, pero la forma de incorporar la dimensión temporal ha cambiado. Perder la forma humana está pensada más sincrónicamente: se centra en una década específica, y aunque los casos están vinculados temáticamente, se van articulando a partir de una línea de tiempo. El giro gráfico, si bien se centra en el presente, piensa el tiempo de manera no lineal, como un tiempo espiralado, en el que el futuro no necesariamente está adelante y el pasado no necesariamente está atrás. Digamos que el tiempo se tuerce, como Quetzalcóatl, la serpiente emplumada. Creo que esa temporalidad en espiral es propia de lo gráfico, o nos permite pensar, en todo caso, cómo algunos modos de hacer persisten y otros se van actualizando en lo contemporáneo. 

Por cierto, El giro gráfico lleva como subtítulo Como en el muro la hiedra, una fórmula que hace referencia al modo rizomático y desbordado que va teniendo la hiedra sobre el muro, y remite, también, a la forma cómo se multiplica y propaga la gráfica.

“Es al acompañar los acontecimientos que la gráfica se replica, reverbera, se reinventa. La gráfica siempre tuvo una dimensión política, siempre estuvo acompañando el hecho político o estuvo cargada de lo político. Pienso, por ejemplo, en los talleres populares de serigrafía, que siempre fueron espacios de multiplicación.”

 La gráfica tiene que ver efectivamente con lo múltiple, con lo colectivo, y la muestra lo capta muy bien. 

Nos interesa mucho pensar la relación entre la gráfica y lo múltiple o lo colectivo, pero sobre todo en el contexto de lo urgente, es decir, cuando ocurre un acontecimiento. Porque es al acompañar los acontecimientos que la gráfica se replica, reverbera, se reinventa. La gráfica siempre tuvo una dimensión política, siempre estuvo acompañando el hecho político o estuvo cargada de lo político. Pienso, por ejemplo, en los talleres populares de serigrafía, que siempre fueron espacios de multiplicación. 

Pero si bien nuestra forma de trabajar en El giro hace hincapié en esos modos de hacer de la gráfica, no se detiene en recopilar exhaustivamente lo que ocurrió en cada país del continente. Buscamos, en cambio, generar nodos conceptuales que nos permitieran vincular algunas de esas producciones —o de casos, como los llamamos— que tranquilamente podrían haber ocurrido en otro país de la región. No es que de un lado está Perú, en otro está Colombia y en otro está Argentina, sino que estas manifestaciones conviven, están agrupadas por núcleos.

Hablemos de algunos de los temas que articulan la propuesta curatorial.

Por ejemplo, uno de los nodos es ‘La demora’, que tiene que ver con modos de hacer que toman más tiempo, que están vinculados con la lentitud. Un caso sería el bordado en Nicaragua. Y por cierto, uno dirá: ¿qué relación tiene el bordado con lo gráfico? Y es que pensamos lo gráfico como algo mucho más desbordado, precisamente. De hecho, ahora que la muestra está en México, estamos organizando allá un encuentro latinoamericano de bordadoras y bordadores. Se llevará a cabo en mayo, si todo va bien. La idea es pensar todos estos procedimientos, estos modos de hacer, y qué procesos políticos los acompañan en cada uno de los países que lograremos reunir.

Hay otros núcleos como ‘Persistencias de la memoria’, que reúne trabajos que tienen que ver con detenidos y desaparecidos en países como Uruguay, Argentina o México. O ‘Territorios insumisos’, que hace referencia a problemáticas mucho más situadas: es la gráfica vinculada a la lucha por los territorios, ya sea desde el ambientalismo o, por ejemplo, en el caso de los mapuches, a una demanda por recuperar sus tierras. Esos núcleos operaron para nosotres como espacios interrelacionados que nos permitieron organizar la pregunta por lo gráfico. 

¿Cuál es el papel de la fotografía en este “giro gráfico” en América Latina?

Mira, está buena la pregunta, no nos la habían hecho antes. Más allá de lo que aparezca como documento, porque obviamente hay fotografías que acompañan o que documentan algo de lo que se puede ver en estas producciones, hay algunos trabajos en los que la fotografía sí juega un papel central. El caso más claro es el de Uruguay, donde se usaron pancartas con fotos de detenidos y desaparecidos. O el caso de Juan Ángel Urruzola, también uruguayo, que trabaja con fotos carnet, las mismas que después se pueden ver en esas pancartas y que de alguna manera marcan, sitúan a los desaparecidos y los lugares donde ocurrieron matanzas en Montevideo. Son trabajos que cartografían la violencia desde lo fotográfico. 

A menudo la dimensión de lo fotográfico aparece en el trabajo con rostros o con víctimas de la represión, a veces de manera explícita y otras a veces son trabajos a partir de lo fotográfico. Creo que el ejemplo de Urruzola es muy claro, porque es una gigantografía en la que aparece un espacio en Montevideo, la foto carnet y después unos mosaicos en los que está justamente el proceso fotografiado, no como documento, sino como parte de la propia obra.

 ¿Por qué, al hacerse la pregunta sobre lo gráfico, no tomaron muy en cuenta desarrollos relacionados con Internet o la cultura visual de las redes sociales?

Esa es otra de las preguntas que surgió durante la investigación: hasta dónde extendemos la dimensión de lo gráfico. ¿Lo vinculamos a las redes? Ahí hubo una decisión que hacer. Contemplamos, por ejemplo, la posibilidad de incluir un trabajo que usa tecnologías de reconocimiento facial. También pensamos en incorporar lo virtual. Es decir, no es que no se quiso, pero se fue dejando en el camino. 

Lo que sí hicimos fue crear un espacio que se llama ‘El aura del presente’, en el que proyectamos vídeos, cosas sacadas de internet, como por ejemplo clips de Las Tesis de Un violador en tu camino en distintas partes del mundo, o registros callejeros de la campaña por el aborto en Argentina. Es decir, campañas gráficas que circularon por Internet, y que han sido incorporadas de manera audiovisual. 

Algunas de esas campañas surgieron desde las propias redes sociales de la Red de Conceptualismos del Sur, porque muchas veces las convocamos a través de declaraciones o llamamientos. Hace poco hemos convocado a una campaña gráfica para acompañar el proceso en Perú, por ejemplo. La idea es que circulen las imágenes por nuestras redes y luego sean integradas a ‘El aura del presente’. Es una manera de responder desde la muestra a los acontecimientos en vivo. Porque el trabajo museal nunca es lo suficientemente veloz. Tenés una fecha límite de entrega, tenés que cerrar la propuesta con muchos meses de anticipación, de modo que siempre se te escapa el presente. Y mañana tenés un golpe de Estado en cualquier país de América Latina. 

¿Dónde podrá verse la muestra después de México?

La itinerancia oficial de El giro gráfico termina en México. Pero pensamos hacer algo parecido a lo que ocurrió con Perder la forma humana, que estuvo primero en el Reina Sofía y luego tuvo distintas versiones “no oficiales” exhibidas en varios países de América Latina. Eso es autogestionado por miembros y miembras de la Red. No es que un museo paga para que podamos desarrollar el proyecto, sino que conseguimos fondos por fuera y hacemos nosotres esas exposiciones.

Por ahora hay una muestra confirmada en Uruguay. En Chile la vamos a hacer probablemente en el Centro Cultural La Moneda. También hay un deseo de hacer la muestra en Bogotá, pero esa todavía no está confirmada.

¿Podemos hablar de los siguientes proyectos de exposiciones de la Red?

Este sábado tenemos una plenaria en la que haremos justamente una revisión del último año de trabajo. Estamos en un momento en el que después de estos megaproyectos —El giro gráfico lleva como seis años de preparación, que no es poco— tenemos un espacio para repensar lo que hicimos y para repensarnos también, antes de iniciar otros procesos de investigación. Cuando cerremos este año de itinerancias no oficiales de El giro, veremos. 



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