Textos
Lilia Cuero
Colombia -
enero 13, 2023

Lo que me dejaste después del naufragio

Regresamos con novedad no solo es un fotolibro sobre barcos de cabotaje del Pacífico colombiano, esas pequeñas embarcaciones que transportan mercancías y pasajeros. Es, en realidad, el homenaje que Lilia Cuero hace a su padre, un maquinista que murió en medio de un naufragio. A través de fotos, la bitácora que llevaba su padre y entrevistas a otros tripulantes afrodescendientes, Cuero recupera una parte de su memoria.

Por Marcela Vallejo

La última vez que Lilia Cuero habló con Melanio, su papá, fue el miércoles 3 de julio de 2019. Ella estaba en Medellín. Él, trabajando en el puerto de Buenaventura, como siempre. Ella no recuerda exactamente de qué hablaron, solo que Melanio la llamó para saber cómo le estaba yendo. Su papá era un hombre curtido en el mar, trabajador y cariñoso, que pasaba sus tiempos libres en familia, sobre todo jugando con sus nietas. Ya habían hablado de hacer unas fotos. Antes de colgar, Lilia le recordó que las harían cuando volvieran a verse.

El día después de esa última llamada, Melanio se embarcó como maquinista del ‘Karol Tatiana’, rumbo hacia el Chocó. Era una noche oscura en el Pacífico, la lluvia no paraba y había mucha neblina. El barco llevaba una carga excesiva y no estaba en las mejores condiciones. Todo esto hizo que dos horas después de zarpar, la nave naufragara en la Boya 2 frente a Bahía Málaga. Transportaba a 16 pasajeros y cinco tripulantes: murieron un pasajero, la cocinera, un marinero y el maquinista. Los guardacostas no pudieron actuar con rapidez debido al mal tiempo. Melanio Cuero, con la fuerza de sus 52 años, nadó y nadó buscando tierra firme. Al día siguiente, encontraron su cuerpo cerca de la playa de La Bocana.

Luego de un mes de luto por su papá, y tal vez a modo de homenaje, Lilia Cuero expuso por primera vez su serie sobre barcos de cabotaje. El evento era el cierre de Sacúdete, un programa educativo en el que jóvenes de Buenaventura, como Lilia, aprendían fotografía, video y diseño gráfico. Lilia cuenta que, en esas clases, su profesor Andrés Millán le dijo que antes de disparar la cámara, debía escribir y dibujar sus fotos, pensando muy bien qué quiere crear. Ella sabía que le interesaban los barcos y las personas como su papá.

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Los barcos de cabotaje son pequeñas embarcaciones que transportan mercancías como alimentos, agua, gas, artículos de primera necesidad y pasajeros a las poblaciones costeras y ribereñas del Pacífico colombiano. Salen, en este caso, desde Buenaventura, el centro de acopio, hacia lugares como Yurumanguí, El Naya, Guapi, López de Micay Timbiquí, Tumaco, Barbacoas, Nuquí y otros lugares a los que no llegan ni carros, ni aviones por la accidentada geografía.

“Yo le quería tomar fotos a mi papá porque estaba aprendiendo a hacer fotografías y porque veía que por allá había lugares bonitos y había barcos”, dice la fotógrafa de 32 años. “Era un ambiente que familiar para mí y eso lo llenaba de belleza”. Con el tiempo, retratar el mundo de los barcos de cabotaje y sus tripulantes, se convirtió para Lilia en un reencuentro con su padre.

En 2020, Lilia ganó la beca Expedición Sensorial del Ministerio de Cultura y su tutora fue la artista plástica Georgina Montoya, quien le enseñó el camino del fotolibro como herramienta expresiva. A pesar de su empeño y decisión, cuando en 2022 ganó la beca Crear Paz del Ministerio de Cultura, Lilia se angustió un poco. Había hecho entrevistas a los hombres que trabajan en los barcos, había ampliado su serie fotográfica, incluso tenía un machote impreso, pero no sabía quién podía ayudarle a diseñar su fotolibro. 

En esa búsqueda encontró una entrevista a la artista visual y editora Zully Sotelo, de Aquí y Allá, y decidió contactarla. Zully cuenta que de pronto un día empezó a recibir mensajes por sus redes sociales de “una desconocida” que la necesitaba para hacer un fotolibro. Al cabo de dos semanas de mensajes entrecortados, lograron hacer una videollamada y así entendió, no sólo la intención de Lilia, sino también las condiciones de tiempo y dinero con las que contaba. Con eso en cuenta, Zully creó un equipo con José Ruiz y Arturo Salazar de la editorial Ediciones Réplica.

Crearon un archivo con fotos hechas por Lilia, documentos y artículos sobre el naufragio del barco, las entrevistas y papeles viejos de don Melanio. Entre esos documentos estaba la bitácora: en sus páginas el papá registraba los detalles del viaje, pero también era el cuaderno donde ejercitaba su caligrafía. Él aprendió a leer y a escribir siendo adulto y aprovechaba los tiempos libres del viaje para practicar. Escribía los nombres de los hijos, los puertos de salida y llegada, y la frase que más aparecía: “regresamos sin novedad”. 

 

Con el proyecto en marcha, Lilia hizo más fotos, esta vez retratos de los navegantes. El resultado de todo este proceso fue Regresamos con novedad, que en palabras de Zully, más que un fotolibro, es “un mar donde podían navegar las historias, no solamente del papá, sino de los otros hombres y mujeres maquinistas que trabajan en los barcos de cabotaje”.

La secuencia de imágenes nos sumerge en el viaje por la costa Pacífica, en esa agua gris verdosa y el cielo encapotado. A sentir el oleaje y el movimiento de la nave sobre el agua, moviendo las imágenes y los significados. Los textos repetidos de la bitácora de don Melanio acompañan pasajes de Buenaventura a Nuquí, sin novedad. De recorridos que acaban bajo el agua. De historias que hablan no solo de los varios oficios sobre el mar: también de la vida cotidiana, de la violencia, del pasado, del futuro y de los amores.

Como hija de navegante, Lilia encontró belleza en el mar, los barcos y los destinos, algunos tristes. Como editora, Zully encontró una historia y una autora llena de energía e ímpetu para aprender. Lxs lectorxs encontramos historias desconocidas, aunque cotidianas e intensas, como a veces es el oleaje. 

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