¿Qué diferencias hay entre trabajar en Juárez y en Sinaloa?

En Sinaloa registré a las novias de los narcos y noté mucho contraste en relación a Ciudad Juárez, que es frontera y la principal entrada de droga a Estados Unidos. Juárez es, básicamente, el lugar donde se pelean varios carteles. Siempre está en guerra, siempre hay una violencia desorbitada. Sinaloa es la casa del Cártel: hay muchas joyas, carros, ropa muy cara. En Juárez tú no puedes andar haciendo eso, es más perfil bajo, todo debe ser poco llamativo. Las mujeres de Juárez son carne de cañón para violaciones, asesinatos, feminicidios. Las dejan tiradas. En Sinaloa son las muñecas, lo que se presume, lo vistoso. Lo que sí ocurre en las dos ciudades es la objetivización del cuerpo de las mujeres: “son mías”.

¿Cómo fue el acercamiento a las mujeres en Sinaloa?

Sigo en redes consejos de belleza y así empecé a ver a las buchonas. Aunque no todas las que se ven buchonas son novias de narcos, porque todo esto gente lo adoptó como trendy, de moda. Más en California, Estados Unidos. Me llamó mucho la atención, todo es muy espectacular: las cirugías, cómo se visten, el cabello, los viajes, las fiestas, toda esta dinámica social a la cual uno no tiene tanto acceso. Me fui a vivir allá para trabajar en ese proyecto durante 3 años. Iba a los antros, pensaba en la belleza como elemento de poder, esta exploración de lo que percibimos como bello y cómo se relaciona con los ejes violentos.

¿En qué momento las niñas quieren ser novias de los narcos y los niños quieren ser narcos? Es el resultado de una sociedad caduca, que ya no encuentra esperanzas, que no puede confiar en el Gobierno porque el gobierno actúa como un cartel, que no puede confiar en la policía porque la policía actúa como un cartel. A veces no puedes confiar en tu padre porque asesinó a tu madre. Todos estos roles fueron trasladándose a otros lugares. Así sucedió que el narco está de moda. 

¿Quiénes se hacen narco? ¿De dónde vienen? De pueblitos. ¿En qué momento el narco se convierte en una opción? Trabajé con familias, concursos, hice nota roja, cubrí asesinatos que sucedían en Sinaloa, que eran básicamente una limpia que se estaba haciendo. También hubo asesinatos a violadores, todo lo graban, tienen mucho material en video. Ahí dije “¡caray!” Fueron tres años que una cosa me despertaba otra.

¿El resultado son cinco libros?

Sí, y un juego de colección, como de tarjetas. Estamos editando. El año que viene tendremos esos seis proyectos listos y haremos una gran exhibición. El primero es Chulada: allí cuento cómo las conocí por redes. Luego, Culichitown está basado en escenarios de la Ciudad de Culiacán, donde yo les tomo algunas fotos a ellas y las suben a sus redes. Gore registra el gusto por la violencia y al final aparece un asesinato en vivo de uno de los violadores. En los disfraces que veía me pasaba que no veía ningún tipo de personaje diferente, eran puros personajes violentos. La gente tiene una fijación incluso idealizada de lo que es el personaje violento. Luego, en Plebe, tuve que tener acceso a Tinder para llegar a ellos. El quinto libro es Beautiful, puros concursos de belleza en pueblitos de Sinaloa. 

Wild hunting es un road trip que hice en Sinaloa por ciudades super chiquitas, en donde está la mayoría de la gente que integra el Cartel. Son haciendas en donde se siembra la amapola, en donde está la familia de todos los narcos. Allí por primera vez puedo tener una propuesta como autora, es un viaje más personal. Me sentía muy nerviosa, siempre te sientes vigilada, como en la selva, esa sensación de la caza, de la cosa salvaje. Son muchos paisajes, fotos de las princesas super idílicas, algo espectacular. 

Es una nueva manera de contar un tema, de un modo diferente a la “denuncia”. El documental es una exploración. Lo primero que hago es no ir con ideas preconcebidas de “el narco es bueno” o “el narco es malo”. Yo no puedo hacer un juicio, simplemente observo. La gente se enoja. Estamos muy acostumbrados a informaciones del pasado, a que los medios nos digan qué está bien y qué está mal. Al final es señalar a todos y señalar las carencias que tenemos como estructura social. Somos parte de esa violencia, de esa carencia humana emocional.