Entrevistas
Lia Valero
Colombia -
marzo 02, 2023

Migrar es una palabra muy grande

En 2021, Lia Valero ingresó a Semillero migrante, un espacio de formación para narradores visuales alrededor del fenómeno de la migración. Allí, la fotógrafa colombiana decidió contar una historia personal: la migración de su madre, quien lleva 30 años viviendo entre España y Portugal. El proyecto se titula Desterrarse y habla de los momentos de despedida entre una mujer migrante y su hija.

Por Marcela Vallejo

Esperanza salió del país por primera vez cuando su hija, la fotógrafa Lía Valero, tenía siete años. Un año después, Esperanza regresó a Colombia y se llevó a su hija a España, vivieron allá cuatro años, el tiempo que le tomó a la mamá hacer un doctorado en educación. Entonces volvieron a su país de origen y unos años después, cuando Lía empezaba sus estudios universitarios, su madre decidió emigrar de nuevo, sentía que fuera de Colombia tenía más oportunidades de crecimiento personal y de vivir con más tranquilidad. Desde entonces, Esperanza ha pasado largas temporadas entre España y Portugal.

Esa fue la historia que Lia decidió contar cuando ingresó al Semillero migrante en el 2021. El Semillero es un programa de formación para narradores visuales en territorio colombiano, que trabajen temas relacionados con la migración. En 2021 inició el primer ciclo con ocho fotógrafas y fotógrafos acompañados y dirigidos por artistas como Fabiola Ferrero, Támara Merino, Juanita Escobar, Óscar Castillo y Fabio Cuttica.

Al principio Lia pensó en trabajar alrededor de una historia de migración a partir de un conflicto ambiental. Su trabajo como fotógrafa ha estado relacionado con género y recientemente con lideres ambientales. Pero poco a poco se dio cuenta de que ella misma había vivido una historia de migración. “La historia entre mi madre y yo ha estado marcada por eso: arrancar la raíz para volverla a sembrar en suelo extranjero”. Lía decidió contar ese proceso en su serie fotográfica Desterrarse.

Aprovechó que su mamá iba a pasar un tiempo en Colombia y así podría desarrollar el proyecto y hablar de un tema que nunca antes habían abordado juntas. Lia tenía una visión documental tradicional y clásica. Había iniciado su proyecto con imágenes en las que acompañaba a su mamá en sus actividades cotidianas. La tutora que la acompañó durante el proceso fue la chilena Támara Merino y ella la guió para explorar un lenguaje más íntimo y poético.

De ahí salieron una serie de juegos con la luz, “de esa búsqueda de la nostalgia, para lograr transmitir sentimientos”. Esa exploración también la llevó a revisar los archivos familiares en busca de fotografías que no solo la transportaron a otras épocas: también le permitieron jugar con otros lenguajes. Así, intervino algunas de las imágenes con tierra, pensando en la idea del destierro.

El proceso le permitió a Lia entender la forma de ver la migración de su madre, para quien “migrar es una palabra muy grande”, tanto, que Esperanza asegura que se siente morir cada vez que sale, retorna y vuelve a empezar. La fotógrafa sabe que la migración de su madre no fue forzada, y que las maneras en las que ha salido le implican una serie de privilegios. Pero también sabe que migrar es difícil.

“Es sacarse la idea de que el que se va el que se va para Europa vive dichosamente porque no necesariamente es así, es un proceso muy duro. Es, como ella lo dice también, casi que volver a nacer. Implica desprenderte de tu identidad y hacer un duelo.” Migrar implica una pérdida de estatus, una separación de la red de apoyo y cuidado y eso supone una profunda soledad. Al migrar es necesario insertarse de nuevo en un sistema jurídico, burocrático y cultural, lo que puede generar una sensación de mucha incertidumbre.

Migrar es una palabra muy grande porque va más allá de cruzar una frontera, es un proceso que atraviesa el cuerpo y transforma a las personas. A Lia le impacta mucho como su mamá lo explica. 

“Tienes que meter todo, tus conocimientos, lo que ya sabías hacer, lo que te constituye y tu identidad en una cajita y cerrar por un tiempo esa caja, porque el siguiente proceso es que tienes que absorber todo lo nuevo que está a tu alrededor. Por un tiempo esa caja queda como guardada, porque tú empiezas a construir una nueva identidad. No necesariamente quiere decir que entonces eres otra persona y nada lo que traes sirva pero pues en ese proceso de migrar también hay muchos choques culturales, entonces todo ese proceso de adaptación implica hacer un duelo y responderse muchas preguntas de cómo, dónde, con quién, para qué. Y empezar a entender cómo uno puede construir esa nueva vida.”

El proyecto fue una semilla que ha ido brotando y echando ramas. Ahora, Lia Valero viene explorando su propia vida de migrante en Europa, enfrentándose a la situación de hablar otro idioma y de entender otro mundo cultural. “Ahora estoy haciendo un proyecto de mi propia experiencia como migrante que es como el otro lado de la historia. En Desterrarse me movía también la idea de  contar lo que significa para quien se queda no desde la perspectiva quién se va. Ahora es un poco el otro lado de la historia.”

Ayahuasca Musuk