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Marcha.pe
Perú -
marzo 28, 2023

Los rostros de las protestas del Perú

En el contexto de la convulsión social que se vive en Perú desde diciembre pasado, el proyecto audiovisual marcha_pe ofrece una contranarrativa potente frente a la satanización de las movilizaciones por los medios tradicionales. Raúl Lescano y Augusto Escribens, sus creadores, registran testimonios de manifestantes y los difunden por redes sociales, buscando humanizar sus demandas y presentar una imagen alternativa de la política hecha desde abajo.

Por Alonso Almenara

“¿Por qué la gente marcha en Perú? ¿Qué podemos entender si escuchamos en vez de reprimir?” Estas son las preguntas que se hacen Raúl Lescano, periodista y editor freelance, y su colega Augusto Escribens, fotógrafo y documentalista. Juntos crearon el proyecto marcha_pe, un repositorio de testimonios grabados en video de personas que han participado en las movilizaciones ocurridas en el país andino desde diciembre pasado. Este material está disponible en Instagram, TikTok y YouTube

Aunque la crisis política que se vive en Perú ha sido continua desde 2018 —el año en que el presidente Pedro Pablo Kuczynski dimitió de su cargo por acusaciones de corrupción—, la situación se agudizó el 7 de diciembre de 2022, cuando Pedro Castillo intentó sin éxito disolver el Congreso de la República. El Tribunal Constitucional, las Fuerzas Armadas y el Congreso rechazaron esta decisión, y Castillo fue detenido el mismo día. A las pocas horas, la vicepresidenta Dina Boluarte se ponía la banda presidencial.

Este hecho provocó una gran oleada de protestas contra un Congreso desprestigiado y un nuevo gobierno, sobre todo en las regiones andinas del sur del país, que exigen, entre otras cosas, la renuncia de Boluarte, el cierre del Parlamento y el adelanto de las elecciones. En tanto, la respuesta represiva del gobierno peruano ha tenido, a la fecha, un saldo de al menos sesenta fallecidos. Esto, a su vez, ha intensificado la indignación ciudadana y suscitado el rechazo de organismos que velan por el respeto de los derechos humanos: entre ellos, Amnistía Internacional, que expresó su “preocupación por el uso excesivo de la fuerza contra manifestantes” y ha pedido que “se garantice el acceso de las víctimas a la justicia y a reparaciones”.

Un aspecto especialmente preocupante de la crisis es que la violencia ha sido en parte apañada por los medios de comunicación tradicionales, que en el Perú se encuentran altamente concentrados por un solo grupo mediático. En ese contexto, la actividad de los medios independientes resulta vital, algo que saben bien Lescano y Escribens, así como muchos de sus seguidores en redes sociales. “Estamos muy agradecidos por el apoyo y las muestras de solidaridad que ha recibido nuestro proyecto”, dice Raúl. “Por ejemplo, hay gente que se ha ofrecido espontáneamente a traducir testimonios del quechua al español. Y es que hay muchas personas indignadas con la situación y que quieren ayudar a que se sepa por qué se está marchando”.

¿Qué los llevó a crear el proyecto marcha_pe?

Augusto: Fue más o menos algo espontáneo. En diciembre del año pasado me encontré con Raúl en una vigilia frente a Palacio de Justicia, conversamos y quedamos en encontrarnos en la siguiente movilización y hacer algo en torno a eso. Veníamos de una experiencia previa: hace cuatro o cinco años trabajamos juntos cubriendo marchas para el medio Lamula.pe. Hacíamos algo similar a lo que estamos haciendo ahora, que era ir a las marchas y preguntarle a la gente por qué estaba marchando, cuál era su motivación. El resultado eran retratos que consistían en una foto fija y un testimonio. En marcha_pe decidimos transformar eso en un vídeo y que el testimonio grabado aparezca como una voz en off.

Raúl: La experiencia previa que teníamos nos llevó a cubrir marchas como la de “Ni una menos”, contra la violencia machista, o la marcha por el Orgullo LGBT. Y lo que hacíamos era buscar personajes coloridos, con pancartas que llamaran la atención, y recogíamos sus testimonios. Era algo muy sencillo, y de hecho a veces bromeábamos con eso, porque era casi como una sección de sociales de una revista, pero dedicada a las marchas. Yo creo que para la gente ir a la marcha y que lo vean es algo muy importante. La marcha básicamente es eso, es la presencia física de uno para decir algo. Más allá de que tengas o no un cartel, el hecho de participar en una marcha es un acto simbólico fuerte, es un mensaje en sí mismo. Entonces lo que nos interesaba era darle la posibilidad a la gente de mostrarlo de otra manera. 

Dicho esto, antes de empezar a documentar marchas, Augusto y yo trabajamos juntos como parte del personal de una revista de amenidades dirigida a la clase alta. Es un tipo de publicación con grandes recursos y con contenidos muy elaborados a nivel visual. Lo que siempre nos ha llamado la atención es que ese tipo de mirada usualmente no está presente cuando se cubren temas políticos. No parece que haya una necesidad estética cuando se trata de cosas serias. Y eso fue lo que nos propusimos hacer, darle una estética a las marchas, darles un lugar, una importancia, sumarle a lo político esa mirada.

Porque a las marchas siempre se las cuestiona, se les exige soluciones, propuestas específicas, una claridad en las demandas. Y en realidad no hay nada más concreto que una persona marchando y gritando algo. Lo que tratamos de rescatar es eso, esa imagen que dice mucho en sí misma.

 

Algo que se les reprocha a los medios de comunicación peruanos es que tienden a tener una cobertura parcializada de las marchas: que buscan deslegitimarlas. ¿Este proyecto es también una forma de darle la contra a ese tipo de tratamiento de la información?

Augusto: Algo que hemos notado es que distintos medios de comunicación envían a reporteros a las marchas y a veces hacen la misma preguntas que nosotros, pero buscando descontextualizar, humillar, fragmentar el discurso de la gente para, en efecto, deslegitimar la protesta. Entonces siento que, aunque nuestro objetivo inicial no fue hacerle frente a esto, sino más bien buscar el lado humano de la movilización, nuestro trabajo sí puede ser una pequeña forma de resistencia ante esa cobertura de los medios tradicionales que me parece asquerosa y terrible.

Raúl: Como dice Augusto, muchos medios pueden hacer la misma pregunta que nosotros, pero lo importante es cómo presentas esa declaración. Uno puede hacer un reportaje e insertar las declaraciones de tal forma que lo que se ha dicho pueda ser interpretado de otra manera. Lo particular en lo que hacemos es que no insertamos las declaraciones en ningún discurso: no hay un mensaje antes ni después. Es solo la declaración del entrevistado. Porque nosotros no queremos decir nada: simplemente queremos ayudar a que determinadas voces se escuchen. Y el contexto visual es la imagen del momento en el que la persona está en la marcha: es el rostro, la posición, la indumentaria, lo que dice su cartel. Todo eso suma a la declaración, pero no es algo que nosotros estemos añadiendo. Creo que esa es la principal diferencia con lo que hacen los medios de comunicación tradicionales.

Otro aspecto que nos diferencia es que evitamos hacer preguntas muy dirigidas. La única pregunta que hacemos es: ¿cuál es la principal razón por la que estás aquí hoy? No es: ¿qué opinas sobre la Constitución? O ¿Qué opinas sobre la detención de Castillo? O ¿Qué piensas de Dina Boluarte? Buscamos la pregunta más abierta posible. 

Augusto Escribens: “Si a mí como fotoperiodista limeño me intervienen, me tratan de intimidar, obstaculizan mi trabajo, me pregunto: ¿qué es lo que sucede en zonas mucho más alejadas del país, donde además las autoridades ejercen un racismo evidente? Porque está la violencia que vemos y está la violencia que uno no se puede ni imaginar, la que sucede cuando no hay un celular grabando.”

¿Ha habido respuestas que les parecieron especialmente sorprendentes?

Raúl: Sí, suelen haber. Pero hay algo de lo que nos cuidamos mucho, y es evitar divulgar desinformación, o información que no podemos corroborar. Y en cuanto a las opiniones políticas, reconozco que a veces es difícil lidiar con el material que recogemos, porque de hecho hay cosas con las que no estamos de acuerdo. Mucha gente, por ejemplo, aboga por la restitución de Pedro Castillo. Es un ejercicio bastante fuerte el que hay que hacer para aceptar que esas opiniones con las que uno no está de acuerdo son también legítimas.

Decía hace un rato que los medios de comunicación tradicionales en el Perú tienen en general una posición bastante homogénea con respecto a las protestas. ¿Cuál ha sido el papel de las redes sociales en este contexto?  

Augusto: Yo básicamente me informo de la coyuntura a través de las redes sociales. Pero trato de consumir también medios tradicionales, al menos para ver lo que están haciendo. En realidad es un ejercicio aleccionador, sobre todo cuando ves que presentan la misma historia que tú has estado cubriendo, pero con una interpretación totalmente distinta.

En ese sentido, las redes sociales vienen a cubrir un vacío, una demanda de pluralidad en el modo que se presenta la información. Y también, muchas veces, permiten una ayuda directa a las personas. Por ejemplo, el otro día estaba en una protesta y vi cómo un policía le quitaba el celular a una señora. Con qué intención, no lo sé, pero no se lo quería devolver. A pocos metros, felizmente, había periodistas independientes de medios no tradicionales que habían registrado el evento. El policía se acercó para tratar de intervenirlos o intimidarlos pero no lo logró, y finalmente tuvo que devolver el celular. Minutos después, esas imágenes ya estaban en las redes sociales.

Por un lado, es importante que hoy tengamos la posibilidad de difundir inmediatamente imágenes que documentan todo tipo de abusos. Pero al mismo tiempo es inquietante que, con toda la información disponible sobre la represión violenta de las manifestaciones, las cosas no hayan cambiado, que sigamos en este régimen. Y luego pienso: ¿cómo habrá sido 30 años atrás? Y si a mí como fotoperiodista limeño me intervienen, me tratan de intimidar, obstaculizan mi trabajo, me pregunto: ¿qué es lo que sucede en zonas mucho más alejadas del país, donde además las autoridades ejercen un racismo evidente? Porque está la violencia que vemos y está la violencia que uno no se puede ni imaginar, la que sucede cuando no hay un celular grabando.

Una de las ideas-fuerza en la cobertura de las protestas por los grandes medios limeños es que las demandas son completamente heterogéneas: se piden mil cosas distintas, no existen líderes ni portavoces confiables. ¿Es lo que ustedes han encontrado?

Augusto: Yo creo que hay una lista de pedidos que quizás se ha ido extendiendo y difuminando un poco, pero que incluye algunas consignas principales. Está clarísimo que la prioridad es que renuncie Dina Boluarte y que se vaya el Congreso. Luego hay un gran segmento que pide una Asamblea Constituyente. También hay un montón de gente que pide la restitución de Pedro Castillo. Esas son las cuatro demandas principales, en ese orden.

Raúl: Pero me parece que hay un factor importante que no siempre se toma en cuenta y que ha ido creciendo conforme pasa el tiempo y es el reclamo de: “nos están matando”. Cuando comenzaron las marchas, las consignas que menciona Augusto eran mucho más fuertes, pero me parece que ahora lo central es la rabia, la pena, el dolor por las muertes. Y la indignación de que los políticos salgan en la televisión a insultar a los manifestantes, a decir que son bestias. El rechazo que provocan estas actitudes trasciende ya totalmente lo coyuntural-político. 

Raúl Lescano: “Hay un factor importante que ha ido creciendo conforme pasa el tiempo y es el reclamo de: “nos están matando”. Cuando comenzaron las marchas había consignas mucho más fuertes, pero me parece que ahora lo central es la rabia, la pena, el dolor por las muertes. Y la indignación de que los políticos salgan en la televisión a insultar a los manifestantes, a decir que son bestias. El rechazo que provocan estas actitudes trasciende ya totalmente lo coyuntural-político.”

Ayahuasca Musuk

Sin embargo, tengo la impresión de que las manifestaciones han bajado bastante en intensidad en las últimas semanas. ¿Es esto así? Y si las marchas fracasan, ¿no existe el peligro de que la indignación acumulada se exprese a la postre de maneras más violentas?

Raúl: Sin duda hay un agotamiento. Por un lado, la policía muchas veces ha sido efectiva a la hora de partir las marchas. Pero además, mucha de la gente que ha venido a Lima a marchar ha tenido que retirarse. En una de las marchas le preguntamos a un señor que había venido de Puno cuánto tiempo llevaba marchando, y nos dijo que seis semanas. Y claramente son seis semanas viviendo en condiciones súper difíciles, alejado de su familia. Le preguntábamos: ¿qué espera que suceda? “Que baje el norte”, nos respondió. Y el norte nunca bajó. Entonces hay un agotamiento, una frustración muy fuerte, y es difícil saber en qué se transformará esto. Lo que sí es claro es que ya se necesitan actores de otro tipo más allá de las marchas: actores políticos que por ahora, desgraciadamente, no existen. 

¿Qué pasará con marcha_pe a partir de este punto?

Raúl: El proyecto va a continuar. No fue creado específicamente para responder a esta coyuntura, ni es una iniciativa contra el gobierno de Dina Boluarte. Es un proyecto que venimos pensando desde hace mucho tiempo, porque nos interesa mostrar lo que motiva a las personas a marchar en general. Y esto es algo que seguiremos haciendo.