La novedad ancestral de los huni kuin
Con el Movimiento de Artistas Huni Kuin, Ibã Huni Kuin rescata las tradiciones de los rituales del nixi pae, la bebida sagrada ancestral, la ayahuasca. Así, también salva la lengua y la cultura de su pueblo, casi exterminadas por sucesivos y violentos contactos con el hombre blanco.
Por Miguel Vilela
“Lo inmaterial se hizo material”, cuenta orgulloso Ibã Huni Kuin, artista, profesor, investigador y cacique de la aldea Chico Curumim, ubicada a siete horas en barco del municipio de Jordão, estado de Acre, en la Amazonía brasileña. Ibã hablaba de las canciones tradicionales que pudo registrar en papel gracias a años de investigación y grabaciones con su padre y otros dos «viejos» de su comunidad.
Después de casi extinguirse debido a más de un siglo de epidemias, trabajo forzado en los seringales, guerras, huidas y desplazamientos, la lengua y la cultura de los indígenas huni kuin cobraron nueva vida con la publicación del libro Nixi Pae, Espíritu de la Selva. «La agarré por la cola para que no terminara».
Pero Ibã no se detuvo ahí. Quería explicar esas canciones y lo que contaban tanto para sus jóvenes alumnos indígenas como para los no indígenas, y pensó: «Mejor que hablar, voy a dibujar las canciones». Así comenzó a nacer el Movimiento de Artistas Huni Kuin, el Mahku.
Poco a poco, Ibã, sus hijos, sobrinos y su pareja comenzaron a desentrañar las canciones ancestrales y a detallar en dibujos lo que ellas describían. En sus investigaciones, Ibã se centró en los cantos destinados a los rituales de consumo de la ayahuasca, y eso es lo que retratan las obras: «Mahku es de la ayahuasca, Mahku es del nixi pae, es el movimiento de la bebida de la ancestralidad».
Después de ser publicadas en un blog, las pinturas – que suelen tener más de dos metros de ancho – fueron descubiertas por el antropólogo Bruce Albert y pronto comenzaron a ganar el mundo. Además del Museo de Arte de São Paulo (MASP), donde se realizó la más grande de las exposiciones, en 2023, que incluyó una pintura encargada de las icónicas rampas de acceso a la zona expositiva, Ibã cuenta que ya ha llevado los trabajos en exposiciones individuales y colectivas a los museos de Arte Moderno de Río y São Paulo, a los institutos Moreira Salles y Tohmie Ottake, en São Paulo, a Santiago de Chile, Fundación Cartier, en París, Lille, en Francia, Múnich, en Alemania, y a Canadá. Hoy se encuentran en la Bienal de São Paulo y están invitados a exponer en la Bienal de Venecia.
En esta entrevista realizada por videoconferencia en portugués, Ibã habla de su trayectoria, describe los procesos de pintura, cuenta la experiencia de viajar por el mundo y la idea de vender lienzos para comprar tierras. Y más: canta dos canciones tradicionales de los huni kuin.
Forma parte del Mahku: Acelino Huni Kuin, Ayani Huni Kuin, Bane Huni Kuin, Batani Huni Kuin, Cleudo Huni Kuin, Nawa Ibã Neto Huni Kuin, Ibã Huni Kuin, Kássia Borges Karajá, Isaka Huni Kuin, Leone Huni Kuin, Maná Huni Kuin, Rare Huni Kuin, Rita Huni Kuin, Tene Huni Kuin y Yaka Huni Kuin.
Sin título, 2017. Ibã Huni Kuin, Bane Huni Kuin, Mahku. Rotulador sobre papel, 29,70 x 42 cm, coleção Masp, fotografía de Eduardo Ortega.
¿Puede contarnos qué es y cómo surgió el Movimiento de Artistas Huni Kuin?
Nací en 1964, en el campo, al igual que mi padre. Quien más traía estas historias era mi abuelo, pero, no sé por qué, mi padre guardó muchos de los procesos que aprendió con sus familias, en los territorios, dentro de los kupixawa, donde recibía al pueblo de fuera.
Desde 1975 ya no hablábamos nuestro idioma. Vivíamos en una situación muy pesada, como en un cautiverio. Aquí en Acre, vivíamos del látex, cortando caucho. Mi padre hacía mucho esto y no tenía tranquilidad. No sabía más enseñar la tradición de lo que había aprendido con los antiguos, no sabía pasar información a nosotros. Entonces, como acompañábamos al padre en el caucho, no recordábamos más nuestro idioma, no plantábamos las legumbres tradicionales, no cuidábamos a los mayores. Cuando llegaban epidemias, y fueron muchas – diarrea, fiebre amarilla, tos ferina -, venían matando el conocimiento.
Cuando, en 1983, con 19 años, me desplacé del territorio a la capital de Acre, Rio Branco, surgió un curso de formación para nosotros indígenas en la Comisión Pró Índio del Acre, creada por el antropólogo Txai Terri Aquino. Empezamos a estudiar, investigar los conocimientos que aprendíamos de nuestros padres y abuelos. Los antropólogos y los lingüistas nos enseñaron que el sonido que nosotros hablábamos podía ser escrito en nuestra lengua – con ts, tx, sh. Nosotros no hablamos con la «o», nuestra lengua solo tiene cuatro vocales. Con esta información, empecé a escribir más fácil en mi lengua. Entonces la gente empezó a hablar: «Hay que investigar la cultura de ustedes».
Yo ya hablaba mi lengua muy bien, porque ya acompañaba a mi padre. Él cantaba de vez en cuando, y escondido – nosotros vivíamos prohibidos de hablar nuestra lengua. Los caucheros se quejaban: «No hables así, no entiendo, habla como yo». Un poco por vergüenza, fuimos olvidando nuestros conocimientos. Pero mi padre todavía contaba las historias por la noche, nos llevaba a la selva para cantar, bailar.
Yo sabía un poco de las cosas por mi padre, de las hierbas, de las canciones, y a partir del año 2000, después de terminar el magisterio, empecé a investigar la propia lengua huni kuin. Le pregunté a mi padre sobre las canciones de la bebida sagrada y luego empecé a preguntar para qué sirve esa bebida, por qué motivo se puede comulgar de ella, en qué tiempo. También pregunté cómo ellos aprendieron esos cantos bonitos, con quién aprendieron, para qué sirven esas canciones, cuando pueden cantarlas, por qué motivo se canta. Escribiendo todo esto, conseguí sacar 39 canciones escritas y hicimos un libro.
Cuando salió el libro, en 2005, me quedé aún más encantado. En el libro, hay las palabras más antiguas, que nosotros ni hablamos más. Con la publicación del libro, no tenía más que quedarse escondido, el secreto cayó. Lo inmaterial se hizo material: la música. Y empecé a preguntarme cómo voy a enseñar esto a los no indígenas. Mejor que hablar, pensé dibujar esas canciones, eso nosotros indígenas podemos comprender.
Pero en ese tiempo estaba prohibido comulgar la bebida sagrada. Los propios huni kuin no les gustaba. Entonces para no perder mucho ese conocimiento, recurrí a tres viejos: mi padre, Tuin Huni Kuin, un amigo de mi padre también maestro llamado Miguel Macário Iskãte y el maestro Agostinho Manduca Mateus Ïka Muru, alumno de mi padre. Fui investigando en lo que fue escrito las hablas más antiguas, que nadie hablaba más, y eso devolvió los significados para mi abuelo y para los pueblos antiguos.
Después de conseguir arrancar todo aquello que estaba escondido y escribir, rápidamente aprendí las canciones. También no sé muy bien cómo fue eso, quizás fue hasta la selva que me dio esa fuerza para aprender. Ahora, antes de hablar del Mahku, voy a abrir el camino.
[Ibã Huni Kuin canta una canción tradicional de llamamiento]
La canción habla de tres pasajes: pasado, presente y futuro. Encontrarás tu confianza, tu espiritualidad y tu ancestralidad. Cuando se canta esto con la bebida, lo sientes todo. De lejos, ves tu casa, tu familia, de donde viniste, ves tu escuela donde estudiaste cuando eras joven; las canciones y la bebida te llevan a todos esos lugares.
Te ríes todo el tiempo, viendo llegar cosas hermosas. Primero te muestra el pasado y luego te muestra todo lo que va a pasar. Es una bebida muy increíble. Las canciones tienen solo tres raíces: son cantos para llamar, para ver visiones y para disminuir la fuerza curativa.
En 2011, quería reunir a mis alumnos, hijos, hermanos y sobrinos, a quienes ya les había enseñado a pintar en el cuaderno, para pintar las canciones completas.
Primero les enseñé las canciones, y las aprendieron muy bien. Luego, fuimos ordenando lo que las canciones dicen. Les enseñé tres sentidos: Nai, el cielo, Mãpu, el pájaro, y Yubekã, la boa. Y los alumnos se quedaron: «¡Ohh, qué lindo!». Luego, los alumnos pintaban las cosas sobre lo que estaban hablando las canciones. Cantábamos y señalábamos, en las pinturas, los símbolos de lo que se estaba diciendo.
En 2012, teníamos 36 pinturas de canciones que pinté con otros 17 alumnos. Luego, creé lo que llaman un blog y lo envié a Internet. Un mes después, el antropólogo Bruce Albert, que vive en Uruguay, me llamó, preguntando: «¿Y esta novedad increíble, ¿de dónde viene?». Le dije que era mía y me preguntó si podía visitarme. Llegó junto con el presidente de la Fundación Cartier y los dos quedaron muy impresionados con los alumnos indígenas hablando. «¿Aprendieron aquí mismo o fue en la universidad?», preguntaron. «No, aprendimos aquí. Nosotros mismos lo creamos a partir de nuestra espiritualidad», dije. Y entonces preguntó: «¿Tienes el coraje de ir a París?».
En ese momento estaba trabajando con el profesor Amilton Pelegrino, y en mayo de 2011 viajamos. Me quedé 27 días en Francia explicando lo que me estás preguntando. En Francia, a nadie le gusta esta bebida, está prohibida. Pero ahora hay incluso una iglesia de Santo Daime en París, a pesar de estar prohibida.
Corriendo de regreso, junté los conocimientos de mi padre y del pueblo huni kuin y hice el dibujo con música. También expliqué cantando y señalando los dibujos. Y de tan encantado, ese pueblo se llevó los 36 dibujos. Cuando volví a Brasil, Bruce me preguntó: «¿Tienes asociación?». Dije que sí, se llama Askaj (Asociación de los Seringueros Kaxinawá del río Jordán). Luego me dijo: «No, ya no eres seringuero, eres artista, tienes que crear otra asociación. Ya no vas a trabajar con látex, ahora vas a tener contacto con tu propio espíritu, tu sabiduría, tu conciencia. Veo que tienes mucha facilidad con tu lengua».
Pensando en cómo lo iba a llamar, decidí que no iba a poner asociación. Me vino en el sueño: «Voy a poner Mahku (Movimiento de Artistas Huni Kuin)». Continué con el trabajo de investigación, cantando, pintando junto con mi hijo Bané, mi sobrino Acelino, mi primo Pedro Maná, otro hijo Cleudo y mi compañera, Kássia.
Y este movimiento es para no acabar con nuestra lengua, no mezclar demasiado, ya que hay mucha bebida llegando de la ciudad, cachaça, drogas. Con esta planta, puedo defender con mi pueblo estos conocimientos importantes. Nosotros los huni kuin somos un pueblo colorido, que sabe tejer y hacer cosas buenas, vamos a entrar ahora al Mahku. Entonces estoy trayendo esto, hicimos el libro, que distribuimos en las cinco regiones de Brasil.
La lengua estaba acabando, pero hoy está de celebración. Los huni kuin ya estaban casi acabados, y estas canciones los están trayendo de vuelta. Niños pequeños cantando, mi pueblo viaja al exterior para llevar esta noticia de mi investigación. La lengua huni kuin estaba acabando y yo la agarré por la cola para que no acabara.
Ya teníamos pinturas corporales, tejido, pero pinturas en lienzo grande comencé en 2014. Son solo tres tipos de música, pero nunca repetí una pintura. Es muy difícil hacerla igual; puede ser la misma música, pero las pinturas son diferentes.
Esa bebida, el Nixi Pae, es el único espíritu con el que podemos negociar y trabajar, y no solo los indígenas. La ayahuasca, el Nixi Pae, también sirve para los no indígenas.
Mahku es de la ayahuasca, Mahku es del Nixi Pae, es el movimiento de la bebida de la ancestralidad. Son esas pinturas de los encantados, pinturas de llamar luz, de visiones, de marear la fuerza de la cura – no cura de enfermedad, sino de recibir espíritu de luz que te da fuerza.
El Mahku es lengua del Nixi Pae, lengua de la música, de nuestra ancestralidad, y de nuestra seguridad: el Mahku seguro nuestra lengua para que no se escape.
¿Y cómo fue montar la exposición en el Masp, la mayor que han hecho?
En 2013, llegó Adriano Pedrosa a Río Branco para conocernos. Se enamoró, se llevó algunas pinturas y me invitó a dar algunas clases. Mucha gente me preguntó cómo daría clases en mi lengua y yo dije: «Voy a dar, voy a dar clase. Mira, en el Masp, los alumnos no conocen esta lengua, yo no los conozco y ellos tampoco me conocen. Son unos indígenas llegando para dar clase. Voy a organizar así: voy a pedir a Pedrosa que compre telas blancas grandes, pinturas y vasos. Luego voy a mojar la suela de los pies de los alumnos y voy a bailar con ellos sobre las telas. Y así ya se convirtió en pintura. Ni siquiera voy a hablar la lengua».
Ellos se quedaron asombrados. Y así fue. Los alumnos bailaron y pintaron, y las pinturas fueron increíbles. La exposición fue un éxito, y mucha gente conoció el Mahku.
En la exposición, también presenté el libro que escribí sobre el Mahku. El libro explica la historia del movimiento, las canciones y las pinturas.
El Mahku es un movimiento importante para los huni kuin. Nos está ayudando a recuperar nuestra lengua y nuestra cultura.
Y lo hicimos en el Masp con todos viendo, los padres y familiares de los alumnos. Todos lo amaron, quedaron encantados. Bailé con 12 alumnos de seis hasta unos diez años, y quedó muy bonito, los pies de los niños dibujados.
Un tiempo después de esas clases, me llamaron para pintar las rampas, que son de subida y de bajada, para esta exposición, de la que yo también soy curador. Llegando allí, vimos las rampas y pensamos: «Vamos a hacer un puente de caimán.» Antiguamente, atravesábamos al otro lado del continente en caimán. Hoy en día no, solo de Latam, Gol [risas]. Hicimos de un lado el canto del caimán, en el medio, la boa y un canto de cura, y en la rampa de subida, un canto de llamar fuerza. Pintamos un mito en la rampa.
[Ibã Huni Kuin canta la canción del caimán]
«Hijo, joven viajero, esta es mi espalda, ¿vamos a intercambiar caza? Tú me das caza y, mientras yo esté comiendo, puedes cruzar», este es el pedido de intercambio del caimán. Este mito en la rampa, donde cruzamos, es sobre buscar conocimiento, semillas buenas, terrenos buenos, personas buenas, en fin, buscar vivir, que es lo más importante.
Es eso, más o menos lo que es el Makhu: la propia lengua del huni kuin.
Fotografía de Isabella Matheus.
¿Me puede dar más detalles sobre el proceso de la pintura que utiliza?
Tenemos muchas tintas naturales, las flores, el urucum, la corteza de caoba, la corteza de aguano, pero nadie las extrae. Nunca destruimos la tierra. Entonces decidimos usar más acrílico para tela. No conocíamos estos materiales, porque yo no me formé en la universidad, me formé dentro de mí mismo.
Pero ahora hemos encontrado a muchos artistas, que nos han informado. Entonces la tinta que usamos es acrílica, que compramos, propia para tela. Hacen una tela mejor.
Estamos haciendo este trabajo en familia. La gente a veces se admira y pregunta: «¿Por qué no están peleando?». Yo digo: «Porque este aquí es mi hijo, este otro es mi sobrino y nosotros entendemos el movimiento». Uno no molesta al otro, la lengua es nuestra, la música es nuestra. Estoy trabajando con mi familia. Hay mucha gente que quería trabajar, pero todavía se necesita práctica, estos dibujos y pinturas son muy técnicos, y yo no voy a poner a cualquiera a pintar. Hoy, estamos cada vez más practicando las pinturas y ahora estoy poniendo cada detalle de las canciones en las pinturas, por eso tienen muchos detalles.
¿Ha influido de alguna manera el intercambio con otros artistas, los viajes a São Paulo y Europa, en su trabajo?
He encontrado a muchos parientes de la Amazonía, como Denílson Baniwa, Jaider Esbell Macuxi, que ya falleció, y parientes pataxós. Pero el encuentro más fuerte fue con Jaider y Denílson Baniwa, que es tukano.
Pero sus pinturas son muy diferentes a mi trabajo. Estos parientes míos saben hablar, pero su trabajo no tiene el sentido de las pinturas indígenas. Inventan, pero no tiene significado. Son muchos trazos, muy bonitos, pero sin sentido, sin significado. Conocí al difunto Esbell y me dijeron: «Esbell te va a mandar su trabajo, es genial que trabajes con él». Pero depende de lo que haga, porque mi trabajo está lleno de significado, el mío es música.
Hablando con él, le preguntamos: «¿Qué significa? ¿Tiene sentido tu pintura?». Y él: «No, yo pinto por pintar, no es sueño». Yo hasta podría pintar de esa manera, pero mi pintura es muy detallada, es más seria. Es del canto, del espíritu.
Ahora, de los artistas no indígenas, tienen los detalles, la pedagogía correcta. Ellos comentan con nosotros, sugieren hacer esto, usar esa tinta, y preguntan: «¿Por qué usan tanto el rojo?». Es porque el rojo es la visión que nos aparece, por eso usamos muchas colores, colores con significados. Ustedes mismos no colorean mucho sus pinturas, es diferente. Pero nosotros, los huni kuin, cuando bebemos esa bebida sagrada, colorimos mucho, con rojo, amarillo, naranja, negro, marrón.
Estoy viendo otras pinturas diferentes, pinturas solo con gente, más antiguas, de guerra. Las pinturas que vienen de los occidentales son de guerra, mucha guerra. Es diferente a las mías, que son de boa, pájaros, animales, las cosas a las que estamos ligados. Es lo que veíamos: animales, pájaros, peces, jaguares y los huni kuin.
Pero vemos estas novedades que vienen de lejos. En Europa, hay muchos artistas, cada casa tenía dibujos diferentes. En Europa es donde hay más artistas, más pinturas. Y cuando miraba las pinturas, no me iba, me quedaba encantado.
¿Podría explicar la expresión «vendo tela, compro tierra»?
Veníamos cortando látex, acostumbrándonos a comer con sal, a usar jabón, a vestir ropa, pero sentíamos mucha dificultad. Al mismo tiempo, mientras estaba estudiando en la universidad, tenía muchos amigos que me visitaban. Y los alumnos iban a visitarme. Pero en el medio estaba la Funai, que para llevar a los amigos exigía licencia, autorización. Y yo me ponía triste. Mis amigos llegaban al río Jordán para visitarme y no podían, estaba prohibido.
Entonces pensé: «No, yo hago mi tela, yo vendo mi tela y yo compro la tierra para poder traer a mis amigos para visitarme». Además, esa planta que hace la bebida está en extinción. Hoy, en Acre, la mayoría de las tierras está convirtiéndose en finca, y los terratenientes están talando los árboles, estropeando esta riqueza, pero también están vendiendo terrenos.
Entonces tuvimos la oportunidad de comprar tierras y reforestar, para plantar las hierbas de nuestra bebida sagrada. La tierra no crece más, lo que crece es la población. Ese espíritu de la selva con el que estoy trabajando también quiere tierra, la selva quiere tierra. Por eso estamos trabajando en ello, y yo quiero comprar aún más tierra.
[ POT ]
«A novidade ancestral dos huni kuin»
Com o Movimento de Artistas Huni Kuin, Ibã Huni Kuin resgata as tradições dos rituais do nixi pae, a bebida sagrada ancestral, a ayahuasca. Dessa forma, ele também preserva a língua e a cultura de seu povo, quase exterminadas por sucessivos e violentos contatos com o homem branco.
Por Miguel Vilela
«O imaterial se tornou material», orgulhosamente relata Ibã Huni Kuin, artista, professor, pesquisador e cacique da aldeia Chico Curumim, localizada a sete horas de barco do município de Jordão, estado do Acre, na Amazônia brasileira. Ibã falava sobre as canções tradicionais que conseguiu registrar em papel após anos de pesquisa e gravações com seu pai e outros dois «velhos» de sua comunidade.
Depois de quase ser extinta devido a mais de um século de epidemias, trabalho forçado nos seringais, guerras, fugas e deslocamentos, a língua e a cultura dos indígenas huni kuin ganharam nova vida com a publicação do livro «Nixi Pae, Espírito da Selva». «Eu a agarrei pela cauda para que não acabasse.»
Mas Ibã não parou por aí. Ele queria explicar essas canções e o que elas significavam tanto para seus jovens alunos indígenas quanto para os não indígenas, e pensou: «Melhor do que falar, vou desenhar as canções». Assim nasceu o Movimento de Artistas Huni Kuin, o Mahku.
Pouco a pouco, Ibã, seus filhos, sobrinhos e sua parceira começaram a desvendar as canções ancestrais e a detalhar em desenhos o que elas descreviam. Em suas pesquisas, Ibã focou nos cantos destinados aos rituais de consumo da ayahuasca, e é isso que as obras retratam: «Mahku é da ayahuasca, Mahku é do nixi pae, é o movimento da bebida da ancestralidade».
Depois de serem publicadas em um blog, as pinturas – que geralmente têm mais de dois metros de largura – foram descobertas pelo antropólogo Bruce Albert e logo começaram a ganhar o mundo. Além do Museu de Arte de São Paulo (MASP), onde foi realizada a maior das exposições em 2023, que incluiu uma pintura encomendada para as icônicas rampas de acesso à área de exposição, Ibã conta que já levou as obras em exposições individuais e coletivas para os Museus de Arte Moderna do Rio e São Paulo, para os institutos Moreira Salles e Tomie Ohtake, em São Paulo, para Santiago do Chile, Fundação Cartier, em Paris, Lille, na França, Munique, na Alemanha, e para o Canadá. Atualmente, estão na Bienal de São Paulo e foram convidados para expor na Bienal de Veneza.
Nesta entrevista realizada por videoconferência em português, Ibã fala sobre sua trajetória, descreve os processos de pintura, relata a experiência de viajar pelo mundo e a ideia de vender telas para comprar terras. E mais: ele canta duas canções tradicionais dos huni kuin.
Fazem parte do Mahku: Acelino Huni Kuin, Ayani Huni Kuin, Bane Huni Kuin, Batani Huni Kuin, Cleudo Huni Kuin, Nawa Ibã Neto Huni Kuin, Ibã Huni Kuin, Kássia Borges Karajá, Isaka Huni Kuin, Leone Huni Kuin, Maná Huni Kuin, Rare Huni Kuin, Rita Huni Kuin, Tene Huni Kuin e Yaka Huni Kuin.
Você pode nos contar o que é e como surgiu o Movimento de Artistas Huni Kuin?
Nasci em 1964, no campo, assim como meu pai. Quem trazia mais essas histórias era meu avô, mas, não sei por quê, meu pai guardou muitos dos processos que aprendeu com suas famílias, nos territórios, dentro dos kupixawa, onde recebia o povo de fora.
Desde 1975 não falávamos mais nossa língua. Vivíamos em uma situação muito difícil, como em um cativeiro. Aqui no Acre, vivíamos do látex, cortando seringa. Meu pai fazia muito isso e não tinha tranquilidade. Não sabia mais ensinar a tradição do que havia aprendido com os mais antigos, não sabia passar informações para nós. Então, como acompanhávamos o pai na seringa, não lembrávamos mais nossa língua, não plantávamos as leguminosas tradicionais, não cuidávamos dos mais velhos. Quando chegavam epidemias, e foram muitas – diarreia, febre amarela, coqueluche -, vinham matando o conhecimento.
Quando, em 1983, com 19 anos, me desloquei do território para a capital do Acre, Rio Branco, surgiu um curso de formação para nós indígenas na Comissão Pró-Índio do Acre, criada pelo antropólogo Txai Terri Aquino. Começamos a estudar, pesquisar os conhecimentos que aprendíamos de nossos pais e avós. Os antropólogos e linguistas nos ensinaram que o som que falávamos poderia ser escrito em nossa língua – com ts, tx, sh. Não falamos com o «o», nossa língua só tem quatro vogais. Com essa informação, comecei a escrever mais facilmente na minha língua. Então as pessoas começaram a dizer: «Temos que pesquisar a cultura de vocês».
Eu já falava muito bem minha língua, porque já acompanhava meu pai. Ele cantava de vez em quando, e escondido – vivíamos proibidos de falar nossa língua. Os seringueiros reclamavam: «Não fale assim, não entendo, fala como eu». Um pouco por vergonha, fomos esquecendo nossos conhecimentos. Mas meu pai ainda contava as histórias à noite, nos levava para a selva para cantar, dançar.
Eu sabia um pouco sobre as coisas através do meu pai, das ervas, das canções, e a partir de 2000, depois de concluir o magistério, comecei a investigar a própria língua Huni Kuin. Perguntei ao meu pai sobre as canções da bebida sagrada e então comecei a perguntar para que serve essa bebida, por que motivo se pode comungar dela, em que momento. Também perguntei como eles aprenderam esses cantos bonitos, com quem aprenderam, para que servem essas canções, quando podem cantá-las, por que motivo são cantadas. Escrevendo tudo isso, consegui extrair 39 canções escritas e fizemos um livro.
Quando o livro foi lançado, em 2005, fiquei ainda mais encantado. No livro, estão as palavras mais antigas, que nós nem falamos mais. Com a publicação do livro, não tinha mais que ficar escondido, o segredo caiu. O imaterial se tornou material: a música. E comecei a me perguntar como vou ensinar isso aos não indígenas. Melhor do que falar, pensei em desenhar essas canções, isso nós indígenas podemos compreender.
Mas naquela época estava proibido comungar a bebida sagrada. Os próprios Huni Kuin não gostavam. Então, para não perder muito esse conhecimento, recorri a três mais velhos: meu pai, Tuin Huni Kuin, um amigo do meu pai também professor chamado Miguel Macário Iskãte e o mestre Agostinho Manduca Mateus Ïka Muru, aluno do meu pai. Fui investigando o que foi escrito nas falas mais antigas, que ninguém falava mais, e isso devolveu os significados para meu avô e para os povos antigos.
Depois de conseguir arrancar tudo o que estava escondido e escrever, rapidamente aprendi as canções. Também não sei muito bem como foi isso, talvez tenha sido até a selva que me deu essa força para aprender. Agora, antes de falar do Mahku, vou abrir o caminho.
[Ibã Huni Kuin canta uma canção tradicional de chamamento]
A canção fala de três passagens: passado, presente e futuro. Você encontrará sua confiança, sua espiritualidade e sua ancestralidade. Quando se canta isso com a bebida, você sente tudo. De longe, vê sua casa, sua família, de onde veio, vê sua escola onde estudou quando era jovem; as canções e a bebida te levam a todos esses lugares.
Você ri o tempo todo, vendo coisas lindas chegando. Primeiro mostra o passado e depois mostra tudo o que vai acontecer. É uma bebida muito incrível. As canções têm apenas três raízes: são cantos para chamar, para ver visões e para diminuir a força curativa.
Em 2011, queria reunir meus alunos, filhos, irmãos e sobrinhos, a quem já tinha ensinado a pintar no caderno, para pintar as canções completas.
Primeiro ensinei as canções, e eles aprenderam muito bem. Depois, fomos organizando o que as canções dizem. Ensinei três sentidos: Nai, o céu, Mãpu, o pássaro, e Yubekã, a cobra. E os alunos ficaram: «Ohh, que bonito!». Depois, os alunos pintavam as coisas sobre o que as canções estavam falando. Cantávamos e apontávamos, nas pinturas, os símbolos do que estava sendo dito.
En 2012, tínhamos 36 pinturas de canções que pintei com outros 17 alunos. Depois, criei o que chamam de blog e enviei para a Internet. Um mês depois, o antropólogo Bruce Albert, que mora no Uruguai, me ligou, perguntando: «E essa novidade incrível, de onde vem?». Eu disse que era minha e ele perguntou se poderia me visitar. Ele chegou junto com o presidente da Fundação Cartier e ambos ficaram muito impressionados com os alunos indígenas falando. «Eles aprenderam aqui mesmo ou foi na universidade?», perguntaram. «Não, aprendemos aqui. Nós mesmos criamos a partir de nossa espiritualidade», disse eu. E então ele perguntou: «Você tem coragem de ir a Paris?».
Naquele momento, estava trabalhando com o professor Amilton Pelegrino, e em maio de 2011 viajamos. Fiquei 27 dias na França explicando o que você está me perguntando. Na França, ninguém gosta dessa bebida, é proibida. Mas agora há até uma igreja do Santo Daime em Paris, apesar de ser proibida.
Correndo de volta, reuni os conhecimentos do meu pai e do povo Huni Kuin e fiz o desenho com música. Também expliquei cantando e apontando os desenhos. E tão encantado, esse povo levou os 36 desenhos. Quando voltei ao Brasil, Bruce me perguntou: «Você tem associação?». Eu disse que sim, chama-se Askaj (Associação dos Seringueiros Kaxinawá do rio Jordão). Então ele disse: «Não, você não é mais seringueiro, é artista, precisa criar outra associação. Já não vai trabalhar com látex, agora vai ter contato com seu próprio espírito, sua sabedoria, sua consciência. Vejo que tem muita facilidade com sua língua».
Pensando em como chamaria, decidi que não colocaria associação. Veio em um sonho: «Vou chamar de Mahku (Movimento de Artistas Huni Kuin)». Continuei com o trabalho de pesquisa, cantando, pintando junto com meu filho Bané, meu sobrinho Acelino, meu primo Pedro Maná, outro filho Cleudo e minha companheira, Kássia.
E este movimento é para não acabar com nossa língua, não misturar demais, já que há muita bebida chegando da cidade, cachaça, drogas. Com esta planta, posso defender com meu povo esses conhecimentos importantes. Nós, os Huni Kuin, somos um povo colorido, que sabe tecer e fazer coisas boas, vamos entrar agora no Mahku. Então estou trazendo isso, fizemos o livro, que distribuímos nas cinco regiões do Brasil.
A língua estava acabando, mas hoje está em celebração. Os Huni Kuin já estavam quase acabados, e essas canções os estão trazendo de volta. Crianças pequenas cantando, meu povo viaja para o exterior para levar essa notícia da minha pesquisa. A língua Huni Kuin estava acabando, e eu a agarrei pela cauda para que não acabasse.
Já tínhamos pinturas corporais, tecidos, mas as pinturas em grandes telas começaram em 2014. São apenas três tipos de música, mas nunca repeti uma pintura. É muito difícil fazê-la igual; pode ser a mesma música, mas as pinturas são diferentes.
Essa bebida, o Nixi Pae, é o único espírito com o qual podemos negociar e trabalhar, e não apenas os indígenas. O ayahuasca, o Nixi Pae, também serve para os não indígenas.
Mahku é do ayahuasca, Mahku é do Nixi Pae, é o movimento da bebida da ancestralidade.
São essas pinturas dos encantados, pinturas para chamar luz, para visões, para desorientar a força da cura – não cura de doença, mas de receber o espírito de luz que te dá força.
O Mahku é a língua do Nixi Pae, a língua da música, de nossa ancestralidade e de nossa segurança: o Mahku assegura nossa língua para que não escape.
E como foi montar a exposição no Masp, a maior que já fizeram?
Em 2013, Adriano Pedrosa veio a Rio Branco para nos conhecer. Ele se apaixonou, levou algumas pinturas e me convidou para dar algumas aulas. Muita gente me perguntou como daria aulas na minha língua e eu disse: «Vou dar, vou dar aula. Olha, no Masp, os alunos não conhecem essa língua, eu não os conheço e eles também não me conhecem. São uns indígenas chegando para dar aula. Vou organizar assim: vou pedir ao Pedrosa que compre telas brancas grandes, tintas e copos. Depois vou molhar a sola dos pés dos alunos e vou dançar com eles sobre as telas. E assim já se transformou em pintura. Nem vou falar a língua».
Eles ficaram surpresos. E assim foi. Os alunos dançaram e pintaram, e as pinturas foram incríveis. A exposição foi um sucesso, e muita gente conheceu o Mahku.
Na exposição, também apresentei o livro que escrevi sobre o Mahku. O livro explica a história do movimento, as músicas e as pinturas.
O Mahku é um movimento importante para os huni kuin. Está nos ajudando a recuperar nossa língua e nossa cultura.
E fizemos no Masp com todos vendo, os pais e familiares dos alunos. Todos amaram, ficaram encantados. Dancei com 12 alunos de seis até uns dez anos, e ficou muito bonito, os pés das crianças desenhados.
Um tempo depois dessas aulas, me chamaram para pintar as rampas, que são de subida e descida, para esta exposição, da qual eu também sou curador. Chegando lá, vimos as rampas e pensamos: «Vamos fazer uma ponte de jacaré.» Antigamente, atravessávamos para o outro lado do continente em jacaré. Hoje em dia não, só de Latam, Gol [risos]. Fizemos de um lado o canto do jacaré, no meio, a jiboia e um canto de cura, e na rampa de subida, um canto de chamar força. Pintamos um mito na rampa.
[Ibã Huni Kuin canta a canção do jacaré]
«Filho, jovem viajante, esta é minha costa, vamos trocar caça? Você me dá caça e, enquanto estiver comendo, pode atravessar», este é o pedido de troca do jacaré. Este mito na rampa, onde atravessamos, é sobre buscar conhecimento, boas sementes, boas terras, boas pessoas, enfim, buscar viver, que é o mais importante.
Isso, mais ou menos, é o que é o Makhu: a própria língua dos huni kuin.
Gostaria que o senhor detalhasse um pouco mais o processo da pintura propriamente dito.
Temos muitas tintas naturais, das flores, do urucum, da casca de mogno, da casca de aguano, mas ninguém as extrai. Nunca destruímos a terra. Então, decidimos usar mais acrílico para tela. Não conhecíamos esses materiais, porque eu não me formei na universidade, me formei dentro de mim mesmo.
Mas agora encontramos muitos artistas que nos informaram. Então, a tinta que usamos é acrílica, que compramos, própria para tela. Ela faz uma tela melhor.
Estamos fazendo esse trabalho em família. Às vezes as pessoas se admiram e perguntam: «Por que vocês não estão brigando?». Eu digo: «Porque este aqui é meu filho, este outro é meu sobrinho e nós entendemos o movimento». Um não atrapalha o outro, a língua é nossa, a música é nossa. Estou trabalhando com minha família. Há muita gente que queria trabalhar, mas ainda precisa de prática, esses desenhos e pinturas são muito técnicos, e eu não vou colocar qualquer um para pintar. Hoje, estamos praticando cada vez mais as pinturas e agora estou colocando cada detalhe das músicas nas pinturas, por isso têm muitos detalhes.
De alguma forma, a troca com outros artistas, as viagens a São Paulo e à Europa, influenciaram seu trabalho?
Encontrei muitos parentes da Amazônia, como Denílson Baniwa, Jaider Esbell Macuxi, que já faleceu, e parentes pataxós. Mas o encontro mais forte foi com Jaider e Denílson Baniwa, que é tukano.
Mas as pinturas deles são muito diferentes do meu trabalho. Esses parentes meus sabem falar, mas o trabalho deles não tem o sentido das pinturas indígenas. Eles inventam, mas não têm significado. São muitos traços, muito bonitos, mas sem sentido, sem significado. Conheci o falecido Esbell e me disseram: «Esbell vai te mandar seu trabalho, é ótimo que você trabalhe com ele». Mas depende do que ele faça, porque meu trabalho está cheio de significado, o meu é música.
Conversando com ele, perguntamos: «O que significa? Sua pintura tem sentido?». E ele: «Não, eu pinto por pintar, não é sonho». Eu até poderia pintar dessa maneira, mas minha pintura é muito detalhada, é mais séria. É do canto, do espírito.
Agora, dos artistas não indígenas, eles têm os detalhes, a pedagogia correta. Eles comentam conosco, sugerem fazer isso, usar aquela tinta, e perguntam: «Por que usam tanto o vermelho?». É porque o vermelho é a visão que nos aparece, por isso usamos muitas cores, cores com significados. Vocês mesmos não coloram muito suas pinturas, é diferente. Mas nós, os huni kuin, quando bebemos essa bebida sagrada, colorimos muito, com vermelho, amarelo, laranja, preto, marrom.
Estou vendo outras pinturas diferentes, pinturas apenas com pessoas, mais antigas, de guerra. As pinturas que vêm dos ocidentais são de guerra, muita guerra. É diferente das minhas, que são de cobras, pássaros, animais, as coisas às quais estamos ligados. É o que víamos: animais, pássaros, peixes, jaguares e os huni kuin.
Mas vemos essas novidades que vêm de longe. Na Europa, há muitos artistas, cada casa tinha desenhos diferentes. Na Europa é onde há mais artistas, mais pinturas. E quando olhava as pinturas, não ia embora, ficava encantado.
¿Poderia explicar a expressão «vendo pano, compro terra»?
Estávamos cortando látex, nos acostumando a comer com sal, a usar sabão, a vestir roupas, mas sentíamos muita dificuldade. Ao mesmo tempo, enquanto estava estudando na universidade, tinha muitos amigos que me visitavam. E os alunos iam me visitar. Mas no meio estava a Funai, que, para levar os amigos, exigia licença, autorização. E eu ficava triste. Meus amigos chegavam ao rio Jordão para me visitar e não podiam, estava proibido.
Então pensei: «Não, eu faço meu pano, vendo meu pano e compro a terra para poder trazer meus amigos para me visitar». Além disso, essa planta que faz a bebida está em extinção. Hoje, no Acre, a maioria das terras está se tornando fazenda, e os fazendeiros estão derrubando as árvores, estragando essa riqueza, mas também estão vendendo terrenos.
Então tivemos a oportunidade de comprar terras e reflorestar, para plantar as ervas de nossa bebida sagrada. A terra não cresce mais, o que cresce é a população. Esse espírito da floresta com o qual estou trabalhando também quer terra, a floresta quer terra. Por isso estamos trabalhando nisso, e eu quero comprar ainda mais terra.