Entrevistas
Alejandro Kirchuk
Argentina -
marzo 14, 2023

Paisajes de un río que agoniza

El río Riachuelo, que desemboca en La Plata y da nombre al famoso barrio de La Boca, en Buenos Aires, es uno de los lugares más contaminados del planeta. En el proyecto Río Invisible, Alejandro Kirchuk combina fotografía, video, cartografía y realidad virtual para contar las historias de la gente que vive ahí: el fotógrafo argentino espera que su trabajo ayude a entender por qué muchas de estas personas se resisten a abandonar el lugar y por qué es una crisis que debe ser resuelta de manera urgente.

Por Alonso Almenara

 

Alejandro Kirchuk ha vivido toda su vida en Buenos Aires. Es además un fanático del fútbol: así empezó su relación con el río Riachuelo. “Está detrás de la cancha de Boca, que es el club de mis amores y al que voy a ver cada dos semanas cuando jugamos de local”, cuenta. “El Riachuelo tiene esa conexión sentimental con mucha gente.”

Pero el Riachuelo es también el escenario de la más grande crisis ambiental en la historia de Argentina, debido a la extraordinaria concentración de residuos cloacales y desechos industriales en sus aguas. Una crisis que tiene, además, enormes consecuencias sanitarias, económicas y habitacionales: la cuenca del Riachuelo es una de las áreas más densamente pobladas del país, con unos 6 millones de habitantes, el 15% de la población argentina. 

Los datos hablan por sí solos: el 25% de los niños que viven en barrios marginales junto al río tienen plomo en la sangre y una proporción aún mayor sufre enfermedades respiratorias y gastrointestinales. En 2008, una sentencia de la Corte Suprema de Argentina declaró que 17.700 familias que vivían en las cercanías del Riachuelo se encontraban en estado de máxima emergencia sanitaria y debían ser reubicadas en un lugar más seguro. Solo el 30% de esas personas abandonaron el área. Muchas familias esperan ser relocalizadas. Muchas otras quieren quedarse junto al río, donde han construido sus casas, sus vidas y su identidad.

Ayahuasca Musuk

Kirchuk es un fotógrafo cuyo trabajo se centra en proyectos documentales de larga duración. Con Never let you go, un proyecto sobre la enfermedad de Alzheimer, recibió un primer premio en la categoría ‘Historias de la vida diaria’ en el concurso World Press Photo en 2012. Pero cuando empezó a interesarse por la situación del Riachuelo, hace ya una década, entendió que no solo iba a ser un proyecto de largo aliento: para abarcar la complejidad del problema tendría que repensar su forma de trabajar y, eventualmente, empezar a migrar hacia otros formatos.

El resultado es el proyecto Río Invisible: a través de un sitio web interactivo con fotografías, videos, visualización de datos, una experiencia de realidad virtual y un mapa con contenido geolocalizado, este trabajo explora los múltiples factores que contribuyen a la contaminación del río, así como las consecuencias sociales y ambientales de la crisis. 

“La idea es cerrarlo este año y que se exhiba en 2024 o 2025”, dice Kirchuk. “En primer lugar, acá en Buenos Aires. Y que sea en algún espacio frente al río”. En el marco de los preparativos para una nueva edición de ECO, nuestro encuentro de colectivos fotográficos que este año tendrá como ejes temáticos las ecologías, los territorios y las comunidades, conversamos con Kirchuk sobre esta experiencia que lo llevó a relacionarse durante años con decenas de familias que viven en la ribera del río, a ganar la beca Fullbright y a cambiar, incluso, su forma de mirar.

¿Cómo nació el proyecto Río Invisible?

Esto fue hace casi 10 años. Yo venía de trabajar en un proyecto largo sobre mis abuelos, algo muy personal, y estaba en un momento en el que tenía ganas de empezar un proyecto nuevo, pero me sentía al mismo tiempo un poco errático, en un proceso de transformación en la forma de fotografiar. Era a fines de 2013. En esos días me topé con una publicación de un instituto medioambiental global que había hecho un ranking de los diez lugares más contaminados del planeta. Y en ese ranking estaba la Cuenca Matanza Riachuelo. Lo que recuerdo haber pensado en ese momento es que a ningún porteño le va a sorprender que se diga que el Riachuelo es un lugar sucio y altamente contaminado. Pero lo que sí me impactó es ver que en el ranking la cuenca Matanza Riachuelo venía después de Chernóbil. Es darte cuenta, de pronto, de la escala de la tragedia. El proyecto se llama así, Río Invisible, porque, precisamente, hay una invisibilización del problema.

Y es curioso, porque si bien aquí todos sabemos que el Riachuelo está contaminado, nadie sabe exactamente qué sucede con el río, nadie conoce su situación en profundidad. Si vos le preguntás a la gente, relaciona el río con La Boca, que es el lugar donde termina el río, y que es una zona muy turística. Pero lo que ocurre a lo largo del río, en esos 60 kilómetros de curso, es muy desconocido. Entonces ahí surgió mi interés. Y el hecho de que fuera un tema tan amplio y complejo fue lo que me permitió encarar ese proceso de transformación personal y autoral. A medida que iba laburando, me iba transformando también como fotógrafo. Creo que eso se puede ver en el proyecto.

¿Qué explica estos niveles tan alarmantes de contaminación?

El imaginario popular de la contaminación del río tiene que ver con lo que sucedía hace doscientos años, más que con lo que sucede actualmente. Es decir, se piensa que la causa principal es la contaminación industrial de las fábricas de cuero instaladas a lo largo del río. Sin embargo, las curtiembres han sido bastante controladas en las últimas décadas, y muchas fábricas se han reconvertido. El principal factor de contaminación hoy en día es por lo tanto la contaminación cloacal, y eso no es tan conocido. Pero además es una consecuencia de la descomposición social del país y de la región, pues tiene que ver con la instalación de asentamientos informales que vierten sus cloacas en el río o en arroyos que terminan en el río. Por eso es tan compleja la resolución del problema: los asentamientos informales no dejan de multiplicarse, sobre todo en la zona sur de la ciudad, que es la zona más relegada. 

Además, el componente industrial del problema tampoco es tan simple. En los últimos años, con la creación de la ACUMAR, que es la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo, se ha controlado más a las industrias, pero es un trabajo que tiene que ser continuo y que siempre se enfrenta a resistencias, porque es algo que le cuesta dinero al Estado y a las empresas. No es que vos empezás a avisar que vas a vas a auditar y automáticamente todo se resuelve. En un país en crisis económica permanente como es Argentina, este tema es una tensión constante. 

Cuando uno empieza a trabajar un tema de esta naturaleza, tiende a enfocarse en algún aspecto pequeño de la historia. Yo tuve una ambición un poco más grande: quería hablar de todas las complejidades con las que me iba encontrando. Ahí me topé con una limitación en la fotografía y sentí la necesidad de explorar otras posibilidades que ofrece el documentalismo. Empecé a migrar hacia el video y no sólo el vídeo: el proyecto incluye también un mapa interactivo.”

 

Hablemos de tu tratamiento fotográfico del tema.

Te decía que cuando empecé el proyecto estaba en un momento en el que me sentía un poco saturado del proceso fotográfico, de tanto disparo, tantas fotos. Me compré entonces una cámara analógica de medio formato y me propuse hacer el proyecto con ese formato, tratando además de que el proceso de creación de imágenes fuera un poco más pensado.

En comparación con otros proyectos míos, las imágenes de este trabajo son quizás un poco menos dinámicas y un poco más programadas… Siempre tomando en cuenta que yo vengo del mundo de la fotografía documental y del fotoperiodismo, y que hay algo de eso que nunca quise que se pierda. Es un proyecto que se da entonces en esa fusión entre el reportaje fotográfico y algo un poco más conceptual.

Y por otro lado, lo que me sucedió es que, como te decía, me encontré con un tema muy amplio y muy difícil de abarcar. Normalmente, cuando uno empieza a trabajar un tema de esta naturaleza, tiende a enfocarse en algún aspecto pequeño de la historia. Yo tuve una ambición un poco más grande: quería hablar de todas las complejidades con las que me iba encontrando. Ahí me topé con una limitación en la fotografía y sentí la necesidad de explorar otras posibilidades que ofrece el documentalismo. Empecé a migrar hacia el video y no sólo el vídeo: el proyecto incluye también un mapa interactivo. Quería aprovechar el espacio de la cuenca, el río y todo lo que sucede alrededor del río, y me pareció interesante trabajar este tema desde lo cartográfico, usando un mapa que se actualiza con nueva información. 

Esta voluntad de expandir el proyecto también me llevó a estar interesado en otras disciplinas y otros medios: presenté el trabajo a una beca de formación, la beca Fullbright, y me fui a Estados Unidos a aprender realidad virtual. Ahora estoy terminando de hacer una parte de este proyecto que es una película de realidad virtual sobre un botero que lleva a la gente de un lado a otro del río, cruzando por el único lugar donde el río se puede navegar. Lo que quiero decir es que todas estas posibilidades se me han presentado gracias a la amplitud del tema, pero es algo que también tiene que ver con un interés propio de indagar en estos nuevos formatos. Entonces creo que el proyecto al final va a terminar condensando todas estas cosas.  

Río Invisible incluye grabaciones en video de testimonios de gente que vive en la ribera del Riachuelo. ¿Estas personas han visto el proyecto, te han hecho comentarios al respecto?

El proyecto no está finalizado, con lo cual los protagonistas no lo han visto aún en versión acabada. Pero con algunas de estas personas fui generando un vínculo con el correr del tiempo, de modo que ellos sí han visto parte del material y están más al tanto de cómo va el proyecto. En algunos casos, mis fotos les han servido incluso para presentar algún amparo judicial, dado que muchos de los terrenos donde viven están en disputa.

Hubo también personas con las que me relacioné de una manera más profunda. Una de ellas es el Botero del que te hablé. Se llama Gustavo. Lo conocí en 2014 y el año pasado grabamos la película de 360. Ahí se generó un vínculo personal porque es una relación de varios años. De hecho, algunas de las fotos tempranas del proyecto, como el retrato de las gemelas, las hice en el bote de Gustavo. Y en el medio fui el fotógrafo de la fiesta de quince años de su hija.  

Su bote cruza de la isla Maciel a La Boca, pasando justo entre los dos puentes, el viejo Puente Transbordador y el puente Avellaneda. Es el único punto que se puede usar porque hace como cuarenta años se prohibió la navegabilidad del río como una medida que en su momento era de resguardo por la catástrofe ambiental. Hoy el río se podría navegar, de hecho lo navegan las autoridades, y hay una lucha fuerte de algunas asociaciones civiles para que el río vuelva a ser navegable. Lo que se cree, y es evidente, es que cuando un río no es navegable es más tierra de nadie y se lo cuida menos, se lo apropia menos. Y que si  en cambio el río pudiera volver a ser navegado, empezaría a haber más movimiento y eso también generaría más movimiento positivo alrededor de la zona. Hace poco hubo unas audiencias en las que el tema se está discutiendo, y me parece que eso es clave.