Entrevistas
Rueda Fotos
Argentina -
abril 22, 2022

¿Por qué te incomoda tanto ver la cara de un femicida?

Daiana Valencia y Celeste Alonso se conocieron estudiando en ARGRA (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina). Ahí se dieron cuenta de lo bien que trabajaban juntas. “Potencia lo bueno que cada une tiene adentro”, relatan. Así crearon el colectivo Rueda Photos. “No nos interesa quién fotografía sino qué queremos decir”, cuentan a Vist. 

El primer proyecto que hicieron en colectivo fue la campaña presidencial de la candidata haitiana Maryse Narcisse en Octubre de 2015. Publicaron en diversos medios argentinos y del mundo. Su obra “30000” fue expuesta en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. También participaron de las Brigadas Fotográficas del FIFV (Festival de Fotografía de Valparaíso) y de la exhibición “Migrar es un derecho”, organizada por el Cels (Centro de Estudios Legales y Sociales). 

Desde 2017 llevan adelante el Proyecto Femicidas, un trabajo fotográfico-documental en proceso. 

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¿Qué descubrieron en el proceso?

Nos llamó la atención que la gente se sorprendiera de que lo quisiéramos contar desde otro lado. Entrevistamos siempre a la familia, amigues, hermanes. Es un trabajo más de preguntas que de respuestas. Hay una cuenta que no cierra. Todxs conocemos a una mujer violentada o que haya sufrido algún tipo de violencia pero los hombres no conocen a ninguno que las ejerza.

Con este trabajo entendimos que hay un sistema patriarcal muy arraigado. Hemos reconocido nuestra patriarcalidad. Se trata de ir identificando vestigios, hijos del patriarcado que están ahí, los vemos. 

Creo que parte de nuestro trabajo, lo que nos entusiasma, es que incomoda. Hay quienes nos han dicho que dejaron de seguirnos: ¿qué tanto te incomoda ver la cara de un femicida? Incomoda porque nos hace preguntarnos y podemos fallar. La crítica es saludable porque te hace repensar tu laburo: si a esta persona la genera eso, ¿qué me genera a mí?

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¿Encuentran dificultades para producir los encuentros?

Es golpear puertas. Con Azcona nos costó casi un año entrar al penal. Nos ayudaron mucho las mujeres que trabajan ahí. Tuvimos acceso al expediente. Lo llamamos una vez por semana, se creó un vínculo y él no tenía problema en que hiciéramos una visita normal. Pero nosotras no queríamos ir como amigas a visitarlo, nos generaba una contradicción el vínculo. No fue fácil mantener estas vincularidades. Estaba en Ezeiza. Finalmente lo logramos y estuvo super bien. 

En Viedma nos abrieron las puertas y entramos por la abogada. Fue muy loco porque no teníamos pensado entrevistar en ese momento pero ocurrió. Estábamos en un cuarto con él, fue muy raro, muy fuerte, no sé si estábamos preparadas. Era la primera vez que entrábamos a un penal. Cuando lo trajeron lo primero que pensamos fue: “somos dos, tenemos un trípode a mano en caso de que se levante”. Mientras entrevistás estás pensando en dónde está la puerta. El nivel de manipulación es muy fuerte, quieren tener el control de la conversación. 

El tercero fue en otro penal, lo logramos vía el director. Nos dieron mucha libertad, tuvimos mucho tiempo. Cuando hablamos, les decimos: “Nosotras vamos a hablar de vos de todas maneras, así que mejor que hables con tu propia voz”. 

En el tercer caso, al ser de clase media alta hay un abogado privado. Tuvimos acceso al abogado. Nos dijo: “no, no les va a dar la entrevista”. Juega un rol la sociedad de clase alta, se tapa porque hay dinero. Lo quisieron hacer pasar como que tenía problemas psiquiátricos, artilugios de la clase alta para encubrirse. Entrevistamos a sus hijos y a su hermano pero no a él. 

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Ayahuasca Musuk

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En la presentación del proyecto dicen “Cualquiera de ellas podríamos haber sido nosotras”. ¿Cómo las atraviesa el proceso?

Para nosotras este trabajo no fue gratis. El acto fotográfico se construye desde la oralidad, hicimos muchas entrevistas. Algunas partes son irreproducibles. Es fuerte escuchar al tipo diciendo “alguien iba a morir ese día”. Con el paso del tiempo estamos más tranquilas. Pero es difícil tener a un femicida enfrente. 

No somos las mismas que cuando empezamos, no solo por lo que significa para nosotras como mujeres estar entrevistando a un femicida sino por escuchar el relato de una madre, un padre, una hermana a quien le han matado a una hija o una hermana. Las familias de los femicidas también han sufrido. No pueden entender qué hicieron mal.

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